Eres sílaba rimbombante, una palabra compleja de describir Los fonemas se adaptan a tu cintura y se pronuncian en tu vientre Cada sonido, junto con cada suspiro es sinfonía para prexistir Un apoyo poético para las terminologías del desastre Un abrazo que va de la A a la Z, y desde el tú al yo La noche boca arriba de cada sueño En los cuales no quiero ser antagonista Ni transformar el te extraño en desdeño porque eres la princesa de este castillo literario y las letras de todo su abecedario.
Estoy al teléfono escuchando las respiraciones de mi musa inspiradora, mi Mona Lisa de sonrisa traviesa, en un vaivén de sonidos jadeantes y palpitantes como mi pene que sigue el ritmo de su corazón, ambos latidos en sintonía, un frenesí musical que sólo lo sentimos por dentro y al igual que una cajita musical suena cuando nos damos cuerda desde la manivela emocional y retóricamente sexual que nos envuelve. Puedo escuchar desde adentro de ella como se sacuden vibrantes mis respiraciones a través de la transmisión, me pregunto si Antonio Meucci, el primer hombre en hacer un prototipo de teléfono habrá pensado en follarse una mujer a través de una llamada, si para él la comunicación era primordial, ¿por qué no una transmisión en sintonía de las manos de dos personas dándose placer? ¿Qué tal de pintar a la distancia? Mientras pensaba en aquellas interrogantes, sentí como mi pincel comenzó a presionarse en sí para dejar salir toda su pintura de color lechoso, procedido de un relajo en mi cuerpo mientras sentía el quejar de las sábanas al ser apretadas por ella firmemente con ambas manos a sus lados como lo imaginaba mientras me venía. La época artística no termina, el teatro no puede parar, las pinturas si bien pueden ser robadas como en la Segunda Guerra Mundial, también pueden ser recuperadas y devueltas a sus lugares donde pertenecen, aunque quizá el arte pertenece a todos los rincones del mundo, sin embargo, en el fondo sé que pertenece a quién lo aprecia, no a quién sólo lo mira. Tomando un café, luego de aquella noche, luzco bastante pensativo y hay un problema que nos aqueja dentro de nuestra artística historia. Muchos artistas quedan varados por la falta de inspiración, una sensación que mueva sus corazones, pero en mi caso, no me siento oprimido, más bien estoy en una explosión constante, pero no es lo mismo que piensan y sienten los padres de la muchacha de la tiendita 303 de Artes Plásticas. Aquella tarde de lo sucedido, bastante relajados, sobre todo yo en un sillón empolvado disfrutaba de los movimientos de ella, veía como sus caderas se sacudían en tal tonalidad de colores que sentía como mi propia cara iba entonándose y desentonando al mismo tiempo con tanta belleza, con tanto alto arte. Teníamos hartos frascos de pintura al óleo y por cada baile elegía dos colores, uno para cada mano, ella sabía que cuando ya pintaba mis manos completamente, era porque quería que se acercara para palpar su cuerpo y dejarlo pintado o sucio de todas las formas calientes que quería tenerla en mi cuadro. Comencé agarrar su trasero, mientras ella en mi regazo se movía, una que otra nalgada le daba para que se generara contraste en las manchas, para que hubiera otra de nuestras obras en sus nalgas bien paradas. Una vez que pudo apreciar mi erección, se ganó de rodillas en el piso, descendió mi pantalón y desde el boxer lo agarró para dejarlo a su vista, tomó dos frascos empapando sus manos, eligiendo el azul y verde para esta ocasión, suavemente acercó ambas a mi pene, y comenzó a subir , bajar, subir, bajar, era como la tierra en rotación, constante movimiento día y noche, pero sólo que en una constelación interestelar de su manera de masturbar tan fuera de la galaxia, no sé si serían sus manos o mis propios sentimientos, pero siento como mi miel se quiere asomar cada vez que lo pinta, entre un par de sonrisitas comienza en breves a pasar sus labios, quedando ellos y, por consiguiente, su lengua en tonos azules y verdosos, pero qué bien lo chupa mi musa pasaba por mi mente de manera acromática, mientras mi cuerpo se iba en blanco para unirlo al tono de su rostro. Una vez que me retiré de la tiendita 303 aquella tarde ya en casa, comencé a sentir una vibración en mi bolsillo, era mi celular con una llamada proveniente de esos labios con sabor Barroco, sonaba bastante entristecida, me dijo que no sabía si podríamos seguir frecuentándonos porque a sus padres le habían contado que un muchacho con sombrero salía cada cierto días y siempre estaba cerrado el local en esos momentos. Los dueños del local estaban enojados por las pérdidas, porque cada vez eran más frecuentes los cierres, menos ventas, gente alrededor parlando de ello, y un vecino que dice haber escuchado repetidos sonidos de quejidos. Enojada ella asintió que las ventas no habían bajado, porque ella llevaba la cuenta de los clientes por prever la situación y que sus papás estaban equivocados, pero era la vergüenza que sentían ellos, era una familia de bastante renombre por estos lados y que su hija anduviera con un pobre diablo, indecoroso para ellos. La tranquilicé, todo está bien, podemos hacer las cosas fuera de ahí, podemos estar juntos, pero ella estaba en negativa, porque siempre tuvo un pensamiento bastante estructurado por su familia, de no querer fallar, y creo que estaba bastante confundida por los gritos de sus papás, colgó diciendo que necesitaba tiempo. Pasaron varios días, en los cuales no supe nada de ella, sabía que a veces existían conflictos más allá de los sentimientos propios por otra persona, así que seguí esperando todos los días sentado en el sillón de casa, dando un paseo por el parque o tratando de pintar, pero no podía con la ansiedad, no era lo mismo sin ella, y ya cuando habían pasado dos semanas he roto el lienzo que trataba de pintar. En un momento de curiosidad, pasé con una vestimenta que creía pasaría desapercibida y no darían ni cuenta que se trataba de mi presencia, puesto que no usaba ese tipo de ropas e igual era algo conocido, ya fuera de buena o mala manera por ese sector de la ciudad, entré con lentes, mientras ella con un deje de tristeza que noté, me preguntó, ¿qué quiere? Al momento de eso me bajé los lentes y dije a ti, ¿qué es lo que ocurre? Me quedé un momento conversando con ella, mientras ella me explicaba que le debía respeto a su familia y que se sentía mal por todo lo ocurrido, entre mis argumentos estaban que sus ojos aún brillaban por mí, podía notarlo y si tan sólo dejaría que los colores cálidos se esfumaran de entre nosotros, ella apartó la vista, junto a un que me vaya, que ella no era quizá como yo creía. Aquella tarde fue bastante triste, salí en el auto de manera rápida, porque tampoco quería ocasionarle problemas, tan sólo quería una breve platica, poder sentir si realmente ella intentaba olvidarme, de lo que pude sólo pude ver una lucha constante en su mente, junto a su vientre por sus sentimientos que sentí como se movían como los míos. No quiero sentir la situación forzada, no quiero que los cuadros se estropeen por falsas inspiraciones pensaba, mientras sin darme cuenta por toda la presión en mi cabeza, no pude frenar de manera rápida al ver otro auto pasar en rojo del lado derecho, mientras