Te mereces la noche que te abraza los cabellos, este viento que te viene a acariciar. Te mereces la alegría del desconcierto, la sorpresa bienvenida de un otoño nupcial. Déjame contemplarte, amor, de pie ante el mundo, como pensándome a solas sin pensarme, viéndome. Usa mi nombre por si acaso te perdieras de regreso. Mereces todo hasta las casas, los silencios, el horario. Tú ya has triunfado al sobrevivirte a solas; sobrevivir a cuestas y a deshoras. Entregada en la mañana y dolorida a todas horas. Agobiada en tu distancia, olvidada sin recelos. Mereces el regreso, amor, y tu llegada, el gozo. Mereces paz y abrazos y canciones fugitivas, mereces todo, amor, hasta la orilla del infierno que no nos salva nunca, que no olvida, que agoniza. Abre los labios, niña mía, usa mi nombre. Eres la suma de los vientos este día. J. Efren Olvera S.