• Romina Campos
marieclarewriter30
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  • País: Chile
 
  Corría el año 2005 y un hombre  de 65 años caminaba por las calles nostálgicamente. Trabajaba como productor musical en una  compañía de discos y, en sus momentos libres,  escribía canciones para los artistas y agrupaciones musicales que producía. Se sentía feliz con su trabajo y con la vida que llevaba. Tenía una esposa, dos hijos y una nieta de 15 años a quien amaba con todo el corazón. Mientras recorría las calles, se puso a recordar su juventud, sus veintidós años, aquellos años alocados en que  había conocido a Gabrielle, su esposa por cuarenta y cuatro años, y comenzado su carrera como cantante y baterista, las dos pasiones que daban gran sentido a su vida. Recordó aquella presentación callejera en que Gabrielle y él se había conocido. Era tarde, hacía frío y los muchachos de la banda “The big heartache”, banda a la que pertenecía Stephen Bennet, deleitaban a la gente con sus números de Rythm and Blues, mas ellos no sabían que un corazón latía frenético de emoción al oír la música y ver un rostro con una frondosa barba, abundante cabello, voz profunda, mirada melancólica y sensibilidad extrema. Por su parte, Stephen la miraba de reojo y le hacía guiños de vez en cuando. Supieron que estaban enamorados cuando la presentación terminó y el público se abalanzó sobre ellos aplastando a Gabrielle, pues el líder de la banda fue a ayudarla a salir de entre la turba y, al tomar éste su mano, ambos fueron estremecidos por una emoción nunca antes vivida.  Desde ese segundo en adelante, todo cambió para ambos, ya nada logró separarlos, muy por el contrario, se unieron hasta el punto de salir a cenar juntos impostergablemente todos los días por más de dos años, terminando casados y con tres hijos. Él se había enamorado de sus ojos verdes, de su sonrisa y de su timidez. Al despertar de sus ensueños se encontró con algo que lo conmovió profundamente, una joven muchacha dormía una siesta sobre la hierba, como era la costumbre en Inglaterra. El sueño había relajado notablemente sus facciones y les había dalo una belleza inusual. Cruzó la calle y se sentó a escribir una canción, una hermosa canción en la que ponía lo más bello de su corazón de hombre. “las facciones de la muchacha eran delicadas como una flor” había escrito con el corazón palpitante de emoción.  Ella llevaba sus manos llenas de anillos, como él acostumbraba a hacer en su juventud, vestía jeans y botas negras, una polera cuello de tortuga y, encima de ésta un chaleco sin mangas. Llevaba el pelo amarrado en una cola de caballo y no usaba flequillo. Apenas terminó de escribir, comenzó a dibujarla. Trazó primero unas líneas sin significado, luego comenzó a dibujar el fondo y, por último, dibujó a la muchacha. Tituló ambas obras con nombre de “Belleza dormida”.  Luego  de terminarlos, se marchó a su casa  con el propósito de descansar y de hacer algunas correcciones a lo que acababa de crear.  Mientras caminaba, se sintió al borde de la emoción, hacía bastantes años que no sentía aquellas ansias tan grandes de crear, ya que sólo  se había  dedicado a la  producción, uno de sus más grandes sueños, que se vio cumplido tras un año de matrimonio con Gabrielle. Llegó a su casa cantando una de las canciones  que había interpretado junto a su banda. Mientras lo hacía, recordó los momentos pasados junto a su familia, su banda y todos aquellos que ayudaron a levantar su compañía de discos en 1965, hacía cuarenta años. Comió con apetito e incluso pidió más comida. Su familia estaba asombrada, nunca lo habían visto tan feliz.  Después de comer, subió a su estudio a corregir las obras. En esto estuvo media hora, para después sentarse frente al piano y cantar la canción que acababa de componer. Su familia estaba conmovida al verlo tan feliz. Al día siguiente, se fue al estudio muy temprano para grabar el tema y dárselo a algún grupo de los que producía para que lo hiciera parte de su repertorio. Se demoró cinco horas, de las que resultaron treinta tomas, dos de las cuales fueron destinadas para ser incluídas en producciones musicales. La  primera sería incluída en un disco y la segunda como lado B de un sencillo. Presentó  la canción ante un grupo de ejecutivos de la compañía y ellos coincidieron en que no debía dar la canción a nadie, era demasiado hermosa, era indispensable grabar algunos temas más y lanzar un álbum. Al ser consultado acerca de su fuente de inspiración, habló de su encuentro con “belleza dormida” el día anterior y de cómo ella, sin darse cuenta, le devolvió el deseo de crear después de cincuenta años. Todos estaban sorprendidos, jamás habían conocido un artista cuya  inspiración diera frutos de forma tan rápida Se sintió preocupado, había  compuesto esa canción gracias a un golpe emocional, pero no podía  escribir porque tuviera la obligación de hacerlo. Les  dijo a los ejecutivos que lamentablemente él no iba a hacer eso porque hacía cuarenta años que había abandonado las giras, la composición por contrato y la grabación de canciones.  