Detenido en mis mismas radículasde tiempo corto y comprimidome yergo a depurarme en la sanidad del aireque me rasga la cara con dedos transparentes.Mis pies son dos semillas que colindansemejantes a raíces astilladas.Mis brazos son ramas/ hojas mis manos.y mis dedos se extienden inventando follajes.Todo lo que hay en mí es agua, savia y venasy la sangre me encima como una copa alta.En mi corteza se refugian los ralos de la nochey, donde yo nazco, hay vértigos y meandros. 

Es verdad que los trajes sobran en la tierra.Que se habla de ajuares como si caminaran sólos.Que parece que todo sombrero se llenara de vacíoy que las canas cayeran sobre nucas transparentes.El mundo en que vivimos se contagió de ausencia:Se teme decir del suave vello púbico que recompone la mano.Aun hay estridencias en las ancianas por los pechos que vibrany restricciones a los desnudos en plazas citadinas.Pero dentro de cada pantalón y levantando sudaderasestán los hombres abismales y las mujeres de ojos de copra.Están las formas deliciosas que jamás perderán sus volúmenesaunque tiendan a detenerlas con multiformes extravagancias.En el mar cada quien flota en su engaste de olasy la salina viene a derretir los pechos comestibles.Los hombres y las mujeres se anudan piernas adentroamándose desataviados entre olas discrepantes.Son máquinas amatorias que desaprueban incestosmás puedes ser arrastradas por fuerzas metafísicas.La falda se hizo con el propósito de desvestirse rápidomientras las cremalleras explotan en su vórtice.Mujeres y hombres son bellos en su cuerpo esencialmás la ropa lo ciega todo, como un cielo de raspones grises.Por ello voy a iniciar mi protesta por los chales y pollerasy pedir que se repatrien a las mujeres vestidas sólo de aire.No tengo intenciones de morir sepultado por costurasni que mis bronquios se llenen del polvillo que hay en las hilanderías. 

No existen diosesque hagan poesía:La poesía es másque una secuela humana.Se recoge del airey en el aire se pone.La poesía noincinera las cosasni desata más lenguasde las que ya se hablan.Es balance perfectode noción primitivay de afección gentilque rebasa los ojos.Parte de ella es lumbrey otra parte cenizas.Y a la carne repartesu grito postrimero.La poesía callamás habla en un lamentoy no discierne el labiodel sabio ni del necio.Es en sí existenciay en todo se recreay entre las laxitudessuena sin aspavientos.La poesía entregaaquello que recogey puede ser trazadapor garganta cualquiera.  

A una casa no se la ve:A una casa grande es imposible verla.Pueden mirarse las barriadas que hay en sus habitacioneso gastarse el tiempo haciendo humaredas en sus baños.Se puede navegar a lo largo o ancho de su tina sin llegar a saber del todo si se anda a babor o a estribor.A una casa grande de madera de acacia no la alcanzan los ojosaunque se sientan sus sabores de nudosidades tropicalesy haya élitros que anuncien que uno se adentra a la cocina.Mi casa es así: Construída por maderos de árboles recurrentesy le he colocado un clavo en cada una de las esquinas del infinito:En ella he puestos enjambres, vida, naturalezay todo aquello que haga falta debajo de una renombrada constelación.Mi casa tiene paredes de cristales y en ella cantan alabastrosy de tanto que anduve bajo de ella me agujerearon desamores el corazón.Por este reducto entran y salen hembras milagrosasy asesinos y sátrapas vestidos de corderos.El centro de mi casa gravita donde está el infinitoy todas sus puertas están virando sobre ejes de estrellas. 

El cirio titubea sobre el altar agónico:No tiene ganas de ser flama o espúreo.Displiciente se mueve en su forma densasubiendo hasta tapar paladares de santos.Llena de olores secos las sienes de la virgenque aún no ha sido sacada de su blanca morada.Se arroja sobre los manteles en un chisporroteomás se arrastra en la mesa con espanto espasmódico.El cirio es un cilindro que desprende penumbrasy va envolviendo el atrio de un aire cavernoso.La viuda se erige ante él como un faropero no es luz: Es sombra lo que el cirio concede.

