• Magnolia Stella Correa Martinez
magnolia correa
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  • País: Colombia
 
  Son las 10:10 de la mañana de un domingo especial, cuando Pedro parquea su moto al frente de su casa sin percatarse de que en la esquina hay dos hombres que lo esperan. Justo en el instante en que llega a la sala de su casa, Pedro percibe un extraño ruido proveniente de la calle.  De inmediato, sale corriendo y ve cuando los dos hombres se llevan su moto, arrastrándola, entonces lleva sus manos a la cabeza, empieza a gritar y sale corriendo tras los hombres que ya están subiendo a su moto, mientras su hija menor se asoma a la puerta a ver qué es lo que está pasando.  Para ahuyentarlo, uno de los hombres le hace un disparo al tiempo que sube a la moto como parrillero.   Por fortuna Pedro se agacha logrando esquivar una bala que pasa derecho, y luego se levanta a seguir persiguiendo su moto que ya arranca. Sin mirar para atrás, Pedro toma un taxi y durante un buen rato logra seguir a los hombres con la esperanza de recuperar su motocicleta, sin poderlos alcanzar.  Al final se decide a buscar apoyo en las autoridades.  Así es que dando vueltas y haciendo trámites legales, se la pasa todo el día y la noche, pues regresa a casa cerca de las dos de la madrugada del día lunes, exhausto y sin su moto, y sin intuir siquiera que ha perdido algo que jamás podrá recuperar. Pedro encuentra su casa llena de gente, vecinos, amigos, parientes que se hacen presente para acompañar a la familia en el velorio de su hija menor, asesinada por la bala que él logró eludir cuando se llevaron su moto.  Es la triste fantasía de una cruel realidad, sucedida algún domingo del año 2016, en alguna casa de Colombia.
En estos momentos de miedo y angustia, florece la esperanza de un mundo mejor; En esta penumbra se asoma la Vida, pidiendo el auxilio de la humanidad, Tendamos la mano, sanemos heridas, escuchemos su grito por nuestra hermandad: Siento que la Vida, ahora amenazada, saldrá victoriosa porque es inmortal.   Que este trago amargo que ahora bebemos, nos deje un sabor dulce de fraternidad; Hoy nos une el miedo y nos confina a todos en un mismo nicho de temeridad; No éramos tanto y nos creímos  mucho; aun siéndolo todo… nos sentimos más, Unamos la especie y juntemos nuestras almas, hagamos las paces con la creación.   Cuando pase el miedo que hoy nos aqueja, tengamos en cuenta al Ser Superior… Volvamos adentro a buscar la esencia, la UNIDAD nos llama para continuar… Continuemos juntos que no estamos solos, ahora ya nos une un Poder Superior. El mismo Poder que hasta ahora ignoramos, será nuestro apoyo en el batallar.    No existe otro sitio… ya se agotó el tiempo…  Este es el espacio y el momento es YA.   Magnolia Stella Correa Martínez Colombia 2020
  Hay un lugar donde me encanta pasear de vez en cuando, y con mayor razón en estos tiempos en los cuales la mayoría, cansados de descansar, tenemos que sacar algún tiempito para procurarnos un poco de cansancio.  Sentisemo es una cueva maravillosa, iluminada por luces de todos los colores que impregnan el ambiente de exquisitas siluetas.  Escapando de mí llego a Sentisemo para encontrarme conmigo.  Aquí puedo contemplar la inocencia de la creación. En Sentisemo, mi soledad me permite apreciar la multitud que llevo conmigo porque encuentro el mundo real, ese mundo invisible en la visibilidad. Mientras camino por Sentisemo observo a un hombre de mediana edad en medio de una jauría de ocho lobos.  Me llama la atención la forma tan disciplinada como se encuentran distribuidos los animalitos a cada lado de su amo.  Intento seguirlo con la esperanza de entender el motivo o la razón por la cual los ocho lobos fungen como guardaespaldas de este elegante caballero… sin embargo, la jauría agresiva se opone furiosa, amenazante… esto me obliga a desistir de esta idea y me detengo en una esquina sin saber hacia dónde reanudar mi paseo.  Hoy Sentisemo está más subyugador que de costumbre; hoy más que siempre los espejos refulgen cual cielo henchido de estrellas… me detengo un largo rato a observarme en las distintas imágenes que destellan los cristales.  Al cabo de un rato, atrapa mi visión una dama que anda paseando con su perrito por un parque.  Me recordó al hombre que paseaba escoltado por una traílla de ocho lobos.  Entonces me le arrimo con la intención de indagarle al respecto. Luego del saludo normal, le pregunté a esta dama por el señor de los ocho perros guardaespaldas y ella me dio algunos detalles que lograron inquietarme un poco. ¿Don Rasgulio, dice usted?  –inquirió la señora en tono displicente- pues mire, ese viejo ha sufrido muchas decepciones por parte de varios de sus seres queridos más cercanos; historias de robos, traiciones y todo tipo de burlas y ofensas, y por eso desde hace algún tiempo ha decidido rodearse de estos animalitos y convivir únicamente con ellos; con ninguna persona habla ni comparte.  El viejo se basa en aquella filosofía popular que dice que: “entre más conozco la ser humano, más amo a mi perro”.  Y yo estoy de acuerdo con esta teoría, sabe?  Yo estoy segura que el ser humano es el ser más vil de la naturaleza.  En cambio, los animalitos solo saben amar.  Esos ocho perritos a nadie le permiten acercarse a don Rasgulio, ni cerquita a la villa donde viven; ellos son los guardianes.  Al despedirme de mi informante mis pasos me llevaron sin mi consentimiento o quizás guiados por los gritos de un hombre pidiendo auxilio, a una lujosa residencia… a medida que me acercaba se hacía más evidente la angustia de alguien clamando auxilio.  Al llegar al hermoso y fastuoso enverjado, cuatro lobos saltan a defender su territorio con ferocidad…  en esos momentos se escuchan unos frágiles lamentos pidiendo agua…  luego de unos instantes… Don Rasgulio murió sin recibir socorro, pero custodiado por sus nobles guardaespaldas…
Existe un sitio sagrado que me gusta visitar, Porque aquí encuentro la paz que se engulle el bien y el mal Y roba mis argumentos para a algunos criticar. Al entrar a este lugar, todo conmueve mi ser. Aquí la razón no puede ahogar al sentimiento Pues sabe que su lamento le basta para matar. Sentisemo me tenés loca de amor y… miedo.   Un aire dulce y muy blanco me seduce a la entrada, Preñándome de confianza para el singular garbeo Porque el paseo es valioso si asimilo la enseñanza.   Gente de toda calaña se vislumbra en esta aldea; Unos vienen y otro van, pero ni unos ni otros Dejan entrever la seña.   Luego de mucho camino y hablar con varias personas Un ángel sale saltando, como brotando del aire; Sigue por una ruta que hasta ahora desconozco Y por eso es que lo sigo, confiando en sus buenos pasos.  Sin embargo y aunque extraño, es una vía muy ambigua; Transita gente muy mala, que no deseo ni nombrar, También hay personas buenas con quienes me sintonizo.  Y es que aquí vengo a saber lo falso que es mi juicio, Pues… mientras amo a unos malos a otros buenos fustigo.   Entretenida en mi análisis, pierdo de vista al tal ángel, Aunque sigo tras sus huellas para ver si así lo encuentro. Casi cayendo la tarde me topo con un anciano, Quien, custodiando una cueva, me invita a irrumpir, A lo cual yo no me niego a pesar de mi rechazo. Es entonces cuando el sabio entiende mi interrogante: ¿Dónde se encuentra aquel ángel?  No quiero perder su rastro.   El sabio hace una seña hacia atrás… al interior de la cueva, Donde no alcanzo a mirar, en cambio sí me genera enorme curiosidad. Al preguntar por la cueva y qué es lo que allí se esconde, Con una verdad certera, el sabio me lo responde:      Bien pueda siga, le invito; para usted entrar aquí no necesita permiso. Eso sí tenga cuidado no se vaya a tropezar Al mirar para adelante o si mira hacia atrás. Le recuerdo que aquí encuentra lo que usted venga a buscar Así es que no se disguste y aprecie la realidad.   Atenta a las sugerencias, me interno en la extraña cripta, Donde lo blanco y lo negro ostentan la misma forma.  La verdad y la mentira asumen la realidad Aquí el amor y el miedo presumen valor igual.   Al fondo de la caverna, vigilante encuentro al ángel, Cuida una gruta chiquita, que al parecer es arcano… Un ventrículo escondido en lo hondo de la gruta, Donde conviven los seres que sostienen nuestro mundo. Dios y el diablo aquí cohabitan tomaditos de la mano; No hay disgustos ni peleas, son dueños de la razón.   El ángel se hace a un lado y me cede su lugar… Y al notar mi resistencia, el ángel no se ve más. De inmediato y aunque tímida me decido a mirar Ese fondo misterioso donde se oculta aquel par.      Un enorme y brillante espejo…      Que solo muestra la imagen      De mi humano corazónnn…
Libero a la religión de su culpa por engañarme al decir que la iglesia es la casa de Dios y cuando lo fui buscar, jamás allí lo encontré.  Ahora sé que yo soy la casa de Dios y que aquí lo puedo encontrar en el momento en que yo lo decida. Libero a la ciencia de la presión que le impuse para que probara o negara de manera contundente la existencia de Dios, porque esa evidencia solo la puedo encontrar en mi percepción individual, de tal manera que solo yo lo puedo comprobar o desvirtuar.   Libero al bien y al mal porque esconden el equilibrio del universo y manipulan el propósito del creador, por lo cual no son más que  un jocoso  disfraz de la justicia divina, que tampoco asigna premios ni reparte castigos, pues solo recibimos merecimientos. Libero al Ser Humano de sus derechos para que asuma su responsabilidad en el proceso de la creación y tome el control de sus circunstancias porque tiene el poder y la autoridad sobre sí mismo, porque su único derecho es su deber de ser feliz. Libero al amor necesitado de reciprocidad y al odio que requiere perdón; porque ambos no son otra cosa que la máscara de gas que ahoga mi Ser Divino y esclavizan mi libertad haciéndome olvidar que yo soy mi único amo y mi propio siervo. Libero al mundo de la obligación de indicarme o descifrarme la verdad que se encuentra escondida detrás de esta cruenta realidad porque ella, la verdad, es demasiado evidente para ser visible y en extremo simple para entender su complejidad.   Libero a mi razón del poder del conocimiento exterior cuando este distrae mi visión interior desconociendo  la temporalidad de su inteligencia limitada  y la eternidad de la Sabiduría infinita porque toda teoría que pretenda corregir lo perfecto es fatua. Libero a Dios de mi necesidad de Él, porque lo tengo, es mi prisionero, y mis cinco sentidos son sus carceleros, siempre alertas y vigilantes para que Él no pueda escapar. Libero a…  SÍ, ACERTASTE.  No fue más que una ilusión, un sueño del que despierto y me encuentro inmersa en mi inútil y fantasiosa ideología… esclava  de mi irracionalidad que se embulle mi razonamiento.  Ilusión, sueño, fantasía… de la cual no me sé liberar… CONSCIENCIA y SABIDURÍA me son extrañas.   Magnolia Stella Correa Martínez Colombia 2019  
CITA CON… …UN MAESTRO la humanidad hastiada ya no sabe qué hacer; en su locura por el cambio pretende construir un nuevo mundo sin normas ni leyes porque la justicia murió cuando el bien perdió.  Confundida y confusa me dispongo a evadir esta absurda realidad para asumir la nítida verdad de Sentisemo. Hoy circula mucha gente por mi sagrado lugar, según el ir y venir de tantas personas intuyo que hay algún acontecimiento importante.  Esto me alegra y me dirijo a informarme para participar.  ¡Me encantan los eventos en Sentisemo! Al llegar al punto de la congregación me entero que el evento se llama “CITA CON...”, enseguida hay una serie de opciones para escoger la personalidad con quien cada uno quiera tener un encuentro.  De lejos diviso el nombre de mi elegido.  Hay muchas personas en las filas esperando el momento para entrar a su cita preferida.  Yo no tengo que hacer fila, nadie más ha seleccionado mi opción “…UN MAESTRO”. Entro por un iluminado sendero, alcanzo a visualizar al fondo un enorme espejo en el cual puedo verme reflejada; de repente percibo que alguien camina a mi lado izquierdo, pero no se deja observar en el espejo.  No sé en qué momento empezó una extraña charla que me dejó muda de vergüenza y sin argumentos para controvertir. Cuando mi acompañante se refiere a mis juicios de valor, a mis creencias e ideales pienso ilusionada en Jesucristo… angustiada busco mi consciencia y la descubro agazapada en un rincón… acobardada, ni siquiera me miraba. Sin mucho orden, recuerdo algunas cosas que me dijo:“…nada se puede evitar porque solo sucede lo que tiene que suceder; que ninguna persona tiene autoridad moral para emitir algún juicio porque el Ser Humano desconoce los pensamientos de Dios y, por ende, ignora su linaje.  Que nadie tiene la pureza suficiente para hablar del malo, del mentiroso, del criminal, del ladrón…” Ladrón? Al oír esto, de inmediato saltó mi consciencia envalentonada y acusadora obligándome a revivir aquella inolvidable experiencia. -   Febrero 16 de 2019, sábado, 7:02 P. M., hago fila para tomar el transporte urbano, llega mi ruta, veo unas dos o tres personas de pie en el bus que llega; delante de mí sube una muchacha y se baja de inmediato, al parecer por la estrechez (después entendí); subo sin problema y me recibe la aterradora mirada de odio… de maldad… no sé (en ese momento no lo deduje) de un hombre más o menos de mi edad, vestido con camisa y pantalón blancos, de talla normal.  No lo volví a mirar durante todo el camino, aunque todo el tiempo me sentí amedrentada.  A pesar de que tengo un temperamento soberbio y arrogante, admito que ese minuto o minuto y medio que duró el trayecto a la próxima parada del autobús, fueron de angustia y pánico para mi gracias a esa única mirada del hombre que venía a mi lado izquierdo donde yo llevaba el bolso con el cierre abierto, solo cubierto con la solapa del mismo.  Cuando se anuncia la próxima estación, este hombre dice: “ya me tengo que bajar” y da un solo paso a la puerta de salida y se bajó.  En ese mismo instante, yo pienso: “! me robó… ¡”; busco en el bolso la cartera donde llevaba el dinero, documento de identificación, tarjeta profesional y las tarjetas bancarias; me cercioro que ese hombre me ha robado y comprendo que la mirada era para intimidarme y que la muchacha se bajó porque él la estrechó para hacerla bajar…-.   Mientras transito por mi memoria, llego al lugar de mi cita: el inmenso espejo. Cohibida y temerosa evito mirarme en el espejo, sin embargo, de nuevo mi consciencia se hace presente obligándome a levantar mi vista hacia el espejo para cumplirle la cita a mi maestro.  Ahí estaba él, mi maestro, el l a d r o n… y se repitió la historia: No lo volví a mirar… ¡Inolvidable!
