Tenemos una ventaja sobre los policías que nos interrogan: no recordamos nada sobre nuestro pasado. Por ello, es imposible que lo descubramos a los hombres de uniforme. Aunque nos torturasen no lograrían sacar la verdad de nosotros. Es una verdad que todos sabemos que existe. Pero permanece oculta y esto nos hace invencibles.Nuestros padres creyeron durante un tiempo que en nosotros todo se iniciaba aquí. Cuando empezaron a dudar acerca de eso, les resultaba demasiado cruel el poner imágenes a sus dudas. O nombres a lo que fue anterior. Por ello, seguimos permaneciendo a su lado como unos verdaderos hijos y no como vagones de un tren de largo recorrido que cruza ante sus ventanas desde un principio hacia un destino. Y cuando el miedo les obligó a rechazarnos, a seguir al pie de la letra las órdenes dadas por las autoridades, probablemente quisieron olvidarnos y autoconvencerse de que tan solo habíamos sido una pesadilla en sus vidas. Una pesadilla conjunta a siete matrimonios, general en una pequeña ciudad provinciana. Nosotros siete sabemos que somos enemigos de nuestros padres, de toda la ciudad. Pero no conocemos el motivo, se nos oculta a través de una amnesia posiblemente protectora el origen que nos separa, incluso el destino que debemos acometer contra ellos. Es instinto. Lo más parecido a una cacería en mitad de la sabana. Es instinto, y la certeza de que nuestro poder es superior y saldremos victoriosos en el enfrentamiento. Ninguno de los siete abre la boca en los interrogatorios de la policía y los inspectores no se atreven a pegarnos.