I CANTO ¿Qué rostro somos? ¿Qué dibujo maleable de la realidad, Desprendido de absolutas sombras, Y carente de hojas fugaces… Se instituye en las facciones que nos aprisionan, En la onerosa vastedad del secreto ajeno? ¿Qué rostro se nos permite ser y podar? ¿Qué carboncillo filial mancha nuestra vulnerable piel, Y nos marca desde antes y luego del pulgar ajeno? Un dedo sin mancha absorbe el lodo en lo ajeno. Una mano sin anhelo oscurece la mejilla de lo ajeno. Un brazo sin espada huye por la espalda a lo ajeno. Un cuerpo sin deseo restriega cal sobre lo ajeno. Una pierna que descansa se escurre por lo ajeno. Un pie sin destino rehúye de los ojos. Una mano. Risa lamentada. Un brazo. Tristeza emocionante. Una pierna. Fervor insinuante. Un cuerpo. Mueca helada. Un rostro… Rehúye en la austeridad… Aunque, ¿A cuál complicidad? ¿A cuál complicidad, entre el suelo despejado de aves, Que parten al bosque de cerillos hechizados? ¿A cuál complicidad, entre las horas digeridas, Y devueltas a la identidad usurpada, Donde el precio se toma por cobrado? Si de líneas se ha dibujado en la piedra mohosa, O de presión se ha hundido su despido lustroso. ¿Qué rostro somos? ¿Qué proporción de la opinión astuta, Del canino espumoso se avienta, Al cuello acompasado de dudas expresivas, Y de aciertos fingidos? II CANTO Un dedo sin mancha absorbe el lodo en lo ajeno, Que se arrastra como la sal al corroer en las miserias, La hipnosis entre los labios que ríen en cortejos. Una mano sin anhelo oscurece la mejilla de lo ajeno. Se lastima al tocar el puente del polvo al brebaje, Que exhala la aspereza del privarse de complejos. Un brazo sin espada huye por la espalda a lo ajeno, Cuando se abalanza en el pabellón las cuerdas, Que tensan el adusto tallo que roza a los conversos. Un cuerpo sin deseo restriega cal sobre lo ajeno, Antes de cantar la marcha de la mejilla culpable, Luego del pestañar de las losas que cayeron. Una pierna que descansa se escurre por lo ajeno, Y no pedirá limosna a las cejas para que mientan, Murmuren al mendigo el rostro de los forasteros. III CANTO ¿Qué rostro somos, Al dividir las curvas del tiempo colérico Que se aventaja en los surcos de las miradas Del hombre ajeno o de la deidad pagana? ¿Qué rostro somos, Qué constitución pertenece a lo primitivo y exhaustivo Del pensamiento original que del mar retorna a la tierra Y de la tierra al mar; Que en la oscuridad comprime al sueño, Y de sueños compone el cristal de la aurora deforme De nuestra realidad? ¿Qué rostro somos, Que rostro nos corresponde, Que rostro nos compone y nos descompone? ¿Qué rostro nos divide en pensantes criaturas o en bestias ocultas, Cobardes, absurdas e inocentes o impuras? ¿Qué rostro se nos define al nacer y ser o cosa o costura, De la especie que alcanza al orgullo de locura aceptable Entre el líder inculto, Y el lucro plausible hacia la ignorancia De quienes se arrojan a la atmósfera del rebaño? ¿Qué rostro somos, Qué cuerpo, Qué manos y brazos, Qué pies y piernas? Mejilla y labios ¿Tierra y fango? Ojos y pestañas ¿Oro y plata? Nariz y orejas ¿Anís y menta? Donde la oruga pulula sintiendo por sus huellas. IV CANTO Rostro, Clavo y retrato. Vestigio de la pupila subjetiva. Rostro, Desde la prisa hasta el cansancio. Aire de huida. Rostro, Fragilidad o descaro. Prenda de ocasión fortuita Luis J. Cabré El espacio de la razón U C R S V O A L recuerdos de un odasaP que CE-RE-TUER el entendimiento para quien es capaz de c4lcu4r lo concreto de la EMOCIÓN sintiendo entumecer el alma para quien no es