La maestra eutanasia nos quiere concientizar Que sobran normas y leyes para ejercer su función Porque la muerte es ajena a la voluntad humana Pues no obedece a caprichos ni a nuestro interés mezquino.   Solidaridad con Carlos, quien padece horrendo mal Y encuentra en la eutanasia el calmante a su dolor. Cumpliendo los requisitos para el proceso en Colombia, Se fija la fecha y hora para acabar con su vida.   Ha llegado ya el momento y en el lugar indicado Siempre falta algún detalle para aplicar la eutanasia. Por uno u otro motivo, Carlos sigue padeciendo, Porque su muerte indolente, por ahora lo está esquivando.   Imposible huir de la vida, aunque esta ya sea pesada; No es posible alcanzar la muerte, por larga que sea la zancada. Hay un designio mayor, que forma y deforma el mundo, Nos mueve entre el bien y el mal, sin consentimiento mutuo.   Ya que, a pesar de las leyes, esas que inventa el humano El universo tiene sus normas, de las cuales nadie escapa. Aunque a veces lo entendamos y otras tantas veces no. Somos vasallos de un amo…  que es Quien ostenta el poder.   Magnolia Stella Correa Martínez Colombia 2022
Yo los tengo en mi memoria desde siempre porque desde muy pequeñita los veía llegar a la escuela con regalos para todos, buenos regalos hasta para los profesores.  Cuando yo llegaba a mi casa con esos buenos regalos, mis papás no decían nada, apenas sonreían, para ellos era algo muy normal. Este día nunca lo olvidaré.  Mi mamá me despertó a las 5 de la madrugada cantándome las mañanitas; ese era el día de mi noveno cumpleaños.  Yo estaba especialmente feliz; cuando mi mamá me dejó en la escuela a las 6:30 de la mañana, inocentes ambas de la cruel trampa que sería mi natalicio número 9, me abrazó fuertemente, me repitió el feliz cumpleaños y nos despedimos sonrientes y felices porque esperábamos vernos a la hora del almuerzo para celebrar en familia y con amigos. Cuando se llegó la hora del recreo, yo fui la primera en salir corriendo del salón de clase; salí feliz porque la vi a ella y me di cuenta que me estaba esperando, llevaba un regalo…  metí la carrera, pegué un brinco y me arrojé en sus brazos.   “Feliz cumpleaños, muñeca”, me dijo con voz tierna mientras apretaba mi cara contra la suya.  Yo recibí mi regalo, feliz y sin darme cuenta que estaba mordiendo la manzana envenenada.  Ella se sentó a mi lado y, en tanto que yo disfrutaba orgullosa de mi muñeca, me dijo: “con los otros muchachos te tenemos preparada una gran fiesta de cumpleaños…”.  Yo solo brincaba de la dicha, sin saber que estaba cavando la tumba para enterrar mi niñez y mi adolescencia; a mis nueve años, era imposible calcular que estaba viviendo los últimos instantes felices de mi vida. “Vamos, vamos que se nos hace tarde”, me dijo apurada; yo contesté: “no, primero tengo que pedirle permiso a mi mamá ahora que venga por mí” …; “no te preocupes, muñeca; yo ya le pedí permiso para que fueras a tu fiesta, es más, ella nos está esperando allá”, me dijo, cariñosamente.  Yo le creí y salí con ella de la escuela, delante de todo el mundo.  Los profesores también se dieron cuenta que yo salí y me fui con Doris.  Todos la conocían y todos, hasta los profesores, se dieron cuenta que yo me fui con ella.  Aunque el camino me era totalmente desconocido, yo iba inmediblemente feliz, sin saber que estaba a punto de sepultar mi inocencia, mi ilusión y mi esperanza.  Abrazada a mi fina y hermosa muñeca, repentinamente me entraron unas ansias, una angustia por llegar allá, donde mi mamá me esperaba para celebrar mi noveno cumpleaños con los otros muchachos.  El camino se iba poniendo cada vez más difícil; con una mano yo apretaba mi muñeca contra mi pecho y con la otra tomaba la mano de Doris; después de mucho, mucho caminar, pregunté: ¿esto cómo se llama, falta mucho para llegar?; yo no conozco este lugar, quiero ver ya a mi mamá, dije tímidamente.   Doris me contestó secamente: “esto es la selva y sí, si falta mucho para llegar”.   Luego de esto, nos sentamos a descansar un rato.  En medio de mi inocencia, ya me estaba pareciendo que Doris no era tan cariñosa conmigo y sentí un poco de inseguridad.  Sin embargo, me callé esta percepción y continué, ahora en silencio, hasta el lugar, aquel lugar donde enterré la última sonrisa de mi vida; el mismo lugar donde nació mi llanto eterno. Inolvidable… en el mismo instante en que llegué murió mi sonrisa y no supe que con ella se iba también, mi niñez y mi vida.  Un extraño e inexplicable temor se apoderó de mí; una sensación de inseguridad y angustia me obligaron a gritar: “MAMÁ, MAMÁ”, pero mi amargo llanto y mi estúpido grito tuvieron una respuesta seca e inhumana: “no, su mamá no está aquí y me dejó la chilladera ya mismo” , era la voz de Doris, la desconocida Doris, la verdadera Doris que con engaños me había llevado hasta este tenebroso lugar donde lo único que yo veía eran un poco de hombres y mujeres armados.  No me volví a acordar de fiestas de cumpleaños; yo solamente sentía la necesidad de ver y estar con mi mamá, era la única que podía protegerme y defenderme.  Pero, por más tenebroso que fuera ese miedo, con tan poquiticos años de vida, era imposible adivinar, ni siquiera medio intuir o calcular, el horror y la maldad humana que tendría que sufrir y padecer mientras lloraba a diario pidiendo que me llevaran donde mi mamá.  En medio de la angustia y la desesperanza, transcurrían mis días y mis noches totalmente desamparada; lo único que deseaba era la protección de mi mamá; lloraba todo el día de todos los días.  Pensándolo bien, por esos días yo era más bien un estorbo, no era mucho lo que podía hacer porque me la pasaba en cualquiera rincón llorando, siempre llorando.  De esta época de mi niñez frustrada, tan solo puedo recordar horrores ya que me obligaron a ser testigo de todo tipo de torturas y crueldades. Un día me mandaron con un grupo de hombres, no sé quiénes eran ni siquiera sabía sus nombres, a una misión.  Uno de ellos me tomó de la mano y los tuve que seguir para presenciar el hecho más horripilante y siniestro que pueda cometer un ser humano, con un mínimo de raciocinio, contra un semejante. Tan solo me di cuenta en qué consistía la tal misión cuando llegamos al sitio a recoger el cadáver de uno de los hombres de esta asquerosa organización que había sido fusilado cuando intentó desertar.  La sorpresa que sentí al ver un cadáver la manifesté con un grito de espanto; me puse a llorar e intenté salir corriendo, para dónde, no sé; sin embargo, uno de estos hombres me tomó bruscamente por un brazo y me obligó a quedarme.  Había que llevar el cuerpo ante el comandante… Me obligaron a ver cómo lo descuartizaban para empacarlo en bolsas y llevarlo al comandante del frente.  Con hacha y machete, entre dos o tres hombres picaban este cuerpo por cada una de las articulaciones, mientras yo simplemente lloraba y observaba la desalmada escena, absolutamente horrorizada, sin intuir siquiera que esto no era lo peor del día; no podía imaginar que esto era apenas el preámbulo de la más aterradora y despiadada tortura a una niña de 9 años.  Una vez hecho pedazos este esqueleto empezaron a empacarlo en las bolsas plásticas, pero estas no alcanzaron, quedando por fuera los pies, las manos y los brazos, sin embargo, tenían la orden de llevarlo completo.  Fue entonces cuando uno de aquellos hombres, sorpresivamente me arrebató mi morral; yo, inocente de nueve años, opuse toda mi escaza resistencia a que mi morral fuera utilizado para algo tan macabro; obviamente y sin importar mis gritos ni mis lágrimas, me lo quitaron y ahí empacaron estos restos humanos.  Mientras yo lloraba repugnada y horrorizada por mi morral, no alcanzaba a imaginar que podía haber algo un poquito más macabro.  Me resistí mucho más allá de mis frágiles y debilitadas fuerzas; grité tanto, como con la ilusión de que alguien pudiera salvarme, con la esperanza de ver a mi mamá defendiéndome para que no me obligaran a cargar ese morral a mi espalda; pero estos gritos capaces de extraer de mis entrañas todo el terror que pueda acumular y calcular cualquier persona, solo sirvieron de alimento para nutrir todo el sadismo que, de igual manera, pueda acumular y calcular cualquier persona.  Derrotada, con la inocente angustia de que esas manos que allí llevaba me iban a ahorcar, cargué mi morral en mis espaldas hasta donde estaba el comandante, sin pronunciar una sola palabra durante todo el camino.  Con el tiempo supe que esta era una práctica recurrente dentro de la maldita organización para deshumanizar a los niños.  Pero poco a poco, yo solita fui entendiendo la situación y jamás volví a hablar con alguien; ¿resignada? Tal vez, no lo sé; en mi mente solo estaba mi mamá, era en la única persona en la que podía confiar para contarle lo que me estaba sucediendo porque era la única que me iba a defender y proteger.  A mi corta edad, ya sin lágrimas y sin sonrisas, cuando pensaba que había superado los miedos más horrendos a fuerza de vivirlos, no podía imaginar que aún me faltaban más crueldades por experimentar en mi propia piel, en mi propia carne y sin que alguien me lo contara. Cuando tenía once años, Doris me mandó con Oscar al monte para que ayudara a traer una leña.  Sin decir una palabra, obedecí la orden y me fui con este hombre a quien no conocía, o no quería conocer, no sé.  A decir verdad, no sentí desconfianza, parecía ser un señor serio.  Pero si algún sentimiento me faltaba por escarmentar en esta tortura que yo estaba padeciendo hacía ya dos años, indudablemente era el asco y la repugnancia; el desprecio y el rechazo por todo aquello que se pareciera a la humanidad lo viví en esta ocasión con este detestable personaje. Debía ser más o menos el medio día cuando terminamos, o más bien terminó este asqueroso porque yo no hice mucho, de recoger, apilar y amarrar la leña; entonces el abominable se sentó bajo  la sombra de un frondoso árbol, justo al frente de  donde yo estaba parada con la mirada perdida; sin ver y sin mirar solo escuché, sin darle la menor importancia, que me dijo: “chillona venga”; sin siquiera mirarlo, di dos pasos hacia este maldito; sin malicia y ya sin temor, observé cómo el maldecido se levantó al tiempo que me repetía la perentoria orden: “que vengás”, me gritó justo en el momento en que llegaba hasta mí; me tomó bruscamente por mi brazo derecho, me sacudió violentamente y me dijo: “además de chillona, sorda?”.  Yo permanecí callada, en este instante percibí mi orfandad como nunca antes.  Sí, éste fue el preludio de la cruel atrocidad. Sin decir más, me levantó en sus brazos y empezó a “besarme” el cuello mientras buscaba un lugar donde sentarse conmigo en sus brazos.  Entretanto yo, desconociendo mi orfandad y mi abandono, gritaba mi asco e inapetencia ante la sordera de la majestuosa selva.  Sin dejar de resistirme ni de llorar, escuché cuando el maldito me dijo: “bueno mamita, o es por las buenas o es por las malas”.  El inhumano dolor físico es superable porque es pasajero, sin embargo, el asco y la repugnancia son eternos. Lloré durante todo el camino de regreso al campamento; Doris me vio llorando cuando llegué y entonces preguntó, con un tono de burla: “y a esta qué le pasa, por qué viene chillando?” ; él contestó riéndose: “pues que le dio mamitis, usted ya sabe que ella chilla por todo”.  Yo no tuve otra opción que guardar silencio porque ya él me había advertido que a nadie le podía contar y menos a su mujer.  Ahí me enteré que Doris era su mujer.   En medio del desamparo más cruel, me sumergí en mí; tan solo me animaba la ilusión de volver a ver a mi mamá para contarle lo que me pasaba allí; inmersa en mi soledad ya no lloraba y mucho menos hablaba; si me decían venga, iba y si me decían vaya, también.  Así pasaron algo más de dos años, hasta que apareció la nauseabunda bestia. Ya cumplidos los 13 añitos, algún día Doris me envió a llevar un almuerzo especial a unos dos kilómetros del campamento donde estábamos.  Como siempre ni pregunté, ni comenté; simplemente obedecí inocente, totalmente desprevenida. A nadie me encontré durante todo este recorrido, tampoco vi a alguna persona al llegar a la casucha; entré muda; dejé el portacomidas sobre una mesa y cuando me giré para salir del rancho e iniciar mi camino de retorno al campamento, el repugnante animal estaba ahí parado en la puerta, mirándome extrañamente; no sé cómo me miraba, pero no puedo negar que me impresionó tanto que me quedé inmóvil físicamente y con la mente en blanco. Sin reacción alguna de mi parte, con una pasividad más reflejo de la repulsión que de la inapetencia, el maldito me tomó en sus brazos y me violó por segunda y última vez…  Regresé al campamento sin decir una sola palabra, no tenía a quien comentarle… Mis días transcurrían normalmente, sin palabras; sin pensamientos de esperanza o de amargura, nada.  Un día que yo estaba con Doris, pelando unos plátanos en la cocina, de repente sentí un mareo que no pude ocultar porque trastabille y esta mujer se dio cuenta; entonces me dijo: “a usted qué le pasa chillona, no me vaya a salir con que está preñada?” … yo no había caído en cuenta de esto, a mis escasos 13 años.  Me quedé pensando; casi, casi ilusionada, sonreí.  Vanamente ilusionada, escuché cuando Doris le dijo a Oscar: “ve, llevá a la chillona donde el médico; parece que tiene problemas”.  Obviamente, yo no entendía que este era un mensaje cifrado; ya me estaba poniendo contenta; durante todo el camino yo me acariciaba mi barriga.  Lo único que me dijo Oscar, durante todo este recorrido, fue: “no le vas a decir a Doris lo que pasó porque te mato a vos y mato a tu mamá” …  No me importó, yo no había pensado en decir lo sucedido. Llegamos a un cuarto inmundo, todo era desorden y mugre; un tipo mal encarado me hizo el aborto, sin conmoverse por mis gritos de dolor y horror.  Regresé al campamento y nunca más volví a hablar y a sonreír, menos. Sin saber lo que era sentir una esperanza o tener una ilusión, transcurrieron unos dos años de mi vida como cadáver ambulante.  Indeseadamente sucede algo anormal, muy normal. Después de que cumplí los 15 años y aunque nunca volví a ver al fétido Oscar, repentinamente muchos de esos hombres empezaron a violarme; eran dos y hasta tres violaciones por semana.  Superado el dolor físico, ya no me quedaba más qué sentir sino fastidio y aversión.  Sin embargo, por unos pocos días volví a pensar, ya no con tanta inocencia, ahora sí con un poco de cálculo.  Cuando empecé a sentir mareos y nauseas, comprendí que tenía que ocultarlo; mi propósito era proteger a mi hijo hasta con mi vida.  ... Pero mi vida fue escasa para defenderlo.  Era obvio, ya estaba muy barrigona porque ya tenía seis meses de embarazo.  Entonces, Doris me obligó a ir donde el médico y ante mi contundente negativa, me dio un latigazo en la espalda suficiente para desmayarme inmediatamente.  Cuando desperté en aquella inmunda cama que yo ya conocía, bañada en sangre y frente a aquel aborrecido médico, que yo también ya conocía, este me preguntó: “cómo se siente” ?; mi silencio fue la evidencia… Basado en el testimonio público de una desertora de las farc, en el programa “LA NOCHE” con JEFERSON BELTRAN, del canal privado de televisión internacional “N T N 24”.