Hay una informe lentitud incipienteque, pegostosamente, va formando el tiempo:Es una lenta, fina enredaderaque hace los movimientos lerdos y viscosos.Lo relentiza todo con su calma sagraday aún retrasa los sonidos del chubasco que raja.Va deteniendo los dedos nodularesy haciendo que la linea desaparezca en tinta.La veo como la sombra de una lerda perezaque me impide moverme pues me va maniatando. 

Recién enterramos/ los muertos de Eneroy ya se aproximan los muertos de Mayo:/Eso sí: Bellos los difuntos/engalanados con la mayor de las prolijidades./Hay que ser bárbaros para morir en satén/y luego no querer ser comidilla en los diarios locales/Pero, a algunos, les sienta bien una defunción repentina/y se ponen brillantes y hasta con calzado de charol/Algunos se acicalan y afeitan antes de ver a Mandinga/que siempre anda por ahí a ver qué echa en el saco/pero en lo que a mi concierne/ en mis aprestos fúnebres/desearía morir en una ísla abrazado a una diva del Rock/claro esas son solo mis expectativas/pero nunca se debe dejar de soñar con una muerte triunfal 

El deseo y el aburrimiento son la misma fila de la decadencia. Frente a los museos, las prostitutas se muestran con su larga cruz.Una gran bocanada de sueño las recorre, mientras seleccionan a sus clientes que bostezan más que ellas...El hombre desea un trozo de carne en el cual volcar su satirísmo y, la mujer, el dinero con el que subsistirán. Por las avenidas de humo hay estos desfiles funestos de matriarcas inmemoriales y nóveles jovencitas que ya dominan la mayoría de las técnicas de asalto. Hay una gran corrosión del yo entre los que buscan unos minutos de placer específico, más, el hombre, el que se dice viril, no puede sino dejarse llevar por la abstracción de sus pasiones bajas ¿ Pecado ?Quizá. Se yace entre automóviles defenestrados y bares liquidados y, de mañana, hay que hacer un acopio de prendas y un apunte del dinero gastado en la lujuria.Y vuelve a caer la noche y se llenan las mismas calles de enjambres de corpiños y marejadas de vividores.

Me obnubiloal paso de seres estrambóticos:Esos a los que ha despoblado la lumbrey que han perdido las reticencias de sus entrañas.Están arropados en sus pasos de tiempoy se les ha carcomido el corazón a la deriva:En otras épocas, quizás existieroncomo aquellos que poblaron las primeras maniguasy hoy queda de ellos un efecto disonanteque en las noches se arrastra con antiquísimo libor.Nunca ví en ellos corazón ni sangresino un peregrinaje que se alarga y dilata. 

Sueño que no sueño:Me espían mis ecos.En lo angosto del parajeuna música de rememoraciónsonando como siempre a deshoramientras giran los huesos de mi cráneo.La ansiedad mental toma mis hemisferiosy resulta que sí duermo, pero en una idea:Las cosas tienen olor, sabor, sustanciay pasan alrededor de mí y a través de mí.Yo transito los laberintos solitariospor donde siempre husmea una duda.Echo atrás mi cabeza y mis maxilaresy me recorren muchísimos vahídos sobre mi escritorio.Hay una conjunción de casas que es mi casay yo caígo siempre en el grueso de sus anales. 

Me cuesta llegar a tu piel cosmogónicaque nació en ti junto con la galaxia.Me cuesta llegar a tu boca nimbadaque se replega hacia un lado de las constelaciones.Si quiero visitarte entre tus huracaneses menester que envíes una estrella a por mí.Ya que yo pertenezco a los lares del mundoy que tú eres potencia más allá de las égidas.A veces te oigo en las caracolas de luzcuando se van integrando mis dos manos extrañas.Y al recorrer por ti toda la tierraentiendo que moras en el cénit del cielo. 

