Soy la Nada
Publicado en Aug 26, 2009
Los arrolluelos giran en guerra.
Las chispas de luz saltan desde tablones e incendian apagadas buhardillas. El aire se cuelga de sofismas sueltos. El tiempo sólo se personifica a si mismo. Entre tanta varadura y movimiento Yo mismo no sé si soy verdad. Paso por multitudes contrastantes, paso entre vertederos de huesos y tamboriles. Oigo a los místicos y a los impasibles. Oigo la imposición del Estado láico. Veo desperdigadas tristezas en los rostros. Hay reboses de huertos prematuros y plazoletas del todo desoladas. Se han estilizado las cinco dimensiones. Hay horas para el sosiego y la posesión del desasosiego. Hay monólogos dóciles y sofocante dialéctica. Figuras contraídas y cauces filosóficos. El viento hurga en las taquillas de cine y en las cuevas. Hay pasadizos secretos y frías avenidas. Hay reflejos y ojos focalizados en los testamentos y un limosnero sedente en cada esquina. Conviven codo a codo valor y antivalor. El tiempo filosofa y se contraé: Su pasar pausado es terrible. El sol se estanca en las estacas del desierto. Los coyotes se han extinguido del todo. Hay ondas de luz y ondas de sombra. Algázaras fraternales y abulia no fingida. Los rayos van en carrera hacia el mar buscando su blanco cosquilleo. Los hombres se escudan en los cafetines y sus pasatiempos. Los polos y los témpanos ya son inmateriales. Hay barbas, espaldas y primicias a granel. Manos que limpian oráculos y bedeles con estopas. Hombres flácidos de entrecejo severo. Las emociones parecen excitadas. Todo está consagrado a un tránsito no armónico. Hay hombrecillos vendiendo desde clavijas hasta marmitas y niños perezosos aferrados a sus madres. El día se cuece en su azul y las nubes se sofríen. El viento bate y abate sus presas en los campanarios. Veo canalladas relucir como manijas brillantes. Veo a la juventud en sus soeces tánganas a las puertas de los más frívolos liceos. Hay hondonadas rojizas y colinas póstumas y derroteros límpios para los que sólo usan astrolabios. Todas las frugalidades tienden a doblegarse y desdoblegarse. Y el firmamento asoma su cuello al mediodía. Los dados se lanzan con fiereza en los billares y los montañistas se sumergen en su linaje. Yo, con mis pasos sin peso me pierdo entre insustanciales providencias: Soy la Nada.
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