• Richard Albacete
ralbacete
Persona que siempre intenta escribir algo.
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  • País: United States
 
De grandes dolores, he venido:Desde las antípodas de la desolación.He traido todas las penas del erranteque jamás consiguió enterrarse en las umbras.Aún arrastro las sobras de mi sombray una ansiedad inmensa que casi me aniquila.No pude conquistar la dureza de rocaque logró configurar la cara de un noctámbulo.Siempre me han constristado el negro y el deliriode rutas extraviadas que creí ser senderos.Los grandes dolores ante mí se acumulany reparten mi ser en hilachas de sangre. 
A veces, veo puentes que no existende allí o acá, a no sé dónde:Son arcos de aire en pilares de aireque pasan entrelazados a sí mismos.Insustanciales como las mariposasque bogan por encima de los Alpes,el alma, en ella, se teje de suspiros,y el viento arrastra arreboles susceptibles.Se cuelgan y descuelgan en los párpadosde la niña eternamente balanceada.Suelen pasearse, en ellos, los murmullos de pájarosy las sensibilidades de las cosas más lívidas.Son pausas en las que veo a diariola venida de un cósmos más resuelto. 
El año se cierra:Se mueven los portales de los meses.Diciembre nace con su carga de frío                        regalando glaciares.Las semanas comienzan a mirar su sepulcroy mirarse las caras mancharse de silencio.            Marchan las horas envolviéndose en hielo            cuando el año contíguo se revela en visiones.Tú, a mi lado, germinas como nieveen las ondulaciones de tus siete sentidos.Hay una luz que corre debajo de tus párpados                y te sientes cual copa de vino levantadapor mí, al comienzo del gélido Diciembre                que nos va dirigiendo con sus manos tardías.Pero tus muslos serán siendo de fuego                y tus colinas suaves como las madrugadas. 
El año se cierra
Autor: Richard Albacete  227 Lecturas
Que canten las cosas la canción de los siglos,que canten las excelsitudes sin excelsa modestia.Que las acompañen cítaras y obóes sensitivos bajo las exclamaciones simples que traen los ayeres.Que venga el gorrión traído por la lunay que no vista nadie un manto de tragedia.Que los objetos canten como si fueran páramosdonde permuta inquieta la sinrazón perdida.Mucho es lo que nos han dado las edades:Despoblares de pueblos ya semitransparentes,la soledad del hombre presentada en latidos,la instantánea cordura de inamistosos místicos.El pasar de pesares de una edad a otra .La disipación ténue de altiplanos de viento.La  tragedia ocurrida más allá de la antipoda.Un nacimiento ingénito y siempre majestuoso.Sonidos que no escuchan la voz hecha visiones.Manatiales fluyendo y volviéndose materia.La voz de la madre que siempre busca al hijo.La calma de un esdrújulo que siempre está soñando.Millares de tormentas y de divagaciones:Sepulcros en los que vaga una música luctuosa.La sociedad que se aferra a beber sedimentos.Una mujer eternamente bella y maniatada a sus faldas.La palabra vacía que me desnombra incrédulo.Un mochuelo en la luz que calla y se desmembra.Lecciones de alegría y adoctrinamiento de amor.Daguerrotipos siempre y jamás suficientes.Espejos que reflejan la insensatez del alma.Horas esteparias de mi sonambulismo.Lúdicos altiplanos cortados por la hora.Llanos apresurados sobre pequeños ápices.El amor del hombre que se apega a la Tierra.Las sílabas que forjan las palabras benditas.Patrias en la que surgen seres en desaciertos.La tez maravillosa de un ángel cincelado.Por ello que cada quien entone la canción de este sigloque todo va plantando y anulándolo todo.  
Trascender       más allá de los orígenesdonde las sombras sepultan al arcanoy la luna se precisa  prescindible.      Escalar más allá de los murales  donde residen las grutas de los santos.      Trepar sobre las llamas transcendentes      hecho un vórtice de encendidos inciensos.     Pernoctar donde se agita la inclemencia       del terror al que acceden las vorágines.     Ir más allá del eco espía       que en los montes emerge, sucedáneo.      Atravesar los vallados de humaredas        que ahoga el aliento en los seres finitos.      Trepar por ángulos de tiempo           tras los portales que demarcan el espacio.      Eso es lo que desea el Sueño             que se acumula, sin dulcedumbre, en mis dos Ojos                                           tristísimos                   y anhela encumbrarse, siendo desesperanza                                          en mis lomos                                  propensos a lo oscuro                                       en sendas que son vías desoladas.                                                            
Trascender
Autor: Richard Albacete  208 Lecturas
En las naciones está mi casa:La he hecho de parajes de viento.Sus paredes son golfos abstractosen los que golpean marejadas absolutas.Su techo es de un intenso verde húmedo     vertido desde el vientre de las constelaciones.    Sus ventanas de estrellas engastadas     en forma de perlas paralelas.Mi cama se levanta entre vetas de oro     y tiene la  figura de un altiplano tibio.Y en el jardín hay jarcias que rebozan     de pétalos vidriosos y mojados.Cosmopolita: soy de aquellas ciudades   donde puedan pensarme o intuírme. 
