No me han petrificadolas desandanzas de tus ojos:Ni la grisura que hay en tus pupilasni el estancamiento de tu mano gélida.Ni los chubascos que te son por cabello.Ni la perfidia que te es por conducta.Como sí lo ha hecho:El que cierres tus ojos a la luna,el que trates bien a tus enemigos,el que te acerques a una mano apresada.El que le digas historias a los niñosy el que hayas dejado de afilar tus espadas.El qué preguntes qué es la cuaresmay que mires a los parias de modo hospitalario. 

Vida: Eres como la niebla:ningún cántaro puede contenerte.Hoy estás aquí y mañana te quiebrasy te vas al cielo en el rubor del aire.Vida: Cuídate de las manos inquietasy de los hombres de ojos ponzoñosos:No entres en los pleitos sólo por entrar:Mantente lejos de locos y carretas.Vida: Jamás digas: " aquí me quedaré "pues no tienes potestad para quedarte.Cuídate de los horrores que crujen en la sombra:Cuídate aún de la voráz gaviota.Vela por la vasija de carne que te tieneno sea que manos extrañas vengan y la desfonden. 

Ando por caminos desalmados:por corredores pequeños que se ensanchan y estrechan.Sus paredes palpitan como latidos de átomos:sus techos sólo tienen consistencia de aire.Por ellos corro como línea o comillasin encontrar campos de horror o de batalla.Consigo diques en formas de espiralesy detrás de ellos presiento mares sin oleaje.Toco y saboreo una sustancia de tiempo:se ha detenido y apartó ondulaciones.Me rasco la nariz y una segunda oreja:Estoy perdido en algo que me es incomprensible.Emparerado yo entre unos tristes huesossé que camino entonces por dentro de mi cráneo:Mi cráneo se ha llenado de naturalezas muertasy en un recodo de él, la Oreja de Van Gogh.Está viva allí mi mandibula muertay el labio leporino que heredé de mi madre:No puedo despertarme: no sé si aún sigo vivomás un color de luto se vislumbra en mi hipófisis. 

En la densa           cascada de inminenciasque van llegando           en el segundo precario        asociaciones del verso y la lujuria    en las ventanas de los moteles recios.       Los murmullos no se vuelven bravatas                           sino besos desesperados.Las contorsiones son las mismas del relámpagoque en la hora del máximo placer, se difuminan.        Por tus pechos: montes sin memoria                     la mano asida al toqueteo.        Vértigos profundos en las piernasque en nocturno penden en racimo.        Nos hemos disfrazado de los otros               y robado del todo sus disfrutes solares.         Ya va llegando otro segundo                      para entrar en tu boca y resembrarla. 

Sin cara y sin horallego a este instante desalmado:Al lado mío se abren tumbasy, en cada una, un hueco de aire.Se ha cavado el hoyo que nos siguedesde que nos engendramos en presencia:Este hoyo tiene hegemonía:se mantiene siempre abierto y roto.En medio de mi historia, me descaray me quiere volver pasión de olvido:Quiere adjetivarme en el pasadoalinear mis huesos con holgados paralelos.Sus husos no son husos fantásticosy a todos nos mira al borrarnos el rostro.Me conformaré con la victoria pírricade haber existido en un instante díafano. 

Soledades en horizontes y planetas:soledades donde nada deja huella.El aire, sin orígenes, va de pronto y cesa:soledades donde el viento se congela.La estepa no es más que una soledad fríaen donde ninguno o nadie la recorre.Las cabañas son cabañas de nieblas:la retina no reconoce haberlas visitado.Soledad de estupores que caen de la memoriay que nadie recibe en el vacío extenso.Mi corazón tirita con su frívola sangrevestida del color de vastas soledades.Yo soy el único vestigio de vidao por lo menos, el último soplo de una tundra sola.

