El obrero
Publicado en Aug 25, 2009
Sigo la faena sin fin, parsimoniosamente.
Soy el obrero constante y callado. Mis manos ponen los ladrillos y ventanas de hombres combados por sus riquezas. Ellos pasan rasando en sus automóviles lujosos. Y poseen caravanas de Jacuzzis y servidumbre. Yo trabajo desde niño, desde que tengo memoria. Tengo la casta del bravo peonero. Mientras el poderoso se extiende en sus asuntos y se pierde en ágiles omisiones y banquetes. Mis manos van haciendo el pegamento juntando con agua cemento y arenilla. Regularmente estoy trillado y cansado pero tengo lucidez y un poco de mala lengua. Pero descargo rencor y rabia en mi trabajo y nada de esto le deseo a mis hijitos. Mi vida es de la simiente de un tranvía. Paso delante de todos y soy un don nadie. No vivo de apariencias ni de prólogos. Como las viandas corrientes de los pobres pero me encantan los macarrones con queso. Siempre callo las embestidas de la vida. En mi camino hay pocos trinos y no hay postines. En mi vida solo flota el trabajo de mis manos.
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Richard Albacete
Verano Brisas