capaz de concluir lo opulento de roer las piedras y arrancar en F R A G M E N T O S el cúmulo de emociones ACERTADAS que diluyan la humildad del O.Observador al precisar el dolor que ESCAPA de los dedos que señalaron las C,I,C,A,T,R,I,C,E,S de un amor no obstruido en las piezas que PRECISAN componer M O C P L A E S del PuLsO concluido.Luis J. Cabré Ella me observaba, era cuidadosa. Se encontraba detrás del mostrador y sus ojos algo me decían, pero no me aclaraban el porqué de su insistencia. Ambos trabajábamos en la misma zapatería y aunque yo cerraba y ella abría el local, jamás nos habíamos cruzado palabra alguna en el tiempo que tenía trabajando en aquel lugar. Era del turno de la mañana y el mío terminaba en la noche. Cuando pasaba tarjeta por la gerencia para terminar su turno, ella salía en ocasiones meditabunda junto a sus compañeras. Se despedían unas de las otras y luego volteaba su mirada, y en donde su dirección se dirigía, su destino en mis ojos encontraba. Ella sabía lo que hacía, pero me negaba admitirlo en aquel entonces. Cuando nuestras miradas se encontraban, yo me sentía ajeno y supongo que ella sentía inquietud, o solo la timidez de mi intromisión no permitía que el curso de las cosas se diera. Quién sabe. Una tarde, al entregar el turno, nos cruzamos de frente y escuché de sus labios un –disculpa…-. Era diminuto, casi insonoro. Tal vez era su pensamiento quien me hablaba y yo le escuchaba desafiando al silencio traduciendo el movimiento de sus delicados labios. Le respondí que más bien me disculpara a mí, - bueno…- dijo ella luego. Después de aquella última palabra, ausente de emoción, continuamos nuestro camino: Ella al mundo lejano, y yo a la lejanía de aquel mundo que me era vedado, una vez cruzaba la puerta del establecimiento. En ocasiones, no podía dormir pensando en ese –bueno… - y me preguntaba una y otra vez qué quiso decirme, porque quizá era solo una palabra, el comienzo de una frase, pero el resto… ¿Dónde quedaba el resto? ¿A dónde se dirigía ese silencio, esa materia oscura, invisible a mis oídos, visible para el corazón? No lograba responder mis cuestionamientos. No me alcanzaba la noche para acariciar mis dudas ni mi almohada para aconsejarme que dejara de insistir en lo que no tendría, posiblemente, importancia. Al día siguiente me encontraba yo nuevamente llegando al centro comercial, recién almorzado, ajetreado por llegar temprano y a diez minutos para las tres de la tarde, hora que entraba al trabajo; y ella estaba de nuevo afuera de la tienda despidiéndose, taciturna de sus compañeras; mirándome como de costumbre, observándome sin juzgar, y yo sin poder desviar la mirada, sin poder evitarla o más bien, sin quererlo. Sus ojos me tomaban como el jinete al equino, me dominaban. Al culminar la jornada del trabajo, salí de la zapatería muy cansado del día: muchas ventas, infinitos humores, pocas sonrisas; y allí se encontraba ella en una mesa de la feria, tomando una bebida que parecía inexistente, o quizá anulada por la etérea presencia de los cubos de hielo derretidos por el calor de aquella noche. Si sus ojos se encontraban primeramente dispuestos, como la presencia de una figurada inanimada en la entrada principal del centro comercial, en pocos segundos se detuvieron vivos e impenetrables en mi cansado semblante de un día agitado y tan obstinadamente corriente. Nos encontrábamos muy de cerca, lo suficiente como para escuchar lo que deseaban callar sus labios, lo suficiente como para respirar y sentir el aroma desgastado de un perfume sublime que ha combatido con cientos de aromas injustos y tiránicos. Ella se levantó de su silla y exhaló un suspiro, me tomó de sus manos, y temiendo ella por lo que dirían los míos, finalmente dijo: -¡Seremos padres!