• Rafael
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  • País: Colombia
 
***Era tan solo un niño y no podía entender que mi prima ya no se encontraba entre nosotros, aún la sentía presente y en efecto era así, ella regresó para despedirse.    Rafael García  Carolina Salazar, ese era el nombre de mi prima, ella había nacido con un problema congénito que le impedía caminar, hablar y en definitiva llevar una vida normal como cualquier otro niño, siempre jugaba con ella cuando mi familia se trasladaba los fines de semana hacía Gurí, donde vivían mis tíos. Aparte de mi prima Carolina que era la mayor, ellos tenían otros tres hijos: Daniel, Jesús e Ivanna. Había llegado el verano, las vacaciones escolares se asomaban, tenía 6 años y estudiaba primer grado de educación básica, junto con mis compañeros del colegio contábamos los días para poder por fin disfrutar. Exactamente el día 9 de agosto de 1996 culminó el año escolar. Mis padres ya habían preparado todo para partir bien temprano hacía Gurí el día sábado, en efecto así fue nos levantamos a las 6 de la mañana y conducimos hacía nuestro destino, en mi rostro se dibujaba una sonrisa, estaba contento porque vería a mi prima, a esa niña con la que jugaba sin importarme que no podía moverse ni expresarme una sola palabra.Llegamos como las 11 de la mañana realmente no recuerdo muy bien, a esa edad no me importaba el tiempo solo pensaba en jugar y disfrutar mis vacaciones, en Gurí solo nos quedamos tres días pero fueron suficientes para compartir con mi prima, el último día antes de irme le di un beso en la mejilla cosa que hasta ese momento no había hecho, también tomé su mano y en la palma le dibujé un corazón. Sinceramente no quería irme pero mis padres tenían que trabajar, por el camino iba muy triste y no quería conversar con nadie, al llegar a la casa me acosté y estando dormido tuve un sueño en el que observaba a mi prima caminando por un extenso bosque, se veía feliz y me decía: “Llegó el momento, no te pongas triste”, luego repentinamente desperté, debo admitir que me asusté mucho y tenías ganas de llorar, en ese momento sonó el teléfono de nuestra casa.  La triste noticia Mi madre contestó la llamada, era mi tío que estaba avisando que mi prima Carolina había fallecido, mis padres y mis hermanos comenzaron a llorar, sentía una sensación extraña una mezcla entre rabia y tristeza, pero en mis ojos no se asomó ni una lágrima. Recuerdo que una vecina subió a darle el pésame a mi mamá y me escondí de bajo de una mesa y escuché cuando mi mamá le contó porque había muerto mi prima, la razón era que mientras mi tía la alimentaba, sufrió un paro respiratorio y no se pudo hacer nada, aún cuando fue trasladada rápidamente al hospital.El miércoles 14 de agosto de 1996 partimos nuevamente hacia Gurí, estando en el carro de mi papá pensaba en las ironías de la vida esta vez no iríamos a disfrutar sino más bien a llorar, para ese entonces ya mi prima tenía 24 horas de haber fallecido. Por mi mente atravesaban una y otra vez recuerdos, momentos en los que compartí con ella, pero no tenía ganas de llorar, mis hermanos sí lloraban, se les notaba la tristeza en sus rostros. Se despidió de míAl llegar a la casa de mis tíos en Gurí, todos los mayores entre ellos mis padres se dispusieron a consolarlos, en ese momento me aparté y al conducir mi mirada a la derecha vi una pelota roja la tomé y me puse a jugar con mi prima Ivanna.Eran ya como las 5 de la tarde cuando en medio del juego escuché una voz tenue que me decía: “Rafael, mira estoy aquí”, rápidamente miré hacía el frente y la pude observar, era ella mi prima Carolina, hermosa con su pelo negro como el azabache y un vestido blanco que parecía brillar, levantó su mano y se despidió pero era una despedida que más bien se asemejaba a un hasta luego, esto que me sucedió no se lo conté a nadie. Esa misma noche pasó algo muy extraño, a eso de las 11 cuando todos ya estábamos en los cuartos acotados, escuchamos unos gritos que provenían del cuarto de al lado, el de mis primas, salimos a ver qué pasaba y una de mis primas se encontraba en un rincón cubierta con una sábana llorando desconsoladamente, mi padre le preguntó qué pasaba y ella contó que mientras dormía en la cama de mi prima Carolina se había activado sin explicación alguna el móvil eléctrico que colgaba sobre esta y el cual mi tía usaba para dormirla, ella repetía una y otra vez que no quería dormir en ese cuarto entonces mi padre se la llevó al otro donde dormíamos nosotros, realmente eso fue extraño. El entierro Llegó el día del sepelio, eran las 8 de la mañana del 15 de agosto de 1996 cuando me desperté y ya mi prima tenía 48 horas de muerta se había tardado en el entierro para esperar a otros familiares que venían del interior.A las 2 de la tarde mi prima fue entregada a mis tíos por la morgue donde se encontraba y luego todos fuimos al cementerio, hacía mucho calor el inclemente sol no se escondía ni un instante, cuando llegamos al camposanto repentinamente comenzaron a caer pequeñas gotas de aguas, estas se fueron intensificando hasta el punto de encontrarnos entre un verdadero aguacero, ni siquiera alcancé a bajarme del carro, no entendía será qué mi prima no quería que la observara en ese estado por última vez o quizás era una casualidad lo que en ese momento ocurrió e impidió que la viese.Luego retórnanos a las casa de mis tíos y de ahí partimos al día siguiente a nuestro hogar desde ese momento ya nada volvió a ser igual, mi tía buscó a Dios y se convirtió en testigo de Jehová al igual que mis otros primos, después se mudaron a Caracas. Siento que está conmigoHay días en los que siento su presencia, puedo percibir que me habla, que me escucha es una sensación rara, Corolina se despidió de una manera que jamás olvidaré, siempre la recordaré forma parte de las personas que más quiero en esta vida aún cuando sé que evidentemente no se encuentra físicamente entre nosotros, ella era un verdadero ángel no conocía la maldad poseía un alma pura. No estoy seguro si la volveré a ver algún día, pero sólo espero que donde se encuentre este disfrutando y compartiendo con muchos niños, en este momento unas lágrimas se asoman,  no puedo contener mi tristeza ya que por mi mente atraviesan innumerables y bonitos recuerdos, en mis pensamientos se mantendrá vivo su recuerdo, puedo dar fe de que presencié la despedida de un ángel. 
La despedida de un ángel
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