• David
mithrandir999
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  • País: Colombia
 
  Esplendida fue la tarde en que la vi, danzaba dulcemente con el viento, ella y sus amigas  Zinnia, Violeta, Margarita y Jazmín, jugueteaban alegremente en la pradera, acompañadas de su amigo el buen sol. Los días de la primavera eran para ella de mucha alegría, sus amigas y el viento se divertían mucho, el buen viento imponía el ritmo y ellas bailaban frenéticamente y se movían con mucha pasión, su hermosura sin par atraía a muchos Picaflores aunque ella amaba a uno en especial por que era cortes y gentil, sus alas eran largas, su cuerpo era verde y su cabeza negra, el iba y venía alegremente pero tal como ella, sentía una especial predilección por Rosa pues era mas bella que ninguna y su polen era sabrosísimo.   El gran señor Roble admiraba estas escenas con un semblante placido, como el de un anciano que ve juguetear a sus nietos y de vez en cuando se le veía sonreír ante el canto de los pájaros que en sus ramas anidaban, los días pasaban y el buen viento se hacía mas calido al igual que el amigo Sol resplandecía con mas fuerza, las personas volvían a la pradera en esta temporada, los niños revoloteaban esparciendo dientes de león por doquier y degustaban el sutil aroma que Rosa y sus amigas expelían para ellos, todo era felicidad por aquellos días.   Pero un día todo esto cambio, el malvado señor Invierno, se aproximaba a la pradera y como el buen Sol, por alguna razón, no tenía ya la fuerza para enfrentarlo el amigo Viento antes tan calido y sereno, se alió con el malvado Invierno y convertido en ventisca comenzó a azotar la pradera golpeando inmisericorde a Rosa y sus amigas, los días de Rosa eran ahora largos y gélidos, en las noches su amiga Luna intentaba confortarla con su blanco semblante, pero ahora incluso ella no era la misma, todo había entristecido ahora que el amigo Sol comenzaba a marcharse.   El Rocío de la noche caía de Rosa como un gélido conjunto de lagrimas de cristal, las sombras se hacían mayores y la noche parecía crecer casi hasta hacerse eterna, pronto los pajarillos que tanto alegraban a todos con sus cantos partieron raudos siguiendo al señor Sol, y el pobre señor Roble quedo allí inmóvil, solitario y triste entregándose a un doloroso sueño, mientras sus cabellos se hacían amarillos y cenizos y caían dejando su anciana cabeza desnuda, el traidor Viento asoló la pradera con mas fuerza y el señor Invierno con su gran poder pronto hizo sucumbir a todos y en breve hasta la extraordinaria belleza de Rosa se esfumó, su vestido rojo se hizo purpúreo y se desprendía de Rosa capa por capa, pronto la blanca nieve todo lo cubrió y los pocos pajarillos que aun los visitaban se marcharon del todo.   La vida se encontraba ahora suspendida en un momento onírico que parecía tener la duración de un evo, y Rosa allí en medio de aquella blanca inmensidad hallabase triste y desnuda y pronto se sumergió en sí misma para unirse a los demás en su frío y duradero sueño.   En ese momento incluso yo callado espectador, me retiré para en mi hogar dormir un sueño parecido al de la pradera, pero el mió era un sueño de añoranza, de deseo e incluso de delirio, volví varias veces para ver a Rosa pero al encontrarla ahí desnuda casi inerme, y al darme cuenta de que solo mis huellas habitaban el antaño esplendido prado, sentí la agonía, la tristeza y el penoso anhelo del recuerdo de lo que se tuvo un día y ya no está, la visión de aquel triste lugar y así de todo lo que en el había amado, me hizo regresar a mi hogar lleno de una profunda congoja, y pensé ausentarme para siempre de la yerma pradera, mas un día en mi hogar, durmiendo aun ese sueño casi exánime, me sorprendió el alegre canto de los pájaros y cuando abrí mi ventana el buen Sol me devolvió toda esperanza, había regresado, al verle mi exultancia fue inmensa y corrí presuroso hacia la pradera, Rosa hallabase allí, el señor Invierno en una sola noche había sido desterrado y pasadas ya las cuitas todos celebraban el retorno del señor Sol y Rosa engalanada abríase en todo su esplendor, miro a su alrededor toda aquella maravilla e incrédula mirose en un charquito que había a su alrededor y Rocío que no miente diole la razón, desde ese momento Rosa se preparaba para repetir todo lo ya vivido y yo supe comprender que ella soportaba todo con valor pues si así no lo hiciere aunque no sucediere de ese modo a su alrededor, se haría eterno invierno en su corazón.
ROSA
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