Oct 05, 2017 Oct 26, 2016 Oct 22, 2016 Sep 15, 2016 Aug 12, 2016 Jun 22, 2016 Apr 30, 2016 Mar 28, 2016 Jan 26, 2016 Dec 09, 2015 |
Tiemblan mis manos debajo de tu falda como la primera vez que te roce la piel. Recuerdo como me aferraba a tus caderas sin ni si quiera controlarlo aquella noche en la que me besaste bajo su manto estrellado. Te miro con más deseo que de costumbre porque ahora sé que lo que realmente se ama no puede verse. Ni tocarse. Ni olerse. Quizás las mejores cosas de la vida solo puedan sentirse y ya con eso basta. Mi cuerpo se retuerce en un escalofrío infinito cada segundo que te ríes contra mi boca y yo, más torpe cada vez, me cuelo entre los huecos que deja entrever tu ropa para explorar lo que nadie ve. Tu voz me susurra al oído algo que apenas oigo pero me estremezco solo de sentir tu respiración tan cerca. Sé de tus manías y tus miedos y las sudo poco a poco en el balancear pausado de tu pecho contra el mío, hasta que no queda nada más que unas ganas tremendas de hacerme tuya. Nunca he mirado a nadie así, como un preso a la libertad, como un marinero al mar, como simplemente yo lo hago contigo, sin necesidad de metáforas. Cuando ríes podría tocar el cielo sin ni si quiera esforzarme, pero es que ni tú sabes de la magia que exhalas en cada carcajada. Mi vida se ha vuelto un remolino constante en el que vuelvo a ti para sentirme en casa. Mi felicidad la resumes tú en un abrazo y en tu 'quédate un poquito más'. Si me concedieran un deseo te soplaría toda la vida para que siempre que abriera los ojos, tú estuvieras ahí haciéndote realidad. Aquí mando yo, que te quede claro. Aquí y allá donde vaya, mando yo y no tienes nada que hacer. Y no es que esto sea un régimen autoritario, sino una necesidad básica. O me quiero yo, o tú nunca podrás hacerlo de verdad. O confío en mi, o nunca conseguiré creer que te merezco aquí a mi lado. Por eso te digo que hoy soy mía, que voy a lo mío y que soy y seré yo con todas mis circunstancias. Que no ha habido para mi peor castigo en todo este tiempo que no sentirme cerca de mi misma, que no entender que era yo la dueña de todo esto y nadie más. No sabes la de heridas que guardé debajo de la piel, de las que parece que no están porque nadie las ve, pero a ti se te abren con cada paso en falso que das. Porque el miedo es el enemigo más fuerte que uno puede tener, el miedo a fracasar, a no estar a la altura, a no alcanzar la meta. Que pena que nos dejemos comer por todo eso y no seamos capaces de ver que al final eso no es más que basura que llevamos dentro por defecto. Que que más da el final si disfrutamos como nunca del camino, que quien dice cual es la forma correcta de hacer las cosas, que quien sabe lo que realmente me hace a mi feliz. Estamos hartos de escuchar a los demás decirnos como debemos actuar, como ser los mejores o, mejor dicho, como ser los más adecuados para esta sociedad que se va a la mierda. Porque, que queréis que os diga, que feo sería ser como quieren que seas. Así que no sé si me estaré equivocando o si al final acabaré como todos, hundida en el pozo con el agua al cuello. Pero eso me da igual, porque al menos habré llegado ahí por mi propio pie, con mis propios errores y no imitando los de otros. Yo voy a reír, a gritar, a saltar sobre los charcos y a salpicaros con mi insultante indiferencia, voy a luchar por todo aquello que el mundo me hizo creer que no debía, que no podía. Voy a ser yo, o al menos a intentarlo en la máxima medida posible, porque creo que es la única manera que tengo de llegar a ser un poquito más feliz. Me gustas tanto que yo creo que debe ser insano o algo. Me vuelvo loca cada vez que te das la vuelta para mirarme y sonríes, y yo estoy ahí aguantándome