• Natalia
Pipita
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  • País: Argentina
 
Cae la lluvia Olor a tierra mojadaLa soledad me abrumaY arrasa con mi serCon esas pocas fuerzas que aun tenia   
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Autor: Natalia  222 Lecturas
Cuenta la historia, que  Don Alfonso era un habitante de las islas. Vivía cerca del arroyito Las Piedras.Se dedicaba a cuidar su hacienda, su huerta y frutales. Vivía solo, con la única compañía de la radio. Cada 15 días aproximadamente, venían unos turistas que le traían el tipo de productos que él no lograba obtener de la tierra.Lo más importante, tenía dos perros: Toby y Chucho. Eran animalitos muy cazadores, compañeros y fieles a su dueño. Si lo veían agarrar el machete, ya se preparaban porque sabían que se iban al campo. Una mañana, que él pensaba que iba a ser como todas, se preparó su infaltable matecito, con algunas hojitas de burrito.Se vistió, listo para salir a campear un rato, cuando se dio cuenta que el Chucho no estaba. Lo llamo hasta casarse, pero no estaba. Decidió salir igual, capaz el perrito se le había adelantado y lo esperaba con los animales. Cuando llego al albardón donde pastaban las vacas, no vio a su perro. Toby olfateaba todo, como si alguna cosa había pasado por el lugar con un rastro similar a su compañero. Don Alfonso contó las vacas, y estaban todas, hasta los terneritos recién nacidos. Volvió a su casa, y después de cuidar sus lechugas y comerse unas mandarinas directo de la planta, se fue a dejar su machete al galpón. Con mucha sorpresa, observó que mientras estaba en el campo, había desaparecido la cucha de Chucho, con todos los trapos que había adentro. Se preparó un puchero de cena, tomo un té de boldo (para ayudar a la digestión) y se fue a dormir, con la esperanza que al día siguiente su perro apareciera.Esa noche no lograba conciliar el sueño.Estaba dormitando. Escucho un fuerte ruido en la puerta de su habitación. Agarro la linterna y lo fue a ver. Era Chucho, que flotaba en el aire. Lo miraba con ojos vacíos, sin iris. Del miedo que tuvo, se quedó paralizado. Termino desmayándose y cayéndose al suelo, donde se golpeó fuertemente la cabeza. A la mañana siguiente, le dolía mucho la cabeza, pensaba que había sido un sueño, pero no comprendía porque estaba tirado en el suelo. Realizó sus tareas diarias como siempre, pero con una sensación extraña en el cuerpo.Cenó, tomó su tecito y se fue a su habitación. Miró por la ventana y observo que la luna estaba en menguante. Pensó que era el momento de hacer el almácigo de acelgas.Se durmió profundamente. En sueños, se apareció Chucho, y le habló con voz de humano. Le  dijo que era su culpa que haya desaparecido. No le abrió la puerta del galpón por descuido y la noche se lo llevo. Alfonso, llorando, le pedía perdón. A la mañana, se quedó pensando en lo que había pasado. Pasaron cuatro semanas. Y una mañana desaparece su otro perro Toby. En ese momento se acordó de lo que había pasado con su otro perro. Fue a comprobar la puerta del galpón, como había quedado. Estaba cerrada. Pero en la puerta había una inscripción algo ilegible. Después de ponerse los anteojos se quedó duro. Cayó al suelo y no se volvió a despertar. A los días, llegó uno de los turistas, y al no verlo en el muelle, decidió recorrer. Encontró a Don Alfonso tirado en el suelo, y en la puerta del galpón, con una especie de pintura roja, estaba escrito lo siguiente: -¡Eres el responsable! ¡TU NOS MATASTE!Cuentan los lugareños, que desde ese día, cuidan aún más a sus perros, ya que si no entra a dormir la noche previa a la luna menguante, desaparecen y no se sabe lo que puede pasarle al dueño.
Menguante
Autor: Natalia  123 Lecturas

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