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El cielo de Majes era nuestro marco. Tú lo mirabas extasiada, y yo sonreía mientras observaba el rímel exagerado de tus ojos. Tus dulces ojos de princesa hippie. Con suave voz me anunciaste la llegada de los cometas. De esos astros alucinados que incinerarían nuestro planeta. Así, apocalípticos, nos besamos mientras las velas expiraban. Me hablaste del mañana, negando su existencia. Yo te anuncié que yo ya no era yo, y tú te reíste del acto de magia. Luego desaparecimos. Tu volaste a una extraña galaxia inentendible (te veo a veces, dentro de mis sueños y dentro de los sueños de mis sueños). Yo me quedé al borde del río, que se convirtió en mar, que se convirtió en nube, que se convirtió en lluvia, que se convirtió en abismo, en caída libre. Y te extrañé desde lejos, acompañado de bifontes y escálagos deformes. Ahora -en este segundo extraño- sospecho que nunca exististe, que todo fue un juego de mi mente, y que nunca estuve ahí, en ese Majes luminoso. (que nunca fui feliz al beso de tus labios desvanecidos). Y que el mundo no tiene fin. A pesar de esos cometas que vedrian a rescatarnos del infinito. Del infinito sin ti. Hay algunos días (muy pocos), En los que el mundo se mueve -Extrañamente- De sur a norte, Y, casi inmediatamente, las nubes desencadenan sonrisas en el aire azul, y todas las mañanas se acurrucan en mi alma, y sabe a paz… Hay algunas horas (Diminutas, confusas, brillantes), Que se confunden -Extrañamente- Con los latidos tenues de tu corazón, latidos que escucho lejanos, –casi idos-y que me abarcan. Latidos temblantes que me justifican, que me razonan, que me aprisionan hacia ti. Hay algunos minutos (SÍ mi amor, esos, en los que me miras) En los que las horas, y los días, y los años (y todos los años incluyendo el nuestro), son el reflejo exacto de lo que quiero ser, de mi yo fervoroso, de toda tu conmigo, aquí, en mis labios. Hay algunos segundos (Y ya solo quedan segundos amor… solo segundos… y nuestro amor que se queda y que se va) 5/5/14 Si me preguntan, diré que no soy hombre de honor. Diré (convencido de mi mentira), que los grandes retornos son posibles, y que hay espacio para la redención. Es cierto, sonreiré cuando me atragante del veneno que tu mano impoluta me invite a tomar. Y al momento undécimo (el que le siga a la celada), comprenderé tardíamente el yo-tú mismo de la traición. Es cuestión de pareceres. Hubiese preferido morir en combate, es decir, peleando contra los molinos inexistentes. Pero me resulta más o menos claro mi destino. El ser yo mismo el traidor que recibe las monedas, y yo mismo el cordero sacrificado. Yo soy mi propia destrucción. Yo y todo lo que me acompaña. Es decir, mi propia soledad de muerte hiriéndome, mi propio y muy íntimo callejón sin salida. Acompáñame hermano mío (me estoy mirando al espejo y veo mil reflejos de mi), y se certero con la daga (el veneno no ha servido, sigo despierto, y sigo aquí). La vida pasa rápido y el barquero espera la sinrazón. Esa nube que veo en realidad no existe. Ese espejo ya no me refleja. Estoy solo y ya no quedan más palabras… Recordándote Logro armonizar contigo, Con esa parte de ti que solo yo he visto, Con ese pedazo de tu sonrisa, Con esa historia en tus pupilas, Con tu rostro llano (bello). Recordándote. Y es solo esa música La que logra motivar mi nada, La que refugia tus recuerdos en mis manos. Si… Esa música lejana, Que describe esos vaivenes, (Esas elipses, esos péndulos) Esa música Donde encontré –finalmente- el pedazo roto De tu corazón. Pero ya no son importantes Tantas tragedias, Ni tantas sonrisas desdeñosas, Ni tantos sobresaltos. Ya nada importa (porque te has ido). Ya nada es exactamente lo que dijimos, Y todo lo dicho (en el calor del amor) Ya no existe… Es lento el atardecer. La vida apagándose, De a pocos, Hacia el reino del sueño, Donde nada es real, Y los recuerdos se confunden, Y el presente se tuerce En espacios sin sentido. Todo está quieto, En un hálito de incertidumbre, De aparente paz, (Es mentira… La tormenta no ha pasado) Y esa calma me engaña, Lastimera calma, De un todo que circula, Que se contiene (que muta), Y tu sonrisa ya no existe, Solo existen mis pasos, De caminante perdido, Buscándote entre esas sombras, Que ya no son más que un trazo, Una diminuta marca, Un juego de otro juego, Un espejismo