Día semiabierto:Algo de luz sobre la nieve sin disipar.Los elementos reconstruyéndose como siempreen un sigilo que llega a las antípodas.Paraje cercano que a sí mismo se repitedibujando las mismas veredas que tuvo ayer.Las cabañas se levantan sobre los mismos murosy el átomo vuelve en sí en la madera de siempre.Todas las sustancias manteniendo la distancia pausadaenredandose y desenredándose y manteniéndose quietas.Al lado mío se materializa una mujer en el silenciorespirando, al igual que anoche entre las constelaciones.Las cosas han derivado en ser lo mismo y su síntesisy nada hay que se haya alejado de su raíz.Los orígenes de todas las imágenes las ven mis ojoscargados con las retinas que le ha traído el día. 

Laceraciones del trueno en las esquinas del vértigo:Los elementos predisipados tienden a desmoronarse.Caen en remembranzan y se esterilizan insólidas bahías.La penumbra del hombre lleva un paso como que evade la muerte.Patria de arboledas y fábulas desde siempre desgarradas.País que no tiene lugar donde lograr un ensueño.Las estaciones se han detenido al borde mismo de lo migratorioy cada cosa a la deriva tiende a engendrar un velo blanco.En este lugar en que la deshora ha tomado el protagonismonuevas formas dejan vaciarse a las previamente anémicas.Los colores dan fondo al segmento en que se decapita un fotóny las lloviznas se fueron en sus fugas más postreras:Entonces entiendo que no soy más que un animal del infiernoy que he perecido entre el fragor de las flamas que atacaron el traspatio:En mis ojos se juntan sangre, fuego y salitrepero no puedo gritar pues se me han calcinado las gargantas. 

Agua que ríe nacienteen las vetas de las casas.Salta sin sentir enojo:Por su condición acuática.Que se llega a dispensaren bocas de guadarrama.No trae sabor a sal:Es azúcar de mañana.Agua que ríe saltandoen valles de mejoranay se carcajea solasobre blancas azafatas.Agua que moja mi manoy deja sabor de algas:De unas algas muy dulcísimasque yo sembré en tu ventana.  

La piedra corta a la sombracon un cuchillo de platay le hace alisadurasque lucen anchas y magnas.La sombra cae dolidasobre los pies de la parravolviéndose jugo de uvay umbra de mermelada.El agua salta a la nieblay es por piedra apuñalada:Bajo unos gritos de apremiocae sobre una muchacha que tiene los senos blancosy la boca anaranjaday que en su corpiño llevaagua, sombra, aire, plata. 

Cisternas de reflejossobre los muros tiritantes.La luz lanza sus pinceladascomo cuadrigas fantasmales:Descubre las cosas y sus nombresen las rotundas oquedades.Allá en la sombra todo se alojaqueriendo tener arropamiento.Más la luz les descubre la caray redescribe sus facciones.La luz levanta los telonesde las cosas que van ataviadas de negro.En un momento las desnuday sus claridades evaporan.Más no puede la luz revelar las almasni exponer los motivos que te hacen emigrar. 

Agonizo en un minuto interminable.El fin está allí y en su quietud me mira:Observa mi forma pálida y alargada.Mis nociones son un conglomeradode vivencias que me fueron mortales.Está a punto de borrarse mi memoriay ser mi cuerpo, de nuevo, materia vitalicia.Este minuto conmigo no discrepa:Me espera para ser destello consumido.En el postrer minuto está la última rosaque gira en su tallo de cilicio.Paso ahora los puentes de cenizadecidido a ser tan sólo un cabrilleo...O la última llama de una pira. 

