Ya no sé nada de mí, perdida en tiempo y espacio, viajo, me llevan, solo a ti luna mía puedo verte, tú que pareces seguirme, que pendiente estas de mi destino...
 
¡Pero no te alejes! No me dejes
 
Tan desabrida y sin razón me siento, nada se, solo tu hermosa que cuidabas mi sendero, tu el unico ser que está en mi vida se ha ido...
He despertado por fin en una fría plancha de un mortuorio, me parece, en un frio hospital tan desierto como mi vida...
¿Sera realidad o sueño? he de ir y venir por entre las risas y llantos de los familiares en la  triste sale de espera, decorada tan irónicamente, tan vivaz y reconfortante, tan extremista a mi vida y a la angustia de esa gente.. Pobre gente, que desesperada sin consuelo se halla...
Tan familiares me parecen, pero no logro reconocerlos, no importa ya.
Yo vago por los fríos pasillos de este viejo hospital con ese olor tan peculiar que siempre deteste, con esa pesadez que nunca me peso tanto en vida. Parece que puedo ser arrastrada por el viento y llevada a todos lugares y a ninguno a la vez, por aquí sigo, aferrándome a un cuerpo vacio y mundano.
Escucho pasos a la distancia, parecen los mismos sollozos de la mujer que  de tan inconsolable mirada, aquella que vestía un gran abrigo gris, muy parecido a uno que un día obsequie a mi madre...
¡No puede ser!
Imposible haber olvidado la dulce y alegre mirada mi madre, tan distorsionada ahora entre sollozos y lagrimas..
Tan terrible y horroroso es sentirla sin que  sienta nada más que la pálida y gélida piel de una muerta, un recipiente vacio.
Ya de nada me vale nada, ni con un frio beso sobre su mejilla me atreví a sobresaltarla, tan culpable me siento, tan increíblemente egoísta fui, que tratado de evitar el dolor a una gran mujer, le di una sorpresa fatal.
Pero tarde ya es para remediar algo, tarde fue siempre para mí y esta vida mía, tan vacía y llena a la vez, de amores y fracasos, de éxitos y desamores tan ridículamente tardía, tan sorpresivamente volátil. Tarde ya se hace, y un camino que seguir me espera...
 
Tan confundida me sentía, viendo llevar un cuerpo que creí me pertenecía, a un lugar de no retorno, viendo sin querer, a tanta gente que nunca vi tanto tiempo en toda mi vida, gente que estuvo ahí, gente que apenas me conoció, gente que nunca en mi vida he visto.
Atormentada y dispersa estoy, sin rumbo sin sendero, sin razón ni sentido, hacia mucho no veía caer el atardecer...
Y regresas mi tan devota como siempre, es la hora ya, de cambiar la dirección y ser yo quien te siga a ti, hermosa vestida de plata.