sentía una fuerte presión de un lado de la pierna con el impacto, veía como los cuadros caían en mi cabeza de manera tan poderosa que caí dormido. Cuando desperté estaba en el hospital, sin duda alguna, estaba vivo, un poco muerto de inspiraciones, pero vivo, mientras mi pierna colgaba en alto, aparentemente se me había roto una, sin embargo, observé mi cuerpo y no veía más fallas, todo bien, por lo que respiré tranquilo mientras una enfermera me aclaraba que no había sido mi culpa, las contusiones que tuve, y entre todas esas palabras, sólo quería ir a casa que fue lo pude hacer a los tres días de estar ahí. Habían pasado un par de días en casa cuando sentí el timbre, tomé mi muleta para ir abrir porque aún no estaba muy bien, y mi sorpresa fue grata al ver que era ella, sentí de momento como mi cabeza ya parecía hasta crear un poema. Ella me abrazó y lloró, dijo haber estado asustada, que pasó por el hospital preguntando la situación, pero que no fue capaz de verme, luego de haber sido tan seca, a lo que yo abrazándola fuertemente con mi brazo libre, le susurré en el oído, ¿dónde está mi cuadro? Cuando yo fui tonto aquella vez que me preguntaste qué pintaría este mes y me fui de manera seca, luego te traje un cuadro, a lo que ella sonrió susurrándome, ¿podemos hacerlo? Nos sentamos un rato en el sillón, felices, creo que ambos extrañábamos bastante nuestras esencias artísticas, puesto que nunca estuvimos tanto tiempo separados, incluso aquella vez que salió de paseo con su familia, pudimos mantener contacto por el celular como en el comienzo relataba, pero finalmente estábamos ahí abrazados, sintiendo nuestros cuerpos. Me dijo que cerrara los ojos, mientras sentía como me quitaba la ropa, luego ella comenzó a dejar su liviana falda, junto con aquella blusa que llevaba para tapar su brillante cuerpo, ¿dónde están las pinturas y los pínceles? Le señalé que en un mueble de la cocina, entre sus pasos para ir en busca, gritó recuéstate en el piso. Cuando llegó posicionó las pinturas a mi lado, se ganó encima de mi pecho con una inclinación hacia adelante para dejar más al descubierto su clítoris, mientras ponía el pincel en mi mano, sin más que reaccionar, puesto que ya las ideas fluían de manera inherente cuando estaba con ella, comencé a pasar lentamente los vellos del pincel por su clítoris, suavemente, sentía como si esa punta fuera yo, éramos uno con el arte, somos uno con ella. Sentí como comenzaba a mojarse y no dude de introducir el pincel en esas pinturas para que ella las pasara por mi cara, estábamos compartiendo el pincel que gozoso estaba en mi lengua bañado con sus líquidos, quiero que me pintes toda la cara con tus colores le dije, y ella pasaba como una persona versada en lo suyo, para luego al tener mi cara toda pintada proceder con su lengua, me dejaba todo babeado, en duda de qué pintura me gustaba más si la de entre sus piernas o sus exquisitas babas, y así comenzó a pasar el pincel por todo mi cuerpo con doble capa de pintura, reforzando con sus babas el cuadro que iba creando en mi cuerpo, fui tragado por su inspiración de manera completa, junto al primer verso que mi cabeza creó de ese poema al volver a verla que decía fielmente a su oído no quiero dejar de cogerte amor, no quiero parar de sentir mi latido dentro tuyo. Ordenando los colores desde el más cálido al frío, subo entre las escaleras, mientras ella yace tendida en el piso, se da vueltas junto a la música de un equipo que compramos, hizo descender la diminuta ropa interior que llevaba entre las piernas, un movimiento luego de otra, sus piernas definían armonía en la habitación. Tomamos cuatro pínceles cada uno, el primero era para pintar nuestros rostros, procedemos a sentarnos en el piso mientras cada uno coge la cara del otro y nos pintamos mientras de vez en cuando nos besamos, el segundo era para nuestros cuellos, procuramos besarnos eternamente, suavemente bajan mis cálidos labios para luego darle vida de color cristal, y ella de un color fuego como sus respiraciones en él, ya por el tercer pincel lo salivo, para luego pasarlo por sus pezones, mientras me acaricia apretando mi cuello, bajando también por mis pezones, he puesto pintura sobre sus pechos desnudos y me presioné contra ella para que quedáramos ambos pintados, el cuarto y último pincel correspondía a mi pene y su vagina, no cabe duda que nos conocíamos bastante, porque comenzó acariciar con el pincel de manera tan gustosa y yo con ella, parecíamos niños curiosos, siempre curiosos de nuestros cuerpos como la primera vez, agárramelo susurré, mientras ella lo agarraba quise meter un dedo, y sangre salía de entre sus piernas, así como tantas veces nos encontrábamos sudorosos, jugando con lo natural de nuestros cuerpos y yo por mis piernas pasé sangre de su vagina, mientras ella pasaba mi semen por las suyas. Estamos completamente pintados, por lo que comenzábamos a dar vueltas por un lienzo grande que compramos, girábamos en él, mientras nos besábamos y cogíamos. Se formó un cuadrado precioso de aquella primera follada artística que tuvimos en nuestra propia tienda de artes plásticas con un cuarto especial para los artistas, en el cual muchas formas nacieron, incluso algunas que aún son vanguardistas para muchos.
Una sensación ácida recorre mi lengua, siento que me come la boca desde adentro hacia fuera, sin embargo lo inconmensurable de lo producido en inefables momentos apacigüa la tormenta, absorbo lo ácido y lo convierto en dulce pasión. En estos momentos esa pasión recorre desde la punta de mis pies, sube lentamente por cada vello de mis piernas, me acaricia la entrepierna despertando suavemente a mi ser, se asoma en mi vientre perdido en muchas sensaciones, revuelto, pasa por mi pecho mientras deja ciertas caricias, no logro percibir mi presencia, porque está envuelta en el aire que recorre mi cuerpo y apretando mi cuello se despide. Eso es lo que queda de las sensaciones de aquellas tardes, y sobretodo el cosquilleo en mi mano izquierda, que es característico de formar una alianza entre mi corazón, junto a mis memorias. Quiero ser artista, sin embargo, para ser uno se debe apelar a lo que realmente constituye la elocuencia de crear, debo sentirlo, y solamente me he sentido como un ser innato en lo que hago en el cuarto de la tiendita 303, donde fue la primera vez que la vi. Ella atendía el negocio de su mamá, vendían artículos de artes plásticas, de todo tipo, desde pínceles grandes a pequeñitos que nunca antes había visto, papeles de colores que no sabría decir su nombre y un sinfín de artículos graciosos que crean formas graciosas. Existen muchos tipos de artistas, de los que caminan por la calle cabizbajo, de los que observan el mundo de maneras que muchos otros nunca lo harán o en mi caso un artista experimental. Perdón, como iba parlando, ella atendía el negocio de su mamá, en el cual a veces me introducía para comprar mis artículos, siempre evitaba mirarla a los ojos, porque sin duda tenían un color que me interesaría para mis obras, y sabía que el precio sería muy alto, quizá inalcanzable para mí, pero un día como todo, ocurrió lo que tenía que pasar. Ella me miró fijamente preguntando qué es lo que pintaría este mes y