En la actualidad, la mujer ha asumido la responsabilidad sobre su vida y sus circunstancias; se entiende que la igualdad de género significa cero privilegios para ambos sobre la base de que las debilidades que sustentaron el abuso masculino han sido superadas.  Así es que, en el mejor de los casos, la mujer hoy en día trabaja hombro a hombro en conjunto con el hombre; poco a poco la mujer se ha concientizado de su poder espiritual y de su capacidad intelectual con lo cual ha logrado conquistar su independencia económica, mental, social, etc.  Sin embargo, de ahí a la mujer autónoma en realidad aún faltan algunos detalles.  Miren amigos esta simplísima historia de la vida real que les voy a referir, común y recurrente, por demás.   En días pasados, a eso de las 8:30 de la mañana, en pleno centro del pueblo una señora es atracada por un joven que se movilizaba en una bicicleta.  Ante la gritería de la dama, muchos vecinos salieron a la calle.  Dicen que en la esquina había un grupo de caballeros que gritaron: ¡cójanlo, cójanlo!, cuando el joven pasó en bicicleta por el lado de ellos.  Se escuchó decir en los corrillos del vecindario que uno de estos caballeros dijo: “ah, pues uno pa’qué se mete, hermano… si fuera la gente de uno, pues todavía…”.  Como es lógico, las críticas y murmuraciones en contra de este vecino por no salir en defensa de la señora atracada fueron la comidilla general.  Lo menos que recibió este valiente vecino de parte de las mujeres fue un rotundo madrazo; el resto del grupo de caballeros extraña y lógicamente callados.  Y es razonable, la mujer ha vivido sometida y dependiente del amparo y protección del varón a lo largo de la historia de la sociedad, sin embargo, no podemos seguir proclamando igualdad de género y al mismo tiempo reclamando privilegios de uno sobre otro; la igualdad de género no puede tener excepciones.   Cuando la mujer encontró el respeto a sí misma dentro de sí misma, logró asumir el control de su vida y el manejo de sus circunstancias. En mi opinión, ni igualdad de género ni superioridad de género; sí creo ciegamente en el complemento del uno con el otro; sí le apuesto firmemente a trabajar juntos por el desarrollo y evolución de la vida en este planeta. 
RENUNCIARÉ Al criterio que me muestra criminales y santos, Parásito que se alimenta de la fetén realidad y Carcelero fiero y perpetuo de la VERDAD.   RENUNCIARÉ Al lenguaje promotor y germen de ricos y pobres, Manipulador del justo equilibrio de la naturaleza Siempre magnánima a la hora de RECOMPERNSAR.   RENUNCIARÉ Al sentimiento alimentador de negros y blancos, Cloaca milenaria de odios y resentimientos Que menoscaban la humanidad de la HUMANIDAD.   RENUNCIARÉ Al pensamiento disfrazado de temores y odios, Aposento rentable del dolor y el sufrimiento Porque inhibe y ahuyenta el RAZONAMIENTO.   RENUNCIARÉ Al sueño aciago propagador de injusticia y justicia Alcahuete que inhibe mi responsabilidad personal, Relator de cuentos que niegan la PERFECCIÓN.     RENUNCIARÉ Al juicio divisor, Falso juez… Impostor de Dios…   Magnolia Stella Correa Martínez Colombia 2020
 Hace un tiempo publiqué algo, en alguna parte, que concluí así: “el Ser Humano es uno solo” a lo que un poeta español comentó: “decir que el Ser Humano es uno solo, es hilar muy delgado”.  No sé si el poeta captó mi idea; tampoco sé si yo entendí lo que él quiso decir, pero estoy de acuerdo con su comentario y me ratifico en que “el Ser Humano es uno solo” más allá de los miles de millones de personas que lo representamos. La negra Carmenza y el indio Pacho son una pareja del pueblo; ambos vendedores ambulantes de mango, aguacate, etc.; padres de cinco varones (tres asesinados) y una mujer que, al igual que sus cinco hermanos, ya se pasea por el bajo mundo del vicio y la delincuencia a sus escasos quince años de vida. Un sábado en la tarde, en el salón de eventos donde tendrá lugar la fiesta de quince años, lujosa y costosa para sorpresa de todos, están la negra Carmenza y su hija afinando los últimos detalles para el agasajo.  De pronto se escucha la corneta que indica que viene el indio Pacho vendiendo aguacates… madre e hija se miran y sonríen luciendo sin timidez su incompleta dentadura. Al ver la tranquilidad del indio Pacho vendiendo aguacates en el vecindario, nadie podría maliciar siquiera que era el portador de la noticia de un hecho, por lo menos, inoportuno. Llegando la puerta del salón de eventos, el indio Pacho suena la corneta de su carreta, al ver que ninguna de las dos mujeres sale, se acerca a la reja del lugar desde donde grita:      Negra, negra le dieron al tuerto, lo tienen en el hospital…      Pues andá a ver qué pasa, vos el taita y yo estoy ocupada y todavía nos falta hacernos arreglar el pelo y las uñas… Contesta la mujer sin inmutarse.      Pues yo también estoy ocupado trabajando... al fin y cabo, vos sos la mama… Dijo el hombre al tiempo que seguía su camino tocando la corneta de su carreta anunciando sus aguacates.   Sí, el tuerto, el menor de la casa, apenas trece años y ya había perdido un ojo por el golpe que le dio una señora cuando la iba a atracar; el hijo menor de esta pareja llegó muerto al hospital.  Para esta pareja, era el cuarto hijo asesinado.  Cuando la negra Carmenza por fin se presentó al hospital a eso de las seis de la tarde, se enteró que el cuerpo de su hijo había sido enviado a la morgue para los análisis pertinentes y que no sería entregado hasta pasadas las veinticuatro horas. Así pues, fiesta y alegría tuvieron espacio y tiempo; dicen que la rumba terminó a eso de las ocho de la mañana del domingo siguiente.  De igual forma, hubo lugar y voluntad para el llanto y el dolor; cuentan que el cadáver lo entregaron a eso de dos de la tarde de ese mismo domingo.Sentimientos, sensaciones y emociones que hacen único al Ser Humano y que toda persona los manifiesta de acuerdo con la infinidad de variables que conforman el show de la vida.   
Personas, actualidad   Señor MIEDO En Su Sentir Ante todo, deseo presentarle un franco saludo. Mediante la presente me permito expresarle mi más sincero agradecimiento por su valioso aporte a mi génesis y evolución, dado que, sin éste, sin su aporte mi labor se haría mucho más difícil y menos productiva.  Reconozco mi auge a raíz de su incesante expansión y fortalecimiento basados en cualquier tipo de argumentos, todos válidos y con su justa razón de ser, con tal de que sirvan a nuestro objetivo de crecer al unísono.  Permítame manifestarle toda mi admiración por su inigualable capacidad para diversificarse en tan innumerable cantidad de sentimientos, mimetizados en una incalculable variedad de emociones que me son del todo útiles y provechosas; todas ellas con una intensidad tan absorbente que les permite acumularse en determinados órganos para apropiarse de ellos poco a poco, despejándome el camino con cada paso que dan. Me permito hacer un reconocimiento especial a la angustia, la rabia, el odio, el rencor, el resentimiento, la envidia, etc. por citar solo unos cuantos, de sus incontables hijos, ya que gracias a su tesonera y desconocida labor yo me puedo encaminar sobre esas huellas invisibles que dejan sus pisadas.  Gracias a usted y a su prole por adobar el manjar y servírmelo en bandeja de plata para saciar mi voraz gazuza con buen gusto.           Por último y con toda humildad, le ofrendo los frutos de mi esfuerzo que no son más que las consecuencias del trabajo invisible y silencioso suyo y de sus apasionados hijos, gracias al cual yo puedo ostentar con orgullo los resultados de mi malicioso batallar.  Mil y mil gracias. Reiterándole mi gratitud por siempre, hasta una próxima oportunidad.  Atentamente,   Enfermedad
Un ladrón muy avispado salió un día a trabajar; Quiere estrenar la pistola, que hace ya algunos días, robada se consiguió, Cuando entro a casa de gringos que vivían en la ciudad.   El ratero está en la esquina divisando el panorama; Esperando con paciencia a quien va a damnificar, Mientras tanto este acaricia el arma que lleva al cinto.   Al llegar la autoridad, encuentra una dama herida; Ya el ladrón ha escapado contento con su botín Un humilde celular que, de pobre, no lo va a sacar.   Después en la fiscalía, esposado como toca El ladrón ya se lamenta su virginal inocencia Pues con el tesoro en las manos y él robando una miseria.   Y es que el arma utilizada, aquella que robo a los gringos Resultó de esas genuinas que algunos llaman reliquia Por haber sido usada durante la segunda guerra.   Historias del vivo bobo que a mí me gusta contar Para entrever lo evidente más allá de lo aparente, Pues, por lo general sucede que vista y apariencia Perecen en su reyerta.