Ríos de destellos en las tardes acuáticas:Allá arriba hay istmos que llamean, azulinos.Contemplo los prodigios que conlleva la hora:Nubes que se desmembran en barcas transparentes.Militan los aires en cúmulo y residuos.Los cerros se vislumbran ya muy desdibujados.La luz ha penetrado por inmensas bahíasinmersas en las olas que sacuden al cielo.Pareciera que caen haces de reflectorespor la intensidad grande de reflejos etéreos .Desde los montes veo rotondas desmedidasseparadas por todo lo que palpita y vive.Las piedras, siempre rosa, son bordeadas por ecosy en cada curvatura el sol hace resquicios.Encima de los hombros de hombres dilatadosel peso de la tarde, con saña, se aniquila.Yo soy carne y sucumbo ante furor holgadode la hora que siempre, me va menguando y pasa.  
Juegos de sucesiones        debajo de los cielos:Los ríos son inciertos y cambiante, su rostro.Aquello en que nos vemos no siempre es un espejo.Juegos de las permutaciones en los seres cambiantesque exhalan su pudor al variarse la Luna.Naciones de colores confundidas y vastasen las crestas lacónicas de  cerros de reflejos.Los brillos van cambiando como horas menguadasmientras el aire pasa desojando albedríosde árboles que quieren ser como los abrojosy saltar en la tierra como yuyos  histéricos.La lumbre tiene formas que derivan en riscosde luces maniatadas que caen entre estrépitos.Somos partes de un juego que danza en espiralesy que cambia al momento en que expira el segundo. 
El agua resplandece y se hace noche,la yedra negra se vuelve más amarga.Los contornos se confunden con los confines.La mirada se detiene envuelta en verde.Desde los mismos capullos de las flores impávidasse traza la ruta que siguen los sonidos.Las imágenes se cuelgan en lo que creen es espejoy caminan adentro de sus aros imantados.Sostenido en un grís con un sabor de mentaun chorro de agua límpida se sacude y dividey sube arriba, donde el eclipse llegay tornan los ojos de todos a mirarse.En el mismo trapecio donde se meció el díaahora marca la luna un murmullo funesto.Hay fuentes de cólera lloviendo entre las piedrasy un gemir que proviene de un híbrido malvado.Cruzando por todas las incisiones de las lucespájaros de aire, delgados, centellean.El universo se mueve en vasto soliloquioque viene a enamorar a una hembra dispersa. 
Ligereza que se precipita                  a los contornos del poniente:Siempre variantes, visos                   que al paso se van difuminando.Del relámpago ciego de la tardenace la noche, plena de liviandades.En cada cosa un cuerpo oscila                  por los vaivenes de unas alas.Nada se consolida ahora, ni siquiera someros reverberos.Toda la luz indómita se extingue, y no se mece entre llanuras.La desnudez del frío pasa                         a parajes apenas refutados.Entre las vacuidades, algunos cerros tristes           y algunas peñas ungidas por sepulcros.   Lo subrepticio está inmerso en lo presente                  y en el silencio de las memorias secas.    Solos de soledumbre, tránsito vacío                  lo que hacen las estrellas en la niebla.  
Sin tiempo        sin rastro      bajo al borde mismo de mi hoguera:      Me sumerjo en sus ramas inefables,      busco la raíz de tus alergias       y el púrpura largo que te hace el vestido       en que el voy marchando, la mañana de cobre.       De ti                   de ti                                   de ti       las vetas en el cielo            y la ráfaga afable de tu amor sugestivo. 