Aleteo de lo pétreoencima de un mundo en cenizas.Reminiscencias quebradizasya del por todo y en todo castigadas.Se han retirado lejos los archipiélagos:a los rincones de la imaginería.Bramidos del desierto en que se echó candelay se quemaron sus caminos como horquetas.Lugar para la sed cuando aún hubo viday la carne podía hacerse palpación.Soliloquios de nadie sobre la piedra ígneay el silencio aferrado a no articular palabra.Da igual mañana, tarde o mediodía:se han ido los latidos hacia las desmemorias.Y falta el agua, agua, aguaque es la raíz primera de la vida. 

El poeta ha paseado por el mar de la China:Ante Geishas y sabios, el poeta se inclina.Ha ido a los lugares más remotos del Orbe:El poeta conoce que la hora lo absorbe.Se ha lanzado a los pies de la doncella árabe( el poeta presiente que de amor, ella sabe ).Le ha compuesto a la luna detrás de los biombosy, entre páginas secas, ha llorado su escombro.El poeta deambula con el rostro menguadoacechado por hadas, por gnomos y por hados.Por los lados de Oriente contempló a una estrella:( El poeta no puede olvidarse de ella ). 

Con un saber sabíade las connotaciones de tu fuego.Tu olor me fue rememorableantes que tu presencia me llegara.Como la cerilla que se apagaunas horas antes de encendersesentí que venías en la inmanenciade las cosas que se forjan no logradas.Me pareció verte desprender de madreperlasy que tu cuerpo llenaba la palabra cimbrarse.Y que en tu boca se escondían irrazonablesbesos, versos y pálpitos.Llegaste con las vocales de tu sangreenvuelta en tu vestido de luz.Soportada en las visiones de las cosascon mis ojos de carne te veía:Eras como el cuento realizado:como la bella que venía sobre sus atracciones.Mis sentidos aguzados mil veces cayeron sobre tierraa la vez que me sentía enamorado ante tu mirada despótica. 

Filo de rocasdonde se rompensoberbia y cosas. Allá en lo altola luz alumbraa los viejos astros. La sombra mismaen sus cornisasse difumina. Viento valiente que muere en vanomientras se duerme. Sobre la mesatu boca altaviene y me besa. Rasgo tus dientescon unas ganasque nunca mueren. Tras las montañasaltos se alzanmis embelesos. Tu cuerpo ardeentre mis brazosque sólo laten.   

Figuraciones de la nieblaal doblar las cornisas.Las pausas golpean              contra muros abiertos.El farol está ebrio: se dobla y se desangra.Un hilillo de plasma se marca en el cemento.Se bambolea el tiempo y, a la vez, se adelgaza.Sale el hombre despacio del plato de cereal.Los cuerpos son ambiguos: son monstruos con cabezaen los que el sol deja gustoso algún estigma.Recovecos de nadie tomados por la nada.Caras donde las muecas tienen sus epicéntros.El lírico se muere ahogado en pataletasmientras que la legumbre se desentierra a sí misma.Imágenes que marchan bocabajo en las trochas.El verde siente miedo y el azul se contrae.Desgárranse en dolores bovedas palatinasy el cielo de una boca muere entre los subsuelos:Todo esto sucede mientras me lo imaginopues a los ocho años, perdí ambas retinas.La sombra es ahora el reino contrahechoque suplantó a mi vista y que exaltó a mi oído.  

Como una sombra brillanteque dentro de mi mano se extiende y encogemi puño carga los visos de una tolvaneraque ha tornado su íra en tolerancia.Es pequeña como una ligerezay puede zozobrar en sus cortas lloviznas.Las cosas la miran con mirada dormida:El tiempo quiere reconstruírle la cólera.Pero ella se ha encogido entre las yerbasmás pequeña que un yuyo imantado.Y ha dejado de ser la fiera descollanteque asesina a los niños en los preescolares.Guardada entre las líneas de mi manola tolvanera sabe que está en lo seguroy que no lanzará a la lejanía la víbora,ni arrancará al árbol al que le trepan ramas. 

