Dec 04, 2012 Nov 23, 2012 Nov 22, 2012 |
Marco:Desde que puedorecordar siempre soñé encontrarte. Al principio era una idea muydifusa, algo de lo que no era plenamente consciente. Sin embargo,creo que siempre hubo una razón por la que mi película favorita eraCenicienta y amaba las demás historias de princesas. Ya entoncescreía que la forma de ser feliz en la vida era encontrarte.Durante miinfancia tu figura fue la de una mujer, resultado seguramente de lasociedad sexista en la que vivimos y de crecer en un hogar donde lahomosexualidad no era bien vista. Sin embargo, al entrar en laadolescencia... ¡Guau! De repente me daba cuenta que los chicos eranquienes me ponían nervioso en realidad, quienes verdaderamente meatraían. Las mujeres me caían muy bien, pero no me atraían paraestablecer una pareja.¿Qué teníanaquellos chicos que me gustaban? Porque no me gustaba cualquierchico, por supuesto que no. Y sin embargo, en ese tiempo no pudeencontrar ningún patrón entre los diferentes chicos que megustaban. Todos ellos me parecían tan dispares, sin nada que losconectara en su carácter o su físico. Bueno, exceptuando que hastaterminar el bachillerato todos ellos habían sido probadosheterosexuales, quienes obviamente no podían fijarse en mí. Unmontón de enamoramientos imposibles que no obstante ayudaban amantenerme ilusionado. Porque tal vez el destino querría que algunode ellos fueses tú, y así la historia de amor daría comienzo y porfin lograría mi "felices para siempre".En esos tiemposcomencé a soñar contigo. ¡Qué dulce sensación la de despertarcon la emoción de haberte visto! No podía recordar como eras unavez que estaba despierto, pero no importaba. No me importaba porqueestaba seguro que el simple hecho de que aparecieras en mis sueñosera el preludio de que pronto lo harías en mi vida real, y nunca mástendríamos que separarnos. Me harías sentir de la misma manera enque me hacías sentir en mis sueños solo que a cada momento de mivida porque siempre estaríamos juntos. ¡Qué bellas ilusiones lasque pueden nacer de una mente ingenua que cree que necesita dealguien más para ser feliz! ¡Bellas, pero demasiado peligrosas!Porque para un corazón que vive bajo esa idea le es imposiblevalorarse a sí mismo si no está en compañía de alguien más.Así llegué a lafacultad, mi edad adulta. Bueno, legalmente era un adulto, aunque enotros aspectos seguía siendo un chiquillo. Curiosamente cuando erapequeño siempre me habían dicho que era muy maduro para mi edad,pero al menos en los aspectos amorosos creo que era más inexpertoque el promedio. Así que quizás no fue muy sorprendente que cuandoconocí el mundo del sexo me quedara enganchado ahí. No te habíaolvidado, jamás lo hice, pero en el sexo encontré un poco de lo queestaba buscando al buscarte a ti. Porque viéndolo en retrospectiva,cada vez que me entregaba a otro hombre me sentía querido y deseadoaunque solo fuera por un momento fugaz. Por un maravilloso instanteestaba en perfecta comunión con alguien más, aunque cuando todoterminara cada quien se fuera por su lado y yo me quedara con unsentimiento de vacío que no comprendía del todo.Poco a poco fuicayendo de esa manera en una adicción. Me había prometido jamásconsumir sustancias extrañas, pero no fui capaz de ver que no habíamucha diferencia con el sexo. Porque como cualquier otro adicto seconvirtió en una necesidad para mí. No importaba si aquello dañabami salud, lo importante era seguir haciéndolo para sentirme bien,aunque fuera solo por un rato, aunque después necesitara más y máspara poder olvidarme de aquel vacío que cada vez se hacía másgrande en mi corazón. Intenté dejar aquello en múltiplesocasiones, ya que ¿por qué buscaba sexo si estaba esperando a mipríncipe azul? Me decía a mí mismo que debía dejar aquello ymejorarme si quería realmente que tú llegaras y me amaras. Sinembargo, aquello no resultaba suficiente. Por más que me concentrabaen cambiar para ti volvía a caer en lo mismo.Fue en esascircunstancias cuando finalmente di contigo, ¿lo recuerdas? En eseentonces no te reconocí, tenía la mente puesta solo en encontrarmealguien con quien bajarme las ganas un momento. Solo sabía que meparecías el chico más guapo que existía sobre el planeta. Pero túno pensaste lo mismo sobre mí, ¿verdad? Me sorprende no habermedado cuenta entonces de quien eras, con lo mucho que me emocioné ylo mucho que me dolió el que me rechazaras. Digo, ¿por qué en midiario lo describí como el peor día de mi vida si solo habías sidoun chico más? Tal vez solo porque te llamaba Marco, el mismo nombrecon el que había estado soñando por un rato. Pero la verdad es queahí había más.La vida continuócasi igual después de eso, a excepción de que cada vez que te veíame emocionaba. No