Pocas veces tenemos consciencia de cómo empiezan algunas experiencias de la cotidianidad, tal vez por eso es que la vida nos sorprende permanentemente. No sé cómo ni por qué voy con una amiga, que no sé quién es, por una calle reconocida que tampoco sé dónde queda.  Al parecer vamos para una entrevista de trabajo o algo así.  De repente empieza a caer una gruesa llovizna, vamos protegidas bajo un paraguas que lleva mi amiga.  Un fuerte ventarrón me impide abrir los ojos, entonces le digo a mi amiga: “cuidado nos vamos a un charco”, ella dice: “no, tranquila”.  En ese instante siento que caemos en un pozo.  Al fin puedo abrir los ojos y veo que una espesa oscuridad ilumina mi vista; es algo inexplicable.De inmediato comprendo algo intimidante y le pregunto a mi amiga (a quien ya no veo): “¿nos fuimos al rio?” ella (invisible) solo responde: ” sí”.  Ahora continuo sola esta aventura.Veo un rio inmenso, tranquilo, agua muy, muy amarilla, como espesa.  Me veo y me siento flotando boca arriba con las manos en el pecho y contemplo un iluminado cielo azul con variados parches blancos.  En este estado, soy consciente que he muerto.Al darme cuenta que estoy muerta, pienso: “qué raro no sentí el infarto…”, sin embargo, vuelvo a concentrarme en el cielo que tengo frente a mis ojos y cada vez más cerquita, y digo: “allá voy Señor”.  En este momento me distrae un pensamiento, solo una persona pasa por mi mente… mi hermana… pero lo desecho y vuelvo a extasiarme en la visión del cielo, al cual me voy acercando o el cielo se acerca a mí, no lo sé, no lo tengo claro, levanto los brazos y, en señal de abrazo, en total consciencia y libertad absoluta, digo: “allá voy Señor”.En ese periquete, ya casi abrazada al cielo, una Paz inmaculada me regresa de nuevo a mi consciencia para irme despertando de a poquito, muy despacio, como en cámara lenta, con una plácida sonrisa que relaja mi rostro.  Amigos, les comparto el Inmaculado éxtasis de esta Paz de mi despertar.  Los abrazo.     
Dicen algunos que: “el dador de la vida es el único que tiene derecho a quitarla”.  Pues bien, lo que tal vez no terminamos de entender a la hora del juicio y la crítica al prójimo o a nosotros mismos, es que el dador de la vida tiene infinidad de formas, a pesar de lo cual no pierde su don de dador de la vida…, por ende, en cualquier circunstancia, por cruel o dolorosa que esta sea, nunca cede ese derecho, Su derecho.  Carmen es una mujer de raza negra de 41 años de edad; acuerpada, mide más o menos 1,65 mt. y  80 kg de peso corporal.  Quedó viuda hace 15 años luego de que su esposo Alberto, un hombre negro de 28 años, comerciante dedicado al negocio de un restaurante; padre de su único hijo, fuera asesinado en su propia casa y en presencia de su mujer y de su hijo de apenas 10 añitos de edad, por negarse a pagar una extorsión a la guerrilla.  A raíz de este crimen y agobiada por el constante asedio de la guerrilla para despojarla del fruto de su trabajo, decidió dejarlo todo abandonado y emigró con su hijo adolescente a la capital donde empezó de cero con el negocio del restaurante, pues, cocinar es lo único que Carmen ha sabido hacer durante toda su vida.  El único equipaje que llevaron consigo fue la escopeta que fuera de su marido sacrificado. Así pues, Carmen después de luchar sola por su único hijo, quien le colabora en las labores propias del restaurante, porque nunca quiso estudiar más allá de 5 grado de primaria, ha logrado, luego de muchas privaciones, acumular el dinero suficiente para comprar un local y amoldarlo a sus gustos y necesidades.  Nadie sabía que Carmen, desde que llegó a la capital hace ya 13 años, se hizo el propósito de tener algún día casa propia con un local acondicionado para su otro amor, su restaurante. De tal manera que, una vez tiene disponible el dinero suficiente para comprar la casa de sus sueños en el lugar y con las condiciones necesarias que le permitan amoldarla y ajustarla a sus requerimientos, Carmen llama a su único hijo, Carlos que ya tiene 25 años de edad, para contarle su proyecto y así mismo encomendarle la difícil tarea de buscar y encontrar esa casa con esas especificaciones.  Pero el negocio del restaurante no puede descansar ya que este es el que da para el sustento diario; así es que estas averiguaciones e indagaciones en nada afectan el normal desarrollo de las actividades del restaurante, que aumenta su clientela a diario, haciéndose cada vez más evidente la necesidad de un local más amplio y cómodo. Así pues, ante la presión vehemente de Carmen, por fin llega el momento en que Carlos le comunica a su mamá que ha encontrado la casa adecuada en el lugar indicado y le sugiere que debe tener ya el dinero disponible para concretar la transacción lo más pronto posible.   Obviamente Carmen asiente y consiente las recomendaciones de su único hijo y acuerdan ir a ver la casa para cerrar el trato con el actual propietario. Correspondiendo a lo acordado, Carmen y Carlos van a ver la casa que se proponen comprar, luego de inspeccionarla y constatar que es lo que desea y necesita, la mujer pacta una cita con el vendedor de la casa para hacer efectivo el pago negociado para el próximo martes a las 3 de la tarde en la residencia actual de Carmen y Carlos.  Sin embargo, el lunes anterior al día de la cita, sucede un imprevisto que ratifica que el único error posible en la vida, radica en su inmaculada perfección… Llegado el lunes, antes de la cita entre comprador y vendedor de la casa, en el restaurante de Carmen solo se respira un aire de realización y agradecimiento que se reflejan en el rostro de satisfacción de los innumerables clientes que hoy han disfrutado del buen plato  y del buen ambiente en una cantidad muy por encima del promedio habitual hasta la 1:45 de la tarde más o menos, cuando unos cuantos comensales, luego de que reposaron un poco el almuerzo, se disponen a continuar con su respectiva jornada y los dueños, o mejor la dueña porque Carlos no se encuentra en el negocio en este momento debido a que salió a llevar un domicilio y aún no regresa, se preparaban para terminar con su labor del día,  Carmen revive su historia de horror y terror que le ha marcado toda su vida.   Siendo más o menos la 1:45 de la tarde del lunes, irrumpen en el restaurante de manera violenta dos encapuchados; uno de estos se queda agazapado en la puerta del local y el otro desenfunda un arma y apunta a la cabeza de Carmen mientras se acerca a la caja donde se encuentra esta mujer casi paralizada por el pánico y la desilusión; a pesar de que la circunstancia se le hacía conocida, hoy sentía un hielo devastador que le revolcaba las vísceras.  Cuando el encapuchado llega a la caja, siempre apuntando a la cabeza de Carmen, empieza a vociferar con una gruesa voz de mando: “la plata, la plata… a ver, movete vieja hijueputa que no tengo mucho tiempo…”, gritaba este delincuente al tiempo que le daba con la cacha del revólver a la mujer en la cabeza…  ante la renuencia de Carmen a entregar el dinero, el segundo delincuente, el que estaba en la puerta desarmado y desalmado, se acerca al lugar de la escena.  Carmen ya se ha dado cuenta que este hombre no tiene armas y piensa, con ilusión, que viene a socorrerla o defenderla de la brusca actitud de su atacante.  Sin embargo, el hombre sin mediar palabra alguna, estruja a la mujer, señalándole con la boca fruncida, que traiga el dinero ya. Carmen se da cuenta que uno de los clientes que había en ese momento en el restaurante, logró salir y lo más seguro es que haya ido a pedir auxilio a la policía; entonces les entrega todo el dinero que tiene en caja.  No obstante, el hombre insiste en que tiene que entregar todo el dinero y empieza a ultrajarla verbalmente, ya casi desesperado frente a la persistente negativa de la mujer que, a pesar de la convulsión interior que está padeciendo, se ha percatado también del nerviosismo de sus victimarios. Repentina y bruscamente el encapuchado quita el seguro del arma… este espeluznante ruido hace helar la sangre en las venas de todos los asistentes  al grotesco espectáculo y hace reaccionar al cómplice que le hace un gesto de tranquilidad al delincuente para que no vaya a disparar,  le da un  fuerte empujón a Carmen y hace que ésta caiga al piso, circunstancia que es aprovechada por este hampón para patear a la mujer en la cara y forzarla a que entregue todo el dinero de sus ahorros logrados durante todos estos años.  Ante la brutal agresividad de este hombre, Carmen se levanta del piso como puede, se lleva la mano izquierda a la boca de donde brota un chorro de sangre y con la mano derecha le hace un ademán para que espere un momento mientras ella trae el dinero que está en el cuarto de enseguida. En efecto, Carmen entra al cuarto de enseguida de la caja del restaurante, toma las chupas negras que contienen el dinero destinado a la compra de la casa y remodelación de su negocio y se dispone a salir.  Pero, una vez en la puerta, antes de salir del cuarto, la mujer suelta las dos bolsas para mirarse en el espejo que está colgado detrás de la puerta y confirmar presa del pánico y la desolación: “ufff… este hijueputa me tumbó los dientes” dijo mientras oscurecía su rostro y su mundo con una mueca de asco y desesperanza.  Sin embargo, cualquier emoción o sensación que se pudiera estar gestando en el interior de Carmen, se vio cercenada por el grito hostil del hombre armado: “muévase cucha que se me agota el tiempo y la paciencia…”…ante la perentoria orden, la mujer reacciona y se ubica en su cruel presente; con la cabeza en alto y sin derramar una sola lágrima por este ultraje físico y emocional, se agacha un poco para retomar las chuspas con el dinero… pero esta vez el dolor la distrae, como forzándola al cumplimiento de su perversa, desconocida y extraña misión. A punto ya de salir del cuarto a entregar las chuspas con el dinero a los dos atracadores, Carmen ve que, detrás de la puerta, colgada donde ha permanecido por años sin que alguien la volteara a mirar siquiera, está inmóvil, inerte, pasiva y silente la escopeta de Alberto, su marido asesinado hace ya 15 años.  Como autómata, pensando sin saber qué piensa, pero sintiendo sin saber que siente, la mujer se lleva la mano izquierda a la boca mientras con la otra toma el arma e inmersa en una nube de confusiones, decidida sale del cuarto dirigiéndose donde está su único pero sanguinario victimario.  Sin pensamientos buenos o malos, sin sentimiento noble o perverso, Carmen hace un único tiro, certero, preciso.  Justo en este instante, llega la policía al lugar. Luego de constatar que el atracador ya está muerto, el agente de la policía descubre el rostro del hombre abatido por su víctima… ante el horror de esta sorpresa, enmudecen todos los presentes, menos Carmen, quien sin sorpresa y con certeza, como un tempano inerte, al tiempo que entrega el arma homicida al representante de la autoridad, lentamente se agacha para abrazar a su único hijo y hacer la señal de la cruz, mientras dice: “yo te di la vida… yo te la quité…”. Muchos años después, Carmen es una mujer con los ojos secos porque las lágrimas se le congelaron en el alma o, tal vez, inundaron la paz de su consciencia que le reprocha a gritos que su mayor error de madre, fue haber sido la mamá perfecta…