Sol rojobajo el que se retuerce un cántaro añoso.Sol rojo que envejece a la piel doce años al día.Que invade los pensamientos hasta dilatarlos en flamas.Sol rojo que permanece extasiando la mirada de los toros.El ganado levanta su cabeza y sus ojos son exterminados sin clemencia.Sol que entras en mí y descubres y sueltas al asesino que odia a su prójimo.Que quema las llanuras y que amenaza con secar los alaridos de los pastizales.Sol que hace menguarse los vapores de la laguna que llevo en la mano.En días en que apareces me escondo bajo las yerbas más recónditasy espero que pases a mi lado con tus aprestos de cazador.Más cuando la noche llega te deshace en granadasque se van yendo con las últimas fluorescencias de la palabra sangre. 

Espejeos de yerbas que se borran en el cielo del vértigo.El agua huye a una moradalejos de las selvas verdinegras.Hay visos de cosas que no veoy centellean en frente de mi cara.Fluye adentro mío mi concienciacomo el manar de un charco pasajero.Las cosas se esconden de mi manoen el momento en que voy a asirlas:Van a madrigueras delirantes,van a rendijas en forma de refugio.Todo es una apariencia que en lo altocambia de nombre y de connotación.Más yo estoy tirado entre los coloresmientras me arrastran los vientos al espejo. 

Mi pie inicia en ti sus rondas de la tardemientras jugamos en todas las artes de un mar de acuarela:Sé que no fue tedioso el momento en que lloviste sobre mi viday que nadie me vió partir de ti  hacia purulentos descampados.No ignoras para nada que me doblega una timidez ingénitay te acercas arremangada dedicandome un canto generalpara que baje la guardia del vigia, la sucia guardia negra,que impide que me avasalles cuando vienes por mí en tus huracanes.Más haberte encontrado me ha revelado una forma concisa,un modo habitual de hacer de lo cotidiano algo extraordinario.Estás apegada a mi como hogaza, como pan de resurreccióny habré de llevarte conmigo a galope en la silla en que bregue.No obstante tú te abates si te alejo del centro de tu tierrapor eso mi alma se hace taciturna, por saber que te llevaré como a vigia.Las constelaciones milenarias saben que de sí nos amamosy que debemos seguir órdenes llenas de pasiones imperativas.Más por el olor de este terruño y esta cal estoy dispuesto a detener mis valijasy sentarte ante mí y contemplarte hasta que el aliento se nos petrifiquey el humo de lo que fueran fogatas sea enterrado junto con mis rescoldos. 

Charlas, humos, soplos, cenizas a la deriva:Palabras que tomaban forma de monzones simbólicos.El río de lava de doctos intelectos:La verdad dicha como en los tiempos de Aristóteles.Sobre los manteles, siempre blanco, hablábamosy de las bocas salían ideas y sus semillas.Todo estaba fuera de nuestra mirada y nosotros absortosno en el esmalte de las brillanteces, sino en su esencia.Derivabamos de la mañana al anochecerentre las más sencillas moléculas de los acontecimientos.Hablábamos del conocimiento con la limpidez de Plutarcoy nos reíamos de los afanes que tienen los diarios aconteceres.Era pues un lugar cosmopolita de cerebros soltados a su albedríoque viajaban por sus memorias y las certezas acumuladas en ellas.De todos los continentes y de todos los polos éramosy nuestra conversación ejercía más atracción que la más magnética antípoda. 

Como quien sigue a esta línea que a sí misma se difuminaque va y viene por la llanura de las páginas, sus horizontales y verticales,así van mis ojos, subiendo y bajando, de ángulo en ángulo,teñidos de los colores más primitivos y obscenos que sueltan las camelias.Mis ojos: que suelen ser las primeras dos almas gemelas que me delatan.Mis ojos: que se enganchan felíces en las sierpes de tu cintura erógena.Ambos se han graduado de eruditos viendo pechos y soplados por bocasy entrando en conchupancia con mi lengua y las lluvias de otras melenas.Como quien va buscando el río y el meandro que lo lleva y que es cabalgado,mis ojos van buscando esa mujer de sonrisa suculenta que tanto me gusta.Saben que detesto la altanería y que busco la ingrávida sencillezen las hembras nocturnas que sobre mí se posan con sus pechos arteriales.La que me busca en lo oscuro para sorberme como a liviana almejay hacer que la llene de gemidos que suban como mares de esporas. 

