Tal vez dentro de esas líneas etéreas que se forman entre tus ojos y parpados, encuentre el secreto de la existencia entre aquellos trazos sinuosos. Que devoran cualquier mirada furtiva y succionan la esencia de cuanto admiran. Tal vez me esté volviendo loco. Demente por admirar una presencia alada, obsesivo por escribir estas líneas pensado en tu iris, cuerdo por dibujarte en dimensiones humanas, estúpido por imaginarte volviendo de la vía láctea. Solo para dirigir una mirada a este vacío e inútil planeta, carente de esa materia que solo se encuentra en tus cuencas, y en la doble oscuridad que son tus cristales. Agujeros negros gemelos, bañados por un tono de café somnoliento. Hacia ellos me dirijo, dulce perdición perpetua.