Fin del quejido, fin de la agonía, fin del llanto, hasta aquí llegamos y nada más vemos. El hombre pierde su condición humana y se acopla a la sombra, se derriba por el hueco de sí mismo y lo que fue su alma lo acompaña como atado a algún lugar sin fondo ni sonido.Muerte por enfermedad o por bala, el zumbido tortuoso de la agonía escalando páramos de raíces y mostrandose desnudo sobre los inframundos.Astillas por todas partes, rostros desencajados en una mueca endógena: Nadie tiene prisa, no hay sitio de salida.     Y el ser que comienza un peregrinaje a mundos contraídos que quizá apenas están viendo su primer advenimiento. Un sitio negro y plomizo donde ser enterrado en una cálima calmada. La relajación de los esfínteres en el vacío, el despueblo de los uréteres, el río que se construye del fluir incesante de la cadaverina, hasta que el cadáver se vuelve roca polimórfica: No se escuchan secreteos.    Las ansias han pasado y con ella las premuras de las necesidades. No se necesita de ningún fruto ni de las virtudes engañosas del agua. Regimientos de gusanos avanzan desde adentro como marabuntas desencadenadas, listas para arrasar y martirizar lo que queda de los restos.Aquel que tuvo estilo o fue de estirpe se pierde entre las circunstancias y su rostro se borra del conglomerado de los pómulos briosos. La nada acompaña a este instante en que se componen responsos y hombres graves hacen alguno que otro magnificat.   Y los horizontes pasan a tener formas de losas: Se ha muerto en el baldío, se vive en el sueño plácido del espectro. No más valses ni comportamientos ligeros ni fatuos conciliábulos: El hombre se hace uno con la densidad de la piedra y ya no posee más de dos metros de cuadrada mortandad. 

Reservada para mí y mis bríosen las liquidaciones de las tardes centraleste veo venir entre la umbra verdeataviada de noche y con ánimos de farándula.La luna hace fulgente aun más tus curvaturasy busca relumbrar entre tus dos colinas.Yo me sostengo en pie en la canción de la tardecomo aquel que ve venir un sueño rapsoda.Y brillan mis manos en tus caderas sólidasque no puede la noche imitar con espúreos.Mis de dedos se colocan en lo ancho de tus hombrosmientras comes mi boca como a un fruto dulce.De la mano caminaremos a través de la fábulamientras las constelaciones velan por el romance.Para ti traigo oculta la escarcha que he creadode las nieves rijosas que eché de mi guarida.Tú serás para mí como el masaje blandoque va sintiendo el sol al relajar sus huesos. 

Hecha de viento y aquí en el vientoondulas y capeas el paraje de la noche.Estás constituída en los helechos más virgenesy camina tu pie por calzadas sin rastro.Alejada de los ojos que sólo te deseanpasas dejando atrás cabellos atribulados.Llevas el paso rápido del agua cuando lluevey el silencio peremne de la tarde redonda.Tu locura se ve en los fondos de charcoque te ven estirarte como a interrogaciones.Pasas también en la luz apagadacomo aquellos vehículos que no tienen sosiego. 

Colinas y parajes blancos: la mujer misma va gestando en la luz.Trae al hombre que cabalgará sobre endecasílabos y sembrará esperanzas.Lleva en sí al bendito que esperará a otra mujer para hacerla libre y más femenina.Venimos de mujer: Constelación de caricias, galáxia de titánica lumbre.La mujer da a luz a un hombre y se repetirá de nuevo en su nueray en sus años gastados verá su réplica en el pedestal de la nieta por venir.Doy gracias por tener un ombligo y haber sido amamantado por dos fontanas blandas.Mis pies son extensión de sus pies: por la garganta de ella y mía pasan trinos.Cerca del mar o la montaña siempre contemplo símiles que me rememoran la patria femenina.Y en mi andar, la copla y la cópula, preñando vientres y devolviendo la semilla del mundo.Mujer: Yo escribo para ti estas palabras solas y pondría ante ti mis latidos y mi diástole. 

Integrada al gris del otoño, la luz del paraje te materializa.Los elementos se hacen y te conmemoran y buscan acercarse a tu sombra.Tú estás ahí, de pie, saliendo de las integridades, remota y desnuda.El corazón te es como una ámplia flor que se yergue y palpita en tu mano.Yo quisiera entrar en el cauce que lleva a la imagen misma que te rememora.Tocar esa piel entrañable con visos de canela y silueta de camelia.Llegar hasta esos miembros enfundados de luz de donde nacen visiones primorosas.Girar en torno a ti como el eje de un rayo incipiente que se glorifica en tus caderas.Ser al lado tuyo y volverse renuevo, y llover sobre enigmas y telas siempre blancas.Tienes dos espejos que te hacen de ojos: Ellos absorben tu tristeza nómada.Tienes una boca en la que se abre el vino y vienen a beber alejados cortijos.Minuto a minuto eres más real y las indefiniciones no tienen en ti más que carencias.Y en tus brazos traes lo que le regalarás al mundo y a quien nadie le sobra: Tus amores.

