Se estaba muriendo. Se estaba muriendo y a nadie le importaba. Sonrió, pensando en lo irónico de su destino, en su joven vida truncada… Ya no volvería a disfrutar de esos festines pantagruélicos, ni de esas parrandas nocturnas con las que no dejaban dormir a los de la casa grande. No. Ya no haría nada de eso. Pero no se arrepentía de nada. Había vivido y procedido como se esperaba que lo hiciera. No es que no supiera lo que arriesgaba con sus acciones, pero había llegado a pensar que era inmune a todo riesgo. Ahora pagaba las consecuencias de su soberbia. Pero al menos se sentía orgulloso de haber sobrevivido al cambio de milenio…aunque más no fuese para confirmar que, en el dos mil también se muere. Porque…quién iba a decir que lanzarían al mercado un nuevo insecticida para mosquitos de alto grado de toxicidad? Su cadáver fue recogido en la mañana por la aspiradora. Que en paz descanse. Mimi Musetto