por primera vez cruzamos miradas, claramente quedé sorprendido al darme cuenta que ella notó que sólo entraba una vez al mes a buscar muchos materiales para llevar mi proyecto, a lo que no tuve respuesta de los nervios, sólo salí de la tienda mientras le hice un gesto con mi sombrero que había heredado de mi abuelo, del cual muchas personas se mofaban porque comparado con los otros muchachos vestidos con ropas actualizadas, lucía como un chico queriendo ser un viejito soñador. Aquel mes pinté de manera soñadora junto a mi sombrero, pero me sentía un poco molesto por mi actitud poco educada al irme sin contestar, por lo que al finalizar el cuadro e ir a por mis nuevos materiales, entré al auto un poco cargado, quizá la conciencia, no sé. Al llegar saqué el peso de mis cargas y me mostré frente a ella, he aquí le dije, lo hice para ti, perdón por no haber contestado. Sí, mi lienzo de este mes fue dedicado a ella, en un papel laminado, sorprendida y sonrojada me tomó de la mano, creo que debo verme como un sujeto que crea confianza, porque me llevó a la alcoba de aquella casa que rechinaba en cada peldaño de la escalera por sus propios años. Quién atenderá el negocio pregunté, a lo que ella un poco asustada, me dijo espera, ya vengo. Ya sólo en la alcoba, pude ver que había muchos cuadros y algunos lienzos que aún no eran pintados, supuse que quizá ella podría ser la artista detrás de aquellas obras. Sentí rechinar nuevamente la escalera y era ella ofreciendo disculpas por el momento de soledad que me había brindado, a lo que asenté con delicadeza que no había problema. Ella me contó que a veces pintaba, y luego se sinceró que realmente pintaba casi todos los días del mes, que había algo de ella que quería experimentar el pincel entre sus manos, envolverlo y penetrar con su color el lienzo, blanco y virginal. Me sentía un poco mal, porque realmente más que al pendiente de los colores de sus cuadros, estaba apreciando el rosado de sus labios, está bien soy algo retraído, pero en ese momento tan ligero, tan a solas, sólo atiné a llevar mis brazos hacia a ella, mientras la miraba fijamente y ver si aceptaba aquel acendrado momento. Me besó, y entre cada beso, quería ir abriendo los lienzos de sus ropas, pero ella me paró, me dijo que no podía hacer ello, que si bien quería, había algo que le paraba. Con mi boca en su cuello respirando profundo pregunté, ¿por qué? Mientras tocaba sus caderas y la acercaba a mí. Ella me dijo que andaba con su período y por ello no podía, a lo que descaradamente moví mi mano y la puse en sus pantalones mientras tocaba su vagina, al sacar el dedo, le dije no hay de qué avergonzarse, podemos hacerlo así. Ella estaba un poco cohibida, pero mientras agarraba sus muslos con fuerza, parecía ceder. Nos acercamos hacia a la pared y sin querer chocamos con un lienzo sin pintar, me afirmé al tambalear de este con la mano que había probado de sangre, dejando el tono de sus colores en él y fue ahí donde surgió una idea en mi mente. Estábamos cada vez más excitados, le bajé los calzones y le dije, ¿por qué no hacemos un cuadro juntos? Mientras agarraba un lienzo blanco y lo acomodaba en el piso, ¿de qué estás hablando? Un poco tímida contestó, ven, dije. La abracé de nuevo y comencé hacer que descendiera suavemente por el cuadro, quería que ella se sintiera cómoda, ya sin ropa, quise dar un tiempo a sus pechos que caían ricamente, succioné fuertemente y ella comenzó a quejarse, mientras salía de entre sus piernas sangre que cubría el lienzo. Supuse que ella había bajado a poner el cartel de se cierra, para que entendieran que se encontraba cerrado el local, pero no veía ni un cartel entre el abierto de sus piernas, ella me sacó la camisa verde que llevaba aquel día, botón tras botón, sentía como mi espalda desnuda ligeramente se mezclaba con el color piel de ambos, sus labios estaban sedientos, pero a la vez abundantes, sentía mi cuello cubierto de saliva, ya era el momento, agarré mi pene que nunca antes estuvo tan deseoso, tan duro, tan parado, tan artístico. Al posarlo en la entrada, sentí sus líquidos rojos como mojaban la puntita, como bajaban por la grieta, más grato fue aún sentir como las venas quedaban empapadas de sangre, no podía verlo, pero lo sentía. Embísteme con tu pedazo de pincel dijo ella, lo cual me alteró bastante, porque nunca me imaginé oír esas palabras de su boca rosada, y comencé a meter todo el arte posible dentro de esa vagina y a medida que lo sacaba, el lienzo se iba manchando de un arte que era una conjugación del deseo de ambos. Ella corrió su culo un poco más arriba, junto a su cuerpo y supuse que era para que el cuadro no quedara sólo marcado en medio, si no que estuviera todo manchado por el color de nuestros líquidos ya revueltos, aún no me venía, pese a que la fricción era tan fuerte que sentía mi pene a punto de estallar como aquella vez que pisé un acrílico y saltó toda la pintura de su envase. Hice ademán que nos paráramos, la sujeté fuerte, mientras la levantaba ella se agarraba de mi cuello y seguíamos en nuestro momento de colaboración. Sentía como poco a poco mis colores estaban por explotar dentro de ella, sus uñas rasguñando fieramente mi espalda de la cual caía también sangre con la intensidad que lo hacía, se sentía como una obra maestra el poder estar con ella. Al momento de explotar dentro de ella, sentía sus dedos cansados en mi cuello, comencé acariciar su cabello y ella me daba besos que se sentían bastante calientes por la temperatura de sus labios. Eres una verdadera musa le susurré en el oído, ¿puedes tomar otro cuadro en blanco? Ella cogió otro lienzo y me dijo, ¿qué hago? Le hice ademán con los ojos de que lo pusiera en mi espalda y ella entendió que quería mostrar como también hice una colaboración de sangre en mi espalda para crear otra pintura, y fue así como pasó el lienzo por mi espalda, grabando aún más el momento, lo dejó en su pedestal, y comencé a descenderla de entre mis brazos. Ahí estábamos, ambos desnudos, sonriendo de manera siniestra y a la vez enamorados de la vida, de poder entregarnos. En los días continuos a ese, seguí yendo, porque antes de irme me susurró que aún existía tinte entre sus piernas para seguir coloreando y pintando, los mejores días de inspiración sin duda, desde ella lamiendo mi pene, jalándolo, siendo bien pintoresca en sus movimientos y chupadas, hasta cuando explotaba mi semen y ella desde su boca lo hacía caer con babas hacia el lienzo o en aquellos momentos donde ambos dejábamos caer nuestras babas desde nuestras bocas unidas a un lienzo, junto el rojo de nuestros labios mordidos. Momentos de revelación y epifanía artística, no cabe duda alguna. Es gracioso, como antes mi inspiración era vaga, tan sólo hacia un cuadro al mes, pero a partir del momento que cerré la puerta de la tiendita 303 de artes plásticas aquel día, quise volver como de costumbre cada mes en los cuales sabía existía la mejor combinación de colores que podría crearse, puro y natural, un color cálido rojo que creaba obras infinitas mientras nuestros cuerpos denotaban la pasión que debe tener un artista al componer, por eso puedo decir que sólo soy un artista por ella, porque ella es lo que más me inspira.