-. Luis J. Cabré. Su nombre me hiere como las espinas bajo la arena, Mis pies la profanan y sangran, Y siguen caminando sin encontrar la tregua. Me lastima como los ojos ajenos renuncian a la condena. Su nombre transpira sorpresa, Pero es indefinido el eco de su pausa. De aquel nombre, sus consonantes emergen con mi sangre… Con la nave del fondo del mar. En oxido y sal, con los huesos sin rostros ni piel. De mi aliento, su nombre deleita sus vocales, Temiendo desaparecer, siendo semblante de adusta pared: Agrietada y cavernosa entre las salinas costeras, Aun cuando las espinas bordan la calzada. Donde encuentro sus letras, encuentro vacío. Encuentro su nombre sin apellido, sin piel y es peligro Y colmillo feroz e incierto. Vapor de su aliento que arde Y quema mis labios ásperos al nombrarle. Sin historia ni fotografía, audaz como el viento y las mañas, Frecuenta como el eco en el cañón: Solitario, sin grafía y con oculta identidad. Luis J. Cabré. Allí has estado detrás de la ventana… Sintiendo el frío… Derramando lágrimas, Que ocultan en la pared de tus labios, Aquellos ladrillos, Sueltos De humedad. Allí me observas detrás del cristal… Mientras escucho un murmullo, Que supongo de tu voz… Que supones que he acariciado en tus ojos. La tarde se oculta… Y nuestras diferencias caen entre gotas. Diminutas como el reencuentro. Oscuras como el cielo venidero. Claras, Porque has terminado la frase,Suspensiva y sin esmero. Tus dedos dejan marcas difusas… Se diluyen, Y el tiempo es excusa detrás del muro. Mi voz se reencuentra con el pasado… Cubriéndose de lustros, De melodías que dejan pétalos… Presentimientos, Que juzgan los destinos… De aquellas gotas, De aquel olvido privado. Allí te observo desde el cristal… Y no he de escucharte ahora Ni entre el monólogo de mi invención. He trepado las escalas entre nubes, Y acuarelas en cartón… Donde no existen rostros definidos, Besos que se extingan… En los restos divididos. Allí me observas detrás del cristal… O creo tal vez… Seas solo mi temor, Una presencia atada. Cuando amanezca por la mañana… ¿Serás aun esa imagen de tierra… Serás aun el respirar del turpial, En la flor madura? ¿Serás el amanecer impredecible, En la violencia divina, De aquella ternura y espacio sideral… Que arde en el rozar de nuestro dolor? De nuestros cuerpos… Aun helados de lluvia, Aun impenetrables, De suturas. Allí he estado detrás de la ventana… Sintiendo el frío… Derramando máscaras, Que ocultan en las fibras de mi piel, El polvo de la lucha perdida, Postales de nuestras caricias vanas. Luis J. Cabré Las raíces recorren mis piernas Donde el árbol impaciente, Desea contar entre sus hojas secas, Los espejismos desnudos, De las promesas en su corteza Trazadas. Sus hojas caen en mi rostro, Se funden tímidas en mi piel. Como cada beso en tu mirada, Como cada renuente recuerdo, Que del árbol herido emana. Puedo aun juzgar Cada murmullo lejano y rebelde; El delicado transitar de tus pasos Aquellas cautelas sin firma, Por el vergel de lo improbable. Escribiendo en mí pecho, La señal de lo inequívoco. Puedo aun confesar al alba, Que tus lágrimas, Son gotas que erosionan el muro Que nos fue agotando. Que diluyen la fina arena, Dispersa en nuestros labios, Ávidos de surcos. Es precoz aun concluir en el abismo Que muestra el sonriente rostro, De