¡Cómo duele ver tanto dolor! Hombres, mujeres y niños durmiendo en las calles - peor que las bestias- entre diarios y cartones y el cielo inmenso por techo. ¿Puede llamarse VIDA a tan sobrecogedora y cruel realidad? Pero nada sacamos con llantos y con lamentos. Despertemos del letargo, de la indiferencia, remezcamos nuestras pálidas conciencias, unamos la acción a la palabra y cambiemos el destino de nuestros semejantes. Ofrezcamos techo digno y generoso a esos seres que caminan sin sueños ni esperanzas. Así,sencillamente. demos verdadero sentido a nuestras vidas, pues haciendo el bien a los demás alcanzaremos el sosiego y la paz el día en que partamos de este mundo.