He podido distinguir muchos tipos de fuerzas en la constante de mi vida y sus distintas instancias, ya sea la fuerza de aquel muchacho que me reventó la nariz al pensar que quería levantarme su novia, cuando me he caído de la bicicleta o aquella vez que tuve una contusión, la cual me tuvo al borde la muerte, sin embargo, la potencia y lozanía de su rostro son más fuertes que cualquier golpe, no existe una manera digna de poder interpretar lo que esa adicción y su fuerza producía en mi cuerpo, ya que para mí no es una fuerza de atracción, sino algo más puro, dentro de lo impuro de la situación. No me considero un psicópata, mucho menos soy una mente maestra, simplemente camino todas las tardes por la plaza de la Ciudad tratando de recolectar información, y así poder dar con lo que busco. No quería hablar de esto, pero existe algo en mi bolsillo que me está trayendo un poco alocado, y no entiendo bien qué es lo que me sucede. En teoría no sé si es un ser con vida, si realmente está ahí revoloteando en algún sitio, lo que sí sé, es que hace revolotear otro lugar de mí, que suele asomarse para corroborar esta adicción. He tratado de convencerme ciegamente que es sólo una fotografía y lo es, pero ¿es una normal? Y aquí es donde parte mi historia… Hace dos semanas,me he encontrado una foto impresa de unos dos centímetros por lado botada en una orilla de la calle, la recogí y guardé en mi bolsillo, pero por alguna extraña razón, me ha cautivado de una manera peculiar, ya que era de una misteriosa mujer. No me suelen llamar la atención las chicas, paso por alto muchos detalles que mi amigo suele notar al preguntarme si me gustaron los pechos de la muchacha que pasó por al lado de nosotros, la cual ni siquiera he mirado para sonreírle. Aproveché la motivación que no sentía por otras chicas para tratar de buscar a la dueña de la fotografía, por lo cual asocié la imagen en el buscador de mi laptop, pero la búsqueda sólo pasó a cero, mientras posaba mi mano en la rodilla un poco decepcionado, ¿qué podría hacer habiendo tantas personas parecidas, tantos rostros con esas definiciones, pero a la vez tanta distinción única de parte de ella? Aquella tarde me recosté un poco desanimado, pensando qué podría hacer, ya que pegar carteles en la calle, sería un poco loco y seguramente si existiera la posibilidad de que ella existiera, la asustaría aún más. Muchos pensamientos cayeron en mí como si me estuvieran aplastando, y fue ahí donde cogí la foto, la miré y sin querer comencé a bajar la mano. Estaba sin pantalones, sólo un boxer blanco cubría lo que se estaba revolucionando mientras veía la fotografía. Comencé a mirar fijamente los ojos de la mujer, mientras sentía como se endurecía, me sentía excitado, embobado por esa imagen, sentía que no podía controlarlo, sin estar buscándolo se comenzó a parar tiernamente. Dejé la fotografía a un lado, porque podía seguir teniendo esa imagen mental, proseguí a sacar lo que estaba marcado por su altura y podía ser observado sin más, por su notoria forma en el boxer. Lo agarré y comencé a sobar con mi mano izquierda, sentí una sensación que nunca había sentido, no era la masturbación en sí, sino lo duro, lo rápido que lo provocó, junto con esa desesperación que me tuvo sobando mi miembro hasta venirme en una lluvia de relajo espiritual ante la decepción que tuve en la búsqueda. Al día siguiente traté de buscar en la plaza, mirando hacia todos lados, por si encontrase aquella chica, pero aparentemente era como un fantasma que aparecía a jugar con su invisible boca en mi cuerpo, para irse, así como yo me iba expulsandoun líquido calentito, como lo caliente que producía su fuerza en mí. Llegué a casa aquella tarde, ya no pensando en buscarla, sino que encontrarla e invocarla a través de mí. No quise dejar la fotografía de lado, más bien, quise sentirla en mis manos, por lo que saqué de mi pantalón a mi amigo que sí se fijaba en los detalles y enrollé la fotografía sin pensarlo dos veces en mi zona sin huesos, pero que estaba sosteniéndose sólo por la excitación. Con mis dos manos la sostuve y comencé a sobar la tinta del papel impreso, sentía como la cabeza tocaba la de ella plasmada en la fotografía. No pude evitar quejarme, sentía como si la estuviera hasta penetrando, estuve así un rato, porque quería que disfrutara de lo loco e imprudente que me ponía, imaginaba su cuerpo, seguro estaban tan buenos como sus pechos, ya que la fotografía sólo era de la cintura hacia arriba. Debo ser franco y perdí la cuenta de cuantas veces me corrí, sólo sé que tuve que limpiar bastante rato, para que en la tarde mis amigos no notaran mi fechoría, porque pasarían por unas cervezas, y seguramente hablaríamos de minas, pero yo no contaría esto, no por vergüenza, sino porque no quiero mostrar la fotografía. En la mañana del día siguiente junto a mi cuerpo paradito, sentí un poco de resaca, había perdido la cuenta de cuántas cervezas bebí, pero desperté pensando en mi aparente obsesión. La fotografía independiente de que la haya sobado, no tuvo desgaste en la tinta, seguramente era un buen papel y claro que lo era, uno común se tuviera estropeado, pero ahí siguió hasta esa tarde. Llegué a casa de la Universidad, tenía que estudiar, pero no podía sin antes relajar y tranquilizar mi mente, por lo que saqué de la mochila la fotografía, con la cual en un entretiempo de la Universidad sobé un rato. Gané la foto adelante mío en la cama, me saqué toda la ropa, mi trasero estaba al aire y tan sólo quería sacudirlo. Puse mi miembro abajito de la fotografía y comencé a deslizarlo en el cubrecama, moví mi cuerpo de manera lenta, para ir subiendo el ritmo, parecía un monstruo insaciable, y lo era, ya no quería otras vaginas, si no era la de la chica de la foto. Parecía una locura, pero no me quedaba de otra opción, porque no podía evitar lo duro que se ponía sólo con esa mujer enigmática. Al venirme, un poco molesto por no dar con ella, decidí manchar la fotografía con el semen que desprendí, quería estropearla, que desapareciera, me sentí desquiciado, no podía seguir así. Como creo suponen, no se ha roto ni nada, el material era único, especial para follarlo. En este día, no me llevé la fotografía a la Universidad, llegué e hice como si nada, quería combatir las ganas, por lo que decidí salir a correr, para botar esas energías de querer sacudir mi cuerpo dentro de ella. Mientras corría, seguía mirando, tratando de encontrarla, pero no sucedía nada. Creo que sólo fue una creación inverosímil de mi imaginación, ¿acaso ha existido aquella mujer? Mis piernas estaban cansadas, comencé a caminar en el sendero de la Ciudad. Era como un pequeño campo, reflexioné un rato y me aproximé a una casita buscando agua. Parecía que los recuerdos estaban apareciendo en mi cabeza, ¿qué pasa si aquella muchacha de mi imaginación, no era un timo mental? ¿Qué pasa si ha sido un plan? Suelo olvidar con facilidad las cosas que hago, mi equilibrio es muy pequeño, las fuerzas de la tentación están ahí, revoloteando en mis manos, mis ojos, mi cuerpo en general. No llevaba la fotografía, pero sí un recuerdo de un chat, creo que he estado planeando esto desde hace dos semanas, posiblemente si he quedado con una chica de dejarnos una fotografía de nosotros en algún lugar específico de la plaza, quizás sí hemos acordado masturbarnos mientras incrementamos nuestras ganas antes de follar, quizá sí es desconocida físicamente, pero psicológicamente, ya recorrida por mis manos. Me aproximé a la casa, no se oía nada, pero podía sentir la respiración de alguien, ¿acaso era ella? Caminé sigilosamente, entré y no sé si decir que me sorprendí, ya que había hecho esto muchas veces. Me senté en la cama y observé el retrato real de ella, una silueta en la cual caían sus cabellos sobre sus pechos desnudos que comenzaron a endurecerme, vi como mis shorts comenzaban a denotar mi erección, así que los bajé al muslo junto con los boxer para que la viera y me comencé a masturbar mientras la observaba. Era una fotografía con vida existente, al fin estaba ahí pervirtiéndome aún más. Comenzó a mirarme fijamente mientras se tocaba también, ambos repetimos la locura y euforia desplegadas en nuestras camas, en la universidad y al menos por mi parte en varios sitios más. Ella miraba con cara de ansiedad, hasta que no pudo aguantar más y lo cogió, pasó su lengua por la cabeza, para luego morderlo despacio y posar sus dientes en la grieta, se sentía muy bien, pero rebosé aún más de placer, cuando sentí su paladar saboreando mientras entraba y salía por su boca. Bajé mi mano para tantear qué tal estaba la zona que no aparecía en la fotografía, se sentía bastante húmeda, muy tentadora y a cada movimiento circular los quejos de ella me hacían entrar en un éxtasis más exquisito de lo que pude imaginar. Por primera vez desde que entré se pronunció una palabra, me acerqué a su oído y le susurré, eres una sucia ilusión, a lo cual reaccionó jalando fuerte de mi miembro. Pasó un rato, y ya la cama sentía la necesidad de ser movida, por lo que la recosté y abrí sus piernas bajando sus calzones negros, y aquello que veían mis ojos entre ellas era un paraíso en el cual quería entrar para disfrutar de goces eternos. La embestí con fuerza desde un comienzo, tenía mucho deseo contenido y sus paredes me dieron una gran bienvenida, las sentí contraerse desde un comienzo, era un lugar caliente como ella, atrayente, quería vivir dentro. Al ponerla en cuatro, agarrada del cabello, sentí que mi cuerpo estaba muy extasiado y quería evacuar en ella, por lo que entré con mucha fuerza y me agarré de sus pechos sobre ella para apretarlos mientras la chorreaba por dentro, así como las tantas veces que acabé en ella en esa tarde, la cual fue planeada desde lo inconsciente a lo consciente. Mientras llegaba a casa, me reí entre mis locuras, pensando que el tipo del tiempo no había errado a la lluvia, pese al sol que calentaba mi cuerpo como ella todas las tardes..