Sinceramente la mujer sí es un ser excepcional sea cual sea la circunstancia o la condición que tenga que afrontar, pero el suceso de la maternidad si es algo que no lo recompensa sino el hijo agradecido y compasivo.  Yo, que jamás tuve la noble fortaleza para ser mamá, observo casi con envidia a muchas de mis amigas que fueron mamá por encima de todo y que hoy se ven recompensadas con sus hijos.  Sin embargo, hay de hijos a hijos.  La historia que voy a contar no tiene un mínimo de fantasía, dolorosamente es una cruel realidad. Conozco de toda la vida la historia de mi amiga Rosita con su hija Diana, quien hoy tiene 36 años y también tiene una niña de 6 años.  Rosita fue creada por la abuela, sin mamá ni papá, pero con mamá y papá; tal vez por esto, mi queridísima amiga es una mujer de un carácter muy, muy agrio, brusca y agreste en su trato cotidiano con todo el mundo; para nadie tiene ni ha tenido modales o demostraciones afectivas.  Quizás por esta razón, no pudo formar un hogar y el hombre, papá de la hija, salió corriendo cuando la niña tenía apenas algunos mesecitos y se desentendió por completo de sus obligaciones económicas y emocionales con la pequeña; de tal manera que, además de su dura crianza también le tocó criar sola a su única hija.  En medio de las más extremas necesidades económicas, con el único apoyo de su instinto maternal; con un sacrificio soportado en la férrea voluntad de sacar a su hija adelante, esta mamá logró hacer de su hija una mujer de bien para la sociedad…  solo que esa sociedad no incluye a esta mamá, por tanto, hoy en día, después de una vida de entrega y devoción, el resultado es una mujer sumisa y humillada que no disfruta de esa “mujer de bien”, porque ante la mamá, esa mujer no existe… Una tarde de cualquier día, llego a la casa de mi comadre Rosita.  Estamos charlando en el patio cuando llega Diana, mi ahijada que anda por los 13 años, una morena muy hermosa.  Pero lo que tiene de hermosa lo tiene de atarbana y vulgar esta muchacha que viene de la calle furibunda por el calor que está haciendo.  Yo hacía bastante no la veía, pero sí sabía que era una mujer muy violenta y áspera; sin tacto ni delicadeza en su trato con los demás y de respeto y consideración con la mamá, mejor ni hablar.  Pero esto es un simple y escaso preámbulo del monstruo que apenas se estaba gestando.  Formada en la más absoluta pobreza, aprendió a manipular a Rosita de tal manera que esta mamá buscaba plata prestada como fuera, con tal de satisfacer los caprichos de la adolescente que poco a poco iba aprendiendo a detectar esa fragilidad de la mamá; esa debilidad de la mujer, tal vez originada en un estúpido complejo de culpa y remordimiento por no tener dinero y por no haberse conseguido un marido rico.  “Por qué me escogiste a ese hijueputa de papá?, ¿por qué no te levantaste un mozo rico?”, era el reclamo constante ante cualquier necesidad económica; reclamos cada vez más frecuentes y agresivos que exceden las normas mínimas del respeto y la dignidad del más indiferente y frío Ser Humano.  A esto, poco a poquito todos nos fuimos acostumbrando y ninguno del medio social o familiar nos atrevimos a decirle algo a la muchacha por no desafiar su extrema y vulgar agresividad; pero sí ha sido un comentario obligado siempre que se presenta la ocasión. Diana ha utilizado todas las mañas y artimañas habidas y por haber para manipular a Rosita.  Cuando la hija tenía unos 17 años, para la época decembrina la mamá me llamó desesperada: “venga, la necesito, cómo le parece que Diana se tomó un mundo de esas pastillas que se le dan a mi mamá (ya anciana) para dormir y se acostó y cayo vencida.  Tengo mucho miedo”.  Salí corriendo para la casa de ellas; a decir verdad, yo estaba aterrorizada.  Cuando llegué le pregunté a la mamá: ¿y por qué se tomó todo eso, tuvieron alguna pelea o qué pasó?; la misma respuesta de siempre: porque yo no tengo plata para comprarle el estreno…  Yo simplemente sonreí en medio de la zozobra y el pánico que circundaba el lugar.  Pero la vida con nada se queda.  No sé si por cosas de Dios o del diablo; no sé cómo, por qué o para qué yo me acerqué al lavadero y allí pude ver una de estas pastillas que se había quedado atorada en la rejilla del sifón.  Jajaja, llamé a Rosita y le señalé con el dedo la prueba de la mentira de su hija, mientras le decía: “mirá, nada se ha tomado, las echó por el sifón para hacerte creer que se las tomó porque está deprimida y aburrida porque no tiene qué ponerse; te está manipulando para que salgás corriendo a buscar plata para comprarle ropa…”.  Una simple y triste mirada fue la única respuesta de Rosita.  Y así fue toda la vida, siempre queriendo mostrar y demostrar lo que no tiene. Y así es esta mujer hoy en día, esclava de la moda y la apariencia; amante de los lujos y la vida social; poco amiga del trabajo y de las labores domésticas.  Solo sabe consumir y nada le importa producir.  Pero bueno así ha sido desde muy niña; manipuladora y controladora con Raimundo y todo el mundo, aunque más que todo con la mamá. Pero como dicen los padres cuando ya están viejos: “cuando ya los hijos están grandes, los que mandan son ellos y a uno ya no le queda sino obedecer.”, mi pobre amiga no ha sido ajena a esta ley de la naturaleza, entonces ahora es su hija la que lleva las riendas de la casa, solo que con una crueldad inimaginable para con esa mamá enferma, que ya no puede producir. Cuando esta muchacha quedó embarazada de un hombre bebedor y mujeriego, normal, pero muy generoso en cuanto a lo económico, Diana inmediatamente le prohibió a Rosita que siguiera trabajando la modistería, lo cual hacía excelentemente y, por ende, tenía muy buena clientela.  Este hombre sostenía la casa con todo y un poco de excesos pero, obviamente no aguantó la patanería y manipulación de su mujer, quien pretendió que él dejara de ser bebedor y mujeriego por ella y para ella.  Al irse este hombre de la casa, llegó la época de las vacas flacas… llegaron juntas… Ahora Rosita con 55 años de vida, cansada de trabajar y ver por su casa durante toda su vida, está muy enferma y agotada; ya no puede con la obligación de la cocina, lo cual la convierte en objeto de insultos y humillaciones de parte de la hija que tampoco quiere saber de esta labor doméstica.  Y del cuidado de su salud ni hablar.  Al respecto, hace algunos días fui testigo de algo tan increíble como verdadero. En el mismo momento en que Rosita me contaba que el médico le recetó una medicina que no se la cubre el sistema de salud y que no tenía dinero para comprarla; justo ahí, llegaba Diana con la medicina que le formuló el veterinario al perrito.  Plop… yo simplemente tragué en seco… sin embargo, todavía no he contado lo más cruel. Muchas, muchas veces Rosita me ha contado que la echa de la casa en una forma muy satírica, sin embargo, cuenta Rosita, que ahora ya se lo dijo de una manera muy nítida: “Yo no la puedo seguir manteniendo; usted no quiere hacer nada y yo así no puedo; usted verá qué va a hacer o qué se va a poner a hacer, pero necesito que me desocupe la casa porque usted ya se me está convirtiendo en una carga muy pesada…”.     Rosita no tiene casa, no tiene pensión, no tiene más hijos…  se supone que esa hija por la cual trabajó toda su vida y a la cual sacó adelante ella solita es su apoyo para la vejez; pero…  CRÍA CUERVOS Y ELLOS TE SACARAN LOS OJOS…
Aún en medio de la sinrazón, todo en la vida tiene su razón de ser.  Muchas veces la vida en medio de la cotidianidad nos lleva a unas experiencias tan inolvidables, como inapetecibles, que indican a gritos que la riqueza de la vida navega en la plena certeza de su absoluta incertidumbre.  Ergo, hay rutinas que coinciden y nos dejan sorpresas que confunden. Como es su rutina diaria, después de cumplir su jornada laboral, un médico bogotano sale de la clínica en horas de la noche para ir a su casa; cruza un solitario puente.  De repente este hombre comprometido con la vida y acostumbrado a defender la del prójimo, se ve forzado a proteger la propia cuando su sendero rutinario coincide con el de tres hombres adultos habituados a exponer la suya, su vida, en un juego macabro del cual han resultado siempre ganadores… hasta que la maliciosa vida confronta estos hábitos, estas dos costumbres tan opuestas entre sí, en un fatídico encuentro que nos deja cuatro perdedores luego de que el médico debilitado por  heridas de puñal y golpes con la cacha de un arma de fuego recibidos, saca su revólver y dispara a la humanidad de los tres hombres que hoy compartieron su sendero… sí, los tres dejaron su vida en manos de quien la cuida y la defiende a “toda costa”… Todo tipo de argumentos jurídicos y emocionales se manifestaron en defensa de la actitud del profesional.  Desde luego toda la sociedad colombiana se solidarizó con el médico bajo la premisa de que “cualquiera en su lugar habría hecho lo mismo”… yo también. Es evidente que yo también tomo partido del lado del médico; queda claro pues mi apoyo y respaldo incondicional para con este hombre ante la dura prueba que le ha tocado sortear; no obstante, no encuentro MI respuesta a una pregunta hipotética que nos hicimos todos buscando la defensa del médico. ¿Qué habría pasado si este médico no portara esa arma? La única respuesta que se nos ocurrió fue “el muerto habría sido el médico”…  ¡Tal vez! En medio de mi incesante pensadera y validando esta posibilidad, se me ocurre otra igual de incierta: “tampoco habría sucedido el asalto”…  ¡Quizás! Quién sabe…  no lo sabemos; jamás sabremos a ciencia cierta: ¡qué sentido tiene semejante sinsentido…, cuál es la razón de tamaña sinrazón…!. 
Algo poco usual sucede hoy en Sentisemo… una multitud desordenada circula por mi exclusivo lugar.  Una vez logro estabilizar mi percepción de la extraña situación, me dedico a investigar cuál es el acontecimiento que ha logrado reunir a todas las personas del mundo aquí, en MI sitio sagrado; no faltan reyes ni mendigos.  No es para menos, es la gran cumbre de Líderes Mundiales; un magnánimo evento que convoca a las personalidades que dirigen el mundo, en uno u otro sentido, con la finalidad de resolver los graves problemas que afectan a la sociedad humana a lo largo y ancho del planeta. De repente aparecen en el escenario los Líderes Mundiales comunicando el resultado de su trascendental cumbre.  Un silencioso grito de esperanza ahoga la alegría de ponerle fin a las dificultades.  Sin embargo, los Líderes parecen deducir esas expectativas Mundiales y, según su ceño fruncido y su gesto adusto, los frutos de la cumbre no son lo proyectado… “Querida gente: ante todo pedimos perdón por no presentar una solución generalizada a los enormes conflictos que hoy les aqueja… -de inmediato, el bullicioso llanto de la esperanza se traga la alegría de la muchedumbre-”.  Luego del vehemente llamado a la calma, reina un silencio sombrío propiciando la continuación del discurso: “… Sin embargo, nuestro deber es orientar y apoyar a la gente… sobre esta base y mediante un acuerdo unánime, decidimos dejarlos en libertad absoluta y plena para solventar los graves problemas que les oprimen, acorde con los lineamientos generales que les serán entregados a cada uno de ustedes por nosotros mismos de inmediato.  Así damos por concluida esta cumbre de Líderes Mundiales”.    Tuve la sensación de que esta cumbre de Líderes Mundiales la terminaron de manera precipitada… lo cual se me hizo un poco entendible, dado los distintos gestos que se leían en el rostro de la multitud que dibujaban gemidos de esperanza, miedo e incertidumbre.  En fin, el hecho es que llegué de primera a recibir mis instrucciones.  Esta circunstancia me hizo sentir en desventaja… entonces, esperé un momento a quedar un poco más lejos en la fila con el objetivo de fisgonear los papelitos que cada uno recibía de las manos de los Líderes.  No obstante, a pesar de mi esfuerzo y aunque todos los alcanzaba a ver bien, NINGUNO pude entender porque los lineamientos para superar los inconvenientes Mundiales eran un mensaje codificado individual.  Ni modo, tocó esperar a que llegara el turno de percibir mi papelito. Y llegó.   Sudor y temblor… una multitud incontable de sentimientos, emociones y sensaciones me reciben de píe, me hacen la venia y extienden su mano para entregarme el papelito con un mensaje más que legible… entendible: “los DOS nos comprometemos a apoyarte en tu decisión… la que sea”.   DOS?  Me cercioro. Reconocimiento y gratitud inundan mi visión, levanto el rostro para… justo en ese instante desaparecen de mi vista Dios y el diablo…   
“Cada uno tiene la razón en su mundo; ninguno tiene la razón en el mundo de otro”. Voy por un camino estrecho en medio de dos montañas cuando me encuentro con Ñañel que viene corriendo, como intentando escaparse de alguien o de algo, no sé.  Se detiene a mi lado y se sienta en una enorme piedra que hay a un lado del camino.  Hace una mañana de verano, espectacular.      ¿Qué te pasa Ñañel? –digo mientras él mira hacia atrás… luego me mira, con unos ojos exorbitados por el miedo o la rabia-.      Venga niña, siéntese aquí a mi lado. Pasando por alto la incomodidad que me causa su mal olor, me siento a su lado para brindarle confianza.  En ese momento viene por el camino un joven que, al pasar por nuestro lado, con una sonrisa amplia y burlona, grita:      ¡Bañate Ñañel…! –y sale corriendo, convencido que Ñañel corre tras él para alcanzarlo-. Sin embargo, Ñañel ignora el pretendido insulto, se acomoda su sombrero de tornillo y me mira con unos ojos suplicantes y una asombrosa sonrisa que deja ver su escaza dentadura, al tiempo que me dice:      Niña ¡por favor! Consígame una tambora pa’compañar a mis santitos en la fiesta… ¡por Dios!, ayúdeme niña. Aprovechando un poco su confianza en mí, pienso en utilizar esta ocasión para hacerlo bañar…      Bueno Ñañel, yo te consigo la tambora para que acompañés a tus santitos en la fiesta y vos te bañás, ¿listo?  -Digo yo con una inocencia casi pueril-. Solo hasta cuando la sonrisa de Ñañel deja de alumbrar su rostro me doy cuenta que la luz de una sonrisa no la aporta una buena dentadura.      No niña –me dice con gesto antipático y tono regañón- yo no tengo porque bañarme porque yo soy un santo y los santos nunca huelen maluco porque “los santos no sudan…”  En medio de su fantástica inocencia, Ñañel, me hace comprender que él vive en armonía con lo que le dicta su consciencia.   Magnolia Stella Correa Martínez Colombia