Arquitecturas elevadassobre el tejido de una pausa.Puentes invisibles tendidosentre los hombres y sus inflexiones.Recodos que desaparecenbajo los nombres de cemento.Muros momentáneos que gimensobre los vientos levantados.Destellos de luz que se sombreanante los rascacielos centinelas.La ciudad que todo lo reflexionay todo absorbe y cosifica.Y yo camino entre las cosascon añadido sedimento.Hora precaria en que me desbaratoy orbe de locura que me reconstruye.Vamos huyendo hacia las madriguerasmientras el entorno se desmaterializay nos persiguen ríos de basaltoy las bazas que sostienen cielos rasos.La urbe que se duerme en la borrascay hace de nosotros objetos invisibles.  

La sonrisa del hombre apegada a él mientras sostiene una caléndula.Sus dientes lustrosos cuando se acerca a la dama: lugar de sus oráculos.En vano quieren desvanecerlas los rictus de las horas sepulcrales y vacías.La sonrisa del hombre queriendo tapar los agujeros que le dejó la infancia.Hay una llama que le aviva la carcajada y no la borran condesaciones de fuego.El hombre uniéndose a la boca dulce de la mujer que se materializa constantemente.La sonrisa del hombre que se enciende para apagar las canalladas subrepticiasy mantener el humor en la jerga y las constipaciones de la tertulia.El hombre que le sonríe al espectro lánguido que le espera de pié y le escupey desea llevarselo, multisolo, al círculo de las raíces y huerto de las tapias.El hombre y su sonrisa: dos entidades que se enfrentan al dolor y al vacío.La mujer y la sonrisa: Lugar magno donde colocar un beso entre perfecciones.Cuando una pareja se mira en los dientes espejeantes del otro se comprendey puede nacer un vínculo íntimo que lleve más allá de las solidaridades inmediatas:Como el vasto amor que se da en los oceános y las playas alejadas o herméticasdonde se entrecuzan las miradas iridiscentes y se reparten juramentos. 

Remonto por las tardeslas caras y los ecosque me miran ferócescon sus dientes brillantes.En la esquina de un bar estoy danzandoy ando de puntillas de adoquín en adoquín.Paso entre canturreos de jóvenes melosasque se sientan afables a encenderse en los chismes.Paso por los barrotes de las sucias rotundasdonde se perforan los pies con ejes de bicicletas.No tengo más que un nombre: Ni intención ni apellidoSoy el viento que pasa rasurando el follaje.Levantando las sábanas donde estará la muertey me asilo en las charlas por veinticuatro horas.Más si puedo arrebujar unas faldasde seguró tendré algún picón sabroso.Paso por los rincones escuetos de las fábulasy persigo a los autos de ínfulas abollantes.En vano me persiguen hocicos cancerberoso tratan de atraparme los muchachos piojosos. 

Geometrías instantáneassobre las piedras sostenidas.Rubor de cosas que centelleany desaparecen sin secuela.Imágenes que sostienen espejosy se miran y desaparecen.Columnas hechas realidadessobre la pausa del instante.Cosas visibles e invisiblesque van creando los destellos.Por espirales sin retornosnacen exiguos filamentos.Por un segundo parpadeoy mientras lo hago me disipo. 