los ríos avanzando. Mansa savia y cálida como el sabor, De esos labios Que quemaron mi piel, Y en ámbar, Conservaron sus marcas. Ausente canto que el viento demoró. Al escuchar el orgullo efímero Y revelar la cadencia de tu vientre Arrullando mis ásperas manos. Olvidando lo innegable. El aire de la corteza conserva un efluvio a Mudez. sus raíces me delatan. La áspera niebla, Se confunde con el fervor de la astucia. Venciendo mis dedos en la hierba, De aquel suelo húmedo, Que presintió nuestras estaciones Que hundió nuestros pies, En el tramo de las pasiones Cautas. Luis J. Cabré Tu ser ha envuelto a las letras españolas… Aquel aroma fecundo de lucha, De pluma ardiente como la brasa del sol. Has dibujado en tus letras la imagen de tu alma, Como despliega el ave sus alas, Al encontrarse en el viento feroz. Porque tu vuelo fue incesante… Aun cuando se asomara el dolor, A la puerta de tu hogar. Aun cuando el mar perdiera su color… En lo latente, De la sensibilidad de tu espíritu. Tus horas hablaron del deber… Y tu pensamiento del porvenir, Tus manos dieron al infeliz sincera esperanza… ¡Tanta! Y a tantos, Que esas almas bajo tu amparo, No alcanzaron agradecerte en el corto tiempo, De tu existencia terrenal. Pero la materia pertenece a la materia, Y el alma a esa virtud desconocida, Cual se ama, Y en donde jamás se halla perdida. Poco quisiste pedir, Pensando en tus antiguas faltas… Como el hijo pródigo En su camino al padre, Pensara en lo que le deparara. Pero tanto recibiste. Por tu recia dignidad Y dulce humildad… Que no cupo en aquella ave de alto vuelo, Tanto agradecimiento y dicha, Cuando tomara finalmente, ¡En la luz! Su anhelado puesto. Porque tu vuelo fue incesante… Y aquella alma que en tu materia floreció, El mirar atrás no le era útil, Y jamás necesidad. ¡Porque quien en lo alto se encuentra, Al horizonte alejado, A la vista mirar le cuesta. Y el quebranto de la ingratitud, Que algunos dejasen en tu ser heridas…. Templaron la dura espada, Que combatieron … Tus lejanas batallas. Luis J. Te escribo ahora antes de olvidar ... Sabes que miento,Pero seguro no estoy de mis palabras.Te escribo porque no lo has pedido ... Y ello he de destacarlo.Te escribo porque no hemos tenido un dia antes ... Porque tus besos no tuvieron palabras,Para mis labios.Porque sé que recuerdas tanto como yó.Y aun mas te escribo,Porque no hemos sabido olvidar,Sin tocar algun dolor. Te escribo porque el miedo recorre mis dedos, Y miedo tengo de mentir.Porque estas palabras estan sueltas,Como las lagrimas,Que ayer no pudieron surgir.Te escribo porque se que me escuchas,Aunque todo esté en silencio.Porque no sé como cantar mis versos,Como declamar mis llantos.Como hacer revivir la ausencia.Te escribo ahora,Porque algun día sabrás ... Y estaré alli lejos de la lluvia,Observándonos. Te escribo como aquel que conociste,y no se si atreverme a tanto.Como aquel que te ha amado y no supo expresar.Te escribo como quien una carta redacta,Desde la escuridad de una pequeña llama,Desde la cera de una vela,Quemando mis palabras.Te escribo quizá para que sea esto lo último,Porque se que aun no lo has decidido.Porque aun cuando no sepas responderme,Lo sabré al tomar tu mano.Te escribo y aqui estoy ...Y aquí estaré sin saber,Cual será la ultima palabra.Pero ten la certeza,aquella que aun no me abandonará ... De que te amo, Y aunque palabras de mis manos salgan ... Y se esparsan como polvo a orillas del mar.Jamás concluirán esta carta ... Cuyo nombre sabes a quien pertenece. Luis J. Cabré << Inicio < Ant.
