• Erendira Cruz
Ere Cruz
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                                               “La amada inmóvil” Personajes:             Sebastian: El amante             Amanda: La amada             Daniel: El amigo de Sebastian             Dra. Ibáñez ó Dra. Ana                                                                        Acto I                                                     (escena única)   Se ve una calle en la que algunas personas van caminando. En la banqueta se observa un hombre sucio que al parecer estaba sumido en un sueño y que poco a poco está empezando a despertar. Un joven para frente a él y se lo queda viendo.   Joven: Sr. ¿acaso piensa usted permanecer allí? ¿se va a dejar morir? (El hombre desde el suelo se queda viendo a muchacho fijamente, hasta que decide responderle) Sebastian: Eso creo, pero a ti ¿qué te importa? Déjame en paz. (En ese instante entra en escena un hombre que lleva puesto un sombrero, se acerca a donde están Sebastian y el joven) Daniel(joven con sombrero) : No creo que te vaya a hacer caso, créeme es un terco, yo ya lo he intentado.    Sebastian: ¡Daniel! (lo dice con voz de reprimienda y sufrimiento) Daniel: Sebastian (lo dice con una voz suave, amigable) (El joven que hasta esos momentos estaba quieto, ve la hora de su reloj y se da cuenta de que se le hace tarde) Joven: Señores me retiro (ve a ambos hombres y finalmente deja la mirada fija en Sebastian) sea lo que sea que le haya pasado no vale la pena dejarse morir, la vida sigue y uno también. Sebastian: (responde con una sonrisa amarga y una carcajada sínica) Créeme amigo, lo único que podría hacerme feliz, sería morir… Daniel: ¡Sebastian! (lo dice con voz de reprimienda hacia su amigo) Sebastian: (sigue como si nada lo hubiera interrumpido) …amigo te contaré mi secreto( se para, se pone a caminar de un lado a otro) ¡Mi secreto! ¡Es tan triste! Estoy perdido de amores por un Ser desaparecido, Por un alma liberta, Que por seis años fue mía, y que Se ha ido… ¡Mi secreto! Te lo diré al oído : ¡Estoy enamorado de una muerta! (Este monólogo lo dice moviéndose de un lado a otro y al último para y se queda viendo a los espectadores)(las luces del teatro se apagan ,y únicamente queda iluminado Sebastian) Sebastian: (Sigue con el poema, y de nuevo empieza a moverse de un lado a otro, parándose frente a Daniel y el joven, que sólo lo ven fijamente, y de nuevo Sebastian se empieza a andar ) (se prenden las luces del teatro) ¿Comprendes- tu  que buscas los “visibles” Transportes, las reales, las tangibles, Caricias de hembra, que se plasma A todos tus deseos invencibles, - Ese imposible de los imposibles, De adorar a un fantasma? (diciendo esto último dirigiéndose al público) Joven (que hasta ese momento decide moverse, se dirige a Daniel) : Tu amigo si que esta loco, necesita ayuda profesional(le da una tarjeta) espero lo pueda ayudar, pero bueno ahora si me tengo que retirar. (El joven se va, dejando solos a Daniel y a Sebastian) Sebastian: ¡Pues tal mi vida es y tal ha sido y será! (dirigiéndose de nuevo al público, ajeno a la despedida de Daniel y Sebastian) Daniel (caminando hasta quedar cerca de su amigo): Yo sé que la amas y la amaste, es difícil, pero tienes que vivir, debes poco a poco olvidarla. Sebastian: ¿olvidarla?...oh Daniel ¿cómo crees? (de nuevo al público) si por mi solo ha latido Su noble corazón, hoy mudo y yerto, ¿he de mostrarme desagradecido y olvidarla, no mas porque ha partido, y dejarla, no mas porque se ha muerto? (a Daniel) ¿cómo crees? (al público) ¿Cómo creen que puedo olvidarla?                                    (se cierra el telón)                                                                  Acto II                                                         (Escena 1) (Se ve a Daniel y a Sebastián en una clínica)   Sebastián: (ya limpio y con ropa decente) Daniel ya te dije que no voy a ir con el psicólogo, te lo he dicho no estoy loco tan sólo estoy triste porque mi amada ya no está, se ha ido y duele tanto que siento como si una daga entrara a mi pecho y desgarrara todo hasta mi mismísima alma. Daniel: Ya te lo dije entraré contigo, amigo no te voy a dejar. Lo sé, duele. Pero tienes que salir adelante. Sebastián: Está bien, lo haré.                                      (Escena 2) (Entran a un consultorio, donde ya los espera una doctora)   Dra: Hola, yo soy la doctora Ibañez Daniel: Hola, buenas tardes dra. Yo soy amigo Daniel amigo de su paciente Sebastián. (Sebastián no dice nada, sólo ve a la dra y a su amigo atentamente) Daniel: (dirigiéndose a su amigo) ¿por qué no le cuentas porque estás aquí? Sebastián: Eso es fácil. Porque me obligaste. Daniel: ¿pero por qué te obligué? Vamos cuéntale a la dra lo que te ocurre. Sebastián: porque sí, tú lo sabes mejor que yo. Dra. Ana: Sebastián, me podrías decir ¿por qué tu amigo te trajo aquí, conmigo? Sebastián: Porque lo he dicho doctora, estoy enamorado de una muerta. Dra. Ana: Me podrías decir ¿cómo fue que ocurrió eso? ¿Cómo te enamoraste? Sebastián: Doctora, mi Amanda, mi amada murió. Y yo la sigo esperando. Dra. Ana: Mira sé que es difícil, pero…(es interrumpida por su paciente). Sebastián: (haciendo caso omiso a la doctora) ¡De qué sirve la triste filosofía! Kant o Schopenhauer Nietzche o Bergson ¡Metafisiqueos! En tanto, amada mia, Te me hás muerto y yo no sé todavía Donde ha de buscarte mi pobre razón. (Cuando dice esta parte del poema, se para y avienta una silla. Se sube al escritorio, de donde la doctora y Daniel tratan de bajarlo y con un poco de esfuerzo lo logran) Daniel: Doctora ya se habrá dado cuenta de porque lo traje aquí. Dra. Ana: Sí, ya lo puedo ver. Tenemos que esperar a que se desahogue un poco. Eso es bueno, no está cerrando su sentir. Sino más bien lo está externalizando. De todos modos hay que checar que no se haga daño. Sebastián: (Se vuelve a sentar, pero ahora en la silla en la que estaba su amigo) ¡Metafisiqueos, pura teoría! Nadie sabe nada de nada: mejor que esa pobre ciencia confusa y vacía, nos alumbra el alma, como la luz del día, el secreto instinto del eterno amor.   (La doctora y Sebastián lo observan y escuchan atentamente)   Sebastián: (se para y baja del escenario, mientras tanto se ve que la doctora toma su teléfono y habla con alguien) (él interactúa con el público) No ha de haber abismo que ese amor no ahonde, y he de hallarte. ¿Dónde? ¡No me importa dónde! ¿Cuándo? No me importa..., ¡pero te hallaré! Si pregunto a un sabio, "¡Qué sé yo!", responde. Si pregunto a mi alma, me dice: "¡Yo sé!"   (Entran al escenario 2 enfermeros)   Dra. Ana: (dirigiéndose a Daniel) esto es necesario, lo vamos a tener que internar. Daniel: Lo sé, pero me duele verlo así (dirige su vista a los enfermeros que inyectan a su amigo y lo llevan de nuevo al escenario)                                                (se cierra el telón)    
Clavé mi vista al mar, aquel era sin duda el atardecer más hermoso que había visto en mi vida, pero también sería...mi despertad a la realidad.Mi mente estaba repleta de imágenes inquietantes, mis manos manchadas de sangre y junto a mi, en el suelo estaba un cuchillo manchado de aquel rojo carmesí, siendo este el recordatorio de lo que acababa de hacer.Todo ocurrió porque aquel demonio que llevaba dormido dentro de mi, despertó y atacó. Perdí el control de mi cuerpo y de mi mente. No sabía lo que hacía, hasta que mis manos quedaron manchadas.Ni siquiera sentí cuando en primer momento le clavé el cuchillo en su pecho y aquel líquido espeso comenzó a salir como fuente de su cuerpo, no oí el clamor por su vida, ni el llanto lleno de agonía; en mimente sólo estaba esa necesidad de seguir hundiendo aquel puñal en su cuerpo.Paré hasta que ya no pude seguir acuchillándolo, hasta que mis brazos se cansaron y aquel cuerpo desgarradofrente a mi estaba irreconocible. Salí corriendo de ese cuarto maldito...Llegué al punto del principio, clavé mi vista al mar y por fin comprendí lo que acababa de hacer.