entendía porque sucedía aquello, aunque ya unaparte de mi corazón quería decírmelo. Esa parte estaba segura quetú eras aquel Marco que había estado esperando. Yo la mandaba acallar inmediatamente, porque mi príncipe azul debería acercarse amí y decirme lo mucho que le gustaba, ¿no?Pero sucedió quemientras más pasaba el tiempo menos podía sacarte de mi cabeza.Dejé de verte, pero aún así ocupabas parte de mi pensamiento. Nopodía dejar de pensar en ti, de preguntarme cuándo te volvería aver. Te estabas volviendo una obsesión para mí, otro tipo deadicción por decirlo de alguna manera. Y aún así todavía menegaba a creer que aquello fuera porque significabas más para míque otro simple chico que me gustaba.Y de pronto tevolví a ver. Me mostraste una lección muy conocida pero que pocosentendemos: debes tener cuidado con lo que deseas. Porque yo deseabaverte, rogaba al cielo el poder cruzarme contigo una vez más. Yentonces ¡oh sorpresa, ahí estabas! Ni siquiera supe como tereconocí en seguida, porque en ese momento me di cuenta que tusfacciones se habían desdibujado de mi mente. Había estado pensandoen ti pero sin recordarte realmente. Pero eras tú, no tenía ningunaduda de ello por increíble que pueda sonar. Porque solo tú podíasemocionarme de la manera en que lo hiciste. Mi respiración y mipulso cardíaco se dispararon, y de repente quería salir corriendodel lugar. Había ansiado verte pero no soportaba todas lassensaciones que me producías.Fue poco despuésde eso que llegó la etapa más oscura de mi vida. Siempre se pagapor los errores que cometemos, y aunque yo ya había dejado el sexocasual después de un susto, resultó que el verdadero susto aúnestaba por llegar. Estaba enfermo y no podía culpar a nadie quefuera yo mismo, porque yo había tomado la decisión de no cuidarmeal practicar sexo. A eso había queagregarle que el chico de mis sueños ni siquiera daba señales desaber que existía. Porque fue en ese momento que finalmente entendíque tú eras el chico que siempre había soñado. No había duda,porque lo que alcanzaba a recordar de mis sueños encajaba contigo,porque al igual que en mis sueños cada vez que dejaba de verte tusfacciones se borraban de mi mente. Y aún más allá,independientemente de que ningún otro chico me había gustado tantocomo tú me di cuenta que el verdadero patrón con todos ellos habíasido que en cierta manera tenían algo que ver contigo, ya fuera susonrisa, su tono de piel, sus cejas, la forma de su mandíbula, esaactitud de aparente indiferencia, los ojos oscuros. Mucho o pocotodos ellos se habían parecido a ti, aunque no entre ellos.¿Crees que esoera poco? Pues había algo aún peor: no me sentía merecedor devivir. Dentro de mí tenía la horrible creencia de que no merecíavivir. No sabía por qué, pero me sentía indigno de la vida.¿Pero quiénafirmaba aquello? ¿No merecía vivir por qué no tenía a mipríncipe azul amándome? Fue un proceso muy difícil, perofinalmente entendí que si quería cambiar y cuidarme debía hacerlopor mí. Porque no importaba si había o no un príncipe azulesperándome, él debía amarme tal como yo fuera. Pero para que éllograra amarme primero debía amarme yo, entender que merecía viviry dejar de destruir mi vida. Porque si realmente me molestaba lo queestaba haciendo debía cambiarlo por y para mí.Y también aprendíotra cosa. Finalmente entendí que quería estar contigo, que meencantaría estar contigo, pero que aquello no era necesario. Nonecesitaba de ti para ser feliz. Porque cuidándome a mí mismo podíaserlo. La felicidad y la forma de llenar ese vacío que sentíapersistentemente en mi vida solo podía encontrarlas en mi interior.Nadie más vendría a curarme y a hacerme feliz, porque eso solopodía hacerlo yo. Por primera vez en mi vida me sentía tan a gusto.Podía sonreír sinceramente sabiendo que finalmente me habíaencontrado a mí mismo.Pero ¿qué pasabacon mi príncipe azul? ¿Acaso no era justo que ahora sabía quienera realmente yo pudiera tener un plus? ¿No era posible que esechico finalmente estuviera a mi lado ahora no para hacerme feliz, sino para compartirnos mutuamente la felicidad de cada uno? Puesaparentemente no. Nunca entendí si sentías algo por mí o no,porque aunque al final me resultó obvio que no te resultaba tanindiferente como a primera vista parecía, tampoco hiciste nada queme indicara que querías algo más. El cuento de hadas seguíaestando mal.Pero, ¿realmenteestaba mal? ¿Quién dijo que los cuentos de hadas tienen que sercomo uno los esperaba? Porque después de todo yo ya tenía mi finalfeliz, aunque era más bien un nuevo comienzo, porque después detodo también aprendí que la felicidad es el camino y no la meta.Porque toda meta que nos propongamos acaba siendo un nuevo comienzo.Pero volviendo a hablar de