Sin tiempo
Autor: Richard Albacete  194 Lecturas
Aspirada por vacíos desiguales          movido en forma continuada              la bestia de aire se transforma en arena                     y cae, con su cólera a la playa.     En el instante en que se obscurece el mundo             y, en incertidumbre, me veo meditando                   me miran los ojos de la noche                           como resueltos a quemarme en su íra.           Vira el espacio, lento, sobre las fraguas               que hacen los hombres con sus manos friolentas.        El mar sigue moldeando cicatrices en las peñas               mientras vienen unas furias a morderme el oído.         Desde lo verde, eluden los manglares                 presenciar la arremetida de una bestia en su cólera.           No sé si ese monstruo es mi misma tristeza                 que viene hacia mí, dispuesta a devorarme.            Entre tanto, el cosmos, observa y se conduele                     ante el desplome inmenso de mis cavilaciones.              Desde que te marchaste con ese adiós tristísimo                  espero de las fieras el final de mi carne.       
Con tus ojos me tocas:Con tu mirada, tan sembrada de amores haces que ande hasta tu cuerpo lacio:A  tu rostro mimoso, hecho caricia.Poner mis manos en tu pelo eléctricoque flota entre mis yemas, vuelto flores                           apetezco de hambre y pensamiento.Tus senos son manzanas diáfanasque recorro como a dos domos frágiles.Eres aquella que no alcanzo en los sueñosy traes sobre tí a la tarde y su aurora.Sobre tu talle húmedo te yergues:Copa de sensaciones y vahídos.Hecha de todos los elementos belloscaminas desnuda y pisas los relámpagos.Andemos, amada, por un mismo crepúsculopues hemos nacido para seguirnos las huellas.Para ti canta, al paso, la encina verdey, en la lluvia te vuelves tifón sobre mi cama.                  
Sabes a soledad y silencioy a beso sugestivo en ésta gruta de pájaros.Sientes que eres humedad en primaveramientras te toco el pelo con dedos sensitivos.Cuando desde las frondas vienes envuelta en viday coronada dulce, con ungüento de sándalosme acuclillo a besarte los pies sobre las yerbasy pasarte la lengua por tu límpido ombligo.He aquí te dibujas del todo apenadamientras hago bahías con mi boca en tus muslos.Soledad y silencio que me saben a fuegoque se desencadena, si me adhiero a tu púbis. 
De olvido en olvido     me muevo por los trances de la vida.     Mi conciencia tiene ligereza de agua     que va buscando caminos entre las piedras vírgenes.     Aunque todavía vivo mis primaveras     y en cada lis coloco un corolario     se desvanecen los rostros, de mis sienes,     y me extiendo adelante, a un amor sensitivo. 
Anclado en las bahías         frente a tajamares solitarios         oigo a la ola romper en albedrío         contra los muelles, fraguados de silencio.         Las murallas se forman de la furia     latigando la arena como dioses coléricos.          Una fraja de azul transmarino     transforma al horizonte en una línea:     Por ellas navegan las penurias        de aquellos que se aferraron a un esquife         para huír del dolor de sus naufrágios         en romances que se fueron a pique.    Los rompeolas hacen eco ante la playa        pero no pueden sepultar esos gritos        de navegantes que no fueron valientes         cuando su corazón se disolvió en sus manos.El viento gira en grutas impetuosas        donde habitan palpitaciones de grumetes        derrotados en sus huesos guerreros            por un amor, que los muele por siglos.     Ante tantas sensaciones quedo solo             mientras  el mar disfruta a sus cadáveres             y rueda sobre mí, desaforado,             tocando mis angustias con sus yemas.       Sales y sedimentos me acorralan              y me hacen anhelar hundirme en lo profundo,          donde la ola aplasta con su peso                   y baja por la garganta, dando muerte.    
Ayer fue pausa: la vidatiene días que requieren de un cese,un descanso corto, un momento abreviado,para pasar por el lado de los seres tangiblesy dedicarles un rato de odio o sonrisa.Para observar que no todo es extenderse en las letrasy hacer maromas que se tornen palabras.Lo importante de la vida es vivirla,evitar evadirla con subterfugios:Estar y soñar con las cosas que sienteaquel que camina por trastiendas o patios:No sólo es importante el hablar del querube:También lo son los amigos que transitan la urbe....Pero siempre volveré a mis fieles vocalespara cantarle, adepto, al cosmos luminoso. 
