• Jorge Molina
Jorgencio
hola
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  • País: Chile
 
  Cuando estaba ahí acostado, te vi. No tuve miedo, sentí todo lo contrario, no sé si era un sueño o era verdad. Tu presencia adornaba cada parte de mi habitación. Te acercaste y lo dejamos ir. Tu primera vez con un hombre y mi primera vez con el amor, estoy seguro. Fue como dormir bajo una sabana de ilusiones y deseos. No recuerdo tu cara pero sé que eras hermosa, tu voz no sensual me hace vibrar todavía, tu perfume a mujer y en la pared algo escrito, un nombre: Holly.  Una noche bastó para hacerme sentir todo lo que quería sentir desde hace tiempo. Un beso me diste y volé, volé más alto de lo que mi mente podía llegar, tu mirada me relajaba y me hacía sentir seguro, estabas al lado mío, lo podía sentir y todavía lo estás, lo sé Holly.Tu voz susurra siempre en mí y me dice: ''descansa’’. Y sentí que mi cuerpo se aligeraba, como si flotara y así me debí de quedar todo lo que quedaba de noche, tú y yo. Hasta pronto, no te pude decir, te fuiste y no volviste, hasta nunca.Holly.  
Holly
Autor: Jorge Molina  443 Lecturas
  Ella tenía grandes y lindos ojos azules pero que no se le notaban por los anteojos que siempre traía, ella era muy atractiva pero se escondía en su ropa, ella tenía el pelo largo, brillante y rubio pero algo espeso y desordenado, ella tenía una linda sonrisa pero que era opacada por sus frenillos, ella era muy linda, ella era hermosa.    Ella tenía una agradable y delicada voz Cuando hablaba, cantaba y recitaba Pero nadie la quería escuchar, ella era muy inteligente pero a nadie le importaba, ella era una gran artista pero nadie la admiraba, ella tenía mucho talento pero nadie lo valoraba. ¿Por qué nadie la tomaba en cuenta?      Ella a sufrió mucho pero nadie lo sabía, ella decía ''la verdad'' pero nadie le creía, ella lloraba siempre pero nunca lo demostraba, ella era una gran persona y una gran chica Pero no podía ser como ella era.    Ella era hermosa por dentro y por fuera, ella era muy fuerte pero ya no podía aguantar mucho más,  ella no era mala pero la obligaban a ser así, ella rompía todos los esquemas y todos le tenían envidia.    Pero te fuiste para siempre lo cuál no cambia en nada el rumbo de este cruel mundoyo fui testigo de tu sufrimiento, te admiro, me apiado de ti y cada vez que lo era y cada vez que me acuerdo siempre me preguntaba lo mismo.   ¿Por qué le pasaba a gente débil y no a la fuerte?  ¿Por qué nadie hizo algo incluyéndome?  ¿Por qué sólo yo tenía que verla como era en verdad?  ¿Por qué nadie la quería?  ¿Por qué nadie se esforzó en conocerla?  ¿Por qué tuvo que ser ella y no yo?
¿Por qué ella?
Autor: Jorge Molina  452 Lecturas
  Tú me haces y me deshaces, tú me das todo y me quitas todo, tú me empujas y me detienes, tú me haces llorar y me haces reír.   Tú me dominas y me liberas, tú me revolucionas y me tranquilizas, tú me inspiras y me confundes, tú me haces caer y me levantas.   Tú me haces cantar y me haces tocar, tú me haces escribir y me haces imaginar, tú me duermes y me despiertas, tú me haces sentir y me haces soñar,   Tú me haces recordar y me haces olvidar, tú me ayudas y a veces olvidas, tú me dañas y me curas, tú me motivas y desmotivas,   Tú eres mía y sólo mía, tú me vez y me besas, tú me dueles y me confortas, tú me haces fuerte y me haces frágil. Eres tú, tú y solamente tú.