  Son las 6:30 de un oscuro amanecer en Lima, Perú.  A través de la ventana de la cocina, Patricia contempla la leve llovizna que riega el jardín, al tiempo que disfruta a pequeños y espaciados sorbos, una taza de café colombiano, según ella, el mejor del mundo, mientras recuerda con nostalgia: familia, amigos, vecinos, calles y paisajes que han quedado en su entrañable Colombia desde donde emigró hace ya cinco años con un equipaje de esperanzas y su único hijo, de diecisiete años (para ese entonces), en busca de mejorar su situación económica y la de su familia en Colombia. Agradecida por la acogida que le ha brindado el país extraño, recuerda que, a pesar de que llegó al Perú con las manos repletas de ilusiones y los bolsillos clamando una moneda, pudo sacar a su hijo adelante luego de que, en su amada Colombia, el muchacho desde los doce o trece años más o menos, ya disfrutaba el peligro del vicio y la vagancia.  Sin embargo, gracias a Dios y a su lucha férrea por salvarlo de ese riesgo, hoy en día, a sus veintidós años de edad, su único hijo es un hombre trabajador, ya tiene casa propia, es independiente y la ayuda a ella bastante en lo económico. Inmersa en ese estado de nostalgia y agradecimiento, el timbre de su teléfono móvil hela la sangre en sus venas y un pánico desconocido atora el grito en su garganta, sin saber el por qué.  No es para menos. Patricia mira su móvil para ver quién es que la llama tan temprano y contesta ansiosa, aunque ya calmada. ·         Hola Marina, buenos días.  Dice Patricia, inquieta. ·         Buenos días, Patricia.  Ya te enteraste? Ya sabés que mataron al hijo de Carmenza por robarle el móvil? Carmenza y su hijo de veinticuatro años, también colombianos, amigos de Patricia y Marina.  Patricia no puede contener el llanto, solo atina a gritar: ·         No puede ser, no puede ser… tengo que llamar a Carmenza, tengo que llamar a Carmenza… Luego de la breve charla, Marina se despide para permitirle a Patricia llamar a la amiga colombiana para solidarizarse con ella en el cruel momento que está padeciendo.  Sin embargo, la consciencia del subconsciente, siempre nos alerta, aunque la hagamos a un lado. Patricia, decidida y comprometida con llamar a su compatriota y amiga, va y viene dentro de su casa; cada que toma el teléfono para llamar a Carmenza, recuerda alguna cosa que tiene que hacer: ordenar la ropa, sacar la basura, lavar el baño, comprar el pan, etc.   Hasta que pon fin se ocupa de lo que su subconsciente le ha venido retardando, y entonces se sienta cómodamente para llamar a Carmenza a expresarle su solidaridad y brindarle acompañamiento y apoyo en lo que ella pueda.  Sin embargo, primero entra una llamada, mira la pantalla del móvil que dice: hijo, la contesta para hablar primero con su muchacho. Al cabo de un rato, mientras aguarda en la sala de espera a que le traigan a su hijo, Patricia recuerda lo que le dijo el profesor de algebra cuando fue a cambiar a su hijo de colegio por los problemas que se le venían presentando: “Señora, tome consciencia que no está solucionando el problema, dese cuenta que solo se está llevando el problema para otra parte”.  Levanta su rostro bañado en lágrimas y cae de rodillas al contemplar, a lo lejos, a su único hijo tras las frías rejas… Personas y ciudades, ficticias; personajes y hechos, verídicos.  Más allá de esto, una realidad tan cruel como cierta; tan indeseable como repetitiva.  Dos madres unidas por el amor y el dolor por su único hijo… dos mamás separadas por una tumba y una cárcel.  NADIE imaginaría siquiera, ser una de ellas…
Desde posiciones de trabajo y estudios privilegiados, muchos creen defender sus derechos individuales destruyendo lo que con el esfuerzo de todos hemos construido a lo largo de nuestra historia, olvidando que los derechos personales no se garantizan atropellando al resto de la sociedad.  Algunos piensan que de tirar piedras para causar destrozos surgen las “oportunidades” que ellos mismos no han sabido desarrollar porque les falta la voluntad y el esfuerzo personal y familiar fundamentales para alcanzar los logros anhelados.  Ningún programa social de ningún gobierno de ningún modelo político o económico puede reemplazar la voluntad y el esfuerzo personal y familiar; las “oportunidades” que derivan en todo tipo de logros y conquistas no son sino el reflejo del trabajo organizado y  comprometido con un objetivo. Reclaman apoyo y solidaridad al pueblo colombiano mientras le destruyen su transporte público, sus carreteras, sus edificios y monumentos; demandan del resto de la sociedad refuerzo y adhesión al tiempo que saquean sus negocios y asesinan a sus policías, también impiden que funcione el acceso a escuelas y hospitales. Imponen, fuerzan, obligan un apoyo y una solidaridad de las cuales ellos carecen por completo; no les importa quién o cómo la población sea  afectada al defender su causa; lógicamente tampoco son los que arreglan lo que dañaron y menos son los que pagan esos arreglos, estos toca pagarlos con la plata de todos;  sin pretender decir que sean ricos o millonarios, sí son sueldos y salarios muy superiores a los del resto de ciudadanos, que no recibimos ni tierras gratis, ni dos o tres pensiones más un sueldo, etc. La protesta social en Colombia ha pasado a ser un movimiento de grotesco vandalismo al servicio de intereses particulares, que desdibuja su esencia y filosofía cada vez más dejando de ser el reclamo justo de unos derechos para dejar ver una banda de delincuentes que bombardean  al estado al mismo tiempo que están viviendo de él… Quienes hoy en día ya somos adultos mayores, sí sabemos lo que es fabricar nuestras propias oportunidades, a falta de papá rico (estado) repartiendo la mermelada (auxilios, tierras, etc.) en la mesa de sus hijos, nos tocó ganarnos la vida a pulso, a fuerza de trabajo y esfuerzo personal, gracias a lo cual no tuvimos que “obedecer para agradecer”, la esencia de la triste esclavitud moderna…  Quienes hoy en día ya somos adultos mayores, entendemos que la vida hay que ganársela, que lo que hoy es gratis, mañana lo cobran muy caro, en consecuencia “en vez de mendigar nos pusimos a trabajar…”…
  No cabe duda que los hechos de corrupción en la administración del erario por parte de muchos servidores públicos en Colombia, han  sobrepasado todos los límites; sin ética, sin moral, sin vergüenza y sin decencia se saquea sin temor y sin recato el bolsillo nacional.  Por más doloroso y hasta deshonroso que sea saberlo y fiscalizarlo, todo esto sucede ante los ojos desorbitados de una justicia pletórica de normas y leyes ambiguas y maliciosas que, de la misma manera que sirven para castigar son útiles para absolver, pero la autoridad inmersa en su mal proceder, sucumbe ante el poder del corrupto de turno.  Cada día un escándalo superior tapa el del día anterior… y así se extiende este mal a todos los sectores de inversión del estado y se prolonga en el tiempo haciendo imposible aniquilar este crimen que obstruye y retrasa el progreso de la nación, menoscabando la calidad de vida de todos y ante la impotencia, repugnancia y complacencia de toda la sociedad. Investigadores de todas las especialidades buscan una explicación para este mal que, superado y excedido ya todos los males, se está arraigando de tal manera que más bien parece constituir el ADN de la sociedad y representa la grave amenaza de convertirse en la génesis nacional.  En fin, los argumentos de esta novela de terror son tan incontables como sus protagonistas.  Qué la moral, qué la ética, que los principios; qué la universidad, que la casa, qué la iglesia; qué el ejemplo, qué la impunidad…  No sé, tal vez sean todas, quizás ninguna o de pronto algunas; lo cierto es que este mal devasta a la sociedad en general y solo de la sociedad en general tiene que extraerse la vacuna, porque allí está su núcleo.  No es creíble porque no es posible que exista un líder político, de algún partido político, de alguna tendencia política que nos salve de esta hecatombe nacional.   Esta tarea le corresponde a la sociedad, a nadie más. Bien, se habla entonces de la sanción social, lo cual suele entenderse como el castigo del votante, es decir, no votar por algún personaje implicado en un tema de corrupción.  Sin embargo, aún desde la cárcel, estos líderes políticos tienen el poder y la capacidad para movilizar a sus votantes y direccionarlos hacia su candidato particular.  Estimulado por todo tipo de dádivas, el votante corruptor elige al político corrupto, quien más tarde va a recuperar esos regalos.  Comprar y vender un voto las dos caras de la corrupción; por tanto, votado y votante, los dos  únicos responsables del pernicioso mal que perjudica a todos y de la cual todos se benefician en tiempos distintos y en circunstancias diferentes…  Compra un  voto el mismo corrupto que llega a dictar las leyes que luego debe cumplir y vende su voto el mismo corruptor que después va a condenar la corrupción.  Corrupto y corruptor se generan y se sostienen el uno al otro; se devoran y se apetecen mutuamente dentro de la misma sociedad justiciera y maliciosa que a ambos venera y a los dos condena.     Cuál de las dos partes ha cometido el mayor delito? Cuál de los dos implicados amerita una mayor pena?...  Sin vergüenza y sin prudencia, la sociedad duramente censura al corrupto mientras tanto defiende con vehemencia  al corruptor, sin la consciencia de madre que a ambos  parió y solita ella los amamantó…
    Sobre ascuas encendidas he recorrido el sendero, dando pasitos muy lentos para escalar la montaña; Fueron muchas las espinas y una que otra pesadumbre las que frenaron mi paso sin detener mi camino; Tuve unos días muy grises y algunas noches muy claras, que formaron los cimientos para cumplir mi propósito; Entre amigos y enemigos me tocó abrirme paso, mientras llegaba a la cima recibí más de un codazo.   Cuando miré para atrás me estaba esperando el diablo, al mirar hacia adelante me llamó un Ángel Divino… Arriba de la montaña me encontré con unos cuantos, algunos me conocieron y todos a mí se abrazaron; En medio de aquella euforia que ocasiona algunos logros, ignoré aquellas punzadas que adornaron mi faena…   Agradecer los demonios que me hicieron ver a Dios, agradecer por el golpe que me empujó hacia adelante.    Cuando me encontré en la cima, sonriendo miré hacia abajo; nada me era conocido, ni personas ni lugares… Fue entonces cuando vi al Ángel que su mano me extendía, me ofrecía su voluntad para atender mi destino… Esta vez no lo seguí y me quedé en las alturas, gozándome de placeres y también desconociendo que existen los otros seres… Terminados ya los goces me miré y estaba sola… y aquí estoy al pie de la loma para reiniciar la cuesta de la mano de mi Ángel.    
Es asombroso a lo que nos ha ido llevando poquito a poco y sin que nos demos cuenta, la cruenta guerra informativa por medio de la cual quedó abolido el respeto por la verdad para legalizar el rumor malintencionado como arma letal para demeritar al opositor; a falta absoluta de argumentos y soluciones, cada lado acude a pisotear la dignidad del otro con lo cual han conseguido, además de aplausos de sus seguidores, la desconfianza de los otros, y en este pervertido juego terminamos todos sometidos a un régimen de terror y horror que nos autorizó a escoger qué creer; para desgracia de la humanidad, creemos siempre la versión más proterva. La información es ahora el instrumento más versátil para fomentar la ignorancia mediante la desinformación; es tan enorme el volumen y el nivel de conocimiento que nos permite aceptar y reconocer cuanto demonio crea la mente humana.  Entre más funesto, deshonesto y letal sea el análisis muchos más “cerebros” asimilan la idea. Sin embargo, escarbando en la desconfianza me encuentro con algo que me brinda mucha confianza…  sí, y es que ante tanto argumento de ambos lados, no puedo creer en ninguno.   Ante semejante alarma mundial, que tiene acorralada a la estructura en toda parte, es demoledor y hasta desilusionador que quienes ostentan el honroso talento para generar opinión se detengan en la difusión del análisis de teorías conspiratorias que son fruto de la imaginación sin mayor fundamento en la razón y que pasaron de ser un arma para debilitar la economía China por su incontenible auge a concluir que fue un invento chino para controlar el exceso de la población mundial.  Ante la imposibilidad de que ambas teorías sean ciertas, entonces simplemente se aniquilan entre sí porque no hay pruebas ni de lo uno ni de lo otro; se desmienten la una a la otra no sin antes haber generado pánico, zozobra y desconfianza en una población incapaz de descifrar que la realidad le está gritando la VERDAD. Y es que buscar culpables en una coyuntura tan apretada si resulta muy poco noble para saciar la sed de fe y esperanza que tiene la humanidad de volver a creer en la Humanidad; endosar culpas los unos a los otros y viceversa es contraproducente con la necesidad del ser humano de recuperar la confianza en el Ser Humano. Hoy como siempre la Humanidad requiere de nuestra humanidad… ahora más que nunca el Ser Humano depende del ser humano.