Vanamente intentaron hacerle ver que estaba cometiendo un error muy grande al rehusar semejante oportunidad, intentaron tentarlo diciéndole que ganaría grandes sumas de dinero. Todo eso lo hizo sentirse indignado  por lo que, golpeando la mesa, gritó: “ ¡basta ya de tonterías!, Yo sólo vivo para producir discos y para componer canciones cuando mi corazón me lo dicte ¿cómo es posible que sólo piensen en el dinero?”  Se quedaron pasmados, y no volvieron a hablar del tema porque ya sabían que Stephen Bennet veía las cosas desde el punto de vista sentimental y no las  vería de otro modo jamás. Salió del edificio temblando y al borde del colapso nervioso. Iba tan abstraído en sus pensamientos que no se  detuvo a pensar que, muy cerca de allí, se encontraría con su “belleza  dormida”  en el mismo lugar que el día en que la había conocido. Fue por eso que se sorprendió al verla. La joven estaba sentada sobre la hierba con la cabeza apoyada sobre un árbol. Pudo ver que tenía los ojos celestes y que no era el sueño lo que había relajado sus facciones sino la vida misma. Se sentó justo frente a ella, tomó su guitarra y comenzó a cantar la canción “belleza dormida”. Ella levantó la vista y sonrió, era una canción muy hermosa y la había conmovido hasta lo más profundo del alma. En tanto, el hombre tomó papel y lápiz y comenzó a  escribir una pequeña nota que pensaba  entregar a la joven. En ella le decía que había sido hermoso conocerla y que le agradecía la inspiración dada, terminando por contarle que no había escrito nada desde hacía cuarenta años y que ella había sido la causa de su regreso. Al terminarla, se levantó y se la entregó a la joven, quien la leyó primero con extrañeza y luego con emoción. Se levantó del suelo y se acercó al  hombre mientras decía: “me alegro por haber causado en usted todas esas emociones y le pido que, si está retirado de la música, por favor vuelva, es usted un excelente músico” Stephen sintió que algo se le quebraba por dentro, esa joven era muy parecida a su hija menor, quien se había suicidado. El que ella lo hubiera tratado tan gentilmente lo llevó a recordar los mejores momentos vividos a su lado. Gruesas lágrimas rodaron por el rostro del hombre ante lo cual, la joven le preguntó qué le sucedía. El músico le relató lo sucedido a su hija hacía tres años. Era una mujer llena de anhelos y esperanzas. Pero, un día, conoció a un joven de su misma edad, comenzaron a salir y después él le pidió que fuera su novia. Sin embargo, una vez que estuvieron juntos, él se empezó a comportar muy mal con ella, cuando la invitaba a salir, la dejaba sola y se iba con otras personas y, cuando estaban juntos, la agredía verbalmente. Ella había sido capaz de soportar eso por un año hasta que, yendo por la calle, lo vio abrazando y besando a otra mujer. Regresó a su casa hecha un mar de lágrimas, pero su padre no le dio importancia al asunto diciendo que el tiempo lo solucionaría todo pero, al otro día, la encontró muerta sobre su cama por ingesta excesiva de calmantes. “Aún no puedo conformarme, pese a que  tengo dos hijos más” comentó el artista al concluir su relato. La muchacha sintió un hondo pesar mezclado con rabia, pese a eso, le preguntó con amabilidad: “¿no cree que debería darle un buen uso a ese sentimiento?” .Él la miró sin entender y ella rió mientras decía: “veo que no comprendió lo que quiero decir, hablo de sacar toda su pena y convertirla en una canción tan hermosa como la que tocó hace pocos segundos”  La miró con ternura, no había pensado en que, un día cualquiera, una hermosa joven le daría el consuelo que tanto le hacía falta después del abandono de Brigitte, su consentida. Recordó que, hacía pocos minutos, se había negado terminantemente a grabar un disco nuevamente. Se lo contó a la muchacha y ella le recomendó reconsiderar la decisión, aunque coincidía con él en que grabar por dinero no era más que una tontería. Ella tomó la mano del hombre y le dijo: “Téngame presente como una amiga en la que siempre podrá confiar” Al despedirse de ella, Stephen sintió una alegría no experimentada  durante mucho tiempo. “Belleza dormida”  había conseguido algo por lo que toda su familia había luchado en vano: hacer que su vida volviera a tener sentido y hacer que su corazón enmohecido por la tristeza volviera a sentir alegría nuevamente.  
Belleza dormida
Autor: Romina Campos  202 Lecturas
Gente que me ve y oye Atención ponga por favor.   Veintisiete primaveras se han ido Desde que mi madre la vida me dio. Hecha de palabras de nacido Un talento que Dios me brindó.                                                       En la edad más pura e inocente                                                     Con las palabras a jugar comencé.                                                   Sin embargo jamás imaginó mi mente,                                                   La bendición  que con ellas procreé.                                                                                          La inspiración a los hombres me regaló                                                   Para a ellos con verso en mi corazón atrapar                                                  Su hermosura todo mi ser traspasó                                                   Y me impulsó a sus historias contar.                                                   Sólo la narración mi vida es                                                 El verso es solo una excusa                                                 Para a esas preciosas criaturas acariciar                                                 Solo extraer sus emociones ocultas                                                 Que la sociedad día a día quiere silenciar                                                Y también este gran tesoro agradecer.                                                  De verso no soy creadora,                                                En eso ha usted acertado                                                 Pero de mis hombres la prosa                                                 No ha usted respetado.                                                                    Derecho no tiene usted a subestimar                                   La voz que Dios me ha otorgado                                   Ni tampoco a menospreciar                                  La de quienes el mismo don han heredado.                                   Ellos obra del creador son también                                 Y de nosotros el amor merecen;                                 Y por lo tanto, haría muy bien,                                 En observar  que sus versos en nuestro corazón no perecen.                                  A mi mentor creativo ha usted insultado                                El dolor dentro de mí causando                                 Con la maldad que su ser ha llenado                                 Al padre de mis versos ha usted mancillado                               La ira en mi interior causando                              Y la roca firme destrozando.                               Le rogaría, hombre que sus palabras no mide,                             Antes de hablar conocernos, observarnos, interrogarnos                             Y descubrir  a cada ser que dentro de nosotros vive                            Para de esa forma intentar respetarnos.
La inspiración tiene forma de hombre Del macho de nuestra raza. Gran saco de huesos, carne y amor, Pálidos y oscuros sus rostros son, Llenos de ternura y protección.   Porque son el rocío en  el desierto Tras una larga y agotadora caminata Es que son como gatos que acarician Pero como tigres enfurecidos que arañan también.   ¿Qué más decir de ellos? Sólo que tienen ojos como hierba frondosa Azules como el embravecido mar Cafés como la noble madera Negros como oscura noche, Algunos tras gruesos anteojos, Otros libres mirando el horizonte.   La inspiración es como la densa hierba, Que es el bosque donde viven los linces, Que guardan nuestras lágrimas Y nuestros  besos sinceros.       Hombre es igual a inspiración, a letra y verso, A largas piernas Como juncos que con el viento se agitan Y el árbol que se mece en invierno.   Mis versos en su pecho duermen, La más cómoda almohada. Mis versos crecen entre sus gruesos dedos Que guardan las más tiernas caricias.   Dieciséis inviernos se han ya desvanecido Y la inspirado tu forma ha adquirido, Sin importar nada, Ni tu color, tu voz, tu procedencia, Porque un lugar para ti En mi corazón siempre habrá.

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