Ayer fue pausa
Autor: Richard Albacete  334 Lecturas
Sígueme        entre las ramas quebradizas          hasta donde llegue el canto del mirlo       y se sonrojan las flores en la alborada.         Allí está mi cabaña y mi vino       y el pan señalado para poner tu boca.        Ven hacia mí sobre los prados lívidos,        hambrienta y sedienta de amores y de abrazos.        Suelta tu estridente risa cadenciosa          bajo la misma acacia que al suelo se sustenta.          Deja a mis manos entibiar tus mesetas           y subir al renuente altiplano de tu púbis.          Deja que te acaricie con dedos deseosos          mientras voy despeinando tu cabello en la yerba.           Te daré esa paz que proclama el olivo          mientras que nuestros cuerpos estén anudados y húmedos. 
Sígueme
Autor: Richard Albacete  355 Lecturas
En mañanas insólitas           se levanta mi mano y dibuja un sendero.           Ando por él con mi yo temerario            viendo que, a sí mismo, se contempla y persigue:            curvatura extendida en el espacio yermo:            Hay peñas que se desgastan en la tierra raída            y van en avanzada frágiles precipicios.            Se van creando breñas que se desolan solas            apenas las maltata el fulgor de unas dunas.            La cítara se forma de las ramas de un árbol             que tiene sus raíces en terrones de tiempo.            Circunstanciales, como todas las cosas            las pausas se detienen y forman recovecos,            nudos, recodos, formas estrafalarias            amarradas al término de alguna piedra trémula.            Yo me pierdo por ellas y me voy permitiendo             unificarme y ser único entre mis dudas.            Me disipo a la vez que se disipa un viso             y, en domos subrepticios, me piensan centelleo.                           
En un árbol de fuegoseis manzanas de flamas:regadas con la savia de la lumbredeambulan en un ámbito de viento.El árbol es una arquitectura entre pausas, construido.Cerca de él, hay vetas de cereza,bordeadas por mil antros de cigarras.Yo me acerco como quien busca el fruto:como aquel que codicia y va sediento.Salto a la yerba vuelta tierra,salto a las flores sin raíces.Cuando creo que voy a palpar esas quimerasse levanta un muro que no se rasga.Estoy en una celda transparentecon paredes y bisagras de viento.Las rejas tienen forma de inminencia:se están yendo, pero nunca se disipan.Soy sólo un prisionero de ficciones,esas que se condensan en mis ojos, de mañana.Lo imaginario forma raras abstraccionesy me hace soñar a la deriva.  
Estoy aquí, no sé por qué,ante el mar luminoso que se arrastra.Degradando mi tobillo en la arenacargando con las ausencias que sembré hace mil años.Los abedules me miran desde sus laconismosy lo hace también un estertor acuático.Ante mí está el agua que me da sus latidosy me escucha de frente, con sus olas a nado.No sé qué es lo que tiene, en sí, esta agua dolidaque fluye entre mis dedos y me hace cohibirme.También están las dunas que me dieron cobijocuando tú te marchabas con tu traje lacónico.No sé por qué, el rostro de seleneme observa como antes, cuando fuímos un dúo.
No sé por qué
Autor: Richard Albacete  244 Lecturas
Extendidos en los brazos de la acidiaestabamos en mi cama vegetal y sencilla:oíamos las miradas que nos daba el espejoque retorcía su reflejo en dunas de  penúmbra.Yo me extasiaba como en una gardenia:Estando tú a mi lado, expirando, inhalando.Moviéndote como ola ante la madrugada.Naciendo, poco a poco, ante un mundo maduro.Debajo de tus párpados; bahías se formabany estas te llevaban a trances peregrinos.La fantasía entraba en ti y tú penetrabas en ella.Contra ti golpeaban las cosas instantáneasdevorando tus sienes con sus locos augurios.Eras tú la hembra que formaba a la estrella:Eras tú la esperanza en que me fortalecía.La noche, sobre los dos, llovía desaforaday te preñaba ya de un vértigo incipiente.Yo te sentía ahí, dormitando en los quiciosde una cama de helechos que robé de las peñas.Eras la suavidad que de sí se fraguabay el nombre que traía la paz para mis sienes.Las cosas del entorno se movían ambíguasmientras me aseguraba que a nada le temieras.Con pereza volteaste lentamente los brazosy te abristes al mundo, de nuevo reinventándote.
