Ya no te extraño, ya no te olvido, ya no te amo.
Ya no hay tiempo, no voy ya, ni al pasado ni al futuro, al futuro ese, incierto, tan incierto como lo que hoy siento por ti.
Ya la época de pensar y pensar y repensar y volver a pensar se fue, se esfumo, extinta esta, tan efímero como mi paciencia, esa paciencia que pensé inagotable, pero se fue, se ha ido no creo que regrese, nunca retornará. No, nunca lo hará, volver a esperar algo que es inesperado, algo tan terriblemente impredecible como tú.
 
Ya nada más importa, no importa más yo, no importas nada tu, ya no importa el hambre del mundo ni el frio eterno del desierto, ni las políticas que diario me ponían de puntitas frente al periódico. Ya nada vale, todo ha perdido su estima monetaria, emocional, todo se termina y nunca se agota, es como esperar el sol después de la fría madrugada y esperar un ocaso después de un dio nublado.
 
¿Qué importa que siga tratando de explicarme y explicarte al tiempo lo que no entiendo?
De nada ya va, pues solo he de quedarme aquí sin ti, sin ir al futuro, sin regresar al pasado, permaneciendo solo aquí, sola de pie frente a tu recuerdo.