LA MORFOLOGIA DEL CAOS
Publicado en May 07, 2013
Supongamos que el Universo se halla en un estado de máxima entropía, en el que contamos con la existencia de un caos regente. Y que existiendo esa confusión los cambios de estructuras y propiedades después de someterse al tiempo; increíblemente largo, o una pequeña fracción de segundo, acaban produciendo un orden, por casualidad. Supongamos que la sustancia primera fuera negativa, neutrino, origen de todo lo existente, suponiendo también, como no, que esta girara, oscilara y chocara produciendo big bangs, que producirían periodos de expansión y de concentración de la materia. Y puesto que suponer nos lleva al concepto de hipótesis, y la mayoría de nosotros no entendemos la realidad si previamente no pensamos en su hipotético postulado, imaginemos hipotéticamente, que podemos analizar por partes el caos y su posibles efectos. En el atomismo, la materia es compacta, pero parémonos un segundo en la distinción aristotélica del hilemorfismo y en que todo los seres finitos, compactos o perfusos, corruptibles e incorruptibles tienen una forma determinada. Pensemos que el caos también la tiene. Y que no solo la materia, sino también esa forma tiene multiplicidad, puesto que cada uno de sus trozos a la vez son múltiples y diferentes. Supongamos que todo ello esta regido bajo un orden de partes. ¿Estaríamos hablando entonces de caos? En el mundo de la religión el caos es la parte oscura del mundo. En nuestras vidas es el desorden. En nuestra mente es la locura. Y en nuestro corazón es el vacío. ¿Pero no estaremos utilizando su nombre en vano? Las doctrinas gnoseológicas o teorías de la ciencia siempre nos enseñan que sin orden, sin estructura, nada es tangible. Si un cromosoma no está ordenado somos una mutación, si un río lleva demasiada agua, se desborda, si una sociedad carece de organización camina hacia su desaparición. El orden es la ley que rige, supuestamente nuestro mundo y el equilibrio, quien la sostiene. Por eso hablar de caos es hablar de crisis, de retrospección, de falta de crecimiento y de incompatibilidad. Pero si la vida no es un modelo de reloj, previsible y determinado, por mucho que queramos que así sea. ¿porqué no aceptamos el caos como parte de nuestra existencia?. Toda causa por muy pequeña que sea, al llegar a su efecto, centuplica su tamaño. Y se produce en muchas ocasiones, una consecuencia caótica y sin control que nos asusta. Nos aterra cambiar, trasladarnos, modificar los hábitos...destruir los sistemas, porque ese infierno oscuro y desordenado que nos acecha, que duerme en nuestro interior y que nunca identificamos como una fuerza regeneradora, nos paraliza. Porque el orden puede llegar a tener el poder de la manipulación y de la coerción y así bajo el temor "del todo o el ninguno", narcotizarnos y llevarnos a un estado de total aceptación y resignación. Escondido a la sombra de toda creencia, duerme un deseo que es quien le proporciona su intensidad, su persistencia, su razón de ser y de crecer. Y el deseo es la fuerza desordenada que impulsa el equilibrio de la creencia. Solo por lo tanto de ese caótico sentimiento, nace la serenidad de la esperanza y al final de nuestra felicidad interior. Luego la forma del caos, no es mas que el reflejo de un orden materializado en todo lo que es, y lo que será. Una estructura cambiante. Una energía ilimitada que habita en una tierra de oscuridad...un infierno iluminado. No tenemos que tener miedo al desequilibrio, cuando la evolución requiere antes de la inestabilidad, de lo irreversible y de dar cabida a los pequeños o grandes acontecimientos inusuales para que se produzca un cambio en las estructuras. Porque hay veces que el equilibrio no es evolutivo y hay que aceptar la inestabilidad como un neutrino a punto de estallar y expandirse. Como en el mito de Milton y su paraíso perdido, debemos admitir, y mas en los tiempos que nos está tocando padecer, que somos parte oscilante entre la luz y la sombra, que para conquistar estrellas, debemos bajar a los infiernos. Que nuestros cuerpos tienen que doblarse para entrar en los huecos mas pequeños y nuestros ojos limpiarse con las lágrimas para ver mas claros los caminos. Que el tiempo pertenece al misterio de la vida y la vida al misterio de la muerte y que Dios, apenas sabríamos donde se encuentra sino fuera porque siempre deja detrás de él, los restos de un cataclismo. "Hace una eternidad, la forma se inició de un vacío absoluto, para llegar, a través de una fase de contracción, a adquirir la forma de un huevo cósmico, estallar y, mediante una fase de expansión, volver hacia una eternidad de vacío casi absoluto. Vivimos en un periodo transitorio, un instante en la eternidad, de la plenitud del Universo" Isaac Asimov.
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