Brotes de gentilicio:dibujándome a míen mis halos vacíos. La mujer que yo esperosube sobre mis viciosy en sus gentiles besos, desespero. Es humana querenciala que yo llevo dentroy la cargo como plácido tormento. Sin saber que la esperointuye mi miradaen la espesura verdinegra de mi alma. Sobre este puerto ténueencendamos la flamade aquellos que ascienden con sus almas.   

En los itsmos de Orióndonde transmigran las constelacionesy pasan las almas en pena flagelándosehay un estribillo como de cosmogoníasque se palpa en el éter como égida:Es la primera canción que respiró la vidaantes que la tierra se poblara de verdesy que cada cual fuera caligrafía cósmica.En los itsmos de Orión me encontré deletreadouna noche en que avistaba desde el Báltico.Me incendiaba yo como una pena rojaanclado en una ísla que ya palidecía.Más me encontré que era palabra hecha en el tiempoy que antes de mí me deletrearon los arcanos. 

 Y mirándole a los ojosyo le besé las pupilas,en  la siguiente estaciónyo le besé las mejillas,cuando me acerque a sus labiosla besé con muchas rimas,mas tarde abordé su cuelloy la besé con lascivia,cuando accedí a sus pezonesoi: tu con tus besos mimas,en pasaje por su vientrecon mis besos, ella suspira,yo dejé en sus muslos tensosbesos con olor a mirra,dejé en su Monte de Venusbesos dulces con papilas, al final sus pies amadosbesé con sus mordiditas.       

Lejos de mí el llanto que estremezcay que haga quebrar como vasija al melancólico.No quiero saber de amores cuestionablesni de los amoríos de primavera que saben a mala gana.Entre los pinos azules me he estructurado al vientoy el sabe que mi anhelo es un anhelo de príncipe.Deseo rescatar una carne quizás echada a las cenizasenjugar una cabecera enlodada quizás llevada por borrascasy besar unos pies que terminen en cinco flores alegres:un cuerpo que, como el mío, haya sido templado hasta casi rompersey arrojado a los baldíos desde sueños brillantes.Que haya aprendido a  dar y a recibir, como lo hacen mis manos.Y un corazón que lata como el mío después de décadas de entregarse. 

Del jardín de maderas              cuelga   la escalinata en vela:No se la puede distinguir entre los roblesque van perdidos en sus nudos estrictos.Quizá se vea velada en el nogal           detrás de un abanico de acacias.La escalinata de madera no está aún talladapero su peso de peldaño la delata.Tienes las estructuras que soportan los arcosde la mujer preciosa que la usará a diario. 

Del jardín de cerezoscorto una flor eléctrica:Ella quiere espigar en ti senos adentro,en las estructuras básicas del escote:Sacar a relucir el temple de tu bustoque hasta a la bestia andina ha seducido y enamorado.Es una flor de siete manos blancasque quieres sumirse en tu carne violetae ir bajando por todos tus recodosa la vez que desvela tu reverberacionesy muestra los enigmas allá donde se engendran pálpitos:en los cerros olímpicos que forman tus caderas. 

De mis manos nacen las violetasque pones en tu cintura, violetera.Llego a ti en el aire de las jarciasacariciando tus senos celestiales.Cuando mi mano se aferra de tu cuellosiento que se electrizan los vellos de mi mundoy que el vaho hacia ti me precipitapara morir en el fuego de tu boca nimbada.Yo haré todo por ti, tú sólo mirarásy me darás tu saliva con sus sílabas. 

El vacío va por el desierto desollando a los cardos.Se detiene sobre las vacuidades que hay en los charcos.El  vacío absorbe los microcielos que hay sobre las violetasy las arroja a las puertas eterizadas de la nada.A la nada pasan cáliz, corola, hoja y moléculapero de ella sale todo aquello que desmiente a la sombra.La nada, sin quererlo, es un vientre rotundoque siembra nubes policromadas en buenos aires.Las disertaciones que vienen de la nada son incontestablesy hasta las galaxias se estabilizan ante una nadería.Nada y vacío: portentos sólos que hacen lo mismo.Nada y vacío: son las llenuras del alma en pena. 

Era la noche y lo que de ella hablaba:era yo recordando en el peral, su sigilo.Era yo parado en mi melancolíaabstraído hacia cualquier estrella rota.A los pies de ella, un río esmeraldahizo que estremeciera allí mis mejores sonrisas.Al calor constelar de su mejilla ténuecolocaba yo mi apostasía y se íba en vahídos.Muñeca única guardada para mis dos ojos:ojos que en sus caderas perfectas fantaseaban.Fuímos a la vez llamaradas y crucesy pasaron de nosotros los peores otoños.Más en la soledad de la la sal de su ídame estremezco esta noche, invocando recuerdos. 

Amor rubiode veinticinco años, o menos.Subes de mi cintura a mis ojosincrustándote en mi piel tan curtida.Amor de ojos claros y largos soliloquiosque soplas en mi boca la más tibia ventisca:Eres aquello que pensé inalcanzabledespués de transitar por quereres soéces.¿ Qué viste en mí, particula de vidapara dejar los altares en que andaba tu ornatoy bajar a llenarme de sonrisas ligerascomo lo es tu cuerpo cuando llena la cama ?Amor rubio: me creí siempre sóloy que el mar de la historia me daría soledumbre.Pero he aquí tus dientes en mi pechomientras cabalgo ya en mis treinta primaveras.No apartes de mí la fruta de tu pómulopues quiero acariciarlos ante el lecho oceánico.

Debo írmemás allá de las formas acústicas.Lejos de todas aquellas fonetizacionesque el aire trae como repliegues de tu voz.Mi patria será en un golfo de dolienteso en un itsmo de parias sin gardenias.Pondré entre los recuerdos mis distancias,me diseminaré en los núcleos del olvido.Una muralla alta evitará el dolorde tener que revivir lo que vió mi retina.Y me iré al paso tierno de los niñossin ver tus formas llevadas por crepúsculos.Más no beberán las raíces mi llantopues se secaron mis ojos y mi alma has raído.Caminaré debajo de constelaciones cimerasque borrarán mi rostro con sus dedos trizados. 

Por más que seas bella, vete:No pases por aquí, no es tu camino.Aún las sombras de tus párpados me hiereny me latiga tu rubio pelo lacio.Eres sólo una cría subida en lo coqueto.Eres el maleficio que sin velos se viene.Si bien es tu semblante de pulcra puliturabailotean los demonios en tus ojos tan claros.Sigue en los cláxones de las motos velocesal margen de la playa, junto a otros lascivos.Desnúdate ante al sol, que te quiere desnuday éntregale los surcos que le brindas a todos.Sobre mí lloverán  una lluvia de agujas mientras voy desnaciendo hacia destinos diáfanos.Seré de otra que no me de caídasy me envuelva, morena, en su lengua de azúcar. 

Chavala: hagamos las pacesmientras existan guirnaldas.Camina por la otra callecomo quien no viera nada.Jamás chavala, me hablesni me dirijas palabraque yo sabré perdonartepero soy de los que calla.Nunca volverás a vermecon sombrero de ala blanca.Ni lanzando ufanosa niñas menos doradas.Que otro amor haga conmigolo que le alcancen sus ganas.Más tú mantente distante:Pasó tu tiempo de plata.Si quieres ser aguerridabúscate un mozo canallaque tenga esa piel morenaque suele darse en Calabria.Coexistámos a lo lejossiendo de la misma patria.Más no esperes de mi partevisitas acongojadasni escenas que te pretendanpues el lazo será calma.  

He levantado un muro en mi desiertopara seguir por él en avanzada:No he permitido que se hagan rendijaspara que entren ni grillos ni grilletes.Mi muro se levanta y raspa al soly es de magnitud ilimitada.Dentro de mi desierto sigo con mis secuelasy dibujando piedras con sus sombras.Sólo vive el animal que permitoy existo yo en total explayamiento.Me hacen compañía las mágicas pirámidesy alguna que otra giba que lleva un beduíno. 

