Sep 09, 2013 Aug 29, 2013 Aug 12, 2013 Aug 11, 2013 Aug 10, 2013 Jul 05, 2013 Jun 17, 2013 Jun 16, 2013 |
Bastaba que cayera la tarde para que la ciudad se inundara de tu olor. Esa luz que fue naranja, que fue magenta (y que si duele será roja), iba llenándolo todo, trayéndote más cerca de mí. Y así me ibas invadiendo, y yo me dejaba deslizar sin resistencia, como un buen jazz, como el humo del cigarro. Y entonces la piel erizada, y los zapatos mojados, y las palabras al rededor. Sobre todo las palabras. Hoy cuando despertéte vi caminando por mi cuellodescubrí tus huellas esparcidaspor toda mi espaldaen el aire, el color de tu pelo.A lo lejos algo como Miles Davisesa luz del s u e ñ oel hedor de la resacaté, dos de azúcar estirar la espaldaabrir la ventanasentir la lluvia ¡Toc, toc! ¿Quién es? Mi cabeza pasos chiquititos, una lágrima fiera ¡Toc, toc! ¿A quién buscas?Se derrama tinta, la cortina vuela Aún se escuchan esas trompetas Hoy llovió con sol el arcoirisse vio en diecisiete comunas pero no en mi balcón. gota a gota.toc,t o c. De repente, su risa se hizo trueno las puertas se volvieron muros De repente, la pasión se tornó sólo un presentimiento lo amante se hizo añejo Y así, tan solo de repentedescubrí que dormía en una boca ajena. Eran sus palabras secas y torcidas Su indiferencia como un alud Ese que mío no era, ese que sangraba poesía. Nos ocultábamos de nuestro escepticismo Su impaciencia me gritaba al oído Los besos grises callaban mi angustia Fuimos cómplices de un paraíso disimulado ¿No fue suficiente recompensa ese silencio visceral consumiendo la habitación? Para eso fuimos hechos Un bosque lleno de pájaroscantan en azul y en verdecrean atajos, desangran ríosvuelavolemos, volémonoshagámonos los dormidos. Y todos los edificios rugen en esta ciudad marchita,opaca que hiede a zapatosmojados 6.10 a.mAfuera se me llueve el almaLas uñas sangran, la cabeza pica. De pronto aparece uno. Aparecen dos. Y luego tres. Tres Se desparraman en la alfombra. Ese olor a living. Ese color a trago amargo.Entonces disparo. Al uno, al dos. Luego pisoteo al tres, malnacido tres.Tres Y sólo un pocoY las estrellas se ponen a correrdesesperadas, imparablesY el ruido de pronto se vuelve besoY los mares sangran pecesde flúor y de papelY justo allí la pelusa cosquillea en tu garganta¡Y gritas! Gritas las más rojas floresY los recuerdos dormidosY justo ahí te golpea la melancolíaserpenteando en tu bajo vientrePisoteando tus tobillosEscupiéndote en tu cara que estás solaSola, fofa y nímiaCon el iris muerto y la cutícula marchitaViviendo a través de ocasos vacíosy novelas quejumbrosas SolaFofaMuerta, quejumbrosaCutícula marchitay las estrellas aún corren Señora, Señor: Dígame si a usted, al igual que yo, le salta el corazón y se le escapan los demonios por los poros cada vez que termina un buen libro. Si no es así, le ruego deme su fórmula para terminar con esta angustia que me deja el fin. Mi linda camine por la vereda. quítese el pelo de la cara, lleve siempre las uñas prolijas. ¡No weboneé a la gente, no eructe, no discuta! Cúbrase el busto mijita, entre la guata, beba coctéles. Suba esa ventana, adelgace esas rodillas. No se muerda, ¡No se toque! Use tacones para mirar desde la cima del mundo. Y guárdese para un amor verdadero.Sonría. Escuche. Sonría.¡Mi niña no sea artista! Aguarde paciente en la fila. Cepille su pelo cien veces por noche. Compre ropa fina, cremas, zapatos. Compre, compre. No pruebe drogas, no mire mujeres, no le susurre a los miembros erectos. Borre esas cicatrices. Busque el dinero, consígase un par de amigas bonitas. ¡Mi Dios, mantenga la compostura! ¡No tan grande! No tan relajada, ¡Vamos, un poco más limpia! Finja ligereza de mente, aspiraciones sencillas, memoria selectiva.Lea sobre amores imposibles, busque un hombre. ¡Un hombre, mi linda! Ame a la patria, a Dios, y a la manicurista.No extienda sus alas, no odie, no contradiga.Perfecta. Muy linda. Perfecta. Honre siempre a la familia.Rece un ave maríaAntesdedisparar. - Yo quiero darte todo mi amor cachorrita linda, pero estoy tan roto, soy tan lejano, yo soy el rey de la sarna- Dijo de pronto, rascando todo su cuerpo, como si la culpa le picoteara los huesos (o tal vez la sarna).- Yo no te quiero, lo sabes. No, no, dije no (si). El día que te quiera yo me largo, me largo y me quedo bajo el farol más naranjo. Ahí inmovil, mirando a las polillas suicidarse extasiadas.- Ay mi wachita, eres la más fiel y tienes esos ojos que siempre dicen la verdad aunque tu boca no - respondió él.- Si te dije que no te quiero hijodeputa, acompañame a buscar mi farol.-Pero llevemos un vino.-Bueno, un vino. { así me puedo olvidar otro rato que te quiero tanto } La niebla me come,mastica y mastica.El árbol tirita salpica y repica. y a veces caigo de golpe en este escenario del presentey me cuestiono que hago contigocómo pasó tan rápido el tiempoen que momento éste, cambió de rostro, de nombre, de tactoen que momento te perdiste hijo de puta.el vino ya no lo sientoel frío hizo pausa a tal escrituraen este papel que hoy es mi único amigoporque así lo quieroporque a mis ojos le llueven invierno. Ruben arroja los escritos de Clara por toda la habitación, gritándole que de poemas baratos nadie come, nadie se viste, ni se puede dar un paseo por el río monte, o por alguna laguna de san juan. Clara, recoge uno a uno sus amarillos papeles, unos más amarillos que otros, otros celestes, otros con números mal sumados, unos llevan manchas, otros dibujos, otros goma de mascar. Ni uno conseguía ser blanco, ni limpio, ni virgen, no hay papel que no lleve consigo alguna carga de un pasado con sabor a algo,y así cae la tarde, las rayitas del sol de derriten de a poco en el ventanal de la habitación 20A, y Ruben descorcha el vino a pies descalzos y se acurruca en la ventana. Clara, ya juntó todas sus hojas y las guarda bajo la cama con cuidado, se sienta en un rincón, esta vez sin suspirar.Clara en tardes como esas no esperaba nada más que estar despierta, a veces ponerse a cantar algunos temas de millie small, o sentarse en alguna cuneta a espíar a los pajaritos que ya se esconden en sus nidos, o hacer enojar a Ruben con cosquillas en la barriga.Pero había algo mejor que eso, pués el vino ya comenzó a teñir de tinto sus labios de suave acuarela y Ruben con tan solo el deseo, abrigó cada centímetro de piel de Clara, que por mientras él la desvestía, recorría en sus pequeñas islas de tristeza, un calor que la embriagaba y así, se abrigaba hasta el alma de papel de Clara, que también era amarilla, que también tenía manchas.
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