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Fin >> Pise el papel, con la planta de los pies llenos de pintura azul,dejando la huella que en mi obra de arte sera el cielo,depronto se me ensucio el dedo pequeño de rojo y esta dando una tonalidad morada, Un pajarito me ve desde la ventanay se burla de mi por el error que cometiva y le cuenta a los demas mientras yo un poco triste trato de enmendar mi errory en vez de borrarlo mantengo vivo el color. mezcle azul con rojo, como es el amor y algunas lagunillas de amarillocomo manifestando que presente esta el sol,cuando termine lo que seria mi obra de arteeste que seria mi empirio,lave mis pies y mi alma segui en vilo. No puedo ver, me siento solo,mi alma es triste, no tengo manos,pero el cantar de los pajartos que llegaron me enseño que esta es la mejor obra , que he creado. ¿Cuándo te veré a los ojos? ¿Cuándo te veré a los ojos? Para decirte todo lo que siento Como los mares que abrazan Aquellos viejos pensamientos. Para cantarte y esperar que amanezca Sobre tu encantadora y linda risa Que me bendice la vida De una manera infinita ¿Cuándo te veré a los ojos? Y te diré todo lo que ocultaba el silencio Lo que decía el viento con la luna encantada Y aquellas noches simples donde tanto te soñaba Y descubrirás que mi alma te necesita Como el propio aire que se respira ¿Cuándo te veré a los ojos? Para no tenerte tanto en sueños Y que te vuelvas lo mejor De todos los momentos. MUJERES: MADRES DE LA PATRIA.¡Canto de arena y cielo tras la montaña;a son de lucha, tantas veces conquistada!¡Grito que estaba dormido y hoy se levanta;que se eleva para, en un abrir y cerrar de piernas,parir, entre penas, la esperanza!¡A ese canto, cuando lo llaman,sin esperas, se agiganta!¡Mujeres del mundo: vengan, que las llaman!¡A Concepción Bona, a maría trinidad sanchez;a ti Minerva, a Maria Teresa, también a patria:¡vengan, que las llaman!¡Monumentos,hechos son, de cristal y cielo; que guardan el mundo bajo sus faldas!¡Avecillas con bellos matices en la garganta.¡Son el canto perenne, al que nada espanta,Canción llena de historia que desplegó sus alas, para alcanzar la cima tan anhelada!¡Canto que ya no calla;el que duele, el que piensa, el que siente;el que, en un abrir y cerrar de piernas,(oh milagro) desde sus manos, desde sus ojos desde sus vientres despiertos y con un solo dolor,han parido la patria! Es el viento que juega en la copa de un árbol, el que silba contento por su alegría, lauto, o en los tristes ramajes por poder consolarlos, son las ganas de andar otra vez de la mano, es el único beso que se da con los brazos, el poder de estrechar a nuestra alma con lazos; es un sueño un abrazo, es que sientas la fuerza del otro en tus hombros, es que enreden tu espalda y tiren los escombros, si es sincero es limpieza de las ruinas del alma, es hermoso un abrazo, si no lo es, es ofensa y se siente cual sarna en la piel que se pudre y la calma que arranca, si no es real no nos cubre, sólo infecta las ganas, y si es falso es astroso, es solo embuste y trampa. Si es falso no es abrazo. Es mejor el airoso, el que es dado sin faltas, engaños, farsas, fraudes ni ninguna falacia, es mejor el abrazo que es dormir al dolor, ese hermoso y gallardo: el abrazo de amor. Si vas notando en el transcurso de mi vida, que ya no soy la misma, que ya no soy esa chica divertida, que cada día estoy un poco más estricta… No es que he dejado esa niña divertida, ni que tampoco es porque quiera madurar, solo es que el transcurso, el pasado, se me ha hecho muy pesado, y cada paso que doy, es como clavarme un clavo. Así que si puedes, si te esmeras y lo logras, sacarme una sonrisa, entonces prosigue, date prisa, si tú eres el cura cada una de mis heridas. Si vas notando que mi mirada baja, y mi vista se hace el suelo, no es que me quiera bajonear, no es que ya no te quiera