las ganas de tirarme encima. Mi piel se pasa las horas gritándote, buscándote, como quien necesita del roce para poder seguir andando. Y tú tan tuyo, tan inocente a todo, tan queriéndome pero no como yo quiero que lo hagas. Y yo tan tuya también, tan a tu merced como un mendigo pidiendo agua, tan esperanzada como un niño la noche de reyes. Me gustas cuando ríes, porque eso te hace libre, porque sueltas en una carcajada todo el aire y entonces vuelas. Me gustas cuando miras callado, cuando escuchas atento lo que tienen que decir los demás, y yo solo puedo pensar que tu silencio es mucho más valioso que cualquier otra palabra. Me gustas cuando te rebelas, cuando nada ni nadie te para, cuando defender lo que crees va por encima de cualquier pauta social, ahí me vuelves loca. Me gustas cuando abrazas, porque lo haces poco pero lo haces de verdad, porque traes una primavera brotando en tu pecho cada vez que me arropas, y yo florezco una vez más para llenarme de ti. Me gustas cuando no eres como los demás, pero sobretodo cuando no quieres serlo, me gustas porque eres tú con todas las consecuencias y estás tan seguro de ello que eso te hace inmenso. Me gustas porque llegas y te vas, porque no te atas a nada, pero dejas anclado a ti a todo el que pasa por tu lado, y eso debe ser algo muy parecido a la magia. Me gustas porque brillas, quieto ahí, sentado en tu silla de siempre, porque sin abrir la boca ya lo estás diciendo todo. Me gustas porque me gusto más cuando estoy contigo, porque me haces querer ser mejor y superarme, porque me quitas los miedos de un plumazo y me recuerdas que la esencia de la vida es vivirla, no pensarla. Me gustas porque eres sincero, porque siempre dices lo que piensas sin importar como va a sentar, porque cuando dices te quiero lo estás diciendo de corazón, y eso escasea mucho últimamente. Me gustas cuando crees en mi, cuando ves cosas que nadie más ve, cuando me demuestras que hay algo en mi que te está empezando a calar. Me gustas cuando te pones serio, cuando no tienes miedo de abrirme tus puertas y contarme lo que te hace pensar por las noches, cuando me dejas oír tus gritos, esos que casi nadie tiene el placer de escuchar. Me gustas cuando te haces preguntas, cuando el mundo se te queda pequeño para todas las cosas que imaginas, cuando te miro y solo puedo pensar lo poco que me interesa conocer otros lugares, porque tú ya ocupas mi galaxia. Me gustas a todas horas, de todas las formas posibles y con todos los defectos que se te puedan ocurrir por el camino, me gustas con tus demonios y tus dudas, con tus debilidades y tus miedos, me gustas más que cualquier canción de Carrasco porque es tu voz la que quiero como banda sonora de mis días, así que creo que ahora sí que puedes hacerte una idea de lo que siento desde que estás aquí. Y fugarnos. Y fugarme contigo de mi. Quiero salir de aquí e irnos donde nadie nos vea, donde nadie pueda escucharnos, me está sobrando hasta el aire que me separa un poco más de ti. Quiero perdernos y encontrarnos cuando no lo esperemos, cuando nos creamos acabados y dejemos de apostar por la locura, justo ahí quiero verte en medio de la gente y que vuelvas a pedirme que subamos a mirar las estrellas. Yo ya las veo mirándote, pero no me importará contarlas esta vez contigo. Y que me cojas las manos bien fuerte y no quieras soltarme, que aunque te cueste admitirlo te está gustando sentirme tan cerca. Porque el problema llega cuando las cosas van más allá de la piel, cuando empiezas a temblar sin tocar, cuando sonríes en cuanto abre la boca. Pero vamos a olvidarnos de que nos pasa todo eso y vamos disfrutar este momento que al final es el único que nos queda. Bésame, sáciame la piel con casualidades