El Infiel
Publicado en May 09, 2013
EL INFIEL
-Quiero hacer una denuncia... El policía miró a la mujer que se había parado frente a él y con más costumbre que cortesía la invitó a tomar asiento. Su aspecto era el de una mujer desesperada, al borde de la lástima. Le tomó los datos y ella comenzó a hablar casi sin necesidad de hacerle preguntas. -El me mintió desde el primer momento... Me dijo que yo era el amor de su vida, que nunca había conocido a nadie como yo, que yo le despertaba el deseo de ser un hombre nuevo. Me dijo que conmigo a su lado no necesitaba ya fijarse en ninguna otra mujer, que las demás desaparecían cuando yo caminaba junto él... En mi vanidad creí en sus palabras y creí que yo realmente le hacía sentir eso. Imagínese que una mujer como yo podía despertar esa pasión en un hombre deseado por las mujeres, alto, rubio de ojos celestes... Mi mamá decía que los hombres demasiado bellos lo eran a costa de bañarse en las lágrimas de las mujeres que sentían el corazón roto por ellos. Pero igualmente yo, ciega de amor, le hice caso a mi cuerpo y no a mi cerebro... Lo primera que hicimos fue mudarnos a su casa. Su casa es bellísima, la había comprado con su primera esposa que murió en un accidente y fue entonces que todo empezó a cambiar. La mujer contaba su historia como si eso fuese necesario. El policía entendió que quizás ella necesitaba sentirse escuchada y la dejó hablar, Después de todo era una noche tranquila, fría y serena. -Contratamos una mucama porque él quería que yo fuese la dueña de casa y no me dedicara a las tareas domésticas... Quería que fuese una dama de sociedad, que fuese digna de mi misma y de él. El es médico y tiene un gran prestigio... Se dedica a la cirugía estética y sale siempre en revistas. Posiblemente usted me vea cara conocida pues salimos juntos en varias oportunidades... Estuve con él cuando inauguró su clínica y cuando fueron un par de actrices a sacarse fotos con él... El jamás dejó de cumplir con sus obligaciones como esposo y como proveedor y siempre me rodeo de lujos y de todas las comodidades que yo quisiese. Me compró un auto último modelo para que yo me moviese libremente aunque creo que lo hizo para mostrarme que él era el único que podía darme esa vida y ese lujo... Al principio fue divertido. Me paseaba por mi viejo barrio y sabía que todas hablaban de mí admiradas por mi estatus social. Paseaba a mis amigas de la infancia y todas me decían lo afortunada que era de haberme casado con ese hombre tan atento que me colmaba de atenciones y me daba lo que yo quisiese... Pero a la noche si bien volvía a sus brazos, también volvía a esa casa que todavía mantenía la presencia de su primera esposa en cada uno de los rincones. Cada ladrillo, cada mueble, cada instante suspendido en el tiempo tenía su presencia y a veces cuando lo veía meditando o perdido en algún pensamiento yo podía saber que él la veía a la distancia... Me dirá usted que ella siempre va a estar en su corazón pero yo que convivo con él me doy cuenta que sus ojos eran para ese fantasma que me obliga a compartirlo... Yo compraba un florero y nunca era tan bueno como el que ella había comprado en su momento, yo elegía los colores para la cocina y él se mostraba disconforme, yo me pongo un body y él desea que ella esté en mi lugar... Jamás me lo dijo, ni siquiera me lo insinuó pero en su mirada yo veo como nada de lo que hago le es suficiente... Entonces empezó con sus pequeñas cosas, las que lo delataban aunque yo no me daba por enterada pero que veía... Empezó a mirar de otra manera a la mucama y aunque es una mujer mayor que yo, veo en sus ojos la necesidad de poseerla y en los de ella de corresponderle... Veo en sus ojos como mira a las mujeres por la calle. El me miente y me dice, me esconde en realidad, que ella tendría que someterse a tal o cual operación para mejorar su aspecto. Lo vi mirando mujeres y con su expresión corporal supe que ellas habían sido suyas, que se reían de mí al caminar junto a él por el barrio que habitamos... Pero sabe que es lo peor? Que para distraerme de todo eso, él me demuestra amor de una manera nunca antes imaginada. Me ha amado como yo jamás fui amada, hicimos un viaje por las islas griegas y fue el amante perfecto. . . Pero todo eso fue para ser aún más ruin en cuanto a sus infidelidades... Estábamos en el crucero y lo vi intercambiar mirada con una inglesa que se las devolvió con mucha más gentileza de la que yo podía esperar... Incluso intenté confrontarlo pero él solo se sonrió como si yo no me diera cuenta de lo que estaba pasando. ...Los últimos seis meses fueron los peores. Quise despedir a la mucama y él se opuso terminantemente diciéndome que ella era indispensable para mantener la casa y para cuidarme a mí. ¿Acaso cree que yo no puedo cuidarme sola? ¿Acaso cree que voy a volver a tener un brote de angustia y de depresión como cuando era joven?... Me subestima, hasta sé que usted piensa que yo soy una loca de atar pero le pido que crea en lo que le cuento...Me aparecí un par de veces de sorpresa en su clínica y lo descubrí acariciando a una mujer de dieciséis años. El me dijo que era una paciente, pero dígame la verdad, ¿qué chica de dieciséis años necesita que le hagan una cirugía plástica? Sé muy bien lo que estaba haciendo y cuando volvíamos a casa pude ver en sus ojos como me odiaba por tratar de usurpar el lugar de su esposa muerta, el arrepentimiento que me mostraba por haberse casado conmigo escondido detrás de su mirada de preocupación... Pero yo sé que él me es infiel... Uno puede esconder los gestos y las actitudes pero los ojos... eso no se puede esconder. La mirada lo delata cada día... -La entiendo señora pero nosotros no podemos hacer nada. Quizás la pueda orientar con un abogado para iniciar alguna acción privada pero le aseguro que así y todo sin pruebas concretas él tampoco va a poder hacer nada. -¿Pruebas? Tengo pruebas, las mejores pruebas de su infidelidad, de lo que él siente cuando mira a otras mujeres, tengo aquí conmigo las pruebas de la infamia... Sacó la mano que había llevado en el bolsillo en todo momento y sobre el escritorio depositó en medio de un charco de sangre los aún palpitantes y aterrados ojos celestes del hombre que amaba...
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|