Tres personas y una mesa al medio del cuarto. Sobre ella, una pistola. Las tres personas la miran y se miran. Uno de ellos levanta la mano al aire, y dice "Que nadie haga nada estúpido...".
Por mala suerte para nuestro precavido amigo, los humanos son estúpidos por naturaleza. Uno de ellos, el más rápido, cogió la pistola, y dijo "Tranquilos! Yo la desarmaré!". Los otros dos se quedaron callados. El único que quedaba por hablar dijo mirando al otro desarmado "No te creo! ¡¿No ves que quiere matarnos?!"
El aire se puso tenso... los tres se miraron mutuamente...
El paranoide saltó hacia el altruista, mientras el cauto se ponía al medio de los dos para que no hagan, valga la redundancia, algo estúpido, recibiendo un disparo en el hombro y un puñetazo en la cara. 
"Mira lo que hiciste!!" gritó el paranoico agachándose para ver a su amigo, mientras el altruista se quedaba con el arma en alto, temblando. Aprovechando su duda, nuestro temerario amigo saltó hacia el dudoso, quitándole el arma al mismo tiempo de lanzarlo al suelo. "Ahora, ve a ayudarlo!" ordenó con la autoridad que te dá un arma. 
Mientras ayudaba al herido, le dijo en voz baja nuestro ahora esclavo camarada "Tenemos que quitarle el arma... este loco nos matará!". El herido respondió en voz baja "No hagas nada estúpido, estúpido...". "No necesito tu ayuda... yo sólo quiero sobrevivir!" respondió nuestro tembloroso y sudoroso amigo. 
Al terminar de vendarle el hombro, mientras le apuntaban constantemente, nuestro amigo dijo "Oye... ¿Puedo irme de aquí?", 
"¿Cómo se que no quieres matarme?" -respondió nuestro alterado personaje , 
"Nunca quise eso... yo sólo quiero irme a casa."
"Está bien... pero sólo para cerciorarse que no harás nada estúpido..." - y le pegó un tiro en una pierna.
 
Bueno, este fue un intento de resumir la historia de la humanidad en una tranquila mañana de viernes.