Hipótesis a través de los versos. Las princesas no pertenecen al reino, más bien a la traviesa libertad Las princesas suelen tener los ojos color miel Y encender luces en la oscuridad cuando se tornan verdes Suelen jugar pícaramente con el mundo y ponerlo de revés Crear mil fuentes de colores para teñir los cielos con astucia Sí, las princesas son pintoras, artistas que entienden el alma Emancipan tu sonrisa de las cadenas de los burgueses Son princesas de la esencia, conciencia y ánima de la rotación Día y noche, día y noche a través de sustancias que caen Bañan la especialidad y generan agitación. Las princesas corren volando y cantando por el monte gris pintando Las princesas crean irrealidades reales, ponen un pie en tu hombro Dos lágrimas en tu boca, te hacen estornudar con los ojos abiertos Deseas derramar el vino de mil caricias y una lírica erótica amorosa Lo que quiero decir es.. Tú mi princesa Eres la conclusión compuesta en versos de mi hipótesis Sin importar donde el viento nos sople y bese No eres como cualquiera otra Eres infinita Eres mi poesía.
Expansión espectacular de multicolores, ilumina el África, ilumina la Antártida, ilumina el mundo, pero te pido desde el primer rinconcito de mi ser, prende más aún la pequeña luz que titubea, y haz que el sonido al igual que las luces del árbol de navidad se muevan en una constante, junto con el roce de los cubiertos que estoy ocupando para comer. Mi cara está ausente, no existen muecas, sin embargo, mi cuerpo expresa contradicción con el movimiento de mi pierna, aparentemente existe vida, y de seguro que sí, porque mi alma sigue gritando, inclusive con gárgaras mientras sigo tomando el agua. Son Intentos vagos, perezosos como estos pies que sacaré a pasear precisamente al dejar el último plato seco en la despensa, luego de que aquellos trozos de comida se deslizaran por mis labios, acariciaran mi campanita como Iglesia por los domingos, y bajaran al igual que un montañista hasta mi estómago. No te espantes, sé que las luces no están prendidas, en esta Ciudad siempre vivimos en oscuridad para respirar nuestras almas, porque si bien no contamos con energía, la estamos creando en nuestro centro de estudios, así que por ahora los espíritus asoman como luz por los cielos, ¿puedes divisarlo? cierra los ojos y siente aquello como un beso del espíritu que sientas prende la luz en la ciudad de tu oscuridad. Existen muchos habitantes en este pequeño pueblito, somos como un montón de depredadores tratando de marcar la fuerza de nuestros dientes en este pequeño gran músculo. Ven, acércate, ¿ves que apenas me sale la voz? Quiero susurrarte, pero sólo queda la sensación de mis labios moviéndose, sin balbuceos y mucho menos palabras. Caminemos un poco más, pero con cuidado, ya que al pisar se rompe el suelo al igual que un espejo, se triza, es frágil y a cada paso una mancha gris se posa, pero ¡no tengas miedo! Ven toma mi brazo, yo te estoy cuidando, además mira que complaciente, las flores están denotando sus ganas de abrirse y mostrar su belleza. Que genuino el pasear, quiero encontrar un camino distinto esta vez, sin importar donde llegaré o si pierdo la cabeza. En el bolsillo llevo un par de dados, por cada número par caminaré a la izquierda y por cada impar a la derecha, supongo que en alguna dirección distinta acabaré el día de hoy. Ya no reconozco la zona en la cual voy pisando, y el suelo ya no se vuelve gris, mantiene su tono negro. Un mal cálculo me ha hecho caer, he llegado a trizar el espacio, espero nadie me haya divisado en semejante travesura que dictó la pequeña locura del pequeñín ser que habita ahí en la mente. Ahora de pie, sigilosamente no avanzo, realmente me he perdido, y a mi alrededor no se encuentra ni siquiera la sombra de un espíritu para preguntar por indicaciones. Me pregunto ¿ y si vienes tú? Ven, acércate, no tengas miedo, yo ya he trizado, sólo pisa lentamente, un poco mas, deja que la lectura se adentre en tí también. Te ves totalmente blanca, creo que tú eres de otra Ciudad, ¿no? Yo estoy totalmente oscura, quizás es mejor no tocarnos. Espera, ¿qué haces acercándote? Podemos causar problemas, pero está bien, acércate y tal vez sólo si lo apruebas con tus ojos de nieve cálida, podré acariciar tus mejillas, y apreciar con menos vergüenza tu apagado por el cansancio, pero interrumpido por el momento. Mis pies están congelados, creo que has visto que no uso zapatos, y aún así la superficie se vuelve gris, en cambio tú eres más ligera, y te mueves como artista haciendo danzar el pincel en un lienzo blanco como tus ojos, y cálido como el color rojo que está usando el artista para ilustrar al personaje que yace atrapado en la futura obra de arte, que por cierto, ya es arte. Espera, ¿por qué pones tus manos en mis mejillas? Debes parar, el blanco con el negro, no crean un color netamente claro, ¿acaso quieres oscurecerte conmigo? ¡Aléjate! Da cuatro pasos atrás, no olvides que es sólo un paseo por la oscuridad, sólo te muestro mi realidad, sin más, sin esperas, sin aplomos, así que da tres pasos atrás. ¡No! ¡He dicho que sin juegos, la sombra se acerca incluso hasta mi músculo principal, da dos pasos atrás. Eficiente sonrisa que tienes, los espíritus te envidian, lo siento, por eso no mires hacia el cielo que podría quebrarse como el suelo, da un paso atrás. Déjame sacar desde mi sombrero los pétalos negros, quiero dejarte un recuerdo, ven toma estos en tus manos, y sin miedos te digo, da un paso hacia adelante, no quiero que estés triste. Ahora que mi brazo realmente te rodea y que soy yo quién acaricia tus mejillas, no siento la necesidad de hablar, pero aún así, pese al descubierto de este gris y feliz sentimiento, debemos despedirnos, puesto que caeremos al abismo. Fue ahí cuando el suelo se terminó por romper, y los espíritus entre risas envidiosas nos vieron caer al vacío mas completo, mientras las rosas negras se volvían grises, anunciando la llegada de una nueva estación. No olvidemos que sólo soy un corazón, aunque perdiera la cabeza del corazón, sigo igual de completo por amor.
