La indiferencia (Capítulo I)
Publicado en May 07, 2013
Prev
Next
Image
El testimonio de la mujer había dejado un sabor amargo instalado en su boca. El viejo abogado se reprochó el afán constante de “ponerse en el lugar del cliente”.
Federico  Maggiore sabía que en el caso tenía todas las de perder; sin embargo, la desesperación personificada en su oficina, lo había conmovido de raíz.
- No me resigno, doctor- le había dicho Elena Palacio entre lluvias silenciosas que cubrían sus ojos tristes- yo sé que no murió, me lo quitaron…
Si lo que la mujer afirmaba era cierto, el hombre sabía que al revolver en el fondo, raspando con insistencia para encontrar la verdad, desprendería demasiadas historias similares, gente que en igual situación acudiría con más testimonios. Además, entendía que las puertas se mantendrían fuertemente cerradas para la investigación; en el delito estarían involucrados  médicos, enfermeras, empleados de registro civil, incluso colegas y algún juez.
Se tiró en el sillón y creyó que su cuerpo se desarmaba adoptando la forma del mismo. Era un hombre mayor para enfrentar  semejante presión, pensó.
Los ojos intensamente oscuros de Elena se dibujaron en la pared del fondo, junto al cuadro que había pintado su mujer. Los vio enrojecidos y por un momento las imágenes de sus hijas le instalaron un dolor en el pecho. Eran todo lo que tenía, y por ellas continuaba. La vida le había concedido la bendición de mantenerlas junto a él. Levantó los pies y los colocó sobre el escritorio; era tarde y en el estudio ya no quedaba ningún empleado. Tomó con cuidado los papeles desordenados que había estado revisando durante la tarde y resaltó con un color el párrafo que sus ojos insistían en volver a leer:
“…son 18 denuncias de desapariciones, se  trata de niños recién nacidos hasta  12 años…”
Federico encendió un cigarrillo y dejó los papeles nuevamente sobre el escritorio; el humo dibujó espesas figuras que con garras deformadas bailaban a su alrededor. Le resultaron conocidas, burlonas giraban desafiantes. Él nunca había podido con ellas, arrancaban hambrientas, dejando surcos con sus uñas y luego desaparecían como el humo del cigarrillo. El caso le había demandado más años de los que él hubiera querido y la enfermedad de su mujer, el cuidado de sus hijas por esa época adolescentes, lo hicieron desistir. Marta Flores, su socia lo había continuado pero nunca había podido avanzar. En torno a esas organizaciones había demasiada impunidad, la corrupción alcanzaba a todos los niveles y las víctimas que se atrevían a hacer las denuncias, acudían sin pruebas y posteriormente eran amenazadas. La trata de niños era una preocupación falsa para muchos funcionarios y los pocos casos aislados que pudieron vislumbrar terminaban con los delincuentes liberados rápidamente.
El hombre movió la cabeza de un lado al otro, ya lo había decidido. Se jubilaría, disponía de importantes ahorros, una casa de campo cercana a la ciudad y pronto seguramente, unos nietos para disfrutar. Elena Palacio debía acudir a otro estudio jurídico, el abogado que yacía recostado en el sillón ya estaba cansado de lidiar con los fantasmas alargados e inquietos que le ganaban la jugada. Había asuntos que un simple mortal ya no podía sanar, la sociedad olía mal, infectada escondía la mirada y los pocos preocupados se contagiaban de otro mal; tal vez el peor; la indiferencia.
Página 1 / 1
Foto del autor Silvana Pressacco
Textos Publicados: 308
Miembro desde: Nov 16, 2012
5 Comentarios 679 Lecturas Favorito 1 veces
Descripción

Encontrarse con obstáculos recurrentes, corrupción, justicia ciega hace que a veces tomemos decisiones en contra de nuestros principios, de nuestra ética profesional, incluso.

Palabras Clave: abogado caso difícil trata de niños

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficción


Creditos: Silvana Pressacco

Derechos de Autor: reservados


Comentarios (5)add comment
menos espacio | mas espacio

Carolina Aguilar Vlez

Oh!!! no esperaré a leer la parte 2, te comentó allí
Responder
May 08, 2013
 

MARIA VALLEJO D.

En la historia va brillando con luz propia
la indiferencia del profesional;
esperaré, para dar mi comentario final.
Abrazos amiga Silvana
Responder
May 07, 2013
 

silvana press

sí, en este caso es la profesional; pero también la indiferencia como persona en general hacia el otro. Me siento cómodo, fumo un cigarrillo y decido no meterme porque es muy difícil, total la indiferencia es moneda corriente...
Gracias María! Saludos.
Está el capítulo 2.
Responder
May 07, 2013

kalutavon

Difícil opinar cuando se está al principio de una zaga, habrá que esperar a las siguientes entregas para forma un criterio válido para hacerlo. De esta primera parte decirte que "amarrando" lo expuesto con el título, podría concluir que el tema general es el de la Indiferencia profesional, sin embargo conociendo la habilidad de la autora, me parece que puede haber sorpresas en los entregas por venir, estaré pendiente. Saludo.
Responder
May 07, 2013
 

silvana press

Jajaja gracias Kalu...tampoco pensé en tantas, la indiferencia profesional, la indiferencia de la sociedad, de la gente en general... eso es lo que sólo verás en mis capítulos. Sólo tengo pensado dos, que estan relacionados.
Cariños amigo
Responder
May 07, 2013

GLORIA MONSALVE

un saldo silvana
muchas veces aun pudiendo hacer algo para aliviar el dolor ajeno, para ayudar, os dejamos llevar por el cansancio y terminamos convirtiendos en indolientes e indiferentes....
me gusto
un abrazo de amistad
Responder
May 07, 2013
 

silvana press

Gracias Gloria, creo que la indiferencia prolifera en todos los órdenes de la vida; el apuro, las prioridades por lo personal o de nuestro círculo hacen que lo demás lo vivamos como corriente, no nos toca y si nos toca...bué lo sentimos, pero no hacemos mucho.
Gracias por pasar por aqui, cariños amiga
Responder
May 07, 2013

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy