¡Una suave brisa se acomoda sobre mi cuerpo!El agrio olor de los guayabos se aposenta en mis sentidos,como un amante timorato,que busca,entre tules de placer,dar el aleve y tierno zarpazo.El rojo viviente de las cayenas me ruboriza la mirada;mientras una alegre luciernaga me enciende el alma con sus alas de fuego.sientomariposas danzarinas que me rozancon sus caricias amargamadas, esclavizando mis suspiros.Me embriaga como si de vino fuera,el horizonte con su bata anaranjaday el verde ¡ay, ese verde! que,de vida,me llena la mirada.Cuando mis hojas paran otoñosy mi alma ausente viejas abracionesme quedare siendo tan solo otra ada fantasmadapor sus magicas frustracionesEntre besos adormecidos.muere el dia y yo,en silencio junto al cristal de una copa en donde me bebo la espera; sueño otro anochecer. pues de este,ya casi...ya casi,no queda nada.