Duda el día en terminar su rondaenamorado ya de su infinita transparencia.Se extiende sobre el polvo con su piel arrogantey trepa por las lianas espolvoreando lumbre.El día a sí se estima formidable y mayúsculoe inexorable ojo encima de los trenes.Más el planeta gira en su eje libérrimoborrándo los parajes de pupilas y honduras.Y al sentirse minúsculo, el día se recogey quiere ir entonces a encandilar arañaspero está sentenciado que se anule su fuegoy se apaguen de súbito sus entrañas sagradas.Viene pues el polvo de las constelacionesa traer la negrura de la noche estelada.