Marcas el ritmo con el pie, pisando todas las colillas que has dejado caer en el suelo; improvisas con la guitarra, concentrándote en los acordes, en hacerlo bien con el cigarro en la mano, en seguir el compás del otro instrumento, y sin fijarte que me oculto tras una columna de humo a tu lado, junto al frío y el olor del mar.Escondo mi timidez y la incomodidad que me produce tenerte cerca con mi pelo, intento que no me descubras mirándote, porque seguro que las cosas irían a peor; pero no puedo evitarlo, me inmortalizas, y me muerdo el labio. Es tan extraño hallarme contigo, y sentirme bien; hay nervios, tensión y miedo; pero me siento tan bien. Hablo de libros prohibidos y de que le he visto no ser persona, que he comprendido la tristeza en sus ojos mientras me comía con la mirada, hablo de que me he dejado comer tras ser embaucada, yo, embaucadora de profesión; le he visto preocuparse y hablo de contarme sus problemas, experiencias sencillas para tratar de impresionarme, rebuscando en su pasado, encontrando datos en común; hablo de que he conocido el antes, y el después, y tenía el mismo brillo en los ojos, pero no la misma profundidad, porque el éxtasis se lo ha ido comiendo poco a poco, y se apaga su sonrisa, y se le levanta el alma, y come piña por las noches a pesar de que a mi no me guste la piña; aunque al fin y al cabo es un tipo con el pelo azul, con las uñas negras y los labios fríos; y estos mismos labios me buscaron, y yo me dejé encontrar, embaucada por su música, yo, embaucadora de profesión. Subí a la terraza porque no tenia otro sitio al que ir, y me puse a fumar. Con cada cigarro me olvidaba un poquito mas de ti, o eso pensaba. Sabía que se me estaba corriendo el maquillaje y me secaba la cara con la manga de la camiseta. Todo acababa siendo negro para mi al fin y al cabo.Te recordaba sentado en tu silla, a escasos metros de mi, acariciandote tu mismo la rodilla, cerrando los ojitos por culpa del sueño o del humo inalado previamente.Me miras de reojo.No aparto la mirada de ti.Siempre acaba siendo lo mismo, pero no puedo evitar pensarte, ni dejar de desobedecer para pronunciar tu nombre a escondidas y en silencio; a pesar de que todo lo que deseo hacerte, es ya un secreto a voces. Y es posible que un amor diáfano despierte los deseos más fugaces de un querer pasional y loco. Las preguntas que mi cabeza querían descifrar no eran más que un atrevimiento a una verdad racional y sin ánimo de arbitrariedad. La probabilidad de que te eche de menos es una entre un millón, y lo realmente cierto es que no es imposible y por tanto merece la pena intentarlo. No te demuestro diariamente que te quiero, yo pienso que no es necesario. Tú lo sabes. Lo sabes perfectamente, y sabes como jugar con esa sabiduría clara. Deja que te diga que tienes los labios más cálidos de este mundo, que son completamente distintos a muchos de los cuales yo he probado. Moriré por cada beso robado, prohibido y despierto. Y puede ser que renuncie a muchos hombros por tener como prioridad los tuyos, que no es un capricho del destino que tú y yo nos amemos. Déjame que te diga que no hay mal que por bien no venga. Estás lejos, y yo creo que ya es hora de demostrarle al mundo por cuánto te vendes. Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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