y vuélvete a poner encima de mis miedos que se te daba muy bien lo de aplastarlos. Cuéntame eso que haces cuando te pones triste y deja que me crea que te importo, que quieres llegar a mi más que con las manos. Llévame contigo cada vez que necesites huir y deja que te desempolve la tristeza, deja que me quede un rato más cuando ya ni si quiera tú quieras estar contigo. Y cuando te canses de todo esto olvídame, haz como si nunca hubiera pasado, como si nunca hubiéramos sido uno cuando estábamos solos. Sabré como encajarlo no te preocupes por mi, me levanto cada mañana pensando si quizás ese será el día en el que ya no quieras mirarme más, en el que ya mis anécdotas no te hagan reír. Pero hasta entonces solo te pido una cosa, quédate, o más bien déjame quedarme a mi, no quiero ni puedo darte el para siempre que todos prometen, pero si te aseguro que mi hoy, hasta que te de la gana, es todo tuyo. Soy quien soy, y a estas alturas eso ya no puedo cambiarlo. Al menos no lo suficiente para olvidarme de ti hoy, o para dejar de entrar en una libreria y que se pare mi reloj. Supongo que todos crecemos y nos convertimos en lo que somos gracias a cada momento, a cada experiencia y a cada herida que nos dejó la vida. Quizás tenga mil defectos y solo sea un cúmulo de historias a medias que me han dejado con hilos colgando día tras día. Quizás sea un desastre, la ropa desordenada encima de la cama, o quizás solo haya sido cuestión de suerte. Quien sabe, a lo mejor mañana salgo a comprar el pan y te encuentro ahí, esperándome en mi portal como yo lo hice aquella vez, con las palabras y los nervios del reves pero con las ganas más agarradas que nunca. Seguramente sea culpa mía por ser esta romántica desgastada en la que me he convertido, desgastada no por falta de fuerzas, si no de esperanzas. Seguramente sea yo la que se ha equivocado creyendo que me buscabas, que me esperabas, cuando en realidad solo te sigues esperando a ti. A encontrarte y entender que no todo es tan difícil como lo pintas, que estoy segura que hubiera sido muy diferente a como me creías. Pero ya no es momento de lamentarse, ni de excusarse, porque esto solo es una prueba más de que es siempre la misma historia, pero contada de otra boca. Al final de todo he comprendido una cosa, y es que la única que importa en la historia soy yo, y que como soy la protagonista, puedo buscarme una peli donde mi personaje de verdad empiece a brillar. Hasta entonces, que mejor forma de brillar que quererme, que respetarme, que no conformarme. Que el problema quizás haya sido empezar la casa por el tejado, y es que no podemos pretender que nos valoren si nosotros no lo hacemos. Vamos a intentar reconstruirnos, coger los pedazos en los que nos han ido rompiendo con el tiempo y volver a crear el hogar fuerte y sin fisuras que antes de todo esto éramos. Voy a rechazar cada te quiero a medias, cada beso que no tiemblen las piernas, cada mirada que no me grite que el mundo es más bonito desde que yo estoy en él. Porque creo que, después de todo, me merezco esa historia que me haga creer que nunca volveré a ser tan feliz. Primero, vamos a querernos. Sin amor no seríamos lo que somos, queráis admitirlo o no, es lo que mueve el mundo y lo único capaz de superar cualquier barrera. Cualquier tipo de amor nos hace más fuertes, casi invencibles, y no entenderéis la vida hasta que alguien no os coja entre sus brazos y os haga sentir como en casa. Segundo, vamos a mirarnos. Pero vamos a mirarnos bien, a los ojos, que a fin de cuentas nos refleja el alma que es lo que cuenta aquí. Vamos a decirnos cosas sin hablar, sin necesidad de mover el cuerpo, solo con un gesto que refleja más verdades que cualquier palabra. Mirad, y