En un pueblo escondido por las Montañas habitaba una joven muy especial, bueno para serles sincera no era tan especial, pero la forma en que ella veía el mundo, eso si era especial, todos nos vemos rodeados por la tención y presión de la sociedad, esto nos lleva a ser uno mas entre miles, pero el libre pensamiento, el decir no, cuando los demás dicen que si, eso mis amigos lectores, eso es especial y es lo que vale. Bueno para no desviarnos mas del tema, os contare la extraña aventura de Cielo, una joven que nunca espero que ser diferente le trajera las maravillas de conocer el amor......La aldea de Merciss que se encontraba en el Pueblo Boscoso, era un lugar en que la religión influía mucho en sus vidas, justamente se acercaba el festival anual en honor al Dios Anas, Dios custodio de los arboles de Ambrosio, que era la fruta mas codiciada de la aldea, pues solo se daba en ese lugar, y con ella comerciaban con las demás aldeas, Cielo y sus amigas se preparaban alegres para la ceremonia, claro Cielo solo lo hacia porque su madre se lo había pedido, ella no era muy creyente que digamos, la ceremonia consistía en un baile por parte de las vírgenes de la aldea, para luego contar historias en honor al Dios junto a la hoguera.La sacerdotisa de la aldea primero debía de subir sola hasta la cueva del Dios, muy temprano en la madrugada, antes de la salida del sol, para orarle, y llevar un tributo de comida, luego al bajar, (pues la cueva se encontraba muy alto en las montañas) comenzaba el baile. . Nunca jamás nadie había visto el interior de aquella cueva, pues era sagrada, solo se le estaba permitido entrar a la sacerdotisa, y este cargo no se elegía, se pasaba de madres a hijas, y la sacerdotisa debía ser siempre virgen, el Dios cuando necesitara, engendraría por medio de su sacerdotisa una hija que siguiera sus pasos, y se rumoraba que si algún otro humano entraba moriría enseguida, aunque algunos creían que era solo un cuento para alejar a los curiosos, nunca nadie se adentro. Ahora como les dije antes, nuestra joven Cielo era muy incrédula en estas cosas, siempre desde pequeña estaba preguntando cosas, sobre los Dioses y la cueva en particular, sobre porque la sacerdotisa era la única que podía entrar ahí, y nadie mas, estas preguntas le ocasionaban problemas a su madre, que era viuda, su marido había muerto estando de caza, y ella sola tenia que criar a su hija, lo cual le causaba mucho pesar puesto que no tenia voz de mando, y su marido le hacia mucha falta, además las preguntas de Cielo se hacían muy populares entre la gente, esto en mas de una ocasión, causo que los jefes de la aldea hablaran con su madre y la reprendieran; cuando nuestra joven protagonista comenzó a crecer dejo de cuestionar públicamente sus dudas, pero no se habían ido, estaban en ella todo el tiempo, solo que ya no quería hacer sufrir a su madre mas de lo que ella ya sufría sola, pero Cielo no podía negarle a su corazón las dudas, lo decidió entonces, que cuando cumpliera los 17 años entraría en la cueva, y respondería a las dudas de su corazón, a los 17 años ya seria adulta y si cometía algún delito, porque honestamente ella sabia que no moriría, ya que no creía en tal Deidad, pero sabia que si salía ilesa de la cueva los aldeanos de seguro querrían un juicio en su contra, pero por lo menos siendo mayor de edad su madre no se vería involucrada, ya que lo que menos quería era causarle problemas a su amada madre. El azul buscaba al rojo en las componendas del amarillo. El negro se había deslizado al gris, robándole un poquito al blanco. El marrón se mantenía marrón porque tenía pereza de mezclarse. Algunos colores se insinuaban en los otros, y los demás pasaban desapercibidos. El violeta quería ser flor transparente y el bermeyón, usurpar el amanecer. El arcoíris era como de cuarenta tonos: Tonos que eran de por sí, ambiguedades. Los colores se enfrascaron en pelea para ver quién era el mandamás. Pero las cosas los veían exiguos y los contemplaban como simples percepciones. Los elementos no entraban en batalla: Su batalla era ser existencia. La fuente iba del infrarrojo al ultravioleta, como si fueran surtidores cambiantes. Cosas que se ven en sus ludísmos y tienden a llenar de sueño mis rincones. Peleas de los colores y las letras son las que sobran cuando me sé dormido. La piel quiere volverse flor en las yemas de la niebla: la piel quiere tornarse mariposa de flamas y de vocales, sobre las dispersiones del sereno, o una duda o enigma en las ramblas en mi mano. No es cualquier piel la que se concretiza y anhela andar en el centro de un rubor: Es la tuya, la de color de luciérnaga, que empalaga a mis noblezas tristes. Eres tú, mujer de carcajadas nacida para ser jazmín y gloria y embadurnarme con tus blancas mieles mientras el mundo se derrama por mi sangre y yo sigo subiendo a lo que me es por noche. Lueves sobre mí, y yo me inclino, para que me mojes como manda la tierra. como duele verte lejos de mi,como duele verte amando a alguien mas,como duele no verte,como duele que no sientas lo mismo que yo,como dolió separarme de ti,como duele sabes que fue una equivocación. Una copa de melancolíaMientras una lagrima ruedaSolo rueda disfrutando su libertad en el camino hacia la muerte Saboreo la sangre tibia que brota de mis labiosLabios que he reventado a mordiscos de ansiedadEs normal estar triste, un poco loca y melancólica Afuera llueve, el cielo es gris y mis manos están fríasMe acompaña la luz tenue de una vela y mi copa de melancolía La botella de vino ha llegado a su fin ¡que dulce mareo!Aquel mareo que me hace sentir vivaQuizás ese sea el problema sentir la vidaPutrefacta víbora que se lleva todo en un reloj No estoy loca, solo me siento triste y un poco melancólica Un soplo, la luz se extingue y abandono mi copa de melancolía Tambaleando llego a mi cama, me tiro y cierro los ojos Es el momento de probar un trozo de la muerte.
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