Acidia
Autor: Richard Albacete  256 Lecturas
Ante las volutades pétreas- las que nada absorben y ante nada cambian -Tiendo a abismarme en mis realidadesy seguir de largo, diluído en la luna.Ante las personas de mirar afrentosobajo la cabeza e insonorizo mis sienespara no ver sus mohínes de canallaque pisan por la calle huesos de gorriones.Ante la indiferencia de este mundo insólito,solicito alejarme de ciudades insepultas,a un refugio de candoroso verde:como a una ciudadela dividida entre aguasBusco de todos no la mirada indómitani la agreste forma en que se cuece la envidia.De todos busco una sonrisa que no sea de ponientey una cascada de rísas que baile en sus rumores.De las mujeres pido el clavel y el almizcley el beso soliviantado en mis horas nefastas.Camino como quien va volteando los equinocciosy se aleja del duelo que arrojan los puñales.No busco la guerra ni facciones dolidassino la íntima fragancia de la hembra sinuosa. 
Quítate el pareo:desviste ya tu cintura de luna:dejame desvestirte con estas yemas dulcesque ante tus pecas se muestran agresivas.Por la lucidez de tu cuerpo iré vertiendomiel de mi lengua en tibia reescritura:De tus colinas que dan leches y mieles,mordeduras que dan tanto placer como alegría.Moveré lo blondo de tu cabellera eléctricay pondré un beso en tu frente de poros descampados.lloveré sobre ti: mansa lloviznahasta las comisuras de tu boca sedienta.Morderé tus lomos y mejillascon una asociación de lujuria y desenfreno.Para ti mis brazos, en arcos amorososy permitir que róas esta manzana adánica.Nuestras salivas serán como dos saviasmientras los cuerpos cabalguen sin preludio.Que el lecho de la tierra ame la desnudezde dos seres que pasan posesos, consumiéndose.  
Quítate el pareo
Autor: Richard Albacete  664 Lecturas
Creciste en mí:Tus manos salieron de mis manos.Tus piernas se formaron de mis piernas.De mi pecho de sangre levantaste tu tórax.Compartimos la mismas entrañas de fuego:Tus ojos se forjaron de mis ojos.Siendo yo hombre sembrado en los veranosuna mujer nacía de mis adentros:Dos personas en un cuerpo arraigados:Dos seres que estarían siempre unidos.Tu cabellera se formó de la míay tus ojos compartían mi pesadumbre.Como un pistilo, te separaste de mí:como lo que se aleja cuando ha tomado forma.Y eras aquella que pasó a estar a mi ladocuando me perseguían monzones y vestiscas.Tu talle de vaho en alto revuelohizo que me perdiera en mundos de estupor.Me ofreciste, en una copa de aire, las delicias del vinoy hablaste las fonetizaciones que me fortalecían.Concebida para ser compañera y reflejote amalgamabas en mí al marearse la luna.Juntos fuímos por los caminos, al unísono,dándonos a beber  la canción y la calma.Venías ya en un vestido transparentey te cruzaban, por el rostro, los relámpagos.Decididamente, eras la vida hecha refugioy aquella que sabría detener los delirios.Saltando por las brechas que dan las transparenciasnos amamos a morir mientras caía lumbre.Yo me prolongaba en la piel de tu ombligoy tu repercutías en mí, muy cadenciosa.Hicimos una fortaleza con un ramo de truenosy en ella nos reímos de la vida inflexible.Cada frase nos dábamos embebidos en besoscomo si fueramos cómplices y así, nos celebramos.  
Creciste en mí
Autor: Richard Albacete  264 Lecturas
Por los corredores de Mayo       busco el final de tus caminos:       Acercarme a lo tenue de tu boca minúscula        de donde me alimento con tus besos de agua,                     vino, aliento, pan florecido: besos           que tienen el sabor de una resaca buena.        Busco de ti la lengua primitiva             para hacerme escritura en tu cuerpo.        Cautivadora como todas las néyades              me evitas un poco, tomándo  tu preludio.         Yo me acerco a ti como borrasca              que sólo busca acicalarte con amores.         Una flor de viento te construyo             con sílabas y vocales primerisas              y las pongo donde se tejen tus senos:                Delicada vertiente de dos cimas           quiero tomar de ti esos efluvios                que me llevan a  verterme en tu vientre:           donde hay deltas, naciones de delirios                 y el lugar donde los hijos se conforman.            Te rasgaré la bata que interpones                 entre mí y tu pequeño musgo.             Tamboriles en tu cuerpo y en tu oído                    para que entregues todo ante mi música.              