El asombro que provocó esta pandemia en el mundo, llegó casado con la esperanza de reflexionar acerca de nuestra relación interpersonal y con el entorno.  Sin embargo, a medida que fuimos saliendo de la sorpresa y aprendimos a ver esta circunstancia como una nueva realidad, también esa ilusión de ser mejores personas se ha ido difuminando en la consciencia natural de la “individualidad”. Vemos cómo los pacientes contagiados, así como las comunidades más susceptibles a contraer el virus son rechazados por una sociedad que se proclama unida y unificada por la misma dificultad; la misma sociedad que ha entendido que ahora “unos somos todos y todos somos uno”; esa sociedad que ha comprobado que, hoy más que nunca, el Ser Humano depende del ser humano.  De igual manera y en el entendido de que todos estamos pasando por una situación complicada por lo desconocida, tampoco veo ni lejos, la tan cacareada igualdad social.  Es lógico que el problema económico es una derivación primordial de esta situación y para todo el mundo representa una incertidumbre, no obstante, también es cierto que no todos tenemos la misma capacidad para sortear la vida económica.  Y esta diferencia también subsiste en esta emergencia.  Es así como se ponen de moda los conciertos virtuales pagados, con palco y salas vip, obviamente a mayor costo.           En conclusión, ni el famoso virus ha logrado unirnos en torno al Ser Humano, que es el único que no tiene privilegios ni poquedades…  tal vez la desigualdad social de la que tanto nos quejamos no es más que la respuesta de la naturaleza que tan solo sabe de complementos; probablemente la única diferencia radica en el trabajo interno, aquel que le corresponde a cada uno, donde nadie más puede interferir; quizás la idea del Creador es darnos la opción de escoger el camino…  
Se trata de un lugar sagrado donde enfrento mis ángeles y mis demonios; donde yo soy el único juez y el   único verdugo y esto me obliga a renunciar a ambos.  Un lugar sagrado donde mis pasos, cada vez   más lentos, me llevan en busca de un Poder Superior, donde la Verdad está más allá de la realidad. Es una cueva santa, donde me oculto de mí para descubrirme en el prójimo; para reconocer que comparto todos los comportamientos humanos siempre motivados o por el amor o por el temor, en cualquier caso, siempre inconscientes de sus consecuencias, aún a pesar de bondad y generosidad, o de malicia y picardía. Nácar infranqueable que protege mi Ser aún de mí misma; coraza inmaculada donde se preserva el perdón como el único fruto al deshacer el error.  Hábitat de pecado y virtud que nutren la realidad de una comunidad ignorante de su obediencia y orgullosa de un poder que le ha sido negado por la naturaleza. También es el regazo que abriga y conserva la multitud evidente que se recrea en mi soledad y que me hace cómplice de un mundo que ríe y llora al mismo tiempo sin que la vida se inmute a pesar de que la muerte siempre esté presente.  Donde la vida y la muerte conviven en paz en medio de su guerra por la supremacía. Inmaculado altar de comunión de amigos y enemigos donde difieren los criterios, aunque los valores sean los mismos.  Ara donde comulgan todas las emociones personales con el Ser Humano Único que, despojado de poder, ejerce su sabiduría renunciando a cualquier juicio de valor sobre el mundo… hacia el prójimo. Sagrado y puro espacio donde convergen el Ser Humano con su Divinidad en una relación santa de Unidad inseparable a pesar de la separación; en una relación santa de semejanza no obstante la disimilitud.   En esta unidad impecable se gesta un mundo sanado una vez que el corazón humano ha sido curado. Encuentro santo de emociones de todo tipo y de sensaciones de cualquier calaña… sin nombres, sin adjetivos, sin sentimientos…  sin premios ni castigos para la realidad porque la dualidad queda reducida a la perfección del merecimiento; colisión de la trinidad que se manifiesta humilde y magnánima… Mantel exquisito de instintos y principios; remolino de almas recorriendo el universo en busca de su Ser.  Edén donde es permitido comer todos los frutos porque todos ellos calman el hambre y la sed de Hermandad.  Aquí me doy cuenta porque la Justicia no es humana y donde la obediencia desmiente la libertad…  Observo aquí un asilo de todas las emociones humanas al amparo de mi consciencia individual, incapaz de diferenciar lo bueno de lo malo…  Aquí me enfrento a solas con mi justo juez; sin argumentos para defenderme y sin razones para atacar desecho el juicio y perdono el mundo… absuelvo al prójimo.      SENTISEMO es mi refugio sagrado donde puedo entender que mi vida es escaza y grandemente tan solo el resumen perfecto de innumerables vidas.  Mi sueño… mi ilusión… mi fantasía…  Nada real… 
  Diversión que evoca a la divinidad, Familia, amigos, vecinos y demás. Inmigrantes vuelven del mundo a casa Y otros, vacaciones se irán a buscar. Compartimos vinos, dulces y comidas Mientras repartimos abrazos y besos. Ignoramos odios, dolores y envidias, La estirpe del niño hay que festejar. Esperanza cierta es su gran mensaje, Ser el guía que una a la humanidad. Misterio velado que ilumina al mundo, Inagotable fuente para la hermandad. Bienaventurado el don del Ser Humano Por ser, ante todo, un ser fraternal. Regocijo enorme que nos brinda paz; Donde se confina el hijo de Dios, que Eterno en la vida fluye por mundo y Camina errante en busca del padre.FELIZ DICIEMBRE 
  En las primeras horas de la madrugada llego a Sentisemo, luego de una larga noche de insomnio, en busca de un poco de alivio al maltrato ocasionado por la mala noche que he pasado. Deambulo sin rumbo durante largo rato aprovechando, eso sí, en todo momento la paz y la tranquilidad que inunda este fantástico lugar; sin que alguien me distraiga de este solaz en el cual me sumerjo cada vez más profundo.  Ya casi llegando al fondo del abismo puedo percibir que alguien me hala hacía sí, sin que yo tenga albedrío para resistirme; solo alcanzo a distinguir, en medio de una luz extrañamente blanca, una mano larga que intenta entregarme algo.  Al recibir ese algo, la mano desaparece y yo me doy cuenta que he recibido una tarjeta de invitación… solo acato a sonreír ante el despropósito.  Me invitaban a degustar un exquisito y suculento plato de letras… ahora mi carcajada resuena en todo el reino.  Sin embargo, superada la sorpresa, dispongo de toda mi voluntad para asistir al inusual convite.   Con una curiosidad delirante ¡me voy al ágape!!  Por poco me retiro antes de entrar a la reunión; una especie de apocamiento se apoderó de mí al ver tantas y tan finas palabras allí congregadas… un complejo de inferioridad y timidez me amedrantó al escuchar el contundente mensaje de bienvenida con el cual me recibieron: “apreciadas palabras, con nosotros la invitada principal de la pareja real a este evento” … con su característica elegancia los miles de palabras se levantan ovacionándome con un sonoro y fino aplauso.  Demasiados halagos para mi humilde persona; no obstante, ahora envanecida por ser invitada principal de los reyes, ocupo mi lugar en el puesto de honor.  El exquisito aroma del plato de letras incita a comerlos con ferocidad; el subyugador olor que emana del suculento plato de letras me tiene tan absorbida, que no alcanzo a entender lo que se acaba de anunciar por el micrófono; solo la sorpresiva reacción de la palabrería me trae de nuevo a la realidad.  Sigo a la palabritud cuando todas se levantan, pero me confundo al ver que unas lloran y otras ríen; algunas saltan felices mientras las demás se sujetan tristes; ¡Qué pasa?! Pregunto al aire, no sé… pero me responde, tampoco sé quién… “Los reyes anfitriones acaban de morir víctimas de la pandemia humana”.   -De nuevo la algarabía de las palabras me confunden… no entiendo lo que está pasando; ahora todas se abrazan brincando de alegría como si se hubiesen liberado de algo muy cruel y al momento, todas lloran de tristeza como ante una gran pérdida-.  “Como ustedes saben queridas palabras, la única manera de combatir estos dos virus de la pandemia humana es unirse en busca de una colaboración mutua, pues es una realidad que estos virus, pereza y envidia, tienen una altísima velocidad de contagio y un alto porcentaje de letalidad”.  Yo sigo sin saber quiénes son los reyes, mis anfitriones y, por ende, no sé a quién agradecer esta distinción.  Anticipándose a mi pregunta, alguien, no sé quién, me contesta: “el reino de la literatura está de luto, acaba de fallecer la pareja real; el rey Ingenio desapareció sumergido en el virus de la pereza y la reina Creatividad entregó su vida al virus de la envidia…”
El poder para controlar el instinto de la sexualidad hace la diferencia entre los animales racionales y los animales irracionales. Pero hoy en día, el auge del mercado sexual ha ocultado en gran medida el valor de esta energía y pretende demostrar el placer sexual como un derecho y una obligación con la salud y el bienestar del cuerpo físico y nada más. El ruido que de manera constante y reiterada hacen los medios de comunicación, artistas, deportistas, y en general todo tipo de personalidades difundiendo y aplaudiendo toda clase de fantasías sexuales, dan origen a actitudes tan aberrantes como las dos que presentó el programa sala de emergencias; fantasías que tan solo están generando una malicia confusa que más bien poco, muy poco aportan al crecimiento y desarrollo del Ser Humano. Los casos de sala de emergencias que he referenciado, se pueden resumir de la siguiente manera. 1) Llega un hombre de unos cincuenta años de edad al hospital en busca de la ayuda médica, desesperado porque él mismo se había introducido un vibrador por el recto y cuando este aparato comenzaba vibrar, como es apenas él no lo podía controlar, y 2) Llega al hospital un hombre de unos treinta años de edad, más o menos, con el pene erecto incrustado en una pequeña estufa; en lo que aparenta ser un accidente. Pues, al ser interrogado por el equipo médico, el paciente dijo que, palabras más, palabras menos: “es que estaba jugando con mi novia y ella tuvo esta fantasía y yo por complacerla la metí en la estufa…”. Es obvio que se necesita de la inteligencia para crear el bien tanto como para crear el mal; de la misma forma, para dominar el instinto se requiere más consciencia que inteligencia. Y es justo esa consciencia, la sabiduría que nos distingue de los seres irracionales, sin embargo, cuando hacemos uso de la capacidad ilimitada de la mente para crear, creando de manera inconsciente, se pueden exceder todos los límites de la más crasa estupidez.
 La primavera latinoamericana nos despertó del letargo de la igualdad social, por lo alto; sobre la experiencia tuvimos que entender que el despertar de ese sueño no es otra cosa que la generalización del hambre, la miseria, el abandono, etc. en nuestra región.  No, no queremos más países destruidos ni familias segmentadas, no más ciudadanos forzados por la carencia en su país, a emigrar de su tierra  dejando tras de sí familia, amigos, cultura, etc.  por la necesidad material irracional de sobrevivir.   En la mayoría de los casos, llegando a otros países donde sufren  rechazo y aversión, en otros son tratados como  personas de categoría inferior y muchos hasta tienen que vivir en la indigencia o engrosando las cifras de la delincuencia local, con lo que ocasiona furia y desencadenan odio y  antipatía de los lugareños, como es lógico. Sí, la Primavera Latinoamericana es mucho más, es un Huracán devastador que arrasa a su paso con el fantasioso y mentiroso discurso del socialismo, comunismo, izquierda, etc. de la región.   Sí, en la práctica vemos el derroche de lujos y comodidades de estos líderes y sus familias mientras el país retrocede, las familias se desintegran y la sociedad en general padece los rigores de la pobreza extrema a la cual ha sido sometida. 
Una vez pasado el tremendo susto que sacudió a todo el país el pasado jueves, pasada  dicha tormenta tanto real como ficticia, lo único claro es que ha sido un fantástico aprendizaje para todos los colombianos de todas las tendencias.  1)      Aunque nunca se supo cuál fue la veracidad de la amenaza, lo cierto es que aprendimos a los tumbos, que no se le puede hacer mucho caso a las redes sociales como tampoco se pueden desconocer.   Sobre todo, entendimos que son manipuladas con el único criterio de hacerse conocer y esa razón es suficiente para escribir cualquier cosa que genere likes y se vuelva tendencia.   También aprendimos que  las redes sociales son un medio perfecto para diseminar cualquier sentimiento o emoción, el que más rentable resulte según el momento de pasión del personaje.   2)      Que unos 450.000 nobles compatriotas (1% de la población, aprox.  48.000.000) tengan 450.000 dudas e inquietudes para protestar, todas igualmente válidas,  es apto para detenerse y reflexionar sobre la lucidez de los dignos protestantes.  Es importante analizar de manera muy seria la propuesta de la ex reina-modelo-actriz-presentadora que reclama por cambiarle la letra al himno nacional porque es muy bodrio.  Protestar por cambiarle la letra al segundo himno más hermoso del mundo, me parece consecuente viniendo de una persona que le debe todo al país, pues ella desarrolló toda su carrera profesional en Colombia y si no se le eriza la piel ni se le encharcan los ojos al escucharlo, como al resto de colombianos, vale la pena destacar las motivaciones de su reclamo, a ver si de pronto  consigue que se nos quiebre la voz en la garganta al entonar el himno modificado por ella.   3)      El valor y aprecio de la inmensa mayoría de colombianos por su fuerza pública,  pues no fue suficiente (aunque si oneroso) el odio y el resentimiento que de manera constante publican varios personajes que atacan al estado del cual viven, desde dentro del mismo estado que los mantiene.    El 99% de los colombianos vemos en las Fuerzas Militares el gran sostén de nuestra  frágil  y escaza democracia, nuestro valor fundamental.  El 99% de los colombianos tenemos en la Policía Nacional un guardián del orden y la seguridad ciudadana.  En ambos casos, el 99% de los colombianos hoy solo respira gratitud y reconocimiento a la fuerza pública por el heroico  cumplimiento de su deber.  SON NUESTROS HEROES, jamás serán los enemigos del pueblo aunque uno que otro lo pretenda. 4)      Nos obligó a unirnos en torno a lo nuestro, nos despertó el sentido de pertenencia por nuestro sistema de gobierno, por nuestro modelo económico, por nuestra raza y nuestra idiosincrasia.  Sin embargo, también hay que entender que el 1% tiene una visión distinta de país y de ellos también podemos aprender para continuar creciendo con el aporte de todos.  Como el reconocido actor de talla mundial que lo motivó a protestar el hecho de que a él (al citado individuo) la derecha solo le sirve para la intimidad consigo mismo.  Debe tener una propuesta muy novedosa y coherente con su experiencia profesional, ya que él ha recorrido el mundo y ha tenido la inmaculada oportunidad de apreciar, así sea por periodos de tiempo cortos, las condiciones de vida de los pueblos que viven bajo regímenes políticos y económicos de izquierda y en ningún momento él pretende un desastre para su país ni para su gente.    5)      Nunca serán suficientes los recursos asignados a la educación. A pesar del enorme esfuerzo que hace el estado por subsidiar a los estudiantes, estos tienen muchos reclamos y son los convocantes a la protesta, luego se les fueron sumando los influencer más notorios del país, que suman millones de millones de seguidores en redes sociales.  De todas maneras ellos también hacen parte del 1% de inconformes que procuran algunos cambios  en el país.   Si son tantos los seguidores en las redes sociales, hay que atender qué tiene para proponer  la señora influencer a quien  descubrieron destruyendo con un martillo la registradora en una de las estaciones del transporte masivo, rompiendo los vidrios en las terminales y rayando las paredes.  Su noble intención nadie la discute, pues no es fácilmente entendible que le ocasione un daño tan grande a los usuarios del transporte público que son los pobres que ella defiende.  Si en este país que tanto le disgusta, ella pudo salir adelante y ser una gran líder para la juventud, sin duda alguna su propuesta sí tiene que ser muy esperanzadora.  6)      En medio de la confusión y la incertidumbre, el Presidente en silencio y con humildad gritó: aquí el que gobierna soy yo, a pesar de los grandes jerarcas del periodismo nacional que intentaban dirigir el país desde una cabina de radio en Miami o en Madrid.   Tampoco podía faltar el eSguerrillero que envalentonado por 8 millones de votantes ahora pretendía  derrocar al gobierno elegido democráticamente por 10 millones de sufragantes; el eSguerrillero aún no se ha podido percatar  que 10 es mayor que 8 y que  en democracia  lo que da el poder son los votos, no las frustraciones ni el resentimiento que le carcome con sevicia sus entrañas y le absorbe con adefagia su razón porque a pesar de haber sido engrandecido por la gran prensa nacional, su ego lo domina y sucumbe envilecido por su nefasta personalidad. Como era apenas lógico y consecuente con su nuestra naturaleza, resultamos ser como unos 48 millones de presidentes, cada uno aportando su solución a la trifulca, obvio.  Menos mal, una luz divina nos iluminó y tuvimos que entender que el Presidente es Iván Duque para aquellos a quienes les guste y para todo a quien no le guste, TAMBIÉN. Nos quedó claro a los colombianos que la defensa propia es permitida, legitimada y consentida por la constitución, pero sobre todo, que la defensa personal es tolerada y avalada por la razón.