Locura
Autor: Erendira Cruz  279 Lecturas
Aquel instante de pasión quedó impregnado en el ambiente,el frio invernal quedó olvidado al estar en tus brazos,tus manos sosteniendome como si la vida se te fuera en ello.Y la sensación de estar unidos me llevó a lo más recondito de mi interior.El mundo podía derrumbarse y nosotros no nos daríamos cuenta.Recuerdo que una vez me preguntaron que si creía en el paraíso,respondí que no lo sabía, ahora tengo la respuesta, paraíso es este momento...Congelemos este instante y creemos más recuerdos.
Paraíso
Autor: Erendira Cruz  277 Lecturas
Capítulo 1. Un sueño realUna noche de no hace mucho tiempo me desperté con el sudor escurriendo en mi cuerpo, horror era la sensación que se podía sentir en mi cuarto, mi cama toda desordenada por mis movimientos frenéticos  fomentados por la desesperación, la obscuridad inundaba todo, mi sueño no lo recordaba totalmente, era como si fuera opacado por una neblina recurrente en mi cabeza.Los pocos fragmentos de esa horrorocidad de sueño eran tan reales que  mi corazón latía tan rápido que parecía que iba a explotar, sangre, mucha sangre era lo que más recordaba, un cuerpo inerte que era desmembrado por una persona que tenía los ojos llenos de odio, pintados por aquel rojo carmesí. Obscuro, todo era obscuro. Una calle  empedrada que lleva a un callejón, eso era todo lo que tenía.Cuando ya mi pulso se normalizó un poco, decidí pararme de mi cama y prender la luz, lo que vi me dejó anonadado: parecía como si un tornado hubiese pasado por allí, todo estaba desordenado y entre todo ese desorden resaltaba una hoja blanca en la que parecía haber algo escrito, me acerqué con miedo y tomé ese papel, en el cual efectivamente había una nota:No temas esto es el principio de un don que te fue dado, ten paciencia, pronto sabrás la verdad. Aparecerá alguien en tu vida que te mostrará tu verdadero poder y para que te servirá. Al terminar de leer me espanté demasiado y solté un grito de miedo. Salí corriendo de mi cuarto, crucé el departamento a una velocidad animal y hui.Al salir me di cuenta que todavía era de noche, las luces de los adornos navideños y la luna eran mis guías, camine sin rumbo, necesitaba un cigarro para tranquilizarme. El sentimiento dejado por aquel sueño me dejo muy mal que no me daba cuenta adonde me dirigía,  algo en mi me hizo llegar a lo que parecía la calle de mi pesadilla, sí aquella empedrada. Con horror pude ver la escena que me había hecho despertarme. Un cuerpo sin vida, su asesino de ojos rojos y sangre, mucha sangre. Esa persona asesina se me quedó viendo y yo sentí escalofrío recorrer mi cuerpo, volvió a mí el miedo. Ese murderer se acercaba a mí a paso lento, yo seguía en shock y no me di cuenta, hasta que ya estaba enfrente de mí.-Así que tú eres- me dijo aquel ser que ya de cerca distaba de ser humano- no te preocupes todo estará bien- no todo es lo que parece, ven acércate. Si bien su cuerpo tenía forma de ser humano, aquellos ojos rojos deban miedo, su  cabello era blanco y largo, su piel parecía una fina capa de mármol, impenetrable. No tenía orejas y de su boca se apreciaba una perfecta dentadura, que bien pudo haber pasado como de tiburón. Era un ser que a pesar de su aspecto espeluznante, también transmitía un poco de tranquilidad.Pero mi miedo estaba presente.Me tomó del brazo y pude sentir que era fría como un témpano de hielo, me llevó directamente a donde los pedazos del cuerpo desmembrado estaban, para mi sorpresa este tampoco era humano. Manuel en ¿dónde demonios te has metido? me preguntaba a mí mismo.