empezaréis a ver muchas cosas que aunque, creamos que no, están ahí, pero hay que fijarse bien. Tercero, vamos a besarnos. Sí, vamos a demostrar ahora con los labios lo que podemos llegar a sentir dentro, lo que nos invade cuando algunas personas se acercan, todas esas frases que se explican mejor cuando unimos las bocas. Cuarto, vamos a tocarnos. No penséis mal, o sí, como veáis, pero mientras pensáis acariciad la vida que se nos está escapando y no hacemos nada para que cada segundo sea mágico. Y hablando de magia, hacedla con las manos, que los mayores monumentos se han hecho con ellas, no lo olvidéis. Quinto, vamos a escucharnos. Tan importante y tan olvidado eso de prestar atención a lo que nos cuentan, a esos momentos que solo pasan una vez en los que alguien de verdad te dice lo que le pasa por la cabeza y lo que realmente le gustaría hacer. Tan en nuestra mano conocer a los demás y también un poquito más el mundo, que a fin de cuentas no es más que la unión irrevocable de todas las historias que llevamos cada uno a nuestras espaldas. Escuchad, vais a aprender mucho más de la vida de lo que creéis, no os imagináis lo que algunas personas tienen que contar. Sexto, vamos a confiar. Creamos de nuevo que las cosas pueden lograrse si de verdad lo intentamos con todas nuestras fuerzas, si de verdad luchamos, si empezamos a entender que no hay nada imposible cuando se tienen ganas de comerse el mundo. Vamos a creer en los demás y en que no todo el que nos tiende la mano va a mordérnosla, que hay gente buena en el mundo capaz de dar el cuerpo sin esperar nada, aunque cada vez escaseen más. Vamos a dejar de corrompernos con falsos te quiero y con amabilidades fingidas y vamos a ser sinceros, quedaros con quien de verdad queréis estar y nunca estéis en un sitio en el que no os sintáis plenos, somos demasiado especiales para conformarnos con las sobras de otros. Séptimo, vamos a ser libres. Siempre he pensado que la libertad es lo más poderoso que tenemos en nuestras manos, y lo que más puede diferenciarnos de los demás. Podemos pasar por aquí como una obligación, como un deber, como algo que nos ha tocado hacer y no hay vuelta atrás. O podemos dejar huella, no en el mundo, si no en nosotros mismos. Vamos a dejarnos llevar y vamos a sentir lo que nos apetezca, y sobretodo vamos a mostrarlo, que mientras que no hagamos daño a nadie todos tenemos derecho a amar, a ser y a vivir como nos de la gana. Recordad siempre que somos más fuertes cuando somos dueños orgullosos de lo que sentimos. Octavo, vamos a hablar. Vamos a decirnos las cosas que creemos importantes y las que no también, por si acaso para el de enfrente si lo son. Vamos a hablarnos de todas las maneras que se nos ocurran, que las palabras se las lleva el viento, pero tampoco demasiado lejos, y algunas son imprescindibles para poder llegar a donde estamos. Noveno, vamos a ser. Sí, a ser nosotros mismos, que muchas veces se nos olvida. Vamos a trabajar duro para ser cada día la mejor versión de nosotros mismos, no por agradar a nadie ni mucho menos, si no por hacernos felices a nosotros que a fin de cuentas termina siendo lo más importante. Vamos a mostrarnos con virtudes y defectos, tan orgullosos de ellos o más que de las virtudes, porque nadie es perfecto, y los que más se acercan son los que se quieren como son y entienden que no siempre podemos hacerlo todo bien. Décimo, vamos a vivir, y a vivirnos. Vamos a saciarnos las ganas y a dejar que la rutina se escape por todos los poros que vamos a abrirle, que no quede ni un ápice de costumbre entre nosotros. Vamos a renovarnos y a reescribirnos, es momento de deshacernos de las partes rotas y de crear nuevas piezas del puzzle, vamos a encajar