Cosa de tonto Por Claudio Di Renzo Bueno, sigamos así, contando lo que me pasó. Ay dios, qué papelón. Un día había dicho por ahí que me animaba a cualquier cosa, haciéndome el canchero. Y con gotas de más recontra canchero. Y de repente se me ocurrió subir a ver el Uritorco. Yo ya lo había subido, y recontra sabía cómo salir, cosa que ellos ignoraban. Hubo un par de gentes que se me reían, otros se pusieron a gritar guarangadas y los más se miraban como sin entender. Pasa que soy bocón. Sí, es cierto. Encima estábamos todos en Buenos Aires. Me había mandado una de no creer. Y como soy de terco, estaba dispuesto a jugármela. Como los chicos. Sí, como los bepi, a los 51 años, pasado de vino, y siendo uno muy, muy terco. Y hasta dije que iba a ir pronto y de calentón nomas agarré el celular, y marqué el teléfono de Retiro, me averigué los horarios, y ahí nomás me saqué pasaje con tarjeta de crédito, sin consultar a nadie. Ni a mi mujer le avisé. Y me quedaban 3 horas para viajar, en el general Urquiza. Así que agarré, fui a mi casa, en medio pedo, agarre las cosas esenciales y huí como quien no quiere la cosa, rumbo al Uritorco. Ah encima tuve la suerte de que mi mujer estaba durmiendo, y ni se enteró. Tomé el Urquiza y salimos, como sin rumbo. Y me dormí, cómo dormí. Desperté re-copado. Preguntando cómo se me había ocurrido estar allí. Me cagaba de risa de que mi testarudez me había jugado mal. Me reía por no llorar. Me reía pensando en mi mujer, que ni enterada estaba. Qué quilombo. Mirando la cucharita del café, pensaba cómo decirle. Me reía de pavote nomás. Ahora no me iba a echar para atrás. Ahora iba a subir al uritorco, salir y volver. Así nomás, que tanto, a lo loco, a lo pavote… qué quilombo. Primero, tenía que volver sano. Fui a una casa de mochileros y compré de todo: off, crema para el sol, una bolsa de dormir, un cuchillo, una linterna, papel higiénico, una revista porno, agua mineral, sal, una visera, dos anteojos para sol, un par de calzoncillos, unas medias, un bolso, un botiquín, unos guantes de cuero, fósforos, profilácticos, dos pares de pañuelos, varias viandas, un paquete de velas, un farol. Un mazo de cartas, un juego de ludo, mertiolate, varias barras de cereal, una caja habanos, un banquito, borceguíes, listerine, mapa del Uritorco … si ya sé… cuando fui a pagar y me dijo lo que salía, me puse los anteojos, leí, y sin pestañar, los deje a un costado y pagué con cara de poker. Y me fui, como quien no quiere la cosa. No lo podía creer. Me estaba gastando el sueldo, me había ido de casa, y estaba por ir al Uritorco. Todavía no había decidido cuándo se lo contaría a mi señora. Me va a matar. Sobre todo porque ella misma quería ir al Uritorco y yo, ni pifiado. Me tomé un micro y me fui. Llegamos temprano saqué una larga temporada, tomé un café, tranquilo, pensaba qué cago de risa. Olía los sahumerios onda hindio que vendían los muchachos de la zona, les compre dos tres sahumerios. Saludé y comencé la trepada. A la mierda que pesaba lo que había comprado. A las dos horas tuve que parar porque no me daban las piernas. No me daban. Pero caminando y mirando el paisaje iba a llegar. Qué hermoso el paisaje. Llegó un momento en que me metí por un paraje y ya no sabía dónde estaba. Recordé que llevaba el mapa y no me calenté. Iba anocheciendo, miré la hora, las siete. Mejor que pare para dormir. Así luzco y me saco una foto con el celular. Preparo todo, pongo la bolsa de dormir, el farol, me caso los guantes, decido qué par de anteojos me pongo, abro las viandas, preparo un fueguito, me pongo los guantes, y la visera. Saco la foto, y se la mando a mi mujer. Con una dedicatoria: “te amo”. A los dos minutos recibo un llamado. - Me estás cargando, ¿donde estas?…. - En el Uritorco… je, glup. - ¿Eh? No, dale, decime que me estás cargando. - No te estoy cargando, estoy en el Uritorco, mi amor. - … - En serio te lo juro … - Tut-tut-tut-tut Bueno, me cortó. Ella me quiere, se la va a comer. Se le va a pasar. En el fondo, se va a dar cuenta… de… que soy un reverendo pelotudo. Qué es lo que hice. Estoy en el Uritorco, con cosas de las que nunca usé, en la perra vida iba a salir, comprar las cosas y disfrutar una vianda solito. Que a ella le encantan todas las boludeces… hacer el fueguito, ponerse la visera y le mandé la foto … Bueno, vamos a ver cómo hago, tomo el teléfono y la llamo. - Hola … - Mi chuchi … ¿no te gusto la foto? - Me estás cargando, no. - No, es una apuesta … - Tut-tut-tut-tut Pero, ya me estoy calentando, marco el número, y se apaga. Se le había cargado la batería tiempo atrás. Cagamos. Está todo oscuro. Me siento miro el horizonte, y pucha qué lindo se ve, si la hubiera traído a mi mujer, me hubiera re amado. Como otra vianda, para no romper la costumbre, tomo agua mineral. Y me trago todas las boludeces, como mi histeria, mi llanto, y mis eructos. Agarro el mapa lo miro una vez, y no veo nada. Me pongo a buscar en todo lo que traje y no encuentro mis anteojos. Miro el mapa, y no veo nada. Veo el off, crema para el sol, una bolsa de dormir, un cuchillo, una linterna, papel higiénico, una revista porno, agua mineral, sal, una visera, dos anteojos para sol, un par de calzoncillos, unas medias, un bolso, un botiquín, unos guantes de cuero, fósforos, profilácticos, dos pares de pañuelos, varias viandas, un paquete de velas, un farol. Un mazo de cartas, un juego de ludo, mertiolate, varias barras de cereal, una caja habanos, un banquito, borceguíes, listerine, mapa del Uritorco … y nada más, estoy perdido. Estoy perdido.