observar, sino que al alzar mis ojos, solo encuentro ojos con odio, dedos acusadores diciéndome tú eres el problema de todo. Pero si un día vez que mi vista se levanta y te mira, y hasta mis ojos brillan, por favor mírame, que te has convertido en la más magnifica y maravillosa vista! Mírame que te has vuelto el recurso más valioso, el que me saca las sonrisa, el que roba mis miradas, y que también conquisto mi corazón y se adueñó hasta de cada uno de mis sentimientos! Sobre el plano horizontalla línea vertical soberbia;sobre el hundido vallealtiva la montaña entre los aires;sobre la tierra pendientelas aguas del río hacia los mares... ¿Hay alguna cosa independiente,alguna realidad que no se apoye,para ser o relucir, en otra? La Tierra vive por el Sol,el Sol por su galaxia blanca...Yo mantengo mi contentoporque me veo en tu mirada. Todo está enlazado en la trama compleja de la vida;y yo te necesito, amor,como los campos a la lluvia. Enrique González Matas Bien podrían pensar que les voy a hablar de la Ricina, de un raticida anticoagulante poderosísimo, o tal vez del Cianuro. Pero no, no estoy pensando en esos tipos de venenos que inhalados o ingeridos nos mandarían de una patada al otro mundo. En estos meses confirmé que todos tenemos, o alguna vez hemos tenido a ese hijo de puta veneno mortal a nuestro lado, en forma de un maldito individuo que vos insistís cada día en dejarlo formar parte de tu vida, sin darte cuenta que en realidad es un depredador, que va a ir carcomiendo todo tu ser como si de eso dependiera su subsistencia. No crean que estoy al borde de un atáque de pánico, no. O que estoy sufriendo desenfrenada y dramáticamente por alguno de estos cojudos veneno que sutílmente vinieron a querer peerse y reírse en mi cara. Algo SEGURAMENTE de eso habrá, pero hablo más por la sabiduría que me ha dado esa hija de mil puta llamada "vida". Cuando conocí a este pequeño vaso de Cicuta, yo me encontraba seca, seca de todo...como una baldoza en el desierto. Un galán él, una pelotuda yo. Guapo e inteligente, dándose disimuladamente golpes de pecho en nombre de sus grandes virtudes, talentos, currículum vitae e intenciones. Lo miraba hablar de él mismo, del maravilloso ser humano que tenía frente mío y en mi interior me cagaba de risa, porque yo sabía/presentía que era un maldito mentiroso, un puto mitómano que no tenía nada bueno para dar. Mi instinto de supervivencia siempre me decía que escape, que huya de este pedazo de gusano aspirante a azufre pero a veces la pelotudez y los dizque sentimientos (culpables de muchas desgracias) nos retienen...Clásico malparido que te sabotea e intenta día a día perturbarte e inconciente o probablemente conciente te hace sentir mal, o sea te caga y encima vos tenés la culpa por hacerlo hacer fuerza. Y claro, vos vas a pensar "pobrecito, seguro no lo abrazaron de chico", "pobre, estoy segura que le rompieron el corazón, "en el fondo es bueno",y ahí vas a seguir. "Ayy...que bueno que me escupiste en la cara, justo tenía sed". Parecía que les iba a contar mi triste historia despechada de amor infame tóxico y venenoso, pero no, solo quiero recalcar la importancia de identificar a estos desgraciados; a asegurar que no vale la pena conservar a quien no nos trata como merecemos, sea cual sea el estado en el que se encuentra nuestra vida. Dejen de pensar que el niño que te hacía bullying en chico, el que te rayaba la tarea y te tiraba papeles en la cara, solo "buscaba ser amistoso", o solo "necesitaba un poco de atención", mentira, suspiritos azules...el que te CAGA, te caga porque QUIERE cagarte. Liberémonos de raíz de estos venenos que matan más que el cáncer. Sacá el machete, sacá la tijera jardinera y cortá cualquier puto lazo que te una a estos arsénicos. Paz y amor. GEMIDOS, EN DO SOSTENIDORasga cada acorde posibleen mis cuerdas moribundas.Aludeme en un tonoque esas voces tímidas,ya no alcancen...piensa enatonales desafíos;descansa tu bocaen mi pentagrama de besos.