Estaba yo, arrellanada en sus brazos tibios, en su cuerpo de lágrimas, y sus besos de miel. Escondida en su pecho de cera y sus senos de arena, postradas en nuestro lecho, cuando, el gran momento llegó.
¿Qué sabía yo?, nada pero por fin llegaba, después de cinco años de espera.
Nunca tuve miedo, ni me interesaba saber que aquél día llegaría.
Escuché sus pasos desde afuera, a pesar de que todo es tierra y solapa uno que otro ruido, aprendí a escuchar bien. La luz de las pocas velas que teníamos fueron apagadas con anticipación, la cabaña lucía oscura y fría. Ambas teníamos miedo, ¿de qué?, no lo sabíamos pero el crujir de la puerta hizo erizar la piel de ella, la que sólo se erizaba con mis besos y caricias. Me apretó fuerte la mano y cerró sus ojos, imaginado que nada era real, que estábamos bien, juntas y solas. ''No es nada, es el viento'', le susurré al oído.
¿A quién engañaba?, era hoy, era la hora justa, era yo la indicada, el sol aproximaba su partida y los golpes en la puerta comenzaban.
Mi cuerpo empezó a temblar de temor, de angustia y desesperación. ''¿Quién toca?'' me preguntó con una voz frágil que se rompía entre mis lágrimas que tragaba. ''Es la hora'', le respondí anegada en dolor. Ella lo comprendió, clavó su aún dulce mirada y sin palabras lo comprendí, era aquél momento el último. No me contuve, y lloré en silencio, apartando mi mirada de su calor.
Los golpes arremetían con más fuerza, y los gritos empezaron a ensordecernos. ''¡Salga de ahí, está rodeada!''. Un hedor invadía el ambiente, un fuerte olor a pólvora y azufre. No era la única que sería llevada a ¿dónde?.
''No temas, a ti no te harán daño, no deben'', le dije mientras me disponía a entregarme, ''¡No!, eso jamás'' respondió, se levantó sigilosa y sacó algo de su cajón privado. Lo intuí al instante y le pedí que lo hiciera, me senté al borde de la cama y cerré fuerte mis ojos, ''eres mi último pensamiento'', susurré y besé su mejilla, ella llena de lágrimas y sus brazos temblorosos apuntó a mi sien, cargó y me despedí de la vida.
La puerta fue derrumbada tarde, su objetivo estaba frío, empapado en salado dolor sobre los brazos de su amada y libre, por fin libre.
Saudade