Soy una viajera de las melodías, siempre tan irracional a través de cada nota que juega en el aire esperando a caer en los oídos de una dulce persona. Me gusta caminar por la avenida principal de la Ciudad, mientras los árboles me saludan y la brisa me roza suavemente con caricias eternas de plenitud a la naturaleza. Me describo en síntesis como una persona común, no tengo muchos talentos, además del que les platicaré más adelante, sin embargo, me siento sumamente especial por una gran casualidad que muchos sólo predican en sus sueños, y tratan de abrazar al despertar, pero se les escapa como a mí a veces las ideas. Por cierto me enoja mucho aquella situación, ya que cada día todo está más caro, incluso la fabricación de ideas, poco a poco se está viviendo la inflación, pero mejor paro de discutir o expresar mi malestar ante esto, que ¡se me escapan las ideas y sólo tengo unos pesos para pagar la renta de este mes, junto con unos dulces pancitos de la Señora María! Actualmente estoy desempleada, aunque solamente de forma legal, ya que mi trabajo es “deleitar” transeúntes, a partir del chicharreo de mi guitarra electroacústica azul que me regalaron a la edad de dieciséis, ¡bendita la hora que me la dieron! Ha sido mi compañera de alegrías y llantos la avatar, sí, así suelo decirle, ya que hace años atrás se estrenó una película en la cual habían indígenas azules , es de cariño, pero a veces se enoja si la llamo así, y de testaruda se desafina de un momento a otro, inclusive en la calle. Bueno, como decía, toco en Ecuador con Balmaceda, y vivo de lo que dan las personas legalmente contratadas, que últimamente andan bastante generosas, siendo esto positivo para mi bolsillo izquierdo de mi chaqueta repleta de parches de bandas, que es donde guardo mi dinero, luego de un día de muchas armonías, rasgueos e intensos conciertos mentales, en los cuales alboroto mi cabello, tal cual fuera una alabanza a mi madre diciendo sí, sí, sí, sí tienes razón mientras mi cabeza va haciendo adelante y atrás. Hoy fue un buen día, y creo que es el perfecto para contarte mi pequeña y humilde historia. Un día caminando por la avenida de noche junto con mi guitarra, me adentré por un pasadizo entre unas calles, en el cual habían unas paredes un par de metros de cada una. Pasé de forma rápida, hasta que sentí unos llantos y decidí volver. Se encontraba una muchacha sentada con la cabeza abajo y sus manos en ella, no pude ver su rostro, y para no transgredir ese momento de debilidad, me senté del otro lado de la pared de ese bloque, ya que ella estaba en la orilla. Era como si ella estuviera encerrada en el baño apoyada de la puerta y yo del otro lado, tratando de que ella saliera en simples términos, para que se comprenda el contexto de aquella situación peculiar de aquél día. No sé cómo tratar situaciones de esa índole, así que ni siquiera traté de pronunciar una palabra, porque pensé que sólo empeoraría la situación de aquella chica desconsolada. Pasaron dos minutos aproximadamente, cuando me di un golpecito en la cabeza recordando la guitarra y la posibilidad de animarla a mi manera. Saqué la guitarra y expresé: - Damas y caballeros, bueno solamente dama, a continuación les traigo el mejor repertorio de la vida, desde canciones de treinta y un minutos hasta los mejores éxitos de rojo fama contra fama. Me paré, apoyé mi cabeza contra la pared y comencé a chicharrear, mientras ella sentí se reía un poco, quizás sin mucha felicidad por el momento, pero al menos sentía breves sonrisas de aquellos aún desconocidos labios. Finalicé con un gracias y mis orejas se pusieron nerviosas, al sentir que ella se paró. Sólo expresó un gracias guitarrista de la noche con bastante júbilo y se retiró caminando, sin poder apreciar su cara. Cuando llegué a casa, me cuestioné bastante, le dije a Avatar que fui bastante imbécil, porque seguramente ni la vería de nuevo, lo cual me comenzó a dar vueltas, tenía mucha curiosidad, además que había adorado esas pequeñas risas. Al día siguiente, fui a trabajar de manera normal, misma forma de caminar, mismo café mañanero, misma personalidad y mismo chicharreo. Creo que me equivoco, ya que si había una situación diferente en mí, la cual traía entre mis cejas negras, que resaltaba en mi rostro y en algunas equivocaciones de las notas que intentaba emplear. Finalizó mi día laboral y me adentré de nuevo por el pasadizo, mirando hacia todos lados, viendo si ella podría estar ahí. Mientras caminaba escuché una voz llamarme, la cual seguí, ¡era la muchacha! Y estaba sentada del mismo lado, al contrario de mí, ya que vi sus zapatillas verdes, llevaba las mismas, no quise ir de frente y me gané del otro lado de la pared, aún sin conocer su rostro. Recuerdo estar muy nerviosa y nuestra plática comenzó así:- Hola, ¿qué tal el día de hoy?- Bastante mejor, suelo venir acá como manera de escape, es sólo que lo extrañaba mucho.- Ya veo, espero no haberte estropeado un tanto los oídos con mi música. Me llamo Agustina, un gusto, ¿cuál es tu nombre?- Para nada, de hecho muchas gracias por tus canciones, me han animado bastante y me dieron buena suerte, porque encontré mi mascota. Soy Josefina.- Wow, ya veo Josefina, y me ¡alegra mucho!- Lo siento mucho, pero tengo turno en el trabajo a las 10, verás que trabajo por las noches, así que debo irme, ¿te parece si mañana nos encontramos otro ratito? ¿Mismo lugar?- Excelente, cuídate mucho, nos vemos mañana.- ¡Nos vemos guitarrista! Debo admitir que cuando me dijo aquella noche que lo extrañaba mucho, pensé que estaba enamorada o tenía pareja, lo cual me deprimió bastante de golpe. La verdad no comprendí el por qué de esa sensación en ese instante, pero sí comprendí mi felicidad cuando me dio a entender que era su mascota, ¡qué cosas! Prosiguiendo con mi pequeña historia mientras como un pancito de la señora María, me gustaría explicar las ansías que tenía de verla al día siguiente, pero creo que por palabras no las puedo expresar, a menos que me diera un golpe en el teclado y saliera una palabra indescifrable. Recuerdo haber visto la televisión un rato, escuché mi CD de los Rolling Stones, di un par de vueltas por el pequeño, pero acogedor departamento y me lancé a la cama, tal cual fuera Superman sin capa. La situación seguía positiva en Ecuador con Balmaceda, así que seguí tocando en esa calle por aquellos días. Esperé la llegada de la noche. Salí un poco más temprano de mi espacio artístico aquella tarde, porque quería llevar un café a Josefina, recuerdo haber entrado a la tienda y quedarme pensando, cuándo el chico que atendía me dijo,- ¿de qué sabor? ¡Es cierto no conocía para nada a Josefina! Pero, pedí un Capuchino, con la esperanza fuera de su agrado y me pedí uno distinto, pese a que quería un Capuchino, por si ella no gustaba de ese y tener dos oportunidades de acertar. Miré mi reloj y me adentré al pasadizo, ahí estaba ella, en el mismo lugar, pero con zapatillas moradas aquel día, no verdes.- Hola Josefina, ¿qué tal ha estado el trabajo?- Hola Agustina, bastante cansador, pero en el día recupero fuerzas para mi turno de noche.- ¡Es cierto! ¿Te gusta el Capuchino?- Sí, es mi café favorito.- Mira, agarra lo que hay en la mitad de la pared, desde tu lado.- Es un Capuchino, qué adorable, de verdad muchas gracias, me vendrá bien para el turno.- ¿Crees que deberíamos vernos la cara?- No lo sé, quizás sí, pero quizás no, aunque claramente nos veremos la cara en algún momento.- Déjame tocar tu mano al menos, desde mi pequeño mundo del otro lado de la pared, aunque en realidad no es pared, no alcanza a cerrar a nada.-Está bien, debes tenerla calentita con tantos rasgueos que has de hacer, ¿trabajas tocando por Balmaceda? ¿Cierto?- Así es, ¡qué! ¿Me has visto? -Creo que sí, pero no recuerdo exactamente tu rostro, sólo pude reconocer tu voz.-Ya veo. Tienes la mano bastante helada, ¡mañana espero estés con guantes! O me des la mano de nuevo.-Así es, ¡vale! Me tengo que ir, de verdad lamento siempre tener que irme, pero el trabajo, si algún día puedes venir más temprano, sólo dime.