Yo no hablo de San Juan de los Llanosdonde todo se fluidifica en transmutación.Yo hablo de las cosas que veo:con las que lleno mis ojos ya anegados.Hablo de patrias de Orquídeas aduladasque ondularían en los  LLanos de San Juan.Hablo de los calores resentidos de Upatade donde el invierno huyó y socavó su pista.De las mujeres rosadas y sus cuerpos peremnesque brillan más que una tríada de zafiros.De los corocoros y los sabrosos roncadoresque andan buscando siempre una sartén y lo hallan.Y de los senos tiernos que adornan a Melindaa los que desearía devorar con sirope.O de las piernas abrillantadas de Cristinaque matan de hambre a campesinos y tiranos. 

Sólo brillabamos en nuestras moléculas.A la luz del fogón roto hasta Demetrio estaba allí.Nos sosteníamos en nuestros cuentos y sus dichos eran irreales,como el espacio desnudo e incipiente en que nos asomábamos a la velada.Las muchachas venidas de los atelieres cantaban un can can entre jolgoriosy se desternillaban de la risa si tenían una ensalada o un galán en frente.Frente a todos, vacuolas de aire y una música de por si bastante defenestraba.Todos estábamos como integrados en nuestros mundos de lerdas comidillas.Las bocas se movían como panales ámplios donde suele sepultarse la abeja.El café sabía al café real y primosoro de los egipcios tras la pesca fértil:Ninguno se acercaba a ser la imagen o la semejanza de la imágen de la desprocreación.Se hablaba de serpientes al igual que de bolígrafos indiscretos o de cinematógafos lujuriosos.Se especulaba sobre los alcances reales que da la inexplicable quiromanciay todo ello mientras llegaban las olas del amanecer y su nueva prosodiapuliendo la cara y los ojos de los que atiborraban, petrificados, las mesas.Había comezón de saber y de existir, pero más estábamos en la abstracción del distraimiento.Y esto fue una tarde en que no hubo escupitajos ni nadie salió de una música histérica:Sólo brillábamos y refulgíamos y el mundo parecía contraerse en las bocacalles. 

Para salir a la calle me transformo y me visto:Guardo en mil maletines mis libros de aventuras.Me visto en un traje sepulcralmente limpiocomo para andar a la altura de los que teñidos limpiamotores.Tomo la avenida o la contristada alargadura que la constituye:Cada quien está enfundado en su sí o en su yo y algunos son amenos.Paso frente a las tiendas curtidas y los campos de bazofiay veo a los perros y a los gatos orinando y demarcando su territorio.Ya están los niños de caras engordadas con con sus mochilasy las primeras papeleras meadas por vacadas de borrachos.Algunas prostitutas ya duermen pero otras apenas se levantany tratan a todos con la misma manía cariñosa de un billete acariciable.El hospital está atestado de recios que no desean encontarse con el limbo,pero el limbo espera allí, con cara iracunda, como los aeropagitas.Cada momento hay advenimientos y las almas parten a otros territoriosmientras yo tomo el autobus donde me convierto en añadidura. 

La poesía se desliza         entre el sí y el no.Entre la totalidad y la nadería.Pasa por la página del aire           palpando las moléculas.La poesía           se crea a sí misma y a sí misma se habla      antes de ser oída por seres divagantes. Entre ficción y realidad     pasa de cuclillas levantando su lumbre.   La poesía abre los ojos de aquel que amasa pan    y de los leñadores que desescuchan su canto.        Siempre se nos presenta como un fruto de maduro      dispuesta a regar al mundo con sus semillas.      Puede verse en un ápice siempre verde      o en una mariposa que siempre se transmuta.       La veo saltar talanqueras de vértigo         y hacer entrar al hombre en amoríos puros.   La poesía no viene del reino de la quimera          pero, en sinceridad, nos puebla de matices. 

Arco vacío que une nuestros mundos:que conecta las ínsulas y nuestros albedríos.Hueco arco de aire, segmentado en el tiempoque a veces es borrado por recias alamedas.Une con sus alambres los cristales del mundo:Nos ata a ambos: cuerpos que anduvimos extraviados.Arco que aparece de pronto como un cabrilleoy se va incorporando con un sabor a piedra.Arco: a ti te agradezco que te hayas levantadopara ver a mi amada de vastos hemisférios. 

