PRESAGIOS  
Un vacío hastiado de recuerdos que te llena de ilusiones perdidas, encontradas con la espuma de las lágrimas cuando ya se cansaron del mismo párpado… ¿La felicidad? -Un tema para impostores del paraíso que piensan y creen desde hace dos mil años, que en ella podremos naufragar sin ningún deslumbramiento disolvente que nos exprime el pecho y nos incinere el corazón-.
Algo macabro y selecto se esconde en el desierto malévolo de mi encantada soledad; sentir no poder y seguir; las paredes guardan el eco que ayer rompían de altivez la alocada era de pubertad. Pero, solo queda colgada en la pared, una mancheta por alguna de aquellas envestidas de jovenzuelo, cuando una noche de borracheras la farra incendió de griterías mi casa. Mancha de un muerto.

Es triste el placer alegre de la esperanza, que por instantes, trae raros presagios como si de un simple encogimiento de hombros la creación echara en nuestra frente unos versos robados en el hospital de la amargura que nuestra ligereza del deseo tiene por misión elevar al rango de imaginación.
 

No poder mas, las paredes son un llanto, la esperanza un lamento, vivir una eterna lucidez amarga… ¿sabes, querido lector? Lo que es más difícil que la muerte. Estar vivo, ávido de añoranzas, regodeado de esta insulsa pasión bocona en jactancia de amar al prójimo, y en medio de ellos, ser la hoguera encendida, a diario, incinerándote día tras día, noche tras noche, y que nadie venga ni un segundo a quemarse sobre la pira celeste de mi encantado licor. 
 
José Antonio
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