-¡Vale! Suerte y cuídate mucho Josefina. Sentía que era mejor conocerla paulatinamente, así que estuvimos hablando varios días sin vernos, contándonos acerca de nuestros sueños, nuestros miedos, todo lo que abarcaba nuestras personas. Era un día Lunes, cuando le expresé que si podíamos dar una vuelta el Martes por la tarde, para así ya vernos frente a frente, a lo que ella accedió, 5 pm quedamos. Como mi sector quedaba cerca del trabajo, no solía ocupar mi pequeña motobecane del 88, pero la guardaba para cuando quisiera arrancar, así de la misma manera que había llegado a esta Ciudad, huyendo ya de la rutina del anterior. Le saqué el polvo y traté de arreglarla para la situación, ya lucía como una jovencita, pese a los años que tenía y rugía como una leona al prenderle. Traté de arreglarme para la situación, pero sin tratar de despersonalizar mi propia persona, y comencé mi viaje a la espera de Josefina. Esperé desde las 4 de la tarde en el pasadizo de paredes, creo que mi ansiedad era más grande que mi poca puntualidad. Me posicioné en el lado de mi pared como siempre, junto con mi guitarra, Avatar no podía perderse esto y la necesitaba a mi lado. Sentí unos pasos, era Josefina que venía del lado contrario a ganarse en su lugar. Recuerdo haber puesto la cabeza contra la pared y mostrar mi mano para que ella la tomara. Ella me apretó la mano y le dije, ¿estás lista? Comenzamos a salir de la pared para quedar frente a frente. Tenía el corazón muy palpitante y al verla mi rostro se tiñó de rojo, mientras veía también sus mejillas comenzar a colorarse. Ella puso sus manos en la cara de la vergüenza, era una muchacha demasiado preciosa, creo nunca haber visto un color pálido tan hermoso, cabello castaño claro, labios rosados, ojos almendrados y un pequeño lunar en el lado derecho de su mejilla que resaltaba aún más en su bello rostro. Me reí y le dije, ¿es raro conocer alguien que ya conoces? ¿No? Aproximé mis labios a sus manos en su rostro, y las besé tiernamente, al mismo tiempo que pronuncié, no tengas miedo, venga vamos ir a dar una vuelta. Siento que con los nervios de aquel día entre ambas pudimos causar cortes eléctricos, pero una vez ya en la motobecane, sentí un poco más liberado mi corazón, pese a lo preso que se sentía con Josefina. Mientras íbamos saliendo hacia la carretera, sentía un agradable calor recorrer mi cuerpo, junto con una paz interna, ella me abrazaba, y sujetaba de Avatar que iba básicamente colgada, puesto que la moto no era para tres, así que nos arreglamos como pudimos. En la carretera comencé acelerar más, y Josefina se apegaba más a mí, mientras mi corazón junto con la adrenalina amenazaba con salir y ser un nuevo pasajero. Llegamos a un río de aguas cristalinas, que por lo usual cuando iba, no habían seres vivientes, aparte de los bichitos y por suerte en esta ocasión, parecíamos ser las únicas almas humanas combinadas en aquel rincón de un pedacito de la Tierra. Tomé su mano y caminamos por la orilla, prácticamente no hablábamos, y tampoco tenía muchas ganas de platicar, puesto que mis sentimientos en el cuerpo se entendían mejor con Josefina, mientras los suyos me agradaban bastante y conversaban de temas interesantes conmigo. Estaba un poco preocupada de paso, eran las seis con treinta, y no quería que ella perdiera su turno o se llevara regaños, así que checaba mi reloj, para saber cuándo regresar a la Ciudad, sin embargo, nada podía invadir completamente ese sentimiento de felicidad. Agarré la guitarra cuando nos sentamos a la orilla del río, y comencé a chicharrear la primera canción que ella escuchó de mí o al menos que escuchó de manera directa, puesto que ella había sentido mis melodías en la calle anteriormente. ¡Qué sonrisa más bella que tenía Josefina! Sentí como mis ojos tomaban fotos del momento y lo guardaban para siempre en mi memoria. Y así, pasamos un rato más de la tarde, entre canciones, risas y un par de caricias. Al volver íbamos pérdidas en unos tantos suspiros que por el viento, no se podían escuchar, pero sentía su pecho exprimir el aire y para qué decir de mí, era como una fábrica de aire, ¡incluso pensé en alistarme a trabajar en Lay’s! Me estacioné cerca del pasadizo, y le pregunté si la esperaba, a lo que ella se negó rotundamente, me dijo que mañana debía trabajar para recuperar el día pérdido y se sentiría muy culpable, además que ella podía llegar a tiempo al trabajo y contaba con el auto de su hermana. Me dio un abrazo, y se alejó hacia la izquierda de una calle cerca de Rosales. Sin intercambiar aún celular, contaba con que mañana la vería en el mismo lugar de siempre por la noche, así que fui a casa, mientras iba sonriendo bajo el casco como nunca lo había hecho en la vida. Traté de aprender un par de canciones por la noche, para tener un nuevo repertorio a mi público y luego fui a dormir, con la imagen de Josefina entre ceja y ceja. Esperé hasta las doce de la noche, pero ella no apareció, supuse que algo posiblemente había pasado, pero comenzaron las dudas a dar vueltas por mi cabeza, quizás para ella el juego tan sólo había terminado, cuando para mí apenas había empezado. Llegué a casa un tanto abatida por mis sentimientos, pero yo vi a través a de ella, al igual que el agua cristalina y me negaba aceptar, que para ella fuera algo tan simple esto, pero ¿qué pasa si hubiera sido así? ¿Qué pasa si no? No tengo mucho más que agregar acerca de ese día, por lo que este párrafo quedará sellado aquí. Cinco de la tarde, como aquel día que ella apareció dulcemente y nos tomamos de la mano, sólo que ahora tocaba la guitarra para financiar mi vida, mientras chicharreaba pensaba en Josefina y tenía miedo de que hoy no apareciera, porque eso me confirmaría posiblemente la falsa ilusión. Cuando llegué a la misma hora de siempre y con Capuchino para ella, vi como los minutos pasaban en mi reloj y ninguna señal de ella, así que fui a casa. Me senté contra la puerta del baño, imaginando que ella podría estar del otro y mis lágrimas comenzaron a caer, mientras avatar me miraba desde el sillón con ganas de entrelazar sus cuerdas para darme un abrazo. Algo no estaba bien y estaba dispuesta a saber qué era y ver si mis pensamientos negativos podrían ser reales o quizás todo era irreal. Nunca había ido a su casa, supuse que vivía cerca del pasadizo con paredes, era lo más seguro, así que comencé a mirar alocadamente por las ventanas de todas las casas, esperaba quizás poder sentir a través del cristal su presencia, corrí un largo rato, pero no podía sentir nada. Estaba desesperada, traté de recordar algunos detalles que ella me había dado en nuestras conversaciones, quizás el color de su casa, posiblemente podría encontrarla un día de ellos, pero yo la necesitaba en ese instante, y pese a las probabilidades seguí moviendo mis zapatillas negras, hasta que vi un gato un tanto asustado, quise atraparlo por si alguien anduviera en su búsqueda, pero salió arrancando, sin embargo, no quería que huyera. Así que corrí tras él y entró por una casa que tenía una flor colgada en el número de casa, y ahí fue donde me toqué la cara, recordando que ella le había hecho un adorno a la casa para su número, parecido al que me había regalado y llevaba en el bolsillo. Me acerqué respirando profundamente y comparé los dos listones de flores, eran básicamente idénticos, y comencé a tocar el timbre, pero nadie abría, parecía que la casa descansaba de sus personitas, hasta que alguien un poco jadeante se acercó a la puerta, la abrió y era Josefina más pálida de lo usual, la cual se alegró bastante al verme. Quedé mirándola fijamente con los ojos bien abiertos. Entré a su casa y la abracé fuertemente, mientras ella me abrazaba tiernamente, me dijo que lamentaba no haber podido ir estos días y no tenía cómo comunicarme. Mientras me acariciaba la mejilla, besaba su mano y podía ver que era todo real, y me alegraba mucho eso, tanto que no pude resistirme acercarme a ella, la quedé mirando a los ojos y con una mano en la mejilla que figuraba su lunar, la besé, sentí como aquellos acordes de su boca sonaban junto con los míos y mis ojos sin poder tomar fotografías porque estaban cerrados, imploraban a mi corazón guardar aquel