Nov 01, 2012 Oct 31, 2012 Oct 22, 2012 Oct 19, 2012 Oct 17, 2012 |
Las tinieblas te cubren con un manto de odio. Tú te aferras a la capa oscura y caminas sin cesar buscando ser limpio y bueno.El mal pesa más que tu cansada voluntad. Así y todo, no dejas de caminar.En el valle cristalino y puro de la fe encuentras el reflejo de tu aura mansa y blanca...eres bueno allí, pero el mal pesa más que tu agotada voluntad; y te sumerges en él, te hundes y te ahogas para no regresar jamás. En los fuegos profundos del aberno arden las palabras de amor que jamás me dijiste.Ahora estás condenado a quemarte para salvartey para rescatarme del mal mundo al que tu indiferencia me ha sometido.El bien y el mal disputan el triunfo, tu odio y mi amor se enfrentan valientemente para vencer, Tú y yo jugamos a luchar...tú, me odias, yo, te amo.Caen cenizas sucias sobre mí, el polvo de tu rencor; son mis lágrimas las que me limpian, es tu maldad la que vuelve a contaminar.Yo me elevo, tú, te hundes...En los fuegos profundos del aberno se escuchan gritos...son las palabras de amor que tarde decidiste decirme. Te imagino dormido¡Qué sensación!Ver tu mano izquierda sobre tu pecho blanco y suavey la derecha tendida entera en lo que sobra de cama a tu costado...así te veo, con la boca apenas abierta y los ojos suves y delicadamente cerrados...no encuentro mayor perfección que ver descansar ese cuerpo que amo y esa mente que tanto admiro ...Te veo dormido y creo que te amo. EL OJO. Círculo diabólico e infinito, túnel sin salida, espejo del mal, eclipse de llanto, esfera de la muerte… Son las cinco de la mañana, a Jacinto le agarra sed, mucha sed, causada por la sustanciosa tabla de campo- rica en salamines secos, bondiolas, pancetas, quesos de cabra y vaca, pickles, aceitunas negras y verdes- que disfrutó junto a su mujer el Domingo por la noche. El hombre de unos ochenta y un años, se incorpora lentamente en su cama de dos plazas mandada a fabricar en madera de roble, desliza suavemente la pierna izquierda por debajo de las sábanas rosadas de lino egipcio, luego la acompaña la derecha y finalmente se para al lado de sus aposentos y se coloca las pantuflas. Antes de abandonar la habitación, Jacinto observa a su esposa dormir profundamente, abre la puerta y se dirige muy despacio hacia la cocina. Abre la heladera, saca una jarra de cristal transparente llena de agua helada, de la alacena de algarrobo toma un vaso-también de cristal transparente-y lo llena hasta el borde, bebe su contenido sin respirar; realiza la operación de llenado y vaciado unas tres veces debido a que la sed es excesiva, vuelca finalmente la última alícuota del elemento incoloro en el vaso, vierte agua mineral en la jarra hasta llenarla y así guardarla en la heladera y emprende su regreso al lecho. En el camino hacia la habitación, precisamente en el zaguán alfombrado de color bordó a Jacinto se le acelera el corazón, se le empalidece la piel, alcanza a caminar unos diez pasos hasta la sala de estar y no aguanta más; su cuerpo- no menor a los ochenta kilogramos- hace vibrar el parquet del living de la mansión de Caballito. Juana, su mujer, sobresaltada en el dormitorio se asusta y se levanta de la cama; lo encuentra tieso, frío, inmóvil y con la boca abierta. A la derecha del viejo, un vaso de cristal con agua derramada, a su izquierda, un reloj de oro…debajo de la escalera, una foto, “la foto del tres de Octubre de 1975”, “la foto cruel”, “la foto infiel”, “la foto de la Juanita con otro”, “la foto de la Juanita con Pedro”, “la foto erótica de la sensual Juana con el depravado Pedro”…y en el suelo frío de parquet de la mansión de Caballito las pupilas dilatadas de Jacinto y el reflejo de la traición. Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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