Por fin se llegó el día y la hora de la fastuosa celebración de los 50 años de Arcadio; se cumplió el plazo; ya todo está contratado para el próximo domingo; sitio adornado y dispuesto; comida, licor, servicio de meseros; alojamiento para quienes vienen de lejos; etc..  Absolutamente nada ha quedado por fuera, excepto los caprichos de la vida; los planes de la vida fue lo único que no podían prever Arcadio y su familia para el gran festejo.  Sin embargo, la vida y la muerte, en medio de su convivencia  tenían concertada una cita puntual para esta ocasión…  El día anterior a la reunión, a las 10:10 de la mañana un infarto fulminante segó la vida de Arcadio… Pero la ambición del destino no la puede adivinar la mente humana; esta vez el caprichoso destino quería más…, no le fue suficiente con este durísimo golpe a esa familia. Una vez han concluido las exequias, con gran afluencia de su parentela, que había llegado de otros pueblos a la celebración del cumpleaños de Arcadio, saliendo del cementerio luego de asistir al sepelio de su cuñado, la esposa de Armando, hermano de Arcadio, sufre un infarto fulminante que acabó con su vida ahí mismo, en la puerta del cementerio… “LOS CAPRICHOS DEL DESTINO SON TAN INCONOCIBLES COMO INSACIABLES…” 
Amparándose en un dictamen psicológico que le diagnóstico una severa depresión por causa de su embarazo y haciendo uso del derecho a decidir sobre su cuerpo, una mujer resuelve abortar a la criatura de 7 meses de gestación.  Esta historia trae a mi memoria un episodio del cual puedo dar fe.    Recuerdo como si fuera ayer, pero ya hace 24 años, cuando nació Miguel Ángel, sietemesino; yo los fui a visitar cuando llegaron de la clínica; era tan pequeñito que cabía en mi mano.  La mamá me contó que tendría que hacerle masajes durante algún tiempo hasta que el bebé alcanzara su desarrollo normal.  Yo salí bastante afectada  y hasta incrédula de la posibilidad de que este niño llegase a tener un peso normal.  Sin embargo, a los 15 días que volví a visitarlos: ¡Oh, sorpresa!...  Miguel Ángel era ya un bebé con talla y peso acordes con su edad.  Como ya dije, hoy en día Miguel Ángel tiene 24 años, es una persona normal, un muchacho universitario que va y viene sin limitaciones.  Se quedó como único hijo de esta pareja. Volviendo al caso poco usual, de la mujer que decide interrumpir su embarazo tan avanzado atendiendo a un concepto científico sobre su salud mental, han surgido en Colombia todo tipo de razones y argumentos tanto a favor como en contra de este hecho; tan válidos para unos como inválidos para otros y viceversa; como siempre y como en todo: “esto se reduce a una simple percepción individual”.  En definitiva, el Ser Humano no encuentra la unidad que le indique el rumbo.   Razones jurídicas justificadas en leyes incompletas o confusas que sirven en la misma medida para culpar o liberar a la mujer involucrada y a quienes practicaron el aborto “legal” para algunos, para otros “ilegal” Argumentos científicos que prevalecen la condición emocional de la madre porque la depresión pone en riesgo su vida y que encuentran en el aborto la única solución eficaz contra esa enfermedad. Ni hablar del análisis religioso que mientras por un lado invoca la voluntad de Dios por el otro nos está hablando de pecado; y juzga y condena… Al fin qué, se hace la voluntad de Dios o el Ser Humano se le salió de las manos a su Creador y está haciendo lo que quiere? Reconozco avergonzada que mi incesante pensadera solo me ocasiona confusiones irresolubles y por eso cuando trato de escudriñar en mi consciencia la voluntad de Dios, solo atino a preguntarme: “¿conoce el Ser Humano el pensamiento de Dios, conocemos Su concepto de vida y muerte?...”.  Y… si fuera posible que Dios no hiciera distinción entre vida y muerte…?  Será… que el Ser Humano llega a este mundo dotado de su fiscal y su juez propios, que llamamos consciencia, y siendo así, todo se limita a ella, a su juicio… y solo ella nos libera o nos condena?  Sigo sin respuestas… casi sin criterio propio porque la realidad está empecinada en ocultarme la verdad por toda la eternidad… en consecuencia, no sé qué tan cierta o falsa es esta realidad…
La historia de la humanidad es el constante relato de una barbarie irracional que se sucede cada vez con mayor fiereza en brutal batalla por imponer unos intereses personales amañados y perniciosos… Es demoledor para la razón contemplar la imagen de un “policía” blanco que apoya su rodilla sobre el cuello de un hombre negro en el piso, descargando su peso físico sobre ese cuerpo derrotado.  ¿La razón? Para muchos: racismo; el blanco mató al negro…  para otros: abuso; una autoridad que tortura a un ciudadano indefenso.  Para mí: la deshumanización aberrante y galopante de la humanidad.  Esta realidad no se puede ocultar tras el velo de algún pretexto porque tiene un fondo muy profundo. No considero justo llamarlo “abuso de autoridad” porque esta acción excede el abuso y pasa a ser un acto descomunal criminal; y tampoco puedo llamar autoridad a quien se vale de tan cruel tortura para cumplir su misión.  Ergo, derivada de esta sin razón vemos otra sin razón no menos irracional.  La batalla continúa ahora desde otro lado de la mesa. En seguida apareció el aprovechado de la lógica indignación general; un “hombre” blanco que le roció gasolina a un policía blanco en la espalda y le prende fuego en medio de una “protesta social”… para luego perderse en la multitud delirante.  Cuál es la emoción que orienta un comportamiento semejante? Odio, venganza, rabia, dolor…? La mezcla de todas?...  Es una emoción espontanea o cohibida? No sé, yo creo que es usufructuar la ocasión para desfogar un instinto caníbal reprimido. La protesta social ha sido un movimiento que ha logrado innumerables avances para la sociedad a lo largo de su batallar; sin embargo, hoy en día está siendo permeada por una curruca destructora y destructiva acorralada por su libertad y verdugo de su justicia.  En el discurso amañado de “justicia social” se gesta un levantamiento vindicativo, rencoroso y resentido que resulta muy conveniente y beneficioso para algunos mientras provoca una inhumana segregación de la sociedad entre buenos y malos, cada vez más abismal.  Ahora como siempre, la Humanidad depende de la humanidad, sin embargo, el ser humano inhibe al Ser Humano. Las diferencias sociales son un eco de la diversidad de la naturaleza; está en cada individuo aprovecharlas o acomplejarse. Trabajo y aceptación suelen ser base de superación.  
  Daniela Alvarez es una hermosa barranquillera, Señorita Colombia en 2011.  Luego de su participación en Miss Universo 2012, sus admiradores se acostumbraron a verla como presentadora de televisión, modelo de diferentes marcas y como influenciadora en las redes sociales.  Pues esta exitosa mujer es ahora un ejemplo extraordinario de cómo darle la vuelta a una dificultad para hacer de ella una oportunidad.  Hace pocos meses Daniel Alvarez sorprendió a sus seguidores con la noticia de sus problemas de salud, pues con solo 31 años de vida es diagnosticada con una masa en su abdomen que debe ser operada.  Luego de esta cirugía, los médicos le confirmaron que tenía una isquemia en su pie izquierdo por lo cual había que amputárselo. Escuchar a esta joven y bella mujer, apenas a horas de haber salido de semejante cirugía, hablar con ilusión y entusiasmo, sinceramente transmite un mensaje de esperanza y ánimo.  Con un tono de voz alegre y contagioso comenta que lloró en el instante que le dieron la noticia de la amputación pero que de inmediato reflexionó y pensó en cómo adaptarse a la prótesis.    Con la certeza de que va a volver a hacer todo lo que le gusta en la vida como bailar, nadar, correr… cuenta que ya se está preparando para dar charlas de superación personal.   Francamente esta mujer sí demuestra con su ejemplo de vida que la cruz pesa, pero también afianza.  En realidad, esta MUJER nació superada e insuperable.Mis respetos Daniela Alvarez  
  Me encanta sentisemo; este maravilloso planeta me brinda la fantástica oportunidad de encontrarme cara a cara con mis envidias, mis odios, mi vanidad… y todas sus derivaciones de sentimientos, sensaciones y emociones vergonzosas y vergonzantes que me niego a reconocer en mí y que, sin embargo, identifico tan rápido en el prójimo.  En consecuencia, con cierta resistencia, muy de vez en cuando suelo darme un corto paseo por sentisemo, el mágico espacio en donde conviven, en una constante guerra por la paz, mis ángeles y mis demonios; cada uno de los cuales presume y asume ser la voz callada de la Divinidad, en equilibrio y equidad intachables. En este momento deambulo por un tranquilo pueblo de calles irregulares, unas muy anchas otras muy estrechas, algunas planas otras montañosas; en donde la riqueza y la pobreza jamás se podrán ver tan solo como la recompensa de la consciencia interior que se manifiesta magnánima en ambos sentidos y en toda ocasión; aquí existe un solo tipo de personas, donde la igualdad es visible y elocuente en medio de una infinita diversidad de formas y estilos.  Luego de divagar por largo rato, buscando con relativo recelo y angustia aunque fuese un poco de coherencia, esa propiedad del ser racional que se nos extingue a pasos colosales; de pronto divisé a lo lejos un espeso bosque que me genera una enorme curiosidad; me acerqué sin temor ni timidez algunos porque aquí: “todos somos iguales”, pensé… El exuberante bosque no era otra cosa que una caterva de personas que iban y venían cual rama de árbol al vaivén del viento… de pronto puedo identificarme en un rostro desconocido, pues veo el reflejo fiel de un hambre insaciable de coherencia… al parecer él tampoco podía encontrar el objetivo de esa búsqueda que compartimos.  No sé por qué me causó tanta risa descubrirme en aquel semblante; me reí tanto que una vez llegué frente a este rostro que tan bien me reflejaba en ese momento, desdeñé mi búsqueda de mí y me senté por largo rato a observarme en forma y estilo tan disimiles a los míos, extasiada me contemplaba por fuera de mí.  Esta imagen mía, por fuera de mí, me permitió darme cuenta que la solución no es simplemente andar persiguiendo la coherencia; no, el dilema es mucho más profundo, el remedio radica en eliminar mi incoherencia. Me veo en un hombre calvo, gordo, muy mayor; perteneciente a una comunidad cristiana.  Vive en el centro de ciudad, justo al frente del parque principal, a una cuadra de la parroquia.  Al lado derecho de la casa de este hombre funciona una discoteca muy concurrida y al lado izquierdo de la misma, queda un juego de billar (música y trago) que trabaja desde las ocho de la mañana hasta las dos de la mañana del día siguiente.  En la entrada de su casa, el hombre tiene alquilado un local donde funciona un pequeño bar desde muy temprano en la tarde hasta las primeras horas de la madrugada. Pues bien, este hombre, quien socialmente es distinguido y reconocido como una persona de bien, fiel cumplidor de normas y leyes y ejemplo a seguir para la colectividad en general; hace algunos días, desesperado porque el estrépito de las campanas de la Iglesia Católica todos los domingos a las seis y treinta de la mañana no lo dejan dormir o que lo despiertan muy temprano, no sé, para el caso viene siendo lo mismo, entabló una demanda contra el cura párroco para que sea eliminada esta tradición para los católicos de las campanas llamando a la Santa Eucaristía, pero que a él mucho le disgusta. Muy rápido salí de sentisemo para continuar con mi habitualidad; sin embargo, no pude pasar por alto esta vivencia porque, gracias a ella, me permití aceptar ciertos rasgos de mi imprecisa personalidad.  Sí, yo también creo que justicia es tan solo lo que a mí me conviene; si, yo también defiendo mis intereses aunque tenga que pasar por encima de los ajenos.  Asumo mi responsabilidad de hacer esto en contra de mi consciencia que me está diciendo a gritos que: “no puede haber intereses separados porque todos somos una sola humanidad”. 
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