Pasa el tiempo, y nos vamos dejando cosas en el tintero. No, a nadie le gusta esta frase. No es agradable darse cuenta, de repente, un día, del peso del tiempo en nosotros. Va rápido, nosotros también. Demasiado. Tanto que no percibimos el paso del mismo. Queremos ir tan rápido, vivir tan acelerados, que en el momento en que decidimos parar: pum! ¿Qué ha sucedido? Ya no sabemos quiénes somos. Hemos perdido lo que nos rige como personas, si es que en algún momento lo hubo. No podemos luchar contra la eternidad.No, no somos eternos. Y cuanto más luchemos por no percibir el tiempo más efímera será nuestra existencia. Seremos un torbellino, una ráfaga de viento, un corriente energético que se ha limitado a existir una fracción de segundo en la historia sin aportarse nada a sí mismo.