En un día soleado
Publicado en May 10, 2013
Es un día soleado, pero de “esos” soles que queman si te expones por mucho tiempo, o de esos que te sofocan si por mala suerte escogiste ponerte ropa negra justo ese día. Es un día soleado pero frío.
La sombra que proyecta el techo de la farmacia de la esquina, me sirve de refugio a la luz que no me deja abrir los ojos y obliga a usar mi mano derecha como sombrilla corporal al sostenerla sobre mi frente, refugio que a los 5 minutos me vuelve a enfriar y hacerme desear estar bajo el abrigado edredón de plumas sobre el suave colchón de mi deliciosa cama, esperando que pase el invernal día que mi corazón también alberga desde hace semanas. El vidrio de la ventana del bus está sucio, puedo ver el polvo adherido a lo que antes tenían forma de gotas de lluvia. Es un día soleado y por alguna maldita razón las parejas enamoradas abundan por las calles. O tal vez no. Tal vez es que hoy he decido fijarme en las parejas que siempre abundan en las calles y que antes no me ponía a observar: Un guardapolvo, medias blancas, zapatos de cuero negros, cabello en cola y tomando de su mano un pantalón gris, zapatos negros, camisa blanca, chompa azul, corbata guinda, cabello corto, rapado, me hace pensar en la premilitar y deduzco: tercero de secundaria. Ojos negros. Pieles morenas: Amor. Rabia Tacos altos, pantalón gris oscuro de tela, elegante, saco del mismo color y tela que le hacen juego al pantalón. Camisa blanca, cabello suelto, lacio, planchado, maquillaje perfecto, rasgos finos y cintura pequeña sujetada por otro pantalón de tela del mismo color que el otro, camisa blanca, corbata negra, zapatos negros, tez trigueña, cabello corto, ondulado, castaño claro, panzón. Collares con tarjetas de identificación verdes, me hace recuerdo a un Banco y deduzco: Atención al cliente o atención en cajas. Ojos verdes miran a ojos marrones. Sonrisas limpias. Beso: Amor Envidia Bastón de madera, mocasines marrones, medias nylon, falda beige, blusa verde, chompa beige, cabello gris en moño, anteojos, manchas seniles de la mano que se apoya en el antebrazo de unos mocasines marrones, pantalones azules de tela,, camisa celeste y chompa azul. Sombrero de fieltro beige, cabello blanco, corto. Acaricia con el pulso averiado la mano que tiene apoyada en su antebrazo. Tez trigueña. Ojos negros. Prótesis dentales. Me inspiran imaginar a mi abuela con mi difunto abuelo. No deduzco nada. Pasos acalambrados, cortos pero seguros. Mismo ritmo: Amor Ternura. Y es que hay mujeres como yo que han sido rechazadas, no correspondidas, burladas, engañadas, maltratadas por “el amor” con cara de hombre. Mujeres como yo, que odian al amor que leen novelas de ciencia ficción, de drama, de terror, de suspenso, de historia, de lo que sea pero a pesar de todo, prefieren las de historias de amor. Hay mujeres como yo, que intentan escribir de todo menos cursilerías. Mujeres como yo que a pesar de tener el corazón invernal, anhelan su primavera y fantasean con el calor de un eterno verano. Mujeres como yo que en un día que fue soleado y odiaban al amor que las dejó en penumbras, por la noche, con el cielo estampado de estrellas y a pesar de los esfuerzos, escriben cursi, respiran hondo, vuelven a creer y se sienten amanecer.
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones Gabriela
Gabriela Robles