Rasgo un vacío              y atisbo a la luna.Rasgo un muro y a sí mismo se abre.Está aquello sólido que flota en lo incorpóreoy ante mi se presagia como algún tiempo ido.Camino como quien pisa los túneles del ojo:como el que entra a su frente y se marea:Están allí las fábulas y cárdenos soliloquiosy el cuerpo de unos sueños que las horas trajeron.Estoy desnudo ante la perspectiva               de ver llover ideas en páramos mentales.En mis sienes retumba un chubasco de versos:aquellos que escribí cuando eras río fresco,manantial de dulzuras, desprendimiento húmedo,que llevaba a mi cama acentuada en amores.Todavía te recuerdo vestida de follajesapenas procedíamos a conoces al mundo.Recuerdo que reías de la tinta rijosaque dejaba en mis manos los dedos de la imprenta.Eras aquella mujer en que me crucificabalas tardes de domingo en que enfrenté silencios. 
Rasgo un vacío
Autor: Richard Albacete  202 Lecturas
Portentosa     en los pliegues de mi cama                             te despliegas.   Cantan los canarios                            entre luces y sombras.   Flor extendida en rendida mansedumbre.   Flota tu cabellera en solitud indómita.          Entre tus sueños los signos se perfilan.     Estás en los vaivenes de mi respiración         y tus labios son nardos que absorbo, engreído.      En éste cuarto no se perfila el tiempo:        Tú lo has detenido con tus ensoñaciones.      Mientras, las cosas, te liban desde fuera       como a una galaxia transformada en soltura.       Y mientras no deseas despertar a este mundo         me diluyo en tu boca de romance unigénito. 
Portentosa
Autor: Richard Albacete  250 Lecturas
Lo incuestionable está ahí:Lo que me acecha al igual que una lámpara.Las cosas obscuras, las molicies,la soledad haciendo reverberos.El estanque sequizo que se muele            debajo de una luna arrojadiza.       El yermo que cuestiona si estoy solo,       el volúmen vastísimo de la " no presencia "      Las caras separadas de  los nombres       que me hicieron cuestionar tanta escritura:      El universo en frío azoramiento                 sometido al ultraje de unas chispas                 que giran como ondas magnétizadas      allá lejos, donde se empobrece la duda.       Debajo de una noche endurecida       donde se muestran los seres envidiosos,       El No Ser se encara con el Ser           y se disipan sin murmullos y en mutismo.       Las cosas de frenesí instantáneo          se dejan demoler por los rigores          de una incertudumbre, por todos recogida         que rueda por la calle y nos secuestra.Lo que es irrefutable y a mí me espía         me espera en el traspatio irreligioso.      Alejado de esperanzas y penas         lo que toma cuerpo me es ambiguo.   
Ya las constelaciones se abismaban        en los precipicios de mi mundo de carne.      Iban rozando mi cuerpo con su lumbre,       iban diseminando su calor en mis vértices.   Los aros de Saturno vinieron a mi encuentro:     Fobos y Deimos ansiaban desolarme      mientras mi cuerpo huía de prodigios         de la noche que me atrapaba entre ocasos.     Me escondí detrás de una peña enhiesta        buscando de eludirme de gruesos estertores.    Entré a la gruta mental de mis oídos       para cerrar sus puertas incipientes.      Y apareciste como flor de niebla:      envuelta en el blanco de tu alta morada.    Mojaban tus labios unos frutos rupéstres       que consumías desde antes de los siglos.    Ante ti, se callaron las mareas       y la noche se tornó en amanecida.     Los astros se volvieron a sus sitios     - llevando con ellos crueldad y satiriasis -     Y te nombré renuevo, pámpano verde, salvadora        mientras que te movías en tu verdad solícita.     Fueron para ti, desde entonces, mis ojos         y los latires vítreos que se desploman por mi sangre. 
¿ Gloria ?Nadie quiere gloria cuando está a la esperade un río luminoso en que la hembra bailaal son de la risa y de las vibracionescuando chapotea en el agua blanca.Nadie quiere gloria: sí amor sensitivoque entre tibias brasas de abrazos flaméa.Espero el regocijo de los mansos brazosde la mujer dulce que viene entre escrúpulosquitando los velos de su muslo en danza.Glorificaría los besos de su bocacuando se perpetúan sobre mi garganta.Yo amo lo tierno del amor de ellascuando se obscurecen y su cuerpo entregan.No busco la gloria de los hierofantes:Sólo a la muchacha de límpidos pechosque se ha ido lejos de los lupanaresy que trepa diáfana entre las estolasque arrojan a mi cama sábanas afables.Navego en los mares de brazos cruzadosy cruzo los cuerpos, cual mares, a nado. 