-No tienes ni idea-me respondió aquel ser- tú no eres como nosotros, eres un simple humano, no sé porque esta labor te la enmiendan a ti, tienes un gran poder, que tiene que ser guiado por el buen camino porque si no el destino de la humanidad correrá peligro.Me tomó del brazo nuevamente y me llevó  no sé dónde, ya que de un momento a otro estábamos en otro lugar totalmente obscuro, ni siquiera la luna estaba iluminándonos desde el cielo nocturno, no,  allí simplemente estábamos suspendidos en la nada.-No temas, te voy a explicar lo que ocurre. Agitó su mano y todo se iluminó, y como si de una película se tratase, pude ver  el origen de lo que ocurría.-Me llamo Demian y soy un ángel, verás que no es tan complicado como crees, esta es una historia que todos los humanos conocen desde siempre, el origen del bien y el mal.-¿Eres un ángel? Pero ¿cómo,  si mataste a uno igual a ti?- Sé que es difícil creer que sea un ángel cuando tú observaste como luchaba con otro parecido a mí, pero aquella otra criatura a pesar de tener una apariencia parecida a la mía. No es como yo. Es lo que conocen como demonios.  -¿Demonio?...-ahora sí que me he vuelto loco, ángeles, demonios-  A ¿qué te refieres con el bien y el mal?-Es simple Manuel, el origen de todo viene desde nuestro Padre: Dios, Él nos hizo a todos iguales, a todos ángeles-conforme iba contando las imágenes aparecían de la nada-pero hubo uno de nos otros que su corazón se fue llenando de envidia y poco a poco eso se convirtió en odio, ha llegado la hora del enfrentamiento, de la guerra entre el bien y el mal, entre ángeles y demonios.- Entiendo esa parte, pero ¿eso que tiene que ver conmigo? ¿Es por eso que tuve ese sueño extraño?¿Por qué yo?-Manuel, eres de las pocas personas que puede saber nuestros movimientos, si estás del lado equivocado, el mundo se sumiría en caos y el mal vencería al bien. -¡Pero yo no sé qué hacer! Esto es demasiado.-Eso mi querido Manuel, paulatinamente lo irás descubriendo.De pronto todo empezó a dar vueltas, me sentía flotar, mis ojos se fueron cerrando poco a poco. Todo se desvaneció frente a mí y ya no supe nada.La luz solar tocó mi rostro, eso fue lo que me despertó, me estiré y recordé todo lo que aconteció en la noche. Me paré rápidamente, esperando ver el desorden que  recordaba albergaba en mi cuarto, no había nada, todo estaba en perfecto orden, Todo fue en sueño, uno de los más raros que haya tenido, pensé. Decidí apurarme ya que se me estaba haciendo un poco tarde para mi trabajo, me bañe, me vestí, desayune y me dirigí a la puerta, pero algo me detuvo, una hoja blanca. Mi corazón empezó a palpitar muy rápido, me acerque y la tomé. Mi rostro se descompuso al ver la nota, era la misma que había leído en mi extraño sueño.
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Autor: Erendira Cruz  354 Lecturas

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