¡Soy una armónica descalzaentre tus labios de viento;tócame la tonada que sabes;adormecete con el do sostenidode mis gemidos!¡Que la música se acabará,cuando tu no estés conmigo!¡Pero, mientras, hazme violínentre tus brazos;sácame nota tras nota;bebete mis melodíasembriagantes,que la noche huele a canción...y a susurros desquiciantes!Entumecete sobre mis cuerdashas que vibre mi sol anhelante;sin calderones silentes,desapasionados, cortantes...¡Regalame un solo de flauta,ahora que la lunate inspira severa, galante!Ahí vienen las musas, en un carruajede corcheas y semi fusas;afiname, que la serenata es largay no quiero que me dejesen medio de la canción:inacabada, inconclusa.El concierto llegará a su fin,al deshacerse,entre pianisimos acordes,mis anhelos desafiantes;morirá entre oníricos arpegios,sin sentido, delirantes...y el silencio, ya se hará dueño de la noche:como ahora...como antes.Autor Marino Santana20152015 Mis manosjuegan con tu cabello ensortijado.Mis manos cubrentu cabeza de niño.Mi corazón rie si tu riestu felicidades mi anhelo.Amarte es mi desvelo.Lloro de alegria cuando me dices:mamá te quiero. MIRA NUNCA PARES Y SI ALGUN DIA CIERRAS LOS OJOS ...PUES QUE SEAN PARA SOÑAR. Si pudiera borrar las fronterascrearía un solo país en la Tierra.Si pudiera detener la rueda de la vida¿en qué momento la pararía?.Si pudiera elegir cambiar los hechos¿volvería al Edén del fruto no probado?.Si pudiera quitar todas las máscaras¿qué rostros de gente reconocería? Si pudiera ser perfectopreferiría mantener ciertos defectos.Si me ofrecieran conocer toda la verdadno sé si querría conocerla. Si las creencias encienden hoguerasque mueran ellas mismas en su fuego.Si los caudillos levantan banderas de guerraque vayan a enfrentarse solo ellos.Si destruimos los ídolos de engañono levantemos otros igualmente falsos.Si termina mañana la funciónquitaros los disfraces y ser vosotros mismos.Si pudiera elegir mi tiempovolvería a la juventud de mis sueños.Si hubiera un momento de razónhabría un solo Dios de amor. E.G.M. (Poema publicado en una revista) …Y nos miramos | Ella en su pecho traía viejas señales. Pensé: Es un gran simulacro creer que hay olvido. Y yo Metiendo el dedo en la llaga, soplando en las cenizas del fuego del absurdo. Le dije: El amor está por encima de los errores, Y aún así queda abajo| por los malos entendidos. Es verdad me dijo, así se muerden los sentimientos hasta gangrenarlos. Si ese amor no te sirvió de senda, que se congele la luna pero no el alma Le suplicaba. Tu voz me dejó el mensaje de la esperanza, me dijo. ¡Entonces estrechamos la mirada! A esta altura del paisaje Mi puño y mi letra inventaban un lenguaje, luchaban por brotar como una flor en el desierto. Tus ojos cercanos me involucran Ahora que sé, que tus ojos me conciernen Una mirada llama a la otra Y todas me llevan a tus ojazos. Tantos buscan el amor sin darse cuenta que ya lo tienen, que siempre lo han tenido, que siempre lo tendrán. Tantos se conforman con recibir un cariño mediocre, olvidan que el verdadero sentimiento, de amar y ser amado, inicia y termina en Él. En sus llagas, en su sed y perdón. Allí nació. En una cruz de madera, en una máquina de tortura que se trasformó, por Él, en un símbolo de amor. En unos clavos que sostuvieron su cuerpo lastimado y en una lanza que atravesó su ser. Sangre primero, luego agua. No más sacrificios, eso era lo que de verdad brotaba. Él fue el último, el auténtico. Allí, una deuda fue saldada, una puerta restaurada. Todo por amor. Todo por mí. Todo por ti. ¿Cómo agradecerle después de ser la causa de tal destino? ¿Cómo mirarlo si fue ignorado estando allí? ¿Cómo decirle te amo al amor de los amores? No sé cómo, y no sé por qué pero, de nuevo, Él es la respuesta. Allí, en