Tengo un sueño rojo por el pasillo de los limbos,
tu rostro letrado y una cierta sensación de eternidad.
Tus manitas son blancas como la espuma blanca
y tu cabello es rubio como el sol,
que el eclipse de la noche se refleja…
con tus ojos de bronce.
 
Tengo un crucifico del otro lado del pecho,
no en la espalda, en tu reflejo.
Y cada vez que me siento solo, golpeo el crucifijo
contra un mar de puertas y ventanas cerradas,
contra el pecho que no tengo y la espalda azotada
por tiempos anteriores…
 
Mas con tu amor se me van curando las penitas
¡Qué venita pena me sigue a todas partes!
O me seguía… porque tus ojos de cobre,
mirada de paz sin pipa, enamora mis sentidos
y me acuesta a soñar con el futuro
del presente alivianado…
 
Tengo un ojo del microscopio clavado en la sien de mi espacio,
donde se pierden por igual
elefantes y alfileres,
mas siempre que tu presencia es,
ahí también me pierdo yo, querida mía,
y juntos vamos a hacernos el amor…
 
Estamos tú y yo, en un mundo aparte, donde es sueño la vida,
donde todo lo que se pierde no vuelve nunca más,
donde no existe pasado, presente ni futuro,
el tiempo es un reloj sin agujas…
Te amo damita de todos los sueños donde sueño,
hacemos el amor, y más te amo… Más te amo.