Jun 21, 2010 Jun 20, 2010 Jun 19, 2010 Jun 18, 2010 |
Somos pequeños días prendidos en una especie de esperanza sideral, pequeños días embarcados en el viaje milenario de muchos ocultos sueños, pequeños días compuestos de horas enhebradas en el telar de los propósitos, pequeños días envueltos en emociones y palabras, pequeños días de hambre y sed de sentimiento, pequeños días... sólo pequeños días de ilusión en esta época, en esta generación, en este tiempo en que tan necesitados estamos de una mayor concurrencia hacia la esperanza. La esperanza de que todos los humanos nos consideremos un continuo fluir de las pasiones hacia la estética del bienestar. Reflexiones para el alma en estas horas en que tenemos, como inmediata necesidad, hacernos verdaderamente tiempo de pequeños días inmersos en la continua evolución de lo humano. 24 pequeñas horas de salvación o naufragio, de victoria o derrota, de llanto o de alegría, de tristeza o felicidad... de quedarnos quietos o llegar muy lejos... 24 pequeñas horas para el continuo o discontinuo amor o para el desamor continuo o discontinuo. El poeta Cummings decía: "No ser nadie más sino tú mismo, en un mundo que está haciendo lo posible, día y noche, para hacer que tú seas alguien distinto, significa luchar la más dura batalla que cualquier ser humano puede enfrentar, y nunca dejar de luchar". Jane Wagner confesó que "Toda mi vida he querido ser alguien, pero ahora veo que debía haber sido más específica". Y Luciano de Crescenzo escribió: "Cada uno de nosotros somos ángeles con una sola ala, y sólo podemos volar cuando nos abrazamos a otro". Dentro de veinte años estarás más desengañado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta las cuerdas de tus velas. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa los vientos favorables en tu velamen. Explora. Sueña. Descubre. Haberse empeñado, haber hecho un esfuerzo, haber sido fiel a ciertos detalles... por sí solo vale la pena la lucha. Decía sir Wilson Osler que "estamos aquí para añadirle a la vida lo que podamos, no para obtener de ella lo que podamos". Y William Arthur Ward señaló "Somos más que lo que hacemos... mucho más que nuestros logros... mucho más aún que lo que poseemos". Henry Van Dike dijo que "el tiempo es muy lento para aquellos que esperan, muy veloz para aquellos que temen, muy largo para aquellos que sufren, muy corto para aquellos que se alegran pero para quienes aman, el tiempo es eternidad".La seguridad es una superstición. Evitar el peligro no es más seguro que exponernos a él con tal de que la vida sea una verdadera aventura y, como dijo Goethe, "cada día deberíamos ser más estimados por el valor de cada día". Al final, lo que cuenta no son los años en tu vida, sino la vida que hay en tus años. Somos pequeños días de triunfo o de fracaso. 24 pequeñas horas que se van acumulando en esa pequeña historia en que nos vamos convirtiendo tú, yo, él y ella, todos nosotros y nosotras que estamos escribiendo el inmenso volumen de la Historia de la Humanidad "De los cielos el hijo de Dios vendrá y aliviará nuestros sufrimientos. Se sentará en nuestra mesa y nos enseñará a partir el pan y beber su sangre", me dijo la vieja ya sin aliento y con las pupilas demasiado desgastadas como para ver los nubarrones de mañana que van asomando por el horizonte. "El Mesías caminará entre cuerpos putrefactos, caminará por desiertos donde la misericordia no era mas que otro espejismo y caminará con frialdad por entre la nada y el todo sin extender su mano a los sufridos del suelo que aun conservan calor en el vientre. Se dará cuenta que ha llegado tarde y seguirá caminando", me decía un desconocido desesperanzado que cartoneaba por los andenes. "No existe el mesías, el hombre domina la tierra y las estrellas comparten su dominio con la luna, el sol y las nubes. Acá abajo es nuestra jungla, donde los carnívoros acechan a las manadas y compiten por quien come más", esto decía el león viejo del zoo de mi ciudad. Hace rato no escucho su rugido de madrugada, que será de él. "¿Seguiremos esperando el fruto único y divino que algún día caerá en nuestras manos y calmará nuestra hambruna, al menos un rato, o sembraremos las semillas de viejos frutos extintos y cosecharemos nuestros propios frutos para jamás volver a pasar hambre?", me lo decía Cristo en un sueño, demasiado adolorido y cansado arrastrando su barba larga y gris, cargando con una cruz ajena en la cual todavía seguía clavado. "Hay cientos de Perones, Evitas, Guevaras, Sanmartines. Todos están acá, en nuestro suelo, solamente hay que permitirles brotar, ayudarles a crecer. Si lo hacemos va a llegar ese día, el de la cosecha, cuando nuestro orgullo se enalce por encima de los lacayos de los más poderosos y los mire a estos a la cara, esa sin forma definida y opaca, y mostremos la grandeza de un pueblo verdadero, de un pueblo libre", decía un loquito del borda que ya no hacía castillos en el aire pero se conformaba con pequeñas ilusiones que nadie mas veía.
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