¿ Gloria ?
Autor: Richard Albacete  410 Lecturas
Vehemente           sobre la cama amanecida          no quieres soltar las amarras del sueño          por más que el día dispare sus fusiles          de semana nueva, en campos de geranios.          Sobre una mano de seda, te recuestas          en la vibración cómoda que dan los almohadones.          Por tu ventana, entran tiempo y espacio           y, alrededor de ti, se dilatan en deltas.          El sopor te lleva y trae con sus olas:          Sueñas que eres mimosa y que tienes doce años,          que subes por atriles y dehesas,           que escalas todo con la arbitrariedad del humo.          Sueñas que te persiguen las consejas          y que, entre tus manos, toma vida una fábula.          No quieres despertar a ser mujer          pues el ser pequeña te llena de fragancias          de las que hoy careces al momento          en que se abren tus párpados sinuosos          y se presenta ante ti lo acostumbrado. 
Vehemente
Autor: Richard Albacete  243 Lecturas
En un lugar sin nombre               arden los elementos:      Caen los cuerpos en hambrientas vorágines      para perder el peso que los constituía.      La piedra se vuelve niebla densa      de colores formalmente impalpables.      Se desvanecen los ángulos del mundo      y cada faro es concepto intangible.      Se esfuman las sonrisas y los rostros      se borran, de sí, las cosas gríses.      Cada cosa se quema en su leyenda:      en exiguos y cimeros resplandores.      Todo se ha calcinado en su vivir exiguo      y hasta en los rompeolas se deforma la vida.      Hay un acorde que es solo un preludio      de hecatómbes totales que se han difuminado.       Arde el tiempo en sus ténues paréntesis.      Arden las sienes envueltas en angustias.      Aquello que fue percepción ya no tiene perspectiva      más que ser algo roto en lo desfigurado.      El tiempo ya no es tiempo y bebe su vacío      y la hora se ha vuelto destruída cadencia.      No me mira ya nadie ni me miro yo mismo      mientras mi alma se borra entre desilusiones. 
Pasé por aquí para miraraquello que arracimaba el viento:No eran cosas: mis sentimientos eran.No eran enigmas: era yo en pensamientos.Lo que absorbía y marcaba mi mente,lo que era clavo de inmensa pesadumbreestaba ahí, delante de mis ojoscayendo por laderas fantasmales.Lo que de joven fuí y aún no soy,lo que centraba a mis mismos erroreslucía una sordidez estrafalariamezcladas en un ramo de marismas.Pasé para mirar y me vi dentrode un anillo de negra luz de jaulay entonces, mi corazón tembló de pronto,al verme descubierto a los ojos ajenos. 
En los quicios cegadosuna llama suscitalatidos y reflejos:la pareja respiravuelta marea indómita,su segundo segundode amor y eucalipto.Se entrelazan las ramas:son brazos en sosiego.Se besan en la frente. Se inhalan por los poros.Muchedumbre de besossin fatiga infalible.La condición de erosha refundado el cuerpode dos cuerpos que fueronde mentes separadas.  Ondean como soplosllevados por quimeras:Se enlazan y realzan sin que nadie les digaque deben detenerse.Besándose a sí mismosel corazón es soloun único latidoy bajo el mismo vientoson claridades brevesque a los cielos inundan. Los seres sin cólerase anegan en sí mismomientran los rozan todaslas estelas del tiempo.Tienen abecedariosque son incomprensiblesa aquellos transeúntesque tienden a ser ciegos.Sin rostro, se han queridoy son dos cercanías,por siempre, dilatadas.De dos, un desenlace, entre la yedra cósmicaque ve, palidecida,un encuentro de raíces. Pasa la noche mansay apenas les discrepaal oído unas sílabas,que dan por ignoradas.La sujección del cuerpoen ramaje extendido,es aquello que quieren,hacer sobre el helecho.Para ellos la sombraes una muchedumbreque debe desvestirsecomo toda parejaque en deseos, se envuelve sin  que nadie lo impidacon fuerte ambivalencia  
A esta hora mi mente se llena de despropósitos,mis dedos buscan los depósitos donde nacen las músicas.Veo que las cosas son más que apariencias.Intuyo que los quebrantos son algo más que quebrantos. Paso entre las oscilaciones de los péndulos y los arrullos del cucú.Me detengo a ver las inmensas emanaciones que resfrían a la galaxia.Desde una vidriera o desde una galería, presencio desmembrarse órbes insólitos.Aquello que se ayuntó y se disyuntó multiples veces se repliega entre reticencias.Siento que las nostalgias mayores se apoyan en los recodos de mi alma.Me canso de abrir el libro y de cerrarlo: me canso de las liviandades.Me he desencadenado en un farallón de piedra y soy lo que me contemplo.Pasan  las cosas en barcazas hacia los pilares sacralizados de mi mente.Me conmociono en íntimas resonancias, para luego desvanecerme y repensarme.Soy aquello que se atisba apenas ideas y se diluye en los murmullos de un soliloquio:Soy la llama intranquila que sacude y calienta los refugios.Me espían los  ecos, los espejos transidos, las hojas del almanaque.Aquello que me constituye soy yo y a la vez son mis palabras.De cada sitio me levanto por peldaños de airea contemplar los rostros que disfrazan el temor de las caras. 