en otras partes porque esto se nos está quedando pequeño. Vamos a enseñarle al mundo todo lo que hemos aprendido y que no estamos aquí por estar, que hemos venido a cambiar las cosas. Vamos a cumplir lo dicho, que quizás no sea fácil, pero estoy segura de que va a merecer la pena. Háblame, escríbeme, ríete. Hazlo como quieras pero déjame entrar en ti, no permitas que me quede con la duda de si eres tan diferente como pareces. Cuéntame por qué llegaste aquí y por qué no a ninguna otra parte, dime por qué tenías que ser tú y no otro el que se colara entre mis huecos. Explícame que te hizo mirarme dos veces y por qué me estás dejando que te pida tantas cosas. Quiero saberlo todo, cada caída y cada herida, cada vez que te diste cuenta que casi nada dura toda la vida y sobretodo cuéntame como aprendiste a levantarte. El por qué te ríes así, tan escandaloso y con los ojos achinados, dime como consigue alguien en dos semanas poner en orden todo tu caos. Enúnciame todas tus verdades y después dime como se fueron cayendo cada una. Y que no se te olvide mencionar el por qué estamos aquí, tu y yo, sin saber si quiera donde vamos o si vamos a algún sitio, quizás tampoco se esté tan mal aquí. Estás conmigo y eso empieza a bastarme, y he de reconocer que decirte esto me da miedo. No sé que pretendes ni qué quieres de mi, pero voy a darte la oportunidad de que me demuestres que contigo no me he equivocado, de que hagas conmigo lo que quieras y después decidas si hay algo en mi que te empuja a quedarte. Creo que merecerá la pena comprobar esta vez si tenemos algo que no hemos visto nunca en nadie más. Por eso y por qué me da la gana, cuéntame, que no sabes lo bonito que es no necesitarte pero querer con la misma fuerza que estés aquí. Vamos a dejar de esperar, de esperarnos. Vamos a cambiarlo todo y cuando esté en su sitio movámoslo otra vez. No nos quedemos quietos ahora que la vida nos da la oportunidad de cumplir nuestros sueños. ¿Ya no os acordais de lo que queríais ser de pequeños? ¿No recordais todas esas veces que prometisteis que nada iba a pararos? Por favor recuperemos esas ganas de donde estén metidas y salgamos ahí fuera a comernos el mundo. No hay nada más fuerte que las ganas de hacer algo, nada. Ni si quiera esas excusas baratas que todos soltamos de que no siempre es tan fácil. Pues claro que no es fácil, nadie ha dicho eso, pero es que todo lo que merece la pena no suele serlo. Si nos rendimos cada vez que algo no salga a la primera ya os aseguro que no vais a llegar muy lejos en la vida, porque no todos tenemos la misma suerte. Vamos a crear las cosas que no nazcan por sí solas y vamos a hacerlas nuestras si tanto nos importan. Vamos a querernos, a besarnos y a ponernos contra las cuerdas cuando de amor se trata. Vamos a jugarnos el cuello y a poner las manos en el fuego, que clase de amor sería entonces si no estamos dispuestos a quemarnos. Vamos a ser libres los unos con los otros y a aprender que todos nos merecemos, al menos una vez en la vida, que alguien pierda la cabeza por nosotros. Vamos a reirnos y vamos a mirarnos, no hay nada más sincero que unos ojos que se mantienen la mirada cuando ya nadie está hablando. Vamos a sacar todo eso que siempre nos da miedo, vamos a olvidar que las cosas pueden salir mal y vamos a dejarnos llevar por las sonrisas del momento. Que sería de nosotros si nunca apostásemos toda la baraja a algo que nos tiene en la cuerda floja. Pero que más da, vamos a vivirnos cada segundo, ya mañana pensaremos. Y no estoy hablando de volvernos locos, o quizás si, pero no en el sentido que os imaginais. Simplemente creo que tenemos un concepto muy equivocado de lo que es la vida. Nos pasamos más de la mitad de ella intentando