Si recobrar pudiera
recobraría mis ilusiones primeras,
los proyectados sueños
al comenzar un viaje,
al palpitar con esperanza
el nacimiento del amor,
la apertura del sobre
que contenía la carta deseada,
la hora entre penumbras
de la inquieta madrugada
con la que comenzaba el gran día
del encuentro con la amada,
el momento en que quedaba inaugurado
el inicio del proyecto diseñado
con tanto afán de realizar lo nuevo...
 
Si recobrar pudiera
recobraría mis ilusiones primeras;
no en vano se ha vivido
para saber que el entusiasmo  
es el comienzo, la partida,
esa tensión abierta al alba
que promete la conquista de lo ansiado,
la hora esperanzada de desplegar
las velas al horizonte soñado, 
la marcha inicial,
no la llegada, no la realización,
no el final de la empresa;
porque en toda consagración
de lo alcanzado
queda un sentimiento de vacío
por lo incumplido,
por aquello que debió ser más perfecto.
 
Mas, tras todo final surge otro sueño,
y eso es lo que importa:
el comienzo, el comienzo,
la hora inicial de algo nuevo
que despierte el fulgor en la sangre
de emprender otros rumbos no vividos.

                                                            (de La caza del viento)
                                                             Enrique González Matas