A esta hora
Autor: Richard Albacete  709 Lecturas
Con uñas evasivas               truculentas         tamborileando en un barandal de tiempo:         No mirando hacia atrás, hacia lo ya dejado             piensas partir por tu sendero de sombras        Las aflicciones no se extendieron en metástasis.        Desde tu remanso, casi negro                     te envoviste en tu melena, semi ecuestre                     sin sonidos ni augurios de penúmbra.         Ya era hora de encarrilar las maletas               hacia otros rincones imbricados          Hora de tener nuevas converaciones al oído          y olvidarse del tedio de las reconciliaciones.          Menospreciando al que dejaste en la penuria           es tu momento de escalar por otros cuerpos.           ¿ Trangresiones ? Sí: solo las tuyas            que ya buscas a otro para en él diseminarte               y trepar por su cuello, haciendo suertes:            Magías y malabares del reptíl....... Tú las dominas                                                   Dómina.                            
   Nada le falta: al ser                si no está solo.             Contigo, me pierdo en otros continentes:             Navego en el oleaje profundo de tus ojos:                             Misterio de misterios                                     me llenas de fragancias              cuando voy de la mano contigo, hecha sonrisas.              Apretámos los dedos, de pie ante el ocaso              mientras  te van mimando las húmedas violetas.                           Una caricia súbita se muestra apetecible                       a la vez que temblamos en vientos deseosos                          y somos ambos charcos de unas palpitaciones                        que pueden, de repente, esculpir algún beso                              y darnos la locura que a nadie mortifica.                El aro de la noche, nos refunde y nos mueve                          al centro pretencioso de su fúlgido ombligo.                     Somos ríos que laten y llevan en los hombros                          la verdad infinita del amor no furtivo. 
Nada le falta
Autor: Richard Albacete  221 Lecturas
Se arrastra la ciudad entre rostros impávidos:Entre moles de cemento y obeliscos deformestiende a delinearse como una simple cara.La ciudad trae consigo a su mueca deforme.La ciudad se disipa en distracciones crédulas.Se hace transparente y de un grís ilusorio.La ciudad arracima a la gente y la va atropellandocon el falso fulgor de unas sucias encinas.Entre el polvo y la contaminación variadas,entre los rascacielos donde rueda en vela.La ciudad quiere ser la segunda sentenciaque quiere desgraciar a los rostros utópicos.Están las manipules que hacen las cañeriasy se mueven los seres desde sus cigueñales.Como válvula de escape nos presenta un recintoque es a la vez cementerio, parque, momumento tortuoso. 
Se arrastra
Autor: Richard Albacete  322 Lecturas
En campos insólitos              florece tu cuerpo:             A veces herido                    A veces, curado.            Como si alguien te hubiera plantado en semilla:            Como si, desde siempre, a él le pertenecieras.            Pero no es así: se contradice                   quien quiera que germines en llanto.            Levántate para mí desde la risa               yergue tu cabellera de claroscuro.            Nace de una veta de la peña.            Nace sin esperar una acechanza.            Por el agua dulce que cruza el promontorio,              desemboca en mí, con tu melena etrusca.            Sé fija idea que amanece               en mis surtidas plantaciones de geranios.            Que desde tu ómbligo sople un viento cárdeno                que empuje mi velamen en zozobra.             Haz que cante el mirlo para mí.                Haz que me sienta alegre de estar vivo.              No me mires desde los enfados                apiádate de aquel que te desea.             Remolino de gasa y de tules:                 ven a ponerle blancos a mis noches. 

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