vano. Es tarde Y me lamento De no tener nada más qué decir. Somos felices. Felices de escapar, de escondernos juntos, como niños jugando imaginariamente alos espías rusos. Felices de atravesar fuegos incandescentes, sin temor a quemarnos, por nuestra inconciencia del peligro. Y nuestra felicidad tiene el mismo rumbo que nuestro deseo, y nuestro deseo no tiene fin. Buscamos lúdicamente los espacios perfectos en los que nuestra desnudez sea todo, y nosotros -despojados de las formas- nos volvamos Uno al compás de una música desconocida (esa, nuestra música, mi amor). Atrás quedaron los caminos retorcidos, las voces disonantes, la soledad. Atrás quedó mi mundo enredado, tus deseos de tranquilidad. Ahora todo es explosión, todo deseo, y nuestras bocas van reclamando esa pasión desenfrenada de la que se ha construido -afortunadamente- gran parte de nuestro mundo. Es cierto. Estamos en fase creadora, correspondiéndote a ti elevar tu belleza por encima de lo conocido y a mí ser un admirador admirado recitando unos versos que no llegan a decir lo que quiero. Nunca llegan. Alrededor, las gentes nos miran extasiadas. No comprenden la grandeza de lo nuestro, y su incultura los impulsa a adorarnos o a destruirnos. Péndulo, balanza, movimiento, compás. Nos preparamos para el circo. Es cierto. Seremos crucificados por una innoble causa, y las banderas de la moralidad se posarán sobre nuestros cadáveres. Ese es el futuro. En el presente, tu silueta perfecta me posee. Y somos felices. Por impensantes. Y somos felices, porque sí. Ya es tarde para todo.No veo la hora de partir,De irme lejos,(de no pensar).Y cerrar los ojos,Y no sentir,Como cuando dormía,O pretendía dormir,Engañándome,Soñando un sueño de un sueño. Pero ya es tarde para eso(Y para todo lo demás)Porque tú ya no te encontrarás,En la mañana ni en la noche.Ya no estas ni estarás nunca,Solo en ese sueño,En donde volverás a irte,Y yo a desearte,Y yo a pensar:"vuelve",Y tú a no volver. Ya no vuelvas...(No me creas y vuelve, solamente vuelve, mi amor...) Luego del arrepentimiento,Después del ocaso,Fuera del eterno fuego,Caminaba, sereno,Como en vuelo mortuorio, El caballero negro. Desataba manijas,Derruía rejas, Aceraba ruedas,(Buscando tu espacio,Tu breve espacio),Y rodeaba en silencio la tierra,La pobre tierra,En silencio. Es tarde, y los colores del día caen grises sobre mi espíritu.Las gentes acomodan sus pasosMientras las cosas -inmóviles-Pautan y se confunden, Dando paso a una extraña forma de existir,Retornando, siempreAl eterno laberinto de la vida siguiéndoseEstéril.(las formas azules del cristalMuestran en silencioTu luz). Tus ojos brillan, Y mientras brillan,Mi mente genera los espacios del amor, Y soy feliz, porque en tu sonrisa descubro la calidez de una verdad sin palabras. Y soy feliz, Porque ese largo silencio terminó con un roce de piel, Con una promesa tácita, Con tu nombre en la punta de mis labios. Y mientras la tierra se mueve al ritmo constante de tus pasos, Yo espero de nuevo ese momento idéntico, Ese instante sobrenatural, Esa parábola irrepetible del amor. Si, Asterión, lo sé... como tú, yo espero en vano. ESCAPANDO "Oh, corazón desangrado!Cómo poder llegar al alba sin encontrarla?Cómo hacer para que, en medio del sueño,Sus labios no pronuncien mi nombre?" Mis pasos suenan, el eco retumba,En el palacio de piedra, mi mente calla.Algunas luces advierten la presenciaDel rey de espadas, y de su amada.La luna aparece y desaparece, Acompañando mi camino derrotado.La cabeza gacha, el gesto adusto,Las manos heladas por la angustia.Caminar estricto entre llamas largas,Fuegos azules de patios incinerados,Fuegos antiguos, de actos acabados,Culpas presentes,Llantos amargos. (Camino lento. Entre columnas, la vieja noche y mi sueño) Oh, corazón desangrado!Fueron altos los precios pagados!Fueron injustos todos los actos!El amor tortura, la belleza atrapa!Desángrate corazón, merecido lo tienes! El rey espera.Su amada -que eres tú- llora.El silencio atrapa mi llegada. El verdugo toca mi hombro,Insertando rápidamente la daga.Cierro los ojos esperando la muerte, y te veo,Y siento que la vida no se acaba,Y paso a otro sueño, y a otro sueño, y a otro,Escapando, escapando, escapando... Cusco, 11 de setiembre del 2009 Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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