EL DETERIORO DE LAS ENFERMEDADES MENTALES
Publicado en Apr 20, 2013
Hoy me he desayunado con unos artículos sobre las enfermedades mentales que afectan a las personas generalmente a partir de los 75 años y nos acechan a todas las demás en cualquier recodo del camino, seguro que el más insospechado. Ello me ha inspirado un breve relato, una disertación sobre la vida y la muerte. Va por delante que no es lectura fácil, es una palpable realidad.
"Suponemos que el periodo de gestación, el organismo acumula las reservas necesarias para soportar una existencia plena. Llega la infancia, la adolescencia, pasamos por la madurez y acabamos en la tercera edad o vejez. Así en principio debería acontecer pero el equilibrio entre el ying y el yang, se resiente, se resquebraja y se rompe con cada arista emocional, requiebro laboral, desengaño sentimental, desapego familiar, y cuando en el meridiano vital aparece la crisis de identidad, el vacío se apodera de la existencia, como la nada amenazaba con aniquilar el Reino de Fantasía en la Historia Interminable, porque en eso quedan muchas vidas: sin cerrar, sin terminar. En soledad intentas recrear tu camino, porque como dijo Machado : ""Caminante no hay camino se hace camino al andar y al echar la vista atrás se ve el camino que nunca se ha de volver a pisar"". Y en la senda quedaron sonrisas, lágrimas, gozos, alegrías y tristezas que no supieron encontrar el sendero de regreso a ese corazón al que aún le quedan fuerzas para buscar en solitario su relleno. Más la guerra es desigual, los ejércitos son liderados por grandes estrategas : Alzaimer, Parkison, Demencia Senil...., y en el campo de batalla generalmente queda un cerebro desgranado, una memoria perforada en un cuerpo decrépito arrojado aun lecho, acompañado por un frío mobiliario donde reposan las pocas pertenencias (generalmente retratos con ese inconfundible ton sepia que da el olvido) y arropado por un grupo de personas que cuidan y acompañan a ese cuerpo, a esa persona que ya ha servido a la humanidad cumpliendo un trabajo perfecto en su imperfección, y a las que sólo les resta esperar pacientemente la eternidad. Lo más cruel de la vejez no es la decadencia ni el deterioro biológico, es el desarraigo social, el abandono familiar y la suprema soledad que la rodea. Muchos ancianos acaban sus días cuidados por desconocidos que bucean en sus recuerdos para cubrir el perfil (inexistente por desidia) de un hijo/a, hermano/a, nieto/a, en resúmen una familia, porque ¡qué carajo! No nacemos bajo un almendro, salimos de un seno materno y crecemos con humanos. Me gustaría hacer un reconocimiento en primer lugar a los viejitos y viejitas simplemente porque han vivido, y en segundo a los voluntarios/as que de forma altruista los acompañan en el último trecho simplemente porque lo merecen".
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