Si los angelitos negrospudieran mirar las almasverían que soy morenoaunque luzca una piel blancay sea experto en floreo:Yo nací para el amorque se da en el terciopeloy para adorar a las vírgenesque recogen su cabelloal pie de ríos de oro,con cascabelillos negros.He aceitunado mis ojospara verlas de reojomientras juegan con Morfeoaquel sueño de la infanteque se duerme, rozagantemientras yo la velo y veo.Si los angelitos negrosme miraran a los ojossabrían mi enamoramientohacia ti, ama de enojosque gustas de los trigüeñosy de la sangre del toroal que levantas pañuelos. 

No llevo a nadie en mi carne inquieta.No poseo escondrijos en mi traje raído.Visto una ruana de campesina niebladonde sólo florecen riachuelos discretos.Soy el vaho que sacude los tiernos frailejonesy la mano de viento que estremece a la orquídea.Soy aquello que es irreal y palpabley golpea la cresta de las zonas andinas.Mi carne no es carne, porque soy insondable,sino porque carezco de poluta materia.Soy esa sensación que invade a la muchachaque está junto a su porche, siempre de pie y llorando.No llevo a nadie: ni siquiera a mí mismoy me mira el subcielo pues soy imponderable. 

Para que tú me extrañes he partidohacia aquellos lugares que llaman al guerrero.Donde sólo caen las gotas de un sol místicoen la cara agrietada de aquel que lanza flechas.Voy a un lugar extraño de peñas soliviantadasy de lajas que quieren apuñalar levantes.A un sitio donde la aridez es parida en la tierray las placentas son sólo parches en arenales.Trajinaré en el ojo de aquella lejaníacon la mirada rústica de aquel que se ha dejadollevar a morir en tierras secas o pantanosaspues no escucha el latido del corazón que extraña. 

Aburrido de las bestias que me circundanenfundadas en sus trajes memorables,dejo el quehacer diario de amortajarmeen los ropajes de libros y tinteros.Salgo a la calle ante un sol de fijezaque me planta cara con sus gestos rojizos.Pero yo me deslizo al rocío de la tabernadonde hay un murmullo de caderas y cantos.Allí se pasean las meseras mestizassumidas en la arcilla de su cuerpo compacto.Sisean los hombres alzando una cervezamientras van caminando los destellos del rímel.Descanso mis ojos en los pechos sulfúricosde la linda mulata que con gestos me atiendeny quisiera pedirle un abrazo y sus mimosy amarla hasta la noche entre brasas constelares.Ella sonríe y me ve como una ideaque se exalta y es plena en las sienes masculinas. 

Zapatero, zapatero:¿ no has de calentar primerotus pies que al escandinavo?¿ No buscas también un besosentado bajo al cerezoque se dobla tras los años?Zapatero, zapatero:sé que piensas en las niñasque tienen pechos de cielo.Caliéntate en tus poláinasy sube cuestas y ríosa encontrar los amoríosque esperan en los baldíosbrindar las mozas gitanas.Olvídate de agujetasy comienza ya la marcha ! 

Como el ríobusca a las piedrasyo te busco a ti:Bajo mi mano fúlgidapara tocar tus ramas.Como el agua que girate adorno la cinturacon este brazo duroque te es incandescente.Si te tomo del cuellote vienes a mi bocay te engarzas en versosque flores desparraman.Amo tu bocade fino vino dulcey tus senos que tienenun sabor a gardenia. 

Para que el corazón se mantenga tranquiloy limpio de los espúreos de las intranquilidadesdebemos decirnos la verdad, amor mío,por más que nos duelan las llagas ya cerradas.Para que seamos más que un anillo sólidoy sigamos juntos mientras despeja el tiempodebemos sincerarnos amor, de las maldadesque vamos cometiendo aún cuando seamos íntegros.No somos, amor, receptáculos puros:El mundo con sus tentáculos nos prodiga sus manchas.Pero podemos hacer el intento de crearnos un Tododiciéndonos las cosas que nos llaman y tientan.