tenerlo todo bajo control y no nos damos cuenta que el caos a veces también puede ser precioso. Por eso vamos a tirar todas las etiquetas que nos han marcado, vamos a pisar lo políticamente correcto y vamos a saltarnos todas esas normas que nos separan de lo que queremos. Vamos a ser felices por favor, es la única razón por la que todos estamos aquí. Mírame, y vuélvete a reír mientras bailamos. Písame los pies y no me sueltes, que tu canción nunca deje de sonarme. Que siga sonando como suenan tus pasos, cada vez que entras por la puerta de mis dudas y las echas todas abajo. Y cuando entres, cierra con llave y déjala fuera, que no quiero tener la oportunidad de irme. Y espero que tú tampoco te vayas, pero sobre todo espero que nunca llegue el día que eches de menos esa llave que te separaría de mi. No creo que soportara que te fueras, o quizás si lo haría pero recordaría cada día que no voy a volver a tener tus labios, y eso ya me parece suficiente castigo como para temerte. Temerte y tenerte se han vuelto sinónimos desde que estás aquí, porque cuanto más te tengo más te temo. Temo tus ojos, tus manos y tu piel. Temo tus manías infundadas sobre el mundo y tus despertares rebeldes. Temo a tu risa, como a pocas cosas más en este mundo. Pero tengo tu ser, y eso calma todos mis miedos. Porque eres mío sin serlo, porque te prefiero así, libre, sin nada que te ate a mi. Cuando más me gustas es cuando vuelas sin mirar abajo y no tienes miedo de caerte, porque sabes de sobra que yo siempre seré el nido donde descansen tus alas. Porque voy a quererte siempre, siempre, hasta cuando ni tú mismo te soportes, hasta cuando creas que todo está perdido y que ya no tenemos nada por lo que luchar, hasta esos días tan tuyos en los que piensas que ni si quiera yo puedo quererte. Pues te equivocas, sigo llegando borracha de amor al portal de siempre a esperarte bajar.Por eso mírame y vuélvete a reír mientras bailamos, que la noche hoy no se duerme, y está la luna de testigo en nuestras manos. Léeme. Escríbeme. Subráyame. Márcame la piel como si tus dedos fueran la pluma que han contado todas las historias de este mundo. Como si la única historia que existiera fuera la de tus ojos cuando me miran. Y entonces bésame. Bésame como si fuera el último acto de amor que pudieras hacer en el mundo, como si mañana ya no estuviera a tu lado para que volvieras a hacerlo. Y así cada vez que me beses. Cúrame, con las manos, con la risa, con el alma. O mejor mézclalo todo y enredate conmigo, en mi trampa ya no cabe nadie más que tú. Porque los espacios se han reducido al tamaño de tu boca y a esa forma que tienes de hacerla mía. A tu manera de ver el mundo y a esas manías que solo tú tienes y que me parecen tan divertidas. Y me río sin parar cuando dices cualquier burrada y quiero esconderme de ti porque tiemblo y no paras de acercarte. Porque suena esa canción en mi cabeza cuando levantas la mirada y prometes con los ojos que nunca vas a mirar a nadie igual. Esa canción que ni si quiera creo que exista pero si existiera diría algo así como "el cielo es tuyo si te ríes, al menos el mío". Porque no se ama hasta que no se siente que la piel no es más que un obstáculo que te separa del otro. Porque yo no puedo, de verdad que no puedo, sentir algo más que esto que siento. Porque no me cabe en el pecho y me muero de calor. Porque, como dice esa canción, necesito sudarte como se suda un día de verano. Por eso te lo recuerdo. Cómeme. Muérdeme. Destrózame. Pero sobre todo, quédate. Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
|
Lecturas Totales | 4887 | Textos Publicados | 10 | Total de Comentarios recibidos | 5 | Visitas al perfil | 1863 | Amigos | 2 |
SeguidoresSin suscriptores
|