El verso es versopasado por agua o pasado por fuego.El verso asciende de las manos del poetavolviéndose caligrafía que devora.Pasa por entre las nociones de los planetas y las galaxias de caras largas y cognitivas.Se posa en los libros y allí toma la forma de una líneay en poemario se transforma para ir de tránsito por el mundo.El verso a veces cae como un fruto sobre las faldas de una muchachapero jamás se le encuentra inactivo y le acompañan, a veces, músicas organizadas.El verso es verso y no se quema, aunque vuele a lomos de una mariposa:sabe que para algo ha advenido, y que para muchos es importante.Adornará lo que quiera, aún a una mujer llena de hollín y de asfalto.Pasado por agua o pasado por fuego, su lugar es el viento. 

Choza pequeña:aquí no cabengrandes centellas. Un niño pasay me da cometasde larga cauda. Casa pequeña:tan sólo entranvino y dentera. De paja y tierraentran los grillosen la pradera. De aquí yo salgosólo en las nochespara que duermas. Verde y ceniza:verde y cenizaes toda la tierra. Noción de pariaen la casa chicade mi mirada.  

Blanca:dulce y blancacorolade mi alma:Aquí te esperocon la manoextendidapara recibirde ti          una caricia. 

Sociedades del rostro con la nadaen el espejo multiforme:Raros reflejos que permutanentre destellos sin sentido.Mi cara va en la sombra vagay entra de lleno, disociándose.El espejo me devuelve una formamuy parecida a mis faccionespero en un punto no soy yosino una bruma que navegay entra a mis ojos pòlisemiosen lo que todo va anulándose. 

Tesalia se ha destacado por dar bellísimas hechiceras y nigromantes.No hablo de la Tesalia actual, sino de una que vive en los libros sin rima:La Tesalia de arriba, la ciudad- idea, que tuvo sus orígenes en unas sienes abatidas.Ella está sembrada de blandas cabeceras negras y de puentes autosostenidos.Puede encontrase en la telaraña que cuelga de la escoba de la bruja cuando no vuela mucho, o en los cuentos de los niños de color caoba que siempre creen que sus niñeras tienen una gran giba en vez de una alargada naríz.Yo la encontré por primera vez en las caracolas distraídas del Mar Adriático, mientras buscaba las huellas tempranas de la piedra filosofal: cosas tontas que tenemos los niños de cabeza tardía y que compartimos el cuerpo con los alacranes.Pero no tarde en perderla, con la tardanza y lentitud que cierra las espiras mentales del adulto. 

Huella de pájaros:palabras que no hablansobre la arena quieta.Caligrafías desmoronadasen las bocas del viento.Aleteos instantáneosllevados por manos fulminantes.Sílabas que se destruyenentre la pausa de un parpadeo:No sabemos de que hablan o que tratansimplemente, que son huellas danzantesque al igual que las dunas, se disipan. 

Tras la mirada¿ Qué se esconde ?¿ Una sensación de libertad y niebla ?¿ El nervio óptico de por sí abatido ?¿ Cabalgaduras de rayos o de espantos ?Bajo los párpados hay un llano inmensoy bien puede en ellos caminar la malaria,esconderse el sol y sus sonidos, guardarse los visos de la escasa memoria.Mis temores se alargan y despiertancada vez que levanto los telones del día:Entonces sé plenamente que soy quien no soyy que por cada momento vuelvo a ser definido.Mientras tanto, vivo de la aparienciacomo las cosas aferradas a su sombra.  

En la alturaabsorbidos por vientos milenarios               Ocho chopos eléctricos             divagan en la tarde benigna.        Sobre la carne cárdena del día               se elevan en matorral de transparencia:            Los chopos no son de carne y sangre:                 Señores en lívida penitencia.           Se exorcizan bajo el sol del poniente            mientras los cardos los miran de reojo:            Los chopos se duplican a sí mismo             y luego siguen las leyes geométricas.            Cargados de polvo y espejismo                  los limpian las tolvaneras persistentes.            En el cielo,llenan las bahías                   que en momentos obscuros son enigmas.