Miedo, tanto miedo me da perderlo
que la mirada en sus ojos se apague 
que del cuerpo la vida se le escape
y que jamás pueda volverlo a abrazar.
 
Vida, vida es lo que poco le queda
y si pudiera le daría un poco de la mía
Pero no puedo, y eso, me parte
el corazón.
 
Que un día se marche y aunque
deteste el aroma de un marlboro
encendido indudablemente
extrañaría su olor.
 
Ese olor que es sólo de él
que me conforta y me hace feliz, 
feliz es lo que se me va a hacer
díficil ser si él no esta.  
 
Angustia, es lo que siento al pensar
que un día su aroma será remplazado
por flores marchitas. Y un vacío en 
mi alma. 
 
Flores marchitas, color café 
se convierten, cafés, como
el color de sus ojos.
 
Cómo el café sin azucar, así
será la vida sin él. Amarga,
desagradable, sin dulzura.
 
Pero ese día tragicamente en
algún momento tendrá que llegar,
y yo no sabré que más hacer,
más que llorar y llorar. 
  
Con todo el amor de una hija  
a su padre. Padre cuando mueras
te voy a extrañar.