Autor: Jorge Molina  459 Lecturas
  ¿Qué es la música? Son ondas que se mueven rápido y oscilan uniformemente dependiendo de su frecuencia. Es arte, un noble arte que se lleva dentro del corazón, que te apasiona o es un sentimiento de incalculable o indescriptible amor.     No creo que sea eso precisamente. La música es una horrenda creación de quien sabe quién, es una basura que te hace sentir frustrado y poco a gusto con y por todo. No tiene barreras pero siempre te las impone a ti, no tiene nada que la detenga, siempre mejora, empeora y cambia como una puta cambia de cliente o una persona de calcetines, la música es como el miedo que te mata por dentro haciéndote daño alimentando el dolor y ese dolor te provoca rencor, odio y resentimiento lo cual conlleva a dos caminos. La venganza o la obsesión.     No pretendía hacerlo pero Eloísa me obligó, ella lo provocó. Una hermosa morena de ojos verdes que con una correcta altura, un desplante con un cabello muy largo, sus senos exuberantes y un cuerpo voluptuoso recién llegada al barrio me miraba y escuchaba siempre desde su balcón tocar desde el edificio del frente.     Cuando me escuchaba salía al balcón en un pijama delgado de seda púrpura que combinaba con su piel tostada y suave o con un vestido negro que siempre se ponía. Se sentaba o se apoyaba en las rejas de su balcón, cerraba sus ojos o se ponía a ver el cielo. Me fijaba en ella y cada día que pasaba, me inspiraba, me alentaba y me prendía como un cigarrillo, me consumía y me apagaba cuando se iba. Tocaba sólo para ella.     Un día Viernes tocaron a mi puerta, no planeaba ver quién era, generalmente no lo hago porque no me gusta ver gente que es irrelevante para mi vida, además tenía que tocar. Pero cuando escuché una voz suave y sensual se me dio la gana de ir a ver por curiosidad y tenía un presentimiento.     Estaba en lo cierto, era ella con un vestido color vino tinto que le hacía notar las curvas de su cintura y cadera como nunca antes se las había visto. -Hoy en una hora hay un recital de bandas emergentes en la pérgola de la plaza central. Me preguntaba si querías ir conmigo-. Escuchar eso fue un intenso deseo de sabor, de intriga y de entrega a la vez. -Está bien, pasa y déjame cambiarme de ropa-. Le dije.     Tenía ropa de sobra, nunca suelo cambiármela, no necesito ropa nueva para seguir tocando. Pero mis nervios me jugaron en contra y no sabía qué elegir. Me percaté de que estaba entretenida viendo los instrumentos de la sala y me relajé un poco. Escogí una camisa a cuadros, un chaleco, pantalones de tela, zapatos bien lustrados, un abrigo negro y una bufanda. Al salir ella estaba en el piano, parecía que iba a tocar, la miré un momento contemplando su escote en la espalda desde sus hombros brillantes hasta la mitad de su columna. Tocó una tonada lenta y con poco ritmo. -Claro de luna, muy linda-. Se dio vuelta rápido, un poco avergonzada y asentó con la cabeza. Apagué las luces y nos fuimos caminando a la plaza central.  -¿Te gusta la música? Me preguntó. No supe qué responder.   -Sí, creo que sí. ¿Por qué?   -Es que, como tocas muchos instrumentos y parece que estudiaste también-. Me quedé en silencio y me reí con un sonido nasal.    Al llegar nos sentamos en el pasto a fumar un poco y disfrutar de la música, habían muchas personas, jóvenes y viejos, con sus parejas, amigos, familias artistas, vendedores. La primera banda salió a tocar y era una banda de salsa. -¿Bailamos?-. Me dijo y acepté. Con un ritmo relajado, raro para una salsa nos quedamos ahí. Al terminar de bailar nos volvimos a sentar y entró un grupo de rock clásico, parecido a Led Zeppelin. Ella era hermosa, ese cuello largo y sensual que era adornado por sus hombros.   -Haz pensado ¿en componer algo especial?  -¿Como qué?-. Dije yo.   -Como algo nuevo, lindo, único y que sea sólo de ti.   -¿Sólo de mí...?     