• Francisco José Molina Martín
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He estado dándole muchas vueltas a un tema esta tarde. Creo que en este mundo nadie sabe lo que es vivir estigmatizado. Ser rechazado por todos, cuanto más bueno eres con la gente (o intentas serlo) peor te tratan, que te vean como un bicho raro, como una especie de robot que almacena datos en su memoria y pueden perdurar ahí durante muchísimo tiempo, hasta los más insignificantes. Que todos (o casi todos) te juzguen por lo que aparentas ser, pero no por lo que realmente eres, que nadie quiera acercarse a ti por el "qué dirán". Pues bien, todo eso, me ha pasado a mí. Pero ya no lo digo sólo por mí, sino por todos esos niños pequeños que también tienen Asperger y ya lo están pasando mal . Desafortunadamente, aún les queda lo peor -que parece ser que para mí ya ha terminado, esperemos que sea cierto-. Lo digo en serio, estoy más que harto. Como diría mi gran amigo Luis Cuadros, yo también estoy descontento con la sociedad, . Vivimos en una sociedad llena de prejuicios, especialmente contra todo lo que a la vista de los normópatas es "diferente". Yo he oído a gente decir: "me da mucha pena", y yo no necesito que nadie se compadezca de mí, yo soy muy feliz como soy. Respecto a lo que he mencionado antes de que me ven como un robot, también puede ser (es una hipótesis mía, no sé si será cierto) que haya quien crea que no tengo sentimientos... ERROR, CRASO ERROR. Sí que los tengo, y mucho más profundos que la mayoría de la gente. Lo mejor de mí es lo que nadie nota a simple vista. Luego nos dicen que nosotros no tenemos empatía. Entonces, ¿esos que acosan sin ningún pudor ni escrúpulos a todo el que es "diferente" se puede decir que sí tienen empatía? ¿Quién tendría menos entonces? De verdad que me gustaría saberlo. El Asperger ha sido mi compañero de viaje desde que nací, aunque yo no me percaté de que me acompañaba hasta que cumplí 8 años. Y me acompañará siempre hasta el día de mi muerte me guste o no, que sí, me gusta. Mi reflexión final parte de la premisa de que tengo esperanza de que algún día la sociedad sea mucho más tolerante y mucho menos discriminatoria. Sinceramente, no sé si llegaré a verlo... A lo mejor después de mi muerte ocurre... quién sabe. Y digo sinceramente porque yo no sé hablar de otra manera, y todo el que me conoce bien lo sabe.
Estoy realmente harto de ver aquello que pasa cuando un hombre flirtea y se acuesta con muchas mujeres con frecuencia, incluso si está casado o comprometido, se le comienza a llamar "el puto amo". Sin embargo, si la persona que hace eso es una mujer, ya es una puta y una guarra. Pero lo más gracioso es que lo es aún siendo soltera, cosa que no deja de sorprenderme, ya que si está soltera puede hacer lo que le dé la gana en ese aspecto. De verdad que no puedo entenderlo ni quiero. Me parece muy machista y muy injusto.
Esta es la historia de un chico, uno cualquiera, de los de hoy en día. Tenía una vida normal, pero, a la edad de 3 años o incluso menos, sus padres le notaron algo raro. Cuando tenía 3 apenas hablaba. Unos meses después pasó de no hablar prácticamente nada a hablar, por así decirlo, "en exceso". Sin embargo, aprendió a leer a la edad de 4 años. Fue el primero en aprender a leer de su clase, ante la sorpresa de las demás madres, que se preguntaba por qué iba tan adelantado en ese aspecto con respecto a sus hijos. Era un niño inteligente, pero se centraba en un solo tema, y orientaba siempre las conversaciones que tenía con los demás, incluso con sus padres, hacia ese tema: marcas y modelos de coches, incluso su propio hermano menor, no podía entenderle, ni sabía por qué su hermano mayor se comportaba así. Con tan sólo 5 años se sabía todas las marcas de coches, y de hecho las identificaba y las nombraba cuando iba por la calle acompañado de su madre o de quien fuera. Al cabo de 2 años, se cambió de vivienda y de colegio. Era todo diferente para él allí: los compañeros, el centro, su hogar, etc. Y ese fue el mismo año, en que sus padres se enteraron de lo que le pasaba, por qué era diferente, el motivo por el que todo el mundo (incluido el propio niño) se preguntaba por qué hacía y decía cosas tan diferentes a los niños de su misma edad, y por qué era a veces tan indiscreto, diciendo verdades a las que la gente parecía herir sus sentimientos y éste ni se inmutaba. A pesar de ello, consiguió hacer amigos en su nuevo colegio, pero cuando llegó al instituto, con el paso de los años y los cursos, los fue perdiendo poco a poco. Así ocurrió, y se veía cada vez más solo y más triste. Tenía dificultades para relacionarse (y de hecho las sigue teniendo en cierta medida todavía), no porque no quisiera, sino porque no sabía cómo, y por eso, a veces, por mucho que lo intentara, le daban de lado. Llegó a recibir acoso escolar en el instituto, cuando era adolescente. Pero lo peor de ello es que era acosado sin ser consciente. Él pensaba y pensaba, y se preguntaba cada vez más por qué él era diferente, y le daba muchas vueltas a la cabeza, preguntándose a sí mismo (cuando ya fue consciente del acoso que recibía) por qué motivo hacían eso con él. Tenía la moral por los suelos. Pensó en suicidarse, pero, afortunadamente, no lo hizo. En su último curso de la educación secundaria, decidió buscar información sobre lo que le pasaba, pues antes él había oído cosas con anterioridad a cerca de ello, pero no le dio tanta importancia, hasta ese momento. Entonces, se dio cuenta de verdad de por qué no era como los demás, en muchos aspectos. Lo malo de todo esto, es que cuanto más quería progresar y aprender, más le daban de lado. Pero esta vez no le afectó tanto como en la anterior, porque sabía que era buena persona, y muy inteligente, pues sabía mucho sobre muchos temas que el resto de sus compañeros de clase desconocían por completo, o casi por completo. Sus intereses fueron cambiando, le seguían gustando las marcas y modelos de coches. Ahora lo que le gustaba de verdad era la Fórmula 1, que por cierto, jamás se olvidará de cuando Fernando Alonso se convirtió en el campeón más joven de la historia, el 25 de septiembre de 2005, el día de su cumpleaños, el día que cumplió 9 años. Y también empezó a despertar interés en otro de sus temas, ahora preferidos: la política. En bachillerato también tuvo momentos difíciles, sobre todo en 1º, pero los afrontó como pudo. 2º de bachillerato fue un curso que le gustó, el mejor para él que pudo cursar en el instituto, y no sólo por la materia. Hizo la selectividad,y en septiembre del año pasado empezó la universidad. Volvía a ser todo nuevo para él, se quería ir, y , decho dijo semejantes barbaridades como que quería volver al instituto. Con el paso de las semanas, fue cambiando su opinión sobre eso, y la facultad llegó a gustarle más que el instituto, no sólo por la materia, que le apasiona, sino por el buen trato que recibe de los profesores, que tan bien le caen todos (lo cual no quiere decir que tanto en el instituto como en el colegio no hubiera profesores buenos que también le gustaban). Este chico ahora tiene 18 años, y se siente orgulloso de sí mismo y de ser como es, porque desde luego, tiene motivos más que suficientes para estarlo. Le encanta lo que estudia, y espera que todo le salga bien. Esta, amigos y amigas, es mi historia, la particular historia de Francisco José Molina Martín.

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