Háblame, penétrame con  susurros; filtremos al orgullo y complétame con sólo  amor puro.
Tócame, acaríciame dejando huellas, ara mis valles, eleva mis montañas, abre mi tierra, quema mi sangre. No dejes rincones sin conocer, aduéñate de mi  alma y de mi carne.
Bésame, refresca mi desierto con tus oasis, recuéstame en el manto cálido de tu piel, para saciar mi sed y mi hambre. Beberé de ti y de tu nombre, saciaré mi apetito  alimentándome con  todo lo que dices que me pertenece.
Apriétame, cúbreme de los vientos de miedo, vacíame de confusos y enredados  sentimientos y lléname sólo contigo, hazte  líquido, inyecta tu amor, no demores. Recorre seguro mis caminos interiores, choca con las bifurcaciones y sigue, sigue; es todo tuyo ese laberinto.
Invítame, pídeme que vuelva o que no me vaya, dime que te importa tenerme, grita que me amarás siempre.
Despeguemos nuestras pieles un momento, pongamos aliento entre nuestros alientos y esperemos así, abrazados, al sol de la mañana…  quiero que nos prometa que el calor que le robamos, será nuestro para siempre.