Ahora entró un grupo de música folclórica pero me quedó rondando en la mente esa pregunta. No hice más que pensar y apenas escuchaba algo de lo que decía a veces cuando comentaba o me preguntaba algo a mí. ¿Me gusta la música verdaderamente? Creo que sí, pero eso no es una respuesta, no es posible que no sepa algo tan sencillo como eso. Me gusta escucharla pero no me siento contento a veces. ¿Cuándo? Creo que cuando toco, no me parece tocar bien ni tampoco es tan lindo el sonido. ¿Por qué pasa eso? quizás sea porque no he practicado lo suficiente. Me miré las manos llenas de cayos, ampollas, heridas y parches de tanto tocar. No era eso. ¿La inspiración? Lo primero que hice fue mirar a Eloísa y me quedé como estatua viéndola. De pronto a mi llegó una sensación rara y no sabía qué era, pero después sentía cómo algo de fuerza se subía por mí y me puse nervioso. Tan nervioso que me comía las uñas, temblaba, respiraba rápido, perdí la noción del tiempo y miraba a todos lados. Pero, ¿qué tiene de malo ella? Cuando fijé la mirada a los músicos y se me vino a la mente todos los recuerdos que ella producía en mí. En ese momento supe quién fue mi inspiración, pero a la vez supe quién fue la que hizo daño y me explotó todo este maldito tiempo.     La miraba con rencor y con desprecio. Con ganas de hacer algo pero no sabía qué cosa hacer para que sintiera lo que yo sentí. Me puse a pensar un momento y se me vino a la mente su otra pregunta. Componer algo yo? Como qué podría ser? Ella me despertó de mis pensamientos y me dijo que linda es la música. Con una sonrisa le dije que sí, era hermosa, muy hermosa. Nos besamos. De la nada nos entregamos a nuestros deseos y no paramos por mucho rato.     Para que me recordara siempre. Esa fue mi meta para componer algo especial y sólo de mí. La invite a mi casa a cenar el Domingo y aceptó con sumo gusto. Mi plan estaba por realizarse, sólo tenía que improvisar.     Grabé una pieza de piano de unos veinte minutos para acompañar a mi principal obra. Ensayé toda la noche y todo el sábado con las cortinas cerradas y concentrado en mí composición. Al terminar mi obra maestra me di cuenta que faltaba algo importante. Lo que la haría única y sólo mía. Llamé a la señora Cruz del almacén, al viejo Enrique del frente que parecía estresado, una jovencita algo rara por sus pinturas, su forma de vestir y por la vista de su casa desde afuera algo oscura y tenebrosa y por último a Aurora de la esquina que era conocida por todo el pueblo. Ellos serían la parte especial de mi obra maestra y mi público que me ayudará en este concierto. Claro que... nadie quería ir, bueno después de hablar un poco los convencí de ir.    El tan esperado Domingo por la noche llegó. Se vestía con un vestido rojo sangre y se veía más esbelta que antes. -Pasa... por favor-. Cenamos tranquilamente con música de fondo, algo que encontré de Pink Floyd y ya se venía lo mejor. -Te tengo una sorpresa. Ven, acompáñame-. Bajamos al sótano, donde tenía mi grabadora y mi show estelar. Al pasar por la puerta la luz alumbraba sólo el centro donde tenía los instrumentos que usaría. Dejé ir la cinta y empecé con el saxo, después continué con la guitarra y la armónica. Un golpe se sintió en el muro, era Enrique que se despertó de su sueño tranquilo.  -¿Qué fue eso?   -Nada-. Cerré la puerta y supe que debía adelantar el show.   -¡Ayúdame por favor! Dijo ese viejo estúpido que se abalanzó sobre mí y encendió la luz.   -¡¿Por qué están aquí?! ¡¿Qué pasa?!   -Nada Eloísa, es parte del show. Lo golpeé con un violín y se durmió plácidamente otra vez. Fui donde Eloísa que gritaba histéricamente.   -¡¿Qué me harás?! ¡No! Con eso, se quedó dormida por un momento, para poder finalizar mi obra maestra.     Era hermoso verla sentada en la silla disfrutando de mi música, tan feliz que llegaba a temblar de la alegría. Mis acompañantes estaban cómodos en sus sillas y camas para ver lo que se venía en la última entrada.     Dejé ir la tonada una vez más y empezó el recital, la percusión entraba con un sonido único que producía la señora Cruz, usando una baqueta sentía cómo se rompían los sonidos y las vibraciones como de dientes golpeándose una a la otra que era acompañada por unos coros en LA mayor de esta talentosa señora.     Bueno, continuando venían las cuerdas, que me facilitó Aurora con su violonchelo con hermosas curvas y en su tapa armónica comencé a cortar el viento y con el arco que al solo acercarlo hacía música, hermosa música que salía de sus calados con sus coros sopranos de DO menor que acompañando calaban en mi cuerpo y erizaban mis cabellos. Sudando mucho dejé ese instrumento para volver a elegir. Esta vez a la jovencita que debía hacer su solo de canto.     