mi cuento de hadas personal, yo habíaaprendido a amarme a mí mismo y eso me parece que era aún másimportante que encontrar a alguien con quien pasar el resto de mivida. Quizás mi príncipe azul no era la persona destinada a estar ami lado por siempre, si no solo aquella destinada a ayudarme aaprender esta importante lección en mi vida. Porque no siempre setiene lo que se quiere, pero sí lo que se necesita.Hoy así lo creo.Nunca estaremos juntos, pero debo agradecerte todo lo que meenseñaste. Te recordaré siempre, porque fuiste una ilusión muyimportante en mi vida y me ayudaste a aprender lo que probablementeserá la lección más importante en mi vida. Sin embargo, no pensaréen ti de la misma manera en que había pensado en ti hasta ahora.Porque a partir de hoy formas parte de mi pasado, no de mi presente ymucho menos de mi futuro. Y sin embargo, es valioso porque es esepasado el que me ha llevado a ser la persona que soy hoy, esa personaque ama y entiende cosas que no había entendido el día de ayer.Algún díavolveré a amar a alguien más. Sin embargo, el día en que lo hagano será porque crea que ese chico es mi felicidad, será porquequerré compartir mi felicidad, mis penas, todas mis alegrías ytodos mis sufrimientos con ese chico; y él querrá compartir tambiéntodo eso conmigo. Compartir la vida entera sin olvidarnos jamás queno somos lo que le hace falta al otro, si no simplemente individuosque realmente quieren amar.Gracias Marco.Gracias por enseñarme todo esto. Atte.GerardoSeamisai Un día más. Al abrir los ojos solo me esperan mil cosas por hacer. Debo levantarme, darme un baño, tomar el desayuno y vestirme para ir a la escuela. Empiezo a desear que la alarma no hubiera sonado. Hubiera sido preferible.Mientras voy en el camión hacia la escuela veo la ciudad. Todos sus colores me parecen opacos. Tal vez simplemente sea el cielo, el cual está totalmente gris. Probablemente lloverá más tarde. Por lo menos habrá un cambio respecto a los últimos días.Al bajarme del camión observo los titulares de los diarios que se encuentran en un puesto de periódicos: crisis económica y asesinatos. Hay muchos muertos.Se me hace tarde para entrar a clases. Me encamino hacia allá. Al entrar al salón saludo a mis amigos. Últimamente me han estado evitando. Deben creer que quiero estar solo. ¿Qué demonios les hace pensar eso? ¿No se dan cuenta que lo que realmente me gustaría es salir a divertirme y olvidarme de todo por un rato? Pero ni siquiera tengo ánimos para pedírselos.Mis clases se suceden una tras otra rápidamente. No soy muy consciente de lo que mis profesores dicen, pero si alguno me pregunta directamente soy capaz de responderle sin problemas. Soy bastante funcional, aunque ahora parezca que soy un zombi. Sí, un zombi, con el rostro desencajado y la mirada perdida. No hay mejor descripción para mí que ésa.Llega el final de clases. Mis amigos planean salir, pero ninguno me invita a ir. Todos se despiden de mí, al parecer convencidos de mi deseo de soledad. ¡Perfecto! Si ellos creen que necesito estar solo tal vez lo mejor sí sea estar solo.Ha empezado a llover. Me gusta eso. No traigo paraguas ni impermeable, por lo cual no me queda más remedio que mojarme. Me agrada sentir el agua que recorre mi cuerpo, mientras no puedo evitar preguntarme si la lluvia de ciudad me hará daño. ¿Qué no daría porque la lluvia ácida fuera capaz de deshacer mi ser entero? Pero no tengo tanta suerte, y lamentablemente no soy tan valiente como para intentar el suicidio. Tal vez algún loco de la ciudad podría convertirme en titular del periódico. Ya me lo imagino: Chico aparece muerto en medio de la calle.Dejo pasar dos de mis camiones a propósito. Me gusta sentir el agua, pero si lo pienso detenidamente, eso no me ayuda. Ningún loco vendrá a matarme con la lluvia que cae. Así que me resigno, y le hago la parada al tercer camión que pasa. El chofer se me queda viendo muy feo, pero no dice nada. Decido no incomodar a la gente, y aunque hay lugares vacíos, opto por quedarme de pie. De esa manera no tengo porque mojar a otra persona. El viaje es bastante rápido.Al llegar a mi casa como lo primero que encuentro en el refrigerador. Después de terminar la comida realizo mi tarea. Al acabarla me doy cuenta que aún tengo mucho tiempo por delante. Odio eso. ¿A quién se le ocurrió decir que el tiempo ayuda a todo? A mí no me ayuda, solo me deja peor de lo que estaba.Mi vida es así, un callejón sin salida. Lo mejor sería acabar con mi vida por mi propia mano, pero no tengo el valor de hacerlo. Supongo que lo único que me queda es hacerme a la idea de que mañana será otro día más. Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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