cuento inanimado de Navidad
Publicado en May 06, 2013
El sol, al entrar por la ventana, hacía acogedora la clase adueñándose de aquella mesa, relegada al olvido, que, junto a la puerta, atesoraba las marcas de los alumnos cinceladas a golpe de risas y miradas. En su recorrido blanqueaba las paredes posándose en el cuadro que, sustituyendo al crucifijo, custodiaba la espalda del maestro.
El óleo no era bueno ni malo pero sí diferente. La luz realzaba la tonalidad de las flores: aumentaba las moradas, difuminaba las naranjas y enardecía la blancura de las más pequeñas asomando delicadas del viejo y raído cubo metálico. La mesa, en su rincón, adoraba ese objeto colorista y alargado. Amaba su rigidez, su posición destacada, las líneas rectas y oscuras de su marco. ¡ Quién fuera margarita para sentirse protegida!. Pero a ella solo la usaban. El cuadro, desde su altura, envidiaba a la pequeña y desvencijada mesa, invisible para todos menos para él. Le gustaba mirarla y sentía la vida que por ella se derramaba: los llantos, los besos, los nervios, la tristeza, la alegría... ¡Quién fuera emoción para encontrarse desbocado! Pero a él solo lo miraban. Los meses crecieron, los años volaron y los niños y los profesores cedieron el testigo. Todo cambió menos esos cuerpos inanimados que se resistían a dejar de amarse en la distancia y el silencio. Una brumosa mañana de diciembre, bajo el cuadro se formó un montículo de residuos oleosos . Se moría. La pena agrietaba su alma y el color se le escapaba tono a tono. La mesa, al percibir la agonía de su amante, contrajo elementos y consiguió aflojar los tornillos . Quería morir y ¿Qué forma mejor que abandonando las patas? ¿ Quién iba a querer a un pupitre cojo? Solo les quedaban unas horas, quizás dos. Sintonizaron sus colores, sus componentes y esperaron. -Navidad, Navidad dulce Navidad.- Coreaban los alumnos de tercero. -Señorita hay que poner el Belén- Exclamaban sonrientes llevando en sus manos cajas rebosantes de figuras y adornos. -Esta Bien, esta bien. Cuando se os mete una idea en la cabeza no hay quien os pare. Venga ¡ A moverse! ,vamos a buscar un sitio para el Nacimiento. Bramaba, Maria Luisa, la maestra, mientras se recogía el pelo en un suspiro. Chiquillería y profesora examinaron el aula. - Nada chicos tenemos que contentarnos solo con el árbol porque no hay mesa de sobra para el Belén aunque, quizás nos pueda servir la del fondo. Venga, Juan pídele al conserje que nos preste un destornillador, unos trapos y el limpiacristales. Date prisa que ya tenemos sitio. La mesa derramaba lágrimas de angustia pues no podía perder a su cuadro y no quería vivir sola. Bastó una hora para agasajarla con el portal y las figuras, más ¡ cual fue su sorpresa cuando elevándola la trasladaron justo debajo de su alma gemela! - Profe, Profe, ¿ aquí esta bien? - Era Lucía quien hablaba, mientras sostenía en sus manos la señal anunciadora- porque en este cuadro de flores podemos colgar la estrella. Y así fue como, en un segundo, con la ayuda de una silla y una niña, le colgaron al cuadro su estrella anunciadora. No le dio tiempo a respirar, el peso fue tan grande para un rectángulo tan protector, pero tan poco firme, que, con un estrépito, cayo justo encima de la mesa. Y se produjo el milagro. La resina oleosa y las lágrimas fundieron el marco, el cuadro y la mesa en una historia de amor inamovible en el tiempo. Y así quedaron unidos y felices por muchos años. Todos los 25 de diciembre la estrella, apoyada en un marco afortunado , ilumina el belén sobre una mesa enamorada.
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Aete
saludos
hamelia