El ser humano, convive diariamente con diversos males (siempre según se miren), y entre ellos se encuentran los denominados prejuicios. Un juicio preliminar sobre una cosa de la cual no tengamos un completo conocimiento, y en muchos casos, nulo. ¿Es un prejuicio algo realmente contraproducente?, ¿Tenemos derecho a tener nuestros propios puntos de vista, aunque ellos se basen solamente en un juicio previo? Son preguntas que a veces me suelen rondar, y mi máximo propósito con estas líneas sea quitar suavemente el velo que cubre nuestros ojos y afrontar los colores que ofrece, o que pueda ofrecer, una posible realidad alternativa. ‘’Yo nunca iría de turismo a un sitio como África. No creo que un sitio que mayormente ofrece miseria y pobreza a la vista merezca ser tenido en cuenta como un destino turístico’’. Analicemos la frase de esta persona, simplemente demostrando que se abre una bifurcación en la que, en realidad, que muy pocos serían capaces de discernir qué parte es la acertada y cuál no la es. El sujeto número uno contesta: ‘’Esa es una afirmación completamente equivocada, yo he estado en muchos países de ese bello continente y te puedo decir que encontrarías experiencias que te cambiarían la vida. Como te puede pasar en cualquier parte. Sinceramente creo que has pensado como un completo necio’’ El sujeto número uno expone su punto de vista, que para muchos, para la gran mayoría, resulta ser el acertado. El sujeto número dos contesta: ‘’ Estoy de acuerdo, si tuviese que decidir un sitio al que ir para mis vacaciones no me arriesgaría a ir a un lugar como África, lo veo realmente como lo anti- turístico personificado. Yo de alguna manera iría a lo seguro, por decirlo de algún modo’’ Llegados a este punto, el lector toma una postura clara entre las dos que aquí se han expuesto, siendo éstas las más comunes. O bien apoyar, o bien reprobar. Pero diría que hay un término medio, o quizás otro punto de vista. Toda persona tiene derecho a tener sus propias inclinaciones, aunque éstas cometan el posible error de hallarse en una valoración completamente prejuzgada, pues todo en esta vida tiene un fundamento. Los prejuicios tan sólo resultan ser un reto, en el cual trataremos de desmentir o afirmar aquello que resolvimos antes de emprender el mismo. Y todo el mundo, tiene y tendrá. El tinte claramente despectivo del que gozan numerosos conceptos, tiene que ser revocado a la par que afrontado. Pues desacreditar la opinión, independientemente de cuál sea ésta, se convierte en un claro prejuicio también.