Señor de la tranquilidad, apágate, deja de torturarme en ratos de augurio, expande mi tacto y al son de la penumbra rómpelo sin dejar pasos.   Hazme saltar como cuando llevaba mis trajes a las alfombras de tu cielo                                               /Blanco y negro enséñame el proverbio para no olvidar las almas regadas en mi cuerpo.

 Biografíade Miguel Me gusta llevar el diablo a un alto monte, sacarlo para que queme todas las energías y despegue cuanto piojo se le mete. No se bailar pero hablo delicioso, creo ser eternamente joven, me gusta ser como las fórmulas matemáticas; Si no me preguntan, lo sé, pero si me preguntan, no sé explicarlo, odio a los yuppies pero me gusta el lema "antes muerto que sencillo". Dicen que soy catador de la Coca-Cola pero es simple persuasión, la verdad es que me gusta todo lo que vea oscuro, no perdí el gusto sino el asco. Soy tripolar, sabio y respondón. Compulsivo, mal amigo y además mentiroso.

 ¿Te preguntas cómo soy? No traigo manual, no busques en mis escritos, sólo vas a encontrar suicidios, recuerdos y un pasado que no corresponde a lo que ahora soy. No examines mis gustos, estos varían cuando te pasas por el frente. No tengo tácticas ni estrategias. Poseo una ausencia hambrienta de sangres y la constante necesidad de gravitar con la muerte, la noche y el dolor. El placer es egoísta y requiere de sacrificios diversos. Quizá sea como en los días ociosos, un verano retardando el tiempo, indisoluble en la conciencia y en la memoria, todo pasa como si estuviera borracho en una estúpida inmovilidad. Me veo tendido perdiendo la cuenta de mis palpitaciones. Es hora de entrar, antes de introducir la llave, recuerdo que debo alcanzar un beso, está colgando en el pórtico de un lugar, del cual perdí el mapa.

 Filosofía de un solterón He visto en varios sueños a los tipejos con sentimientos, tipejos porque piensan en putas, en ser bohemios, pero sólo pueden tener a una mujer en la vida; esa que aman con el alma, quien los ha traicionado y sin embargo han perdonado, la que todavía recuerdan con cierta melancolía, porque ahora está con otro, que quizá no sea el que ella quiere, sino el que la lleva de la mano por la calle y le presenta a los amigos, a los padres. Esa mujer que en algún momento se dedicó al tipejo para sacarlo de donde él no quiso, y decidió abandonarlo para que la rehabilitaran a ella, con una primitiva dulzura que le daría pocos minutos de tranquilidad.

 El Comandante de la Guardia Nacional El comandante de la Guardia nunca llegó a cruzar el umbral. Su peso no lo dejaba caminar,  nadie le quería ayudar. Quienes sabían de su valentía incuestionable y su civismo irreprochable, no se atrevían a contar de su impotencia marital.

 A la manera del Salmo 23 Colgada en el suelo ciega sorda torpe sin saber qué es la esperanza vive la oveja descarriada.