el lugar de su muerte, se encuentra la prueba. Allá, en la gloria de su resurrección, la recompensa. Indignos somos, pecadores somos, pero también perdonados, también amados y salvados. Por Él, por su sangre, por su dolor y sacrificio. Sin condiciones o restricciones, el héroe, que no buscó gloria, que no buscó aplausos, nos salvó. Allí, en un trozo de madera, con sus brazos abiertos, el amor se mostró y bajo un amargo suspiro, se entregó. Pidiendo perdón por nosotros, su obra finalmente cumplió. Gotas de sangre, gotas de lluvia, gotas de sudor. No pidió nada a cambio, eso no le importó, solo el amor. Siempre el amor. Él, mi gran anhelo, mi perfecto y dulce amor, y yo, sin merecer, el suyo también soy. Aun culpable de su muerte, libre, por Él, soy. No hay pena, no hay castigo, solo su amor, porque su amor todo lo pagó. Dedicado al amor. En el relajo de mi ocio, Escarbo con parsimoniosa calma En los eslabones de mi vida presente. No encuentro tu figura peculiar Y tu rostro diáfano sin dobleces. Mi ser quebrado por la incertidumbre Deduce donde podrías haberte marchado, Porque no estás aquí? Tu persona le hace falta a mi cariño Te busco una y otra vez. No es amor de pareja. Es ese vacío que deja un amigo Y no lo llena nadie. Como vigilante sigo en expectativa. Indagando el motivo de tu ausencia. No te ofendí. ¿Estarás en los brazos de alguna amada? Porque yo no sé, Mas, yo te espero.. ¿Por quéla agónica inquietud,la insaciable sed,la necia vanagloria,el contínuo empeñoen perseguir al vientode la fantasía hueraque nunca entrega totalmente lo conseguido?¿Por qué ir tras la huellafugaz de lo inasequible? Porque siempre queda un vacío:la mordiente ansiedad insatisfecha,la inalcanzable conquista de un ser pleno,ser que no se extinga,que no se extinga nunca:la inmortalidad: ese es el sueño,esa es la caza del viento. E.G.M. (De mi libro "La caza del viento") Yo nací colmado de riquezas,recibí una herencia inconmensurable,y cada día descubro algo nuevo de ese inmenso patrimonio que me pertenece: el sol naciente de la clara mañana, las olas serenas del mar en calma,las montañas nevadas a lo lejos,los verdes árboles de la alameda,el brioso río que baja entre las peñas,los pequeños pueblos encalados,la alta arquitectura de las iglesias,el bronce sonido de sus campanas,el canto singular de cada pájaro,el rojo, azul, amarillo, blanco...de las flores del parque cercano,el habla apresurada de las gentesque transitan por las calles y plazas,la belleza singular de las mozas hermosas,la apostura de los jóvenes galantes, el brillo placentero de los ojos ancianos... Nada es de mi exclusiva propiedad,pero el mundo entero es mio, y os lo regalo.Solo os pido una sola cosa: que lo cuidemos, porque es patrimonio de todos. E.G.M. No sé lo que fuí ni lo que seré,solo sé lo que ahora soy:latido débil en el cosmos,pensamiento anhelante y perdido,sed de ser que quiere amor,alma que sueña ser eterna,conciencia de mi tiempo huidizo,cuerpo que declina por sus venas,aliento, nostalgia, sufrimiento...;rescoldo ardiente de esperanzacontra el viento terrible de la nada. Enrique González Matas
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MARIANO DOROLA
Hermanazo, amigo, hijo del alma (nacido el mismo año que Federico, mi hijo mayor)...Poeta divino...
Nada pues...en fin...solo deseaba pasar por tu Templo, Tu bello portal, tu castillo encantado y decirte desde el fondo de mi alma que te estimo muchísimo.
Que te quiero mucho, que aprender día a día a quererte mas mientras mas te voy conociendo, ha llenado de alegría mi vida, mi corazón y mi alma.
A Dios le ruego para ti, la misma felicidad infinita que para mis hijos le ruego...
eso... perdón por mis nostalgias... Por mis visitas extemporáneas...
y por no haberte dicho todo esto mucho tiempo antes.
UNA ABRAZO FUERTE DE TU AMIGO
MARIANO DOROLA
Francisco Perez