Con mucha humildad me pedía que no lo hiciera, quizá le daba vergüenza pero eso no era impedimento, ella debía cantar. Para que lo hiciera tenía que motivarla con un masaje y tenía sed, así que le di un poco de agua, le gustaba mucho, su cuerpo desnudo se enrojecía y el vapor relajante del agua le limpiaba la piel pálida y áspera que tenía. Al hacer esto, cantó mucho y hermoso, entre altos y bajos, revoluciones, vibraciones y ondas que emocionarían lo más profundo de incluso el más malo de todos, para hacerlo llorar. Recitando un verso raro, como si orara emocionada y ansiosa. Por último llegó el acompañamiento de bajo del viejo Enrique que por cierto, tan apasionado que era para poner broche de oro a esto, los junté a los cuatro para que cantaran juntos. Un coro esplendido que armoniosamente combinaba lo más especial, lo más lindo, lo más único, lo más de mí.     Volvieron a su sueño profundo para que descansaran por fin de un éxito total.   -¿Qué tal Eloísa? ¿Te gusta la música? ¿Te gusta mí música?   -¡Cómo pudiste!-. Me respondía llorando de emoción.   -Que bueno que te haya gustado, porque eres mi instrumento favorito ¿sabes?    Dicen que los músicos exitosos tienen éxito porque no les gusta lo que hacen y lo intentan hacer más y más para que les salga como quieren, a la perfección. Sabes Eloísa, tú me mostraste esa imperfección, ese algo que me faltaba para hacer lo que yo más buscaba sin darme cuenta que lo quería. ¿Sabes qué es lo que siento? Bueno si sabes o no, te lo diré. Es miedo, sí miedo a que tú me quites mi perfección otra vez, mí estilo. Sé que me quieres engañar y apuñalar por la espalda. Bueno, ¡eso no pasará ahora!     Y enfrentando al miedo, lo eliminé igual que al daño, al dolor, el odio y la venganza para quedarme en paz por siempre con mí música. Esperando salir a escena pronto otra vez para mostrarle al mundo mí música.
Réquiem
Autor: Jorge Molina  439 Lecturas
  Romperé las cadenas, romperé las reglas y saltaré muros,  dejare todo hasta acá, todo incluso lo que soy.   Haré temblar a los que se crucen, a todos los que no nos dejen en paz, hablaré por los dos, te tendré a mi lado por siempre.      No quiero parar o quizás no puedo y no debo, no lo sé. Sólo quiero más y más de lo que me das siempre.     Quiero hacer todo contigo y lo haré, quiero estar siempre contigo. Me haces hacer cosas que no quisiera hacer pero las hago igual. Como si me obligaras.   Qué triste me siento cuando daño a gente por ti pero no me arrepiento de nada.  Me das fuerza cuando la necesito. Siempre que estoy sentado En mi casa con mi cerveza, faltas tú, siempre que pienso en mis problemas, faltas tú.   Pero apareces rápido y tú siempre surtes efecto en mí. Rompes mi corazón y después lo sanas con tu efecto. Mi mente flota por pensamientos perdidos y olvidados en lo más profundo de mí ser. No sé qué es y no sé cómo se llama pero no quiero parar.
  Quisiera llorar. Llorar fuerte y claro, quisiera poder ir de allá para acá, quisiera reír sarcásticamente y burlarme de aquellos.     Quisiera golpear a todo el mundo, quisiera hacer todo y nada a la vez, quisiera cometer mi error más grande y arrepentirme después como siempre.     Quisiera apagar todas las luces del mundo, quisiera callar todo el ruido del mundo, quisiera parar el tiempo y retroceder para saber qué fue lo que hice mal.     Quisiera darme la vuelta e irme, quisiera vivir más y soñar menos, quisiera decirte cuánto te odio y romper tu corazón.     Quisiera salir de aquí y correr, quisiera parar lo imbécil que soy, quisiera tirarme del edificio más grande del mundo y caer en donde nadie me vea.      Quisiera comer todo lo que pueda comer, quisiera remar a favor de la corriente por una vez, quisiera irme a vivir a la luna, comer queso y vivir donde decían que vivía.     Quisiera no romper más esquemas, quisiera ser normal y que me lo digan, quisiera quedar sordo, ciego y mudo para no opinar más.     Quisiera salir de esta pesadilla, quisiera darme un tiempo, quisiera ser una sombra para seguir y acompañar a alguien.     Quisiera ser nada en el mundo, no ser más alguien, no volver a ver mi reflejo, no ver más mi historia pasar por delante.
Quisiera
Autor: Jorge Molina  440 Lecturas

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