momento, y así fue la primera vez que la besé. La veía un poco débil y la acompañé acostarse, le pregunté si necesitaba algo, pero ella dijo que estaba a la perfección, que tan sólo era un malestar, pero que quería me quedara. Me senté al borde de la cama, ya más calmada, su mano posaba encima de la mía, mientras yo miraba un rato hacia a la pared, disimulando toda la ansiedad que traía hace un rato, cuando de pronto sentí un abrazo de ella a través de los hombros y su cabeza apoyada sobre ellos. Me comenzó a dar besos por el cuello de forma muy cariñosa y le dije, ¡estás enferma! ¡Debes descansar! Mientras soltaba risas, pero ella no paraba y me abrazó de la cintura a la pansa. Desde un rincón aledaño Avatar se retiraba buscando quizás otra guitarra dentro de la casa. Ella llevaba puesta una pijama como de vestidito, bastante tierna, y ya cuando me giré nuestros labios se volvieron a encontrar, y me tomó por sorpresa que me botara en la cama con fuerza de espaldas, cuando pensé quizás sus fuerzas estaban bastante agotadas, pero ella no paraba. Se sacó la pijama quedando en ropa interior mientras posaba encima de mí, al igual que sus manos tantas veces. Sentía el mismo calor que cuando íbamos en la moto, me alcé un poco y la abracé de la cintura, mientras la besaba y envolvía, al igual que su abrazo para no soltarse en la motobecane del 88. Cada centímetro de su piel, quedaba grabado con mis huellas, era como caminar cada mañana a Ecuador con Balmaceda a desenvolver la pasión de mis dedos en la guitarra, sólo que ella sonaba un poco diferente, sus sonidos me excitaban, y me hacían sentir como una adolescente de dieciséis con guitarra nueva. Cuando cambiamos de posiciones en el escenario de su cama y bajé lentamente por su cuerpo, sentía en mi lengua mil sinfonías, mientras mis manos deslizándose por sus piernas componían junto con su vaivén de cuerpo, una canción que quería ser eterna. Ella me hizo sentir mil cosas aquella tarde e independiente de que ella no tocara guitarra, parecía tener un talento único para tocarme el cuerpo y el alma. Así se fue yendo la tarde, llegando hasta el fondo de todos los misterios de su desaparición y de ella. Tan sólo esperaba que ella se recuperara, mientras la cuidaba y pudiéramos disfrutar del conjunto de a dos que formábamos por el tiempo que los astros nos dirigieran juntas. Esta historia no termina aquí. En la actualidad, en estos precisos momentos, voy caminando sola por la calle de otra Ciudad, voy subiendo las escaleras del edificio en el que rento a paso lento, porque no tengo muchos ánimos de llegar, pero aquí ya con la llave en la puerta entro y ahí está Josefina, esperando molesta, porque rompí sin querer uno de cuadros al pisarlo, ¡juro que no lo vi! Y ella tiene la culpa de dejar sus cosas botadas. Sí, actualmente la felicidad sigue aquí, junto a ella y el gatito que me guío a su casa, el mismo que se había pérdido, por el cual lloraba aquella noche. La melodía que nos unió, aparentemente se quiere quedar por siempre, y por ella tocaré la guitarra por siempre.
Mitología de la invención. El universo se creó hace aproximadamente cuatro mil millones de años con el gran "Big Bang", desde entonces existieron galaxias, planetas, pero lo más importante, la vida. A veces, mientras la incertidumbre me gobierna, escapo a viajes estelares en mi mente, de los cuales vuelvo a salvo en mi Apolo mental, pero al cabo de un rato siempre termino pensando en una pregunta ¿Los sentimientos existían hace cuatro mil millones de años? A lo cual respondía: la vida es simplemente la vida y no debo cuestionarme la existencia. Aún recuerdo ese día en el cual iba empezar en un nuevo mundo, iba a formar parte de un alumnado de enseñanza media en mi Liceo actual, iba algo cabizbajo y con las expectativas bajas, ya que no sería claramente como una aventura de Simbad o de Ali Baba y sus siete ladrones. Al llegar me aproximé a leer en qué salón partiría este nuevo desafío y me encaminé a la sala 25. Al entrar no encontré a ningún ser humano conocido por mi persona, pero me senté adelante frente a la mesa donde estaría nuestro Pedagogo, estaba en otra Galaxia ya que mi sueño afectaba y pesaba más que mis ánimos. Al cabo de un rato llegó una alumna de bajo perfil, cabello corto, la cual se sentó al lado mío sin decir una palabra, yo tampoco le dije ninguna palabra. Detrás mío se sentó un muchacho rubio y algo parlante, el cual me empezó a hacer preguntas, también le habló a mi misteriosa compañera de banco, pero no logró sacar más que un sí o un no por respuesta cortante. Llegó la hora de recreo y me fui a recostar a la hierba que crecía en un patio con un gran castaño gigante, que se daba a entender como dueño de aquel sitio mostrando sus rudas y bellas ramas. Así fue pasando el día, hasta que llegó la hora de irnos a casa, a pesar de pasar horas y horas no crucé palabras con Amelia, mi misteriosa compañera. Al día siguiente me levanté y después de hacer mis quehaceres matinales me encaminé a mi establecimiento educacional, al entrar iba caminando el bibliotecario, el cual me invitó a pasar adentro de la biblioteca, me senté y abrí un libro que llevaba para clases de Lenguaje, mis ojos como dos cosmos brillaron y quede algo extrañado de una nota que tenía en la página 25, decía: " ¿Te gusta la astronomía ? y firmaba Amelia, me levanté y despedí del bibliotecario, me arreglé la bufanda, la corbata y me fui al salón pensando. Amelia no llegaba y yo sentía curiosidad de responderle su pregunta y decirle que sí. Ella llegó algo tarde con media hora de retraso para ser exactos y venía empapada, arregló sus cosas y se sentó. Yo le dije sin explicarle que había visto su nota, y ella atendió a mis palabras diciendo: "¿Quieres viajar cuatro mil años atrás y ver como comenzó el universo"? Yo quedé algo atónito, sonreí al cabo de un momento y murmuré: “Sí, si quieres llévame, me gustaría ver cómo empezó todo”, después de eso no intercambiamos más palabras a lo largo del día y sentí que mi vida en el Liceo estaría muy ligada a ella. Al día siguiente ella no asistió a clases. Y al próximo tampoco, dejando algo de espasmo a mi corazón. El día Jueves aún recuerdo que pasaron haciendo charlas de como llevar nuestras vidas, yo siempre he sido partidario de que los estudios son lo más importante en la persona, que nuestra educación es nuestro futuro y la única forma de atravesar vialácteas y ser alguien en esta vida, mis compañeros escuchan la charla dirigida por el Señor Montero, mientras yo miraba por una ventana pensando en mi compañera. El Viernes llegué algo tarde, pero no importaba mi retraso, porque al entrar estaba la misteriosa Amelia, me arreglé y senté, solo le dirigí la mirada, pero no la palabra. Pasaron aproximadamente unos veinte minutos hasta que vi que un papel se deslizaba a través de la mesa que decía: ¿Vamos al Big Bang? Y yo asentí con la cabeza, insinuando un sí por respuesta, de pronto sentí que ella me tomó la mano y cerré los ojos y al abrirlos desperté en una dimensión negra, sin sillas, sin paredes, sin profesores, sin existencia. Busqué a Amelia, pero no la encontraba, yo me sentía maravillado, pero no lograba entender que estaba sucediendo, ¿estaría en un sueño?, al cabo de un rato apareció Amelia hizo un gesto para que me acercara y me dio un anillo, me dijo: "Este anillo será la prueba a tu pregunta", y de pronto empezó a haber una explosión de partículas por todas partes y sentí que mi existencia no era de aquel lugar, mientras mi cuerpo se desvanecía. Volví a el salón de clases como estaba hace un rato, solo que no estaba Amelia y no había nadie al lado mío, mi miré el anillo y aún lo conservaba. Ha pasado una semana desde todo y aún no logro comprender por qué ella no está al lado mío ¿Por qué ha desapareció y nadie la recuerda? Pero algo me ha enseñado esa misteriosa compañera, que los sentimientos y la amistad sí existían hasta antes del Big Bang, porque la materia del cerebro y del humano en sí puede llegar muy lejos. La vida es como la Tierra, siempre